Hace algunos años me hallé a mí misma tirada en el suelo de mi apartamento sintiéndome miserable.
De hecho, me venía sintiendo así por un tiempo.
Mi relación de 4 años se estaba desmoronando, mi trabajo perdía su significado, me sentía profundamente incomprendida, poco amada y sola.
El dinero no sobraba, estaba con sobrepeso, letárgica, confundida y mi futuro se veía borroso para mí.
Pero luego algo cambió.
Decidí cambiar mi perspectiva y ver cómo sería mi vida si dejara de castigarme por “no ser lo suficientemente buena” y me aceptara como soy.
Tomé la decisión de ver que soy una persona buena, con un maravilloso mundo interno y me comprometí a poner a prueba esta teoría. ¡Funcionó!
Ya que años de auto-rechazo no me habían contribuido en nada, no tenía nada que perder. Mi decisión de aceptar mi propia bondad y maravillosidad me transformó la forma en la que veía y vivía la vida. Las personas dejaron de ser amenazantes y los desafíos se convirtieron en oportunidades.
También decidí moverme de la victimización hacia la aceptación. Me concentré en cuidar de mí misma, en vez de tratarme mal por metas incumplidas o plazos vencidos. Intencionalmente me concentré en aquello que sí hacía bien día a día.
Meditaba, me daba suficientes horas de sueño, comía comida de buena calidad y hacía ejercicio. Dejé de ver T.V y comencé a leer más. Además, expresé mi gratitud y compartí mi tiempo con persona que enriquecían mi vida y reforzaban mis cosas buenas.
Desde entonces mi vida se ha transformado y la felicidad ha vencido. Como resultado me he convertido en una mejor compañera, una líder y en un ser humano más considerado.
También me empecé a preguntar cómo sería el mundo si todos nos diéramos la oportunidad de aceptar, abrazar y vivir desde nuestra bondad y maravillosidad. ¿Podemos todos llegar a ese punto? La respuesta indudable es ¡sí! Y aquí hay algunos pasos para lograrlo:
1. Elige ser bueno y maravilloso.
Toma la decisión de verte a ti mismo como una persona fundamentalmente buena. Esto suena difícil, especialmente cuando has pasado la mayoría de tu vida pensando lo contrario. Comienza por decir en voz alta “sí, soy buena.”
Aunque tus emociones no coincidan, usa tu intelecto y practica este ejercicio diariamente. Tus emociones pronto se pondrán al día y te sentirás maravilloso. Al igual que trabajar sobre el cuerpo, requiere un poco de tiempo, pero el ejercicio es la clave al éxito.
2. Cultiva el amor propio.
Ser una persona fundamentalmente buena no significa que no vayamos a cometer errores. De hecho, cometo bastantes. Ser bueno significa pensar y sentir que nos debemos las cosas buenas de la vida y que merecemos amor. Con amor propio todo es posible.
Si tienes dificultades con esto piensa en ti misma cuando eras más joven e inocente. ¿Merece ese ser amor? O intentar mirar a través de los ojos de alguien que te ama ¿por qué te amaría si no fueras merecedora de ese amor?
3. Practica, practica, practica.
Decidir verte a ti misma como alguien maravillosa es difícil, pero actuar en base a esa decisión es aún más difícil. Comprométete con la práctica de apreciarte a ti misma todos los días. Píllate cuando estés teniendo pensamientos negativos respecto a ti mismo. Haz un plan para dejar ir aquellas relaciones que son insanas para ti y para dejar hábitos que no te hacen bien. Trátate con amor y respeto y exige que los demás hagan lo mismo.
4. Desarrolla rituales.
Hazte el tiempo para las cosas que te nutren, puede ser escribir, meditar, leer libros inspiradores, rezar, pintar, hacer un voluntariado, recitar poesía o tener una actividad regular que te recuerde lo bueno y maravilloso que eres.
5. Deja recordatorios.
Al poco tiempo de tomar la decisión, me dejé una nota en el refrigerador que decía “soy buena” y sabía que la vería al menos dos veces al día lo que me recordaría acerca de mi nueva verdad. Incluso en esos días extraordinariamente ocupados vería la nota, por lo que en algún nivel tenían un impacto positivo en mi vida.
