Hay momentos en los que sientes que el mundo se desmorona a tu alrededor, que los cimientos se derrumban.
Sientes que todas tus acciones son en vano, que estás atrapado en un abismo sin salida.
Podemos sentirnos ajenos a este mundo, constantemente incomprendidos, tanto que ni siquiera queremos explicar lo que nos pasa por la cabeza, por miedo a convertirnos en una carga.
Pero a veces hay personas que nos comprenden.
Nuestros seres queridos pueden ver a través de nuestras constantes mentiras cuando fingimos que todo va "bien". Pueden ver nuestra lucha, aunque intentemos ocultarla, porque es imposible fingirlo todo.
Aun así, lo intentamos. Yo lo intento.
Me obligo a creer que se trata solo de un momento de debilidad, que estoy realmente bien, que mi fuerza es inquebrantable.
Me digo que me mantenga fuerte, que no me queje.
Me digo que debería dejar de centrarme en lo negativo y ser positiva, que debería estar agradecida por lo que tengo, porque en realidad no tengo motivos para sentirme mal.
Pero a veces no necesitas una razón, porque las emociones no siempre siguen un patrón lógico.
Así que te pones una sonrisa falsa, sales con tus amigos e intentas parecer feliz, porque eso es lo que la sociedad espera que hagas.
Finges disfrutar para evitar que tus seres queridos se preocupen por tus emociones, porque lo último que quieres es convertirte en una carga.
No quieres molestar a la gente que te rodea, no quieres perturbar sus vidas imponiéndoles tus problemas, porque lo último que quieres es ser una fuente de incomodidad.
Pocas personas se atreven a decir "no, no me encuentro bien", ya que a menudo se percibe como un signo de debilidad, como una incapacidad para resolver los propios problemas.
Sin embargo, la verdad es que hace falta fuerza para admitir que no estás bien. Hace falta mucho valor para hablar abiertamente de lo que te pasa por la cabeza.
Reconocer tus dificultades demuestra tu fortaleza.
El dilema es que admitir que no te encuentras bien puede incomodar a algunas personas, y la gente tiende a evitar lo que les incomoda, a menos que estén realmente preocupados por tu bienestar. Reconocer tus dificultades demuestra tu fortaleza.
Es perfectamente normal pasar por momentos difíciles. Es mucho más sano expresarte abiertamente cuando no te sientes bien que reprimir tus emociones, dejando que se acumulen hasta que te encuentres solo en tu habitación, abrumado por tus lágrimas y tu propio mundo de dolor.
Llega un momento en que tienes que dejar de culparte por lo que podrías haber hecho de otra manera. Tienes que dejarte llevar y perdonarte, porque la vida no siempre va según lo planeado, pero al final terminas encontrando tu propio camino, de una forma u otra.
Que tengas momentos de vulnerabilidad no significa que seas una persona débil.
Puede que temas ser una carga, una fuente de desconcierto, pero las personas que te apoyan de verdad, las personas que te quieren de verdad, nunca te verán así. Estas son las personas a las que debes estar cerca.
No pienses que nadie se preocupa por ti o quiere ayudarte, porque siempre hay gente dispuesta a darte su apoyo. Te aseguro que no eres una molestia.
Es comprensible que digas que estás bien, aunque no lo estés, para evitar disgustar a los demás.
Muchas personas lo hacen por diversos motivos, como mantener las apariencias sociales o evitar preocupar a sus seres queridos. Sin embargo, tienes derecho a sentir lo que sientes y a expresarte con autenticidad cuando lo necesites.
A continuación, seis pasos a tener en cuenta si te encuentras en esta situación:
1. Reconoce tus emociones
Tómate el tiempo necesario para comprenderte a ti mismo. Intenta reconocer y etiquetar tus emociones. Esto puede ayudarte a comprender por qué no quieres compartir tus verdaderos sentimientos.
2. Expresa tus sentimientos
Si te resulta difícil expresar tus sentimientos, busca a alguien de confianza, como un amigo íntimo, un familiar o un profesional de la salud mental, con quien puedas hablar con seguridad.
3. Sé amable contigo mismo
Comprende que todo el mundo pasa por momentos difíciles y necesita apoyo de vez en cuando. No hay que sentir vergüenza por sentirse sensible.
4. Hazlo cuando te sientas seguro
Si decides compartir tus verdaderos sentimientos con alguien, hazlo cuando te sientas cómodo y preparado. No hay prisa.
5. Comparte con quienes confías
No tienes que compartir tus sentimientos con todo el mundo. Puedes elegir compartirlos solo con personas en las que confíes y con las que te sientas cómodo.
6. Busca ayuda
Si tus emociones te abruman y te impiden funcionar en el día a día, considera la posibilidad de acudir a un profesional de la salud mental. Pueden darte consejos y estrategias para afrontar tus emociones.
Recuerda que compartir sinceramente tus sentimientos con las personas adecuadas puede ser a menudo un paso importante hacia la curación y el apoyo que puedas necesitar. No sientas que tienes que llevar la carga tú solo.
Por Sandra V.
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⚠️Aviso Importante: ⚠️ Este contenido se proporciona solo con fines informativos y educativos. No debe interpretarse ni usarse como sustituto del diagnóstico, consejo o tratamiento profesional. Si tienes preocupaciones o dudas, consulta siempre a un especialista de confianza.
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