5 cuentos que te harán reflexionar sobre la vida


Desde hace miles de años, contar historias ha sido una importante forma de arte en muchas culturas.

Las historias transmitidas de una generación a otra nos enseñan qué valorar y cómo tratarnos mejor los unos a los otros. Por desventura, podemos ver con profundo pesar que el arte de contar historias se está perdiendo en nuestra cultura moderna.

La gente se conecta cada vez más gracias a la tecnología, pero a veces se siente más aislada que nunca.

Así que utilicemos el poder de conexión de la tecnología para infundir nueva vida a una de las prácticas de creación de comunidad más importantes de todos los tiempos. A continuación, te dejamos cinco breves historias para que se las cuentes a la gente que te rodea.

5 cuentos que te harán reflexionar sobre la vida

Un padre con su hijo

Una anciana subió al tren como cada día. Al cabo de unas paradas, vio que un padre y su hijo adulto, que parecía tener unos veinte años, subían al tren. Se sentaron al otro lado del pasillo.

Al poco rato, el hijo empezó a hablar en voz alta con su padre, contándole las nubes que veía fuera y los edificios y árboles por los que pasaba el tren. El padre escuchaba y asentía animado.

Transcurrido un tiempo, una la anciana le molestó la voz del joven y le dijo a su padre: "Perdone, señor, pero ¿ha pensado en llevarle a un médico especialista?".

El padre sonrió y contestó: "En realidad, acabamos de venir de una visita médica. Verá, mi hijo es ciego de nacimiento, y este es el primer día que ha podido ver".

Esta historia nos recuerda a todos que no debemos dar nada por sentado y que nunca debemos suponer que conocemos la historia de otra persona.

El burro y el agujero

Había un granjero que poseía una gran extensión de tierra. De hecho, era tan grande que nunca la había explorado en su totalidad. Un día, decidió llevarse a su único burro y ver el terreno por sí mismo.

Lamentablemente, menos de 3 horas después de salir, ¡su burro cayó en un enorme agujero en el suelo! El granjero estaba desesperado porque no podía sacar al burro. Sintió pena por el animal y no quería que muriera de hambre, así que decidió enterrarlo vivo para que no sufriera.

Pero sucedió que con cada palada de tierra que el granjero echaba en el agujero, el burro se sacudía la tierra del lomo y la pisoteaba. Así siguió durante algún tiempo. Al cabo de tres días, el burro había pisado tanta tierra que pudo salir del agujero.

Esta historia nos enseña cómo afrontar los problemas y las críticas. Cuando algunas personas quieren enterrarnos, siempre podemos "salirnos con la nuestra" y aprender de ello.

El desfile de elefantes

Érase una vez un artista que tenía 10 elefantes. Los paseaba por todo el mundo y les hacía hacer trucos para muchos espectadores.

Un día, un niño preguntó al artista cómo controlaba a sus elefantes, ya que sólo iban atados con una pequeña cuerda en un pie.

El hombre respondió: "Tenía estos elefantes cuando eran muy jóvenes. Cuando les ataba las patas con la misma cuerda, era suficiente para que no se escaparan. Así aprendieron de pequeños que no podían romper la cuerda. Ahora que son mayores, siguen creyendo que es más fuerte que ellos, y por eso nunca intentan huir".

Esta historia nos reta a seguir poniendo a prueba nuestros límites. Nunca sabrás qué límites están sólo en tu imaginación si no intentas ir más allá de ellos.

La historia del huevo, la zanahoria y el grano de café

Siempre que atravieses un período difícil en tu vida, recuerda esta parábola.

Si pones un huevo en un recipiente con agua hirviendo, al cabo de unos minutos lo que antes estaba blando y líquido se endurecerá. Si pones una zanahoria en un recipiente con agua hirviendo, lo que antes era fuerte y duro se volverá débil y blando. Por último, si pones granos de café en una olla con agua hirviendo, al cabo de unos minutos empezarás a oler un aroma maravilloso y el sabor de los granos cambiará el sabor del agua.

Cada una de estas 3 cosas se colocó en el mismo entorno, pero produjeron resultados diferentes. Del mismo modo, nadie tiene control sobre las circunstancias de su vida, pero todos podemos controlar cómo reaccionamos ante esas circunstancias.

Puedes volverte tan duro como un huevo; tan débil como una zanahoria; o tan bueno como el café - y mejorar todo lo relacionado contigo mismo y con los que te rodean.

El niño y la camarera

Un día, un niño entró en un restaurante para pedir un helado. Estaba solo, y la camarera estaba tan ocupada con sus otras mesas que tardó en tomarle el pedido. Finalmente, cuando se acercó a tomárselo, el chico le preguntó cuánto costaba un helado de vainilla con crema de chocolate.

"Son 5 dólares", respondió ella.

" Ok, ¿y si es sólo un vasito de helado?", le preguntó él.

"Sólo 2 dólares", respondió ella. El chico pidió el helado normal, y la camarera se alejó, pensando en todas las otras mesas que tenía que servir. El niño se comió su helado, fue al mostrador a pagar y salió del restaurante.

Pero cuando la camarera volvió a la mesa para limpiar lo que había dejado, había 3 euros de propina y se echó a llorar al darse cuenta que él se había sacrificado tomando un helado solo para dejarle la propina a ella.

Esta historia nos enseña a que jamás hay que juzgar a alguien solo por su apariencia.
¿Cuál de estas historias te ha gustado más? ¿Hay algún cuento que te haya llegado y que quieras compartir con nosotros?

Por Claudia C.

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