6. Habla con las personas.
Cuenta a la gente acerca del concepto de la bondad fundamental y de pensarse a uno mismo como alguien maravilloso y digno de amor. Esto reafirmará tu verdad y quizás puedas cambiar la vida de ellos también. En cualquier caso, las personas correctas te darán su apoyo en cuanto a tu misión de descubrir lo maravilloso que eres por dentro.
7. Vive audazmente.
Se generoso, ama incondicionalmente, ríe fuertemente y comunícate abiertamente. Sea lo que sea que hagas, da lo mejor de ti. Vivir de esta forma en cierta manera refuerza tu maravillosidad y bondad interna.
La paradoja es que no puedes realmente vivir audazmente si no crees en ti mismo. Si no crees en que eres una persona digna y buena fundamentalmente estarás constantemente cuestionando tus decisiones, tu valía, la calidad de tu contribución y la de otras personas también.
Si activamente das más, amas más, ríes más, comunicas más y así, estarás reforzando tu propia bondad y crecerá tu creencia en ello.
8. Sueña en grande y atrévete en grande.
Cuando nos enfocamos en nuestras luchas, perdemos de vista las cosas realmente importantes. Por otro lado, cuando soñamos en grande y nos atrevemos en grande, no tenemos más opción que confiar en nuestra bondad y encontrar la manera de conseguir estos sueños y metas.
Mantén en mente de que estos sueños y cosas que deseamos lograr no necesariamente serán aprobadas por los demás, pero que eso no te importe. Muchas de las personas tradicionalmente exitosas son miserables y sienten pena por sí mismos. Soñar en grande significa soñar nuestros propios sueños, no esos que nos impone la sociedad, nuestra familia ni nadie más.
9. Deja de cuestionarte y ¡manos a la obra!
Me encanta la pregunta “por qué”. Pero no te hagas preguntas “por qué” que sean dañinas; haz las “por qué” que sean de ayuda. No preguntes, “por qué sería bueno”, pregunta “por qué no sería bueno”. Y si no puedes dejar de cuestionarte déjalo ahí y continúa. Estamos condicionados a cuestionarnos, pero se activo y no te cuestiones tus cosas buenas ni lo maravilloso que eres.
10. Se consciente.
Las personas a menuda preguntan “¿Cómo estás? sin realmente esperar una respuesta de vuelta. Sin embargo, me encanta contestar “Estoy bien”. No es tanto por su beneficio como es por el mío, entre más repito que estoy bien, más refuerzo mi misión de sentirme bien, buena y maravillosa y más me lo creo.
Adicionalmente, lo que conteste a esta pregunta es un indicador de cómo me siento ese día. A veces me pillo diciendo “Aquí estamos”, “no tan mal”, y eso es una señal de que algo no está enteramente bien y que debo evaluar lo que realmente me esté pasando.
Habiendo dicho eso, ser fundamentalmente bueno y aceptar esa bondad no significa que algunas veces no nos podamos sentir mal, enojados o molestos. Lo imporante es notar estos estados, observarlos, permitirlos y dejarlos ir.
Había una vez un anciano nativo americano que contaba a su nieto una historia de dos lobos que viven dentro de cada uno de nosotros y que luchan salvajemente el uno con el otro para dominar nuestras vidas.
Un lobo está lleno de amor, alegría, esperanza, paz, gratitude, optimismo, generosidad, comprensión, humildad, amabilidad, verdad, fe y compasión. El otro es el reflejo de la amargura, envidia, enojo, angustia, culpa, egoísmo, arrogancia, autodevaluación, inferioridad, mentiras, ego, avaridad y juicio.
Esta lucha es constante, la determinación de cada uno por ganar es tremenda…
El chico preguntó: “¿Qué lobo gana?”
A lo que el anciano respondió: “El que alimentas.”
Todos tenemos una opción de aceptar lo bueno que tenemos dentro y nutrir cada día con sus características. Todos podemos dar la bienvenida a lo mejor que tenemos adentro y podemos elegir la felicidad sobre la tristeza. ¿A qué lobo alimentarás hoy?
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