Las 2 únicas opciones que tenemos son ser felices o no serlo, y a menudo: ¡es tu elección, y sólo tuya!
Ser feliz o no serlo: ¡es tu elección, sólo tuya! Cuando somos jóvenes soñamos, cuando somos adolescentes nos cuestionamos y nos quejamos.
Damos una dimensión poética incluso a las elecciones difíciles de la vida. Algunos eligen la música para expresar el drama de crecer.
Lo sorprendente es que estos dolores no desaparecen cuando nos hacemos adultos. Al contrario, parecen empeorar.
Si te sientes presionado, se vuelve más opresivo.
Y si te sientes solo, el aislamiento parece aún más profundo. Si te sientes abrumado, sentirás aún más el peso de la responsabilidad.
¿Ser feliz o no ser feliz? Los dolores del crecimiento no son sólo físicos, como suele decirse.
También tienen una importante dimensión emocional.
Asumir responsabilidades, saber que, si no las asumes tú, nadie lo hará por ti, encontrarte solo al acabar la escuela, caminar por primera vez sin el apoyo de un grupo.
Ese pequeño círculo de apoyo que te ayudaba se ha disipado, dando paso a un entorno en el que cada uno tiene que valerse por sí mismo.
¿Has sufrido alguna vez por amor?
A partir de ahora, sentirás ese dolor aún más profundamente, porque las decepciones parecen acumularse con el tiempo. No habrá más lecciones perdidas de las que arrepentirse. Tendrás que levantarte cada día y vestirte para enfrentarte al mundo con una sonrisa en la cara, preservando tu autoestima.
A partir de ahora, el amor ya no será tu principal preocupación. En su lugar, tendrás que concentrarte en conservar tu trabajo y pagar las facturas a final de mes. Pero a pesar de estos retos, eso no te impedirá luchar por una vida adulta madura y emocionalmente equilibrada.
Siempre tenemos cerca a nuestros hijos en muchas situaciones. A menudo buscamos refugio en los brazos de nuestra madre, aunque esto ya no sea posible como antes. A pesar de los crecientes retos a los que nos enfrentamos, parece que de esta experiencia surge algo positivo.
Con el tiempo, llegamos a una conclusión que nuestros abuelos o padres han compartido a menudo con nosotros.
¿Debemos elegir el camino más fácil o el más difícil?
Todos los días nos enfrentamos a victorias y derrotas, al amor y a la pérdida, a la vida y a la muerte. Aprendemos a afrontar estas situaciones de modo que aprendemos de ellas en lugar de soportarlas como traumas.
Con el tiempo, nos damos cuenta de la importancia de cuidar de nuestro bienestar espiritual. Incluso rodeados de familiares y amigos, reconocemos que, en última instancia, estamos solos con nuestros pensamientos y desafíos. Es esta fe interior la que nos da la fuerza para perseverar en nuestros estudios, en nuestras carreras, en nuestras relaciones y en los retos diarios que nos plantea la vida.
Al cultivar mi lado espiritual, me he dado cuenta de que nada en la vida es realmente inútil. Absolutamente nada.
Incluso, cuando cosechamos lo que no parecen ser más que decepciones, siempre hay algo que aprender de ellas. Si sabemos extraer una gota de zumo de cada experiencia, incluso de las amargas, acabaremos llenando nuestro tarro.
Este zumo puede ser agrio, a veces extraño, pero surge de forma natural, fruto de nuestro propio trabajo y esfuerzo. Después de luchar tanto, arrepentirme tanto, exigirme tanto y malgastar tanta energía en problemas que escapan a mi control. Por fin, he llegado a una conclusión acorde con mi lado espiritual: sólo tenemos dos opciones.
En lugar de perdernos en escenarios de "y si...", es hora de centrarnos en soluciones concretas a nuestros problemas.
- ¿Cómo debemos afrontar la decepción?
- ¿Dejamos que el odio y el resentimiento se pudran o perdonamos y seguimos adelante?
- ¿Debemos intentar reparar las relaciones o dejarlas ir?
Ser feliz o no ser feliz: ¿Cómo afronto la pérdida?
Hay dos caminos entre los que elegir. El primero es sufrir, sentirse herido, abrumado por la tristeza, o elegir recordar los buenos momentos y utilizar esa experiencia para inspirar y mejorar otros aspectos de mi vida. Y así sucesivamente...
Me doy cuenta de que sólo hay una respuesta: el amor.
Sólo el amor puede abrir tu corazón para ayudarte a gestionar mejor los retos de la vida y los obstáculos que se interponen en tu camino. Te voy a contar un secreto: sólo el amor puede darte más amor.
Así que aléjate de las influencias negativas: comentarios, personas, noticias, chismes, problemas, imágenes... cualquier cosa que pueda oscurecer tu día. Cultiva tus flores interiores con amor, para que puedan florecer y transmitir tu felicidad a los que te rodean.
Poco a poco, las palabras de nuestros abuelos, a menudo descuidadas, empiezan a cobrar un significado profundo en nuestras vidas.
Namasté🙏 ✨
Julia C.
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