En el último año me he dado cuenta de que algunos hábitos nocivos de mi rutina no se limitaban a mi adicción al cigarrillo.
Al crecer, nos condicionan con ciertas creencias sobre lo que se considera normal en nuestra vida cotidiana.
Por ejemplo, quejarse del tráfico o reaccionar airadamente ante alguien que te ha molestado en la calle, comportamientos que quizá hayamos observado en nuestros padres.
Sin embargo, me di cuenta de que estos malos hábitos generaban energía negativa en mi vida.Adquirir el hábito de quejarme o reaccionar con ira podía repercutir negativamente en mi bienestar y mi estado de ánimo.
Por eso, a mediados de este año tomé una decisión importante: ¡dejé de fumar!. Me di cuenta de un momento a otro, cuando sólo me quedaba un cigarrillo en la cartera. En ese momento, tomé una decisión firme conmigo misma, en mi vehículo, sola me dije: "Voy a dejar de fumar". No fue un pensamiento pasajero, sino una toma de conciencia de mis miedos y del impacto negativo de este hábito en mi vida.
Desde entonces, me he enfrentado a mis miedos y he conseguido hacer cambios positivos en mi vida. Puede que no haya sido fácil, pero he tomado la decisión de liberarme de estos malos hábitos y dejar paso a otros mejores que me ayudarán a vivir una vida más sana y satisfactoria.
Me di cuenta de que los malos hábitos no sólo afectan a nuestro cuerpo físico, sino también a nuestra energía.
Acostumbrarse a quejarse, por ejemplo, puede generar una energía negativa que influye en nuestra percepción del mundo.
Por supuesto, es importante ser consciente de los graves problemas e incidentes que ocurren a diario, pero se trata más bien de cómo acompañamos nuestras quejas. A menudo, nuestros juicios nos superan y nos encontramos criticando y señalando con el dedo a los demás sin ni siquiera mirarnos a nosotros mismos.
Es fundamental darse cuenta de que, al igual que juzgamos a los demás, también somos juzgados por los demás. Tomarnos un momento para ponernos en el lugar del otro antes de juzgarlo puede ayudarnos a comprender mejor sus acciones. Al cambiar nuestra perspectiva de los acontecimientos, podemos pensar más conscientemente antes de juzgar o criticar a alguien.
Es esencial buscar el lado positivo de cada acontecimiento, lo que no significa vivir en un mundo ideal, sino intentar ver que en cada situación puede haber algo positivo que aprender. Este enfoque transforma nuestra energía y la forma en que interactuamos con el mundo que nos rodea. Al comprender que lo positivo puede encontrarse incluso en los momentos difíciles, adoptamos una actitud más constructiva y benevolente hacia nosotros mismos y los demás. Esto nos ayuda a desarrollar una energía más positiva y una visión más equilibrada de la vida.
Es cierto que podemos quejarnos del tiempo o de cualquier otra cosa durante todo el día, pero eso no cambiará la situación.
Lo interesante, sin embargo, es observar cómo nuestra irritación puede extenderse a otros aspectos de nuestra vida. Cuando estamos irritados por algo, puede parecer que se extiende a todo lo que hacemos y a cómo interactuamos con los demás.
He experimentado personalmente que dejar que la indignación se apodere de uno sólo consigue aumentar ese sentimiento negativo. Cuanto más dejaba que algo me afectara, peor me sentía. Se convirtió en un círculo vicioso que me irritaba cada vez más.
Sin embargo, me di cuenta de que cuando daba un paso atrás y pensaba con claridad en mis acciones y pensamientos, mi energía cambiaba significativamente. Empecé a sentirme más ligera y más preparada para afrontar cualquier situación.
Una de las claves de esta transformación fue buscar el lado positivo de las cosas, incluso en situaciones aparentemente difíciles. Esto puede parecer difícil al principio, pero cambiando nuestra perspectiva, podemos descubrir aspectos positivos y oportunidades de aprendizaje, incluso en momentos aparentemente difíciles.
Creer en la posibilidad de encontrar lo positivo en cada situación puede ser una poderosa fuerza de cambio en nuestras vidas. Nos permite gestionar mejor los retos y desarrollar una energía más positiva y constructiva. En última instancia, nuestra percepción de los hechos conforma nuestra realidad e influye en nuestro bienestar emocional. Si elegimos ver las cosas desde una perspectiva más optimista, nos abrimos a nuevas posibilidades y a una vida más plena.
Los malos hábitos no se limitan a comportamientos físicos como una alimentación poco sana o las adicciones.
Nuestros pensamientos también desempeñan un papel crucial en nuestros hábitos y en nuestro bienestar mental. Los pensamientos negativos, si dejamos que dominen nuestra mente, pueden convertirse en hábitos perjudiciales que afectan en nuestra vida diaria.
Todos tenemos pensamientos negativos de vez en cuando, es inevitable. Lo importante, sin embargo, es cómo decidimos afrontarlos. Es esencial ser conscientes de nuestros pensamientos y reconocer aquellos que son negativos. Sólo siendo conscientes de estos pensamientos podemos empezar a cambiarlos y desarrollar hábitos más positivos.
Es importante recordar que tenemos el poder de elegir cómo reaccionar ante los pensamientos negativos. En lugar de sentirnos abrumados por ellos, podemos examinarlos objetivamente y buscar formas de sustituirlos por pensamientos más constructivos y positivos.
Esto no significa que debamos negar nuestras emociones o preocupaciones. Al contrario, es esencial reconocer y tratar nuestras emociones de forma saludable. Sin embargo, podemos aprender a no dejar que estos pensamientos negativos tomen el control de nuestra mente y nuestra actitud.
Practicar el pensamiento positivo y la gratitud puede ser una forma eficaz de contrarrestar los pensamientos negativos. Cuando nos centramos en los aspectos positivos de nuestra vida y expresamos gratitud por las cosas que nos rodean, cultivamos una mentalidad más positiva.
Liberarse de los malos hábitos de pensamiento requiere tiempo, práctica y perseverancia.Pero haciendo este esfuerzo, podemos mejorar nuestro bienestar mental y emocional, lo que repercutirá positivamente en todos los aspectos de nuestra vida. Así que seamos conscientes de nuestros pensamientos, elijamos afrontarlos con positividad y dejémonos guiar hacia una vida más plena y equilibrada.
Por Clara C.
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