Tal vez la vida tenga un plan mayor para nosotros, incluso cuando todo parece incomprensible.
Nunca nuestras elecciones son objeto de mayor escrutinio que cuando, despojados de todo interés propio, enfrentamos lo que es bueno y verdadero.
Quizá esos caminos que no nos llevan a donde esperábamos, esas plegarias que parecen no tener respuesta sean en realidad la forma que tiene la vida de protegernos.
Tal vez lo que hemos anhelado y perseguido con pasión no nos habría traído la alegría o el consuelo que creíamos.
A veces, la vida parece rompernos para recordarnos que nuestros corazones pueden engañarnos, que nuestros planes pueden fracasar y que esto, aunque difícil, es necesario.
Es natural desear algo con todas tus fuerzas, solo para darte cuenta de que no estaba hecho para ti. Es valiente admitir que aquello por lo que tanto luchamos, al final, no merecía la pena.
Quizá la vida nos esté invitando a confiar en ella, a dejar de precipitarnos y a aceptar que su ritmo, a veces lento, sirve para nuestro bienestar.
Si nos dejamos llevar, si aceptamos las cosas tal como son, entonces, las cosas acabarán alineándose exactamente como deberían.
Apegos y desvíos como lecciones para dejar ir
Quizá la vida nos invite a confiar en su ritmo, a dejar de apresurarnos y aceptar que, aunque parezca lento, ese compás nos cuida. Si nos dejamos llevar, si aceptamos las cosas tal como son, entonces todo terminará alineándose de la forma adecuada.
Esas tentaciones que parecen tan seductoras desde lejos, pero que dejan un vacío cuando nos acercamos a ellas, sólo son recordatorios de que no es oro todo lo que reluce. Quizá al final nuestro corazón se pierde para que aprendamos a encontrar el camino de vuelta a nosotros mismos, para hallar una plenitud interior que nadie más puede llenar.
La vida puede invitarnos así a conocernos a nosotros mismos, sin esperar una validación externa. A veces tenemos que aprender a dar tiempo a nuestro corazón para que encuentre lo que realmente le conviene, sin precipitarnos en compromisos que sólo enmascaran un vacío temporal.
A veces la vida nos salva callando a nuestras plegarias
Puede que cuando la vida parece abandonarnos, en realidad nos está salvando. Nos pone a prueba para que descubramos capacidades insospechadas. Tal vez, cuando pedimos paz, nos envía al corazón de un conflicto para que salgamos mejor preparados para superar las tormentas.
Puede que salgamos golpeados o incluso perdidos, pero siempre en pie, dispuestos a superar el desafío.
La vida, aunque impredecible y ardua, nos permite encontrar nuestra propia verdad, nuestra vocación, y evoca una curación que sólo la experiencia puede aportar.
Lecciones de vida a través de la decepción
Las dificultades son a menudo los maestros más exigentes y quizá algunas pruebas sigan llegando porque aún tenemos cosas que aprender. A veces, la vida nos destroza, para obligarnos a poner fin a lo que nos causa dolor, por mucho tiempo que hayamos invertido en ello.
La gente nos decepciona para empujarnos a buscar la validación en nosotros mismos, a dejar de dar a los demás el poder de dictar nuestra felicidad. Entonces, podemos convertirnos en nuestro propio refugio, en lugar de poner nuestra felicidad en manos de quienes, tarde o temprano, pueden marcharse.
Estas partidas, por dolorosas que sean, nos enseñan el arte de la soledad y la belleza de estar completos nosotros mismos, sin buscar a nadie que nos complete.
Todo sucede como debe ser, aunque se nos escape
A veces la vida sigue redirigiendo nuestra trayectoria, aunque nos aferremos a una idea preconcebida de cómo debería ser nuestra existencia. Nos empuja a abandonar esa imagen ideal y fija de nosotros mismos para que le permitamos hacer de nuestra vida una obra maestra a su manera. La vida nos recuerda que lo inesperado puede ser más hermoso que cualquier cosa que hubiéramos imaginado.
La vida sabe mejor que nadie lo que necesitamos y a veces eso significa perseverar con paciencia, sin buscar respuestas inmediatas a toda costa.
La vida nos muestra que ciertos cambios llevan su tiempo, que la respuesta a una determinada oración puede llegar tras una sucesión de desafíos, para conducirnos finalmente a una meta mayor.
Así que, si hemos de acoger las pruebas de la vida con confianza, permitiendo que transforme nuestros sueños en realidad. Puede que la vida no sea perfecta, pero es preciosa y cada una de sus lecciones es una piedra en el camino hacia nuestra realización.
Por Claudia C.
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