Tienes algo en ti que te hace especial…
Cuando te sientas agobiado y tu alma esté cansada, lee estas palabras.
Son para aquellos que se sienten emocionalmente exhaustos, para quienes se esfuerzan al máximo, pero se sienten vacíos por dentro.
Es como despertarse por la mañana cansado, sin haber podido dormir bien, mientras la soledad familiar de las 3 de la madrugada te envuelve nuevamente.
Y observas cómo todos a tu alrededor se preguntan qué estás haciendo mal, cuestionándote por qué sientes tanto, deseando que dejes de ser tan sensible. Envidias a aquellos que solo se preocupan por sí mismos, incapaz de entender cómo es vivir así.
Hay personas que aman en exceso, se preocupan demasiado y se entregan a los demás hasta quedar sin nada para sí mismas. Personas que ofrecen pedazos de su ser para completar a otros, mostrando una fortaleza inquebrantable al ayudar a los demás, pero incapaces de asistirse a sí mismas.
Estas son las mismas personas que esconden lágrimas que tú desconoces, que se sienten solas en medio de una multitud, que observan a los enamorados y se preguntan cuándo les llegará su momento.
A veces la vida exige de ti más de lo que esperabas dar y aparece el desgaste detrás de la sonrisa que ofreces al mundo.
Es cierto, no todo lo que haces parece requerir un esfuerzo, pero la verdad es que detrás de esa aparente naturalidad hay un trabajo arduo y persistente. Incluso cuando dudas de ti mismo y piensas que quizás hay algo que no está bien en amar con tanta intensidad, es justamente esa capacidad de entregarte lo que te hace especial.
No todo el mundo ve más allá de la valentía, el cariño y la atención que ofreces.
Pocos se percatan de la fatiga en tus ojos o de la profundidad de tu soledad. Esa es la parte que muchos no alcanzan a ver, pero es tan auténtica y tan tuya como cada una de tus virtudes.
La singularidad es un regalo y tú lo posees. Tener la fuerza para continuar a pesar de los desafíos es una cualidad admirable. Puedes estar seguro de que habrá un punto de inflexión en el que tus esfuerzos serán reconocidos y el valor de tu dedicación será plenamente apreciado por alguien que te entienda y que vea en ti todo eso que haces y eres.
Hasta ese entonces, no renuncies a tu esencia. La fe, aunque a veces parezca desfallecer, puede ser tu guía.
No pierdas la autenticidad que te caracteriza, porque es esa rareza genuina la que, al final del camino, resonará con alguien más. Alguien que, al encontrarte, te mirará a los ojos lleno de certeza y proclamará ese “¡Por fin!” que tanto esperas.
Date la oportunidad de ser tu mejor versión sin forzar cambios que no resuenan con tu esencia.
Valora esa fe que persiste y deja que te guíe hacia encuentros significativos.
Confía en que hay una fuerza interna tuya que es capaz de iluminar incluso en la soledad. Y recuerda… ser uno mismo no es la tarea más fácil, pero a menudo es la que lleva a los encuentros más verdaderos y a las conexiones más profundas.
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