Para mí, el azar no existe.
Crecí pensando: “El destino me protegerá cuando me distraiga”.
Suena lógico, ¿no? Mientras no te preocupes por lo que ocurre a tu alrededor, los factores independientes actúan para que todo funcione y siga adelante.
Pero entonces, pensemos en ello con un poco más de racionalidad.
¿Cómo puede una sucesión de accidentes conducir al momento adecuado para algo? Sí, has leído bien, he dicho (o más bien he escrito) accidentes, porque según el diccionario, accidente es una "sucesión de hechos que resultan de causas ajenas a la propia voluntad; casualidad, destino, accidente, eventualidad".
Las casualidades no serían entonces más que coincidencias cotidianas, sin posibilidad de cambiar el curso de nuestras vidas.
Lo que voy a decir puede parecerle absurdo, pero no lo es. Piénsalo por un momento: si una de esas casualidades pierde su curso, todo lo demás se verá comprometido.
En otras palabras, si a las 15.48 del 21 de septiembre de 2021 estaba previsto que a Juan se le cayera el helado sobre el vestido de María y así, tras una disculpa, se reunieran y llegaran a conocerse, los factores deben seguir exactamente ese orden, sin perder un segundo. Porque, si María hubiera llegado al parque a las 15.49, a Juan se le habría caído el helado sobre un perro que paseaba por la acera o sobre el suelo, así que no se habría enamorado de un perro y menos aún de una acera.
Lo que intento decirte es que, para mí, en realidad no existen las casualidades, ni mucho menos las eventualidades; lo que existe es un universo que conspira para que todo suceda en tu vida de la mejor manera posible, para que las cosas posteriores tengan sentido.
Así que en realidad tampoco hay cosas mejores o peores. No hay momentos buenos ni malos. No hay situaciones inútiles y favorables. Todo forma parte de un ciclo de crecimiento interior que dará lugar a tu evolución personal.
A veces nos encontramos en una situación aparentemente mala, como derramar café en la ropa antes de salir para el trabajo. "Vaya, tendré que cambiarme de camisa" es lo que piensas, y sales corriendo, temiendo un posible retraso, y acabas diciendo cosas malas sobre la situación. Más tarde, después de cambiarte la camisa, te vas a trabajar y descubres que, por desgracia, el autobús que te llevaba al trabajo ha chocado con una camioneta. Entonces piensas: "Vaya, menos mal que he perdido el autobús". Sí, gracias a la Fuente Creadora, y gracias también por el café que se ha derramado sobre tu ropa. ¿Ves cómo todo contribuye al resultado final?
O cuando una dificultad económica pesa sobre tu familia y te sientes triste pensando que en los últimos años sólo han pasado cosas malas en tu vida. Pero en medio del torbellino de deudas, te das cuenta de que ese montón de facturas te ha enseñado a vivir con menos dinero y más amor, y ha servido para fortalecer tu matrimonio y recordarte lo gratificante que es tener un amigo cariñoso a tu lado.
Todo lo que sucede a tu alrededor ocurre por una razón concreta, y del mismo modo, lo que que no pasa es por una razón.
A veces, esperamos algo durante tanto tiempo que nos ponemos ansiosos, hambrientos y somnolientos pensando en lo mucho que deseamos un ascenso profesional, el regreso de una relación que ha terminado o un hijo, pero de lo que no nos damos cuenta es de que lo que deseamos en ese momento es sólo eso: envidia o incluso un capricho.
No buscamos algo que nos fortalezca, sólo queremos la satisfacción del ego, y eso no es positivo. Lo que queremos y lo que necesitamos no suelen ser lo mismo, y entre una cosa u otra, elige tu necesidad, porque es la que definirá lo que ocurra después.
Necesitamos un trabajo que nos anime a crecer, pero sólo queremos un trabajo que nos pague bien o mejor y nos permita irnos de vacaciones. Necesitamos una pareja que nos quiera en su totalidad, pero sólo queremos a alguien que nos haga compañía el fin de semana. Deberíamos sentirnos bien por habernos graduado para ser buenos profesionales, pero sólo queremos un título para tener más dinero.
Y el destino tiene mucho más que darnos; sólo tenemos que creer en él y permitirle que haga todo como lo ha planeado.
Así que deja de esforzarte tanto para que el viento de la vida sople en tu dirección preferida. Deja de crearte expectativas sobre la suerte potencial, porque no existe. Agradece a la vida lo que tienes en lugar de quejarte constantemente de tu mala suerte. Estás en el carrusel de la vida, más conocido como universo, y la música está sonando justo cuando deberías estar bailando.
No te preocupes por las situaciones que parecen escapársete de las manos; cuando las riendas ya no están en tus manos, están en las del destino.
Simplemente vive tus momentos, sabiendo que todo a tu alrededor conspira a tu favor, y cuando sientas que no es así, mira en tu interior, porque las respuestas que buscas están dentro de ti.
Por Sandra V.
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