Abunda en las personas la necesidad de exteriorizar lo que piensan en relación a lo que les resalta de los demás.
Desafortunadamente, eso que resalta normalmente coincide con aquello que ante los ojos de quien habla, no está bien.
Resulta que hablar mal de alguien más, habla más de nosotros que de esa persona. Debemos ser impecables con nuestra palabra por muchos motivos, los cuales listamos a continuación, por si en algún momento te ves tentado a hablar de alguien, los traigas a tu mente y los uses como un filtro previo a cada palabra.
Hablar mal de alguien nos genera lo siguiente:
Nos conecta con aquello que no nos gusta:
Quien se acostumbra a criticar y a hablar mal de otros, normalmente anda buscando en el otro la falla, el defecto, el punto de quiebre, para tener material que se pueda verbalizar y en ésa búsqueda, lo que hace es entrar en sintonía con lo que no le gusta y la vida le va a ofrecer siempre más de aquello en donde coloca su atención.
Nos dificulta la tarea de mirar en el otro aquello que debemos trabajar en nosotros:
Cada persona que se topa con nosotros tiene algo que mostrarnos y muchas veces se trata de lo que nos molesta en el otro, pero que no lo podemos ver en nosotros mismos y si asumimos ese papel de jueces, se hará más complicado utilizar a alguien como espejo.
Quedamos mal delante de los demás:
Hablar mal de alguien, incluso delante de otros que hacen lo mismo, no nos hace ver como personas de mayor calidad humana. Por el contrario, baja nuestra imagen y deteriora el concepto que puedan tener los demás de nosotros, que no es que nos tenga que quitar el sueño, pero por qué quedar mal, pudiendo mostrar una mejor faceta de nosotros mismos.
Cualquier palabra que digamos puede ser usada en nuestra contra en cualquier otra oportunidad:
No importa con quien hablemos, lo que digamos puede ser comentado, difundido o tergiversado y no se hable de lo incómodo que resulta el aclarar los dimes y diretes que pueden derivarse de tertulias que incluyen el hablar de otras personas ausentes.
Nos rodearemos de personas que estén en la misma onda de crítica y juicio:
Obviamente cada quien puede pensar lo que quiere, pero cuando hablamos de algo, estamos asumiendo que hay otra parte que escucha, que si está allí y se siente cómoda con los temas, es porque está en la misma onda que no suma algo positivo.
Así como hablamos nosotros mal de alguien, lo harán en cuanto nos ausentemos:
Quien habla mal de otro, normalmente lo adopta como hábito y lo aplica a todo el que puede, incluso a nosotros si nos alejamos o si en algún momento no le caemos en gracia.
No estamos permitiendo a los demás ser:
Cada quien debe ser libre de ser y hacer sin someterse a ningún juicio, evidentemente sin hacerle daño a los demás, cosa que ya requeriría otro tipo de acciones.
Si vamos a hablar mal de alguien, que sea de manera frontal, no en su ausencia. Demostremos siempre una actitud impecable en cuanto a nuestras palabras y acciones. No busquemos dañar, ni mal poner a otros, cada quien lleva su propia carga como para nosotros estar agregándole peso a sus espaldas.
La palabra tiene poder, tiene la capacidad de construir o de destruir. Debemos estar claros de qué lado queremos estar. No importa tanto si alguien nos gusta o nos disgusta, el hablar mal de ellos nos coloca en una mala posición a nosotros.
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Por: Sara Espejo – Reencontrate.gurú