El verdadero valor de los seres humanos reside en su actitud y en la forma en que tratan a sus semejantes.
El verdadero valor de los seres humanos reside en su forma de ser y de tratar a los demás. Hay dos realidades inevitables en la vida: la primera es que todos moriremos algún día, y la segunda es que nadie sabe cuándo nos iremos. Así que no te conformes con una vida mediocre.
Son tiempos de crisis: financiera, moral y emocional. Sea cual sea el problema al que te enfrentes, a menudo descuidamos nuestro verdadero propósito en este mundo: vivir en armonía entre nosotros.
No importa cuál sea tu religión o de dónde vengas, lo ideal es unir fuerzas para vivir bien juntos actuando de la mejor manera posible. La codicia y la ambición nos llevan por caminos tortuosos y sacrificados.
Hoy en día, las personas deben aprender a cuidarse mutuamente.
Tendemos a pensar que no nos va a pasar nada malo hasta el día en que nos sucede, cuando nos replanteamos nuestra forma de vivir, de pensar y de actuar.
Actuar desde el corazón es la forma más auténtica de hacer frente a los absurdos a los que nos enfrentamos hoy en día. Vengo de una época en la que la palabra hablada era tan valiosa como la escrita, en la que el respeto se ganaba con el ejemplo y no con la imposición de los que tienen dinero.
El verdadero valor de los seres humanos reside en su actitud y en la forma en que tratan a sus semejantes.
Toda la tecnología del mundo es inútil si no se utiliza para el bien de la humanidad. Tampoco sirve de nada tener títulos universitarios como un máster o un doctorado si no somos capaces de ponernos en el lugar de los demás.
Habrá momentos en los que nos desilusionemos con todo lo que nos rodea, en los que nos falte valor para seguir adelante. Podemos llegar a cuestionar nuestras creencias y pensar en abandonar. Puede que incluso, creamos que nos encontramos en un camino que no lleva a ninguna parte. Tal vez sintamos que la honradez no vale la pena ante los absurdos de los que somos testigos.
No esperemos reconocimiento por nuestros actos. Lo importante es contribuir con nuestro granito de arena, hacer lo correcto, aunque nadie se dé cuenta. Cada pequeña acción positiva que realizamos contribuye a crear un mundo mejor, y sólo por eso ya vale la pena.
Habrá momentos en los que nos desilusionemos con todo lo que nos rodea, en los que nos falte valor para seguir adelante. Podemos llegar a cuestionar nuestras creencias y pensar en abandonar. Puede que incluso, creamos que nos encontramos en un camino que no lleva a ninguna parte. Tal vez sintamos que la honradez no vale la pena ante los absurdos de los que somos testigos.
Pero, ¿sabes qué? Todavía hay personas en las que podemos confiar, que creen en un futuro mejor y que harán lo correcto, aunque el universo parezca conspirar contra ellas. Creen que el cambio tiene que empezar por ellos mismos. Si ellos están ahí, debe de existir millones de personas que piensen lo mismo.Ya sea devolviendo una estrella de mar al océano o ayudando a apagar un incendio con un simple vaso de agua, cada gesto cuenta.
No esperemos reconocimiento por nuestros actos. Lo importante es contribuir con nuestro granito de arena, hacer lo correcto, aunque nadie se dé cuenta. Cada pequeña acción positiva que realizamos contribuye a crear un mundo mejor, y sólo por eso ya vale la pena.
No esperes recompensas por tus acciones en este mundo.
Hazlo porque es lo correcto y porque te hace sentir bien. Ayuda, preocúpate y empatiza con los demás.
Hay dos hechos inevitables en la vida: todos moriremos algún día, y nadie sabe cuándo será ese día. Por eso es esencial no conformarse con una existencia mediocre. Baila, juega, sonríe, diviértete, respeta a los demás, ama y adopta una actitud desenfadada. Acepta que eres un ser humano que puede enfrentarse a fracasos, pero que tienes buenas intenciones en todo lo que haces.
Aprende a vivir cada día al máximo, afrontándolo como si fuera el último día de tu vida.
Adoptando esta perspectiva, darás sin duda un valor más profundo a tu existencia. Cuando vivimos con esta conciencia de la impermanencia de la vida, nos sentimos más inclinados a apreciar cada momento y a hacer todo lo posible por estar presentes y comprometidos.
Así que no busques gratificación externa para tus acciones. Guíate por la intención de hacer el bien, difundir el amor y contribuir a un mundo mejor. Eso ya es una recompensa en sí mismo, porque alimenta tu alma e inspira a los demás.
Hay dos hechos inevitables en la vida: todos moriremos algún día, y nadie sabe cuándo será ese día. Por eso es esencial no conformarse con una existencia mediocre. Baila, juega, sonríe, diviértete, respeta a los demás, ama y adopta una actitud desenfadada. Acepta que eres un ser humano que puede enfrentarse a fracasos, pero que tienes buenas intenciones en todo lo que haces.
Aprende a vivir cada día al máximo, afrontándolo como si fuera el último día de tu vida.
Adoptando esta perspectiva, darás sin duda un valor más profundo a tu existencia. Cuando vivimos con esta conciencia de la impermanencia de la vida, nos sentimos más inclinados a apreciar cada momento y a hacer todo lo posible por estar presentes y comprometidos.
Así que no busques gratificación externa para tus acciones. Guíate por la intención de hacer el bien, difundir el amor y contribuir a un mundo mejor. Eso ya es una recompensa en sí mismo, porque alimenta tu alma e inspira a los demás.
No permitas que el miedo al fracaso o las aparentes limitaciones te detengan. Sé valiente, asume riesgos y vive tu vida con pasión y gratitud.
Por Sandra V.
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