Aprende a dejar las cosas y a las personas, incluso si las amas. Esta es la gran ley de desapego.
Cuando te aferras a una persona solo porque tienes miedo de perderla, pierdes incluso más de lo que piensas y puedes imaginar.
Respira hondo y deja que las personas se hagan responsables de su propia vida y acciones. No intentes cambiarle, ni mucho menos arreglarle.
Todos pertenecen solo a sí mismos. Nunca intentes cambiar a las personas que te rodean, porque siempre es contraproducente.
Acéptelos como son, ya que todos somos diferentes. ¿No es esa la belleza de la diversidad? ¿Por qué te gustaría asimilar a otro ser?
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A diferencia de la creencia popular, las similitudes, los compromisos falsos y el pasado compartido no son lo que hace a las personas cercanas. Las personas se sienten cercanas entre sí cuando celebran sus diferencias.
Cuando no intentas cambiar y bombardear implacablemente a las personas con tu consejo; cuando no intentas hacerles creer que están equivocados y que tienes razón, es cuando la gente se acerca. El vínculo se vuelve más fuerte y estable.
Cuando simplemente te comunicas con una persona, como si estuvieras leyendo un libro con el que estás de acuerdo o en desacuerdo (no puedes imponer tu opinión sobre un libro, ¿verdad?), Mantienes las cosas ligeras e interesantes.
Es una hermosa sensación de ligereza que no solo no te deja separarte, sino que te acerca más el uno al otro.
Desafortunadamente, para comprender cosas tan elementales, nos cuesta mucho y a veces, pagamos el precio con la pérdida de algunas personas. Entonces, aprende a ser más sabio la próxima vez.
Incluso si no estás de acuerdo, un agarre más ligero generalmente resulta en un vínculo más fuerte. Dale a la gente espacio para respirar.
Te sentirás mucho mejor si no te esfuerzas tanto por mantenerlos cerca. Te echa de menos.
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