Es importante que transmitamos a nuestros hijos los principales valores de la vida.
A menudo es fundamental que la relación materna o paterna sea realmente fuerte
A menudo es fundamental que la relación materna o paterna sea realmente fuerte
Los cambios en la vida de los padres
El nacimiento de un hijo conlleva muchos cambios estructurales, económicos y emocionales en la vida de las madres, los padres y otros cuidadores. Es como si la vida cambiara por completo y todo lo que existía antes de este niño acabara perdiéndose en algún lugar del espacio-tiempo. Todo empieza a identificarse como antes y después de los niños, y aunque suene gracioso, también puede ser triste.
Los padres saben exactamente cuánto han sacrificado para tener hijos, para darles la comida que les gusta, para comprarles buena ropa, para darles una buena educación. Sabemos que el mundo no siempre es justo, y que en muchas ocasiones los padres no tienen dinero para proporcionarles lo que les gustaría, pero la vida sigue y no hay mucho que podamos hacer al respecto, salvo seguir adelante.
Los padres saben exactamente cuánto han sacrificado para tener hijos, para darles la comida que les gusta, para comprarles buena ropa, para darles una buena educación. Sabemos que el mundo no siempre es justo, y que en muchas ocasiones los padres no tienen dinero para proporcionarles lo que les gustaría, pero la vida sigue y no hay mucho que podamos hacer al respecto, salvo seguir adelante.
Los cambios en la vida de los padres
Los hijos nos hacen querer ser mejores, nos hacen querer cambiar y tener la oportunidad de evolucionar.
Pero nunca podemos olvidar nuestras obligaciones para con ellos: tenemos que enseñarles el mundo, tenemos que transmitirles lo que sabemos, tenemos que hablarles de ética y moral y asegurarnos de que entienden que pueden hacer lo que quieran, pero que siempre serán prisioneros de las consecuencias de sus actos.
Pero nunca podemos olvidar nuestras obligaciones para con ellos: tenemos que enseñarles el mundo, tenemos que transmitirles lo que sabemos, tenemos que hablarles de ética y moral y asegurarnos de que entienden que pueden hacer lo que quieran, pero que siempre serán prisioneros de las consecuencias de sus actos.
¿Tus hijos cuidarían de ti en el futuro?
Una psicóloga habló un poco de este tema en un vídeo. Al tener que cuidar de sus abuelos enfermos, hace todo lo posible por ofrecerles no sólo dignidad, sino también la certeza de que un familiar cuidará de ellos, de que no estarán solos.
Hablando sobre el tema, pregunta a los asistentes si han tenido que limpiar pañales alguna vez en su vida, si han tenido que comprar almohadas para la rabadilla. Incluso les pregunta si los hijos que están criando lo harían por ellos, de forma muy provocativa pero intencionada.
Explica que las dificultades de la vida son las que hacen a las personas competentes, dignas y respetadas, y que esto estuvo muy presente en la infancia de algunas generaciones. Sobre todo en una época en la que los castigos corporales hacían que los niños se sintieran silenciosos, temerosos e insensibles ante sus padres.
La psicóloga explica que, hoy en día, "los niños no honran a sus padres", y acaban abandonando la supuesta posición jerárquica de autoridad para hacerse amigos de ellos, convirtiéndose en sus iguales. Aunque este pensamiento refleja una idea un poco anticuada de cómo se debe educar a los niños, es posible devolver al presente esta noción de obligaciones morales y cívicas.
No es necesario crear jerarquías dentro del hogar para que los niños comprendan sus derechos y deberes, basta con actuar con decencia y humanidad, escuchar sus problemas y expresar sus opiniones con sinceridad, sin recurrir al castigo cada vez que algo no se hace bien, como yo quería o planeaba.
Hoy asistimos a una generación de padres más respetuosos, que saben que no tienen que actuar con brutalidad para ganarse el respeto y la admiración de quienes educan. Los niños no deben existir porque un día envejeceremos y necesitaremos cuidados, sino porque son las personas que más queremos y deseamos verlas florecer en el mundo.
Invariablemente, en un hogar donde hay respeto, donde se valoran y escuchan todas las voces, estos niños volverán cuando necesitemos ayuda. No necesitan sentirse obligados, entre otras cosas porque nadie en el mundo quiere ser una carga, pero estarán allí porque saben que somos las personas que más les respetamos, que más amor les hemos ofrecido y que merecemos lo mismo.
Por Juan C. R.
Hablando sobre el tema, pregunta a los asistentes si han tenido que limpiar pañales alguna vez en su vida, si han tenido que comprar almohadas para la rabadilla. Incluso les pregunta si los hijos que están criando lo harían por ellos, de forma muy provocativa pero intencionada.
Explica que las dificultades de la vida son las que hacen a las personas competentes, dignas y respetadas, y que esto estuvo muy presente en la infancia de algunas generaciones. Sobre todo en una época en la que los castigos corporales hacían que los niños se sintieran silenciosos, temerosos e insensibles ante sus padres.
La psicóloga explica que, hoy en día, "los niños no honran a sus padres", y acaban abandonando la supuesta posición jerárquica de autoridad para hacerse amigos de ellos, convirtiéndose en sus iguales. Aunque este pensamiento refleja una idea un poco anticuada de cómo se debe educar a los niños, es posible devolver al presente esta noción de obligaciones morales y cívicas.
No es necesario crear jerarquías dentro del hogar para que los niños comprendan sus derechos y deberes, basta con actuar con decencia y humanidad, escuchar sus problemas y expresar sus opiniones con sinceridad, sin recurrir al castigo cada vez que algo no se hace bien, como yo quería o planeaba.
Hoy asistimos a una generación de padres más respetuosos, que saben que no tienen que actuar con brutalidad para ganarse el respeto y la admiración de quienes educan. Los niños no deben existir porque un día envejeceremos y necesitaremos cuidados, sino porque son las personas que más queremos y deseamos verlas florecer en el mundo.
Invariablemente, en un hogar donde hay respeto, donde se valoran y escuchan todas las voces, estos niños volverán cuando necesitemos ayuda. No necesitan sentirse obligados, entre otras cosas porque nadie en el mundo quiere ser una carga, pero estarán allí porque saben que somos las personas que más les respetamos, que más amor les hemos ofrecido y que merecemos lo mismo.
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Por Juan C. R.