Al compartir nuestras preocupaciones o sentimientos, queremos ser comprendidos, no juzgados. Identificar a las personas que pueden jugar con acierto este papel es una habilidad que puede ayudarnos mucho y el primer paso para sentirnos mejor.
Seguro que alguna vez te has planteado con quién es más acertado compartir tus sentimientos. No todas las personas son receptivas ni adecuadas, por muy cercanas que parezcan.
Asimismo, hay quien, con toda su buena fe, acaba haciéndonos el comentario más desafortunado, dictando consejos cuando solo buscamos que nos escuchen. Por ello, es bueno tener algunas pautas que ayuden a la intuición a la hora de identificar a los mejores en este papel.
Algo que nos repiten con frecuencia es aquello de que compartir lo que sentimos con otros es algo tan positivo como catártico. Sin embargo, un aspecto que no siempre se puntualiza es que no todas las personas están habilitadas para ser partícipes de esa artesanía emocional.
Seguro que alguna vez te has planteado con quién es más acertado compartir tus sentimientos. No todas las personas son receptivas ni adecuadas, por muy cercanas que parezcan.
Asimismo, hay quien, con toda su buena fe, acaba haciéndonos el comentario más desafortunado, dictando consejos cuando solo buscamos que nos escuchen. Por ello, es bueno tener algunas pautas que ayuden a la intuición a la hora de identificar a los mejores en este papel.
Algo que nos repiten con frecuencia es aquello de que compartir lo que sentimos con otros es algo tan positivo como catártico. Sin embargo, un aspecto que no siempre se puntualiza es que no todas las personas están habilitadas para ser partícipes de esa artesanía emocional.
Si hacemos un recorrido por el pasado, seguro que en algún momento habríamos dejado de compartir nuestro dolor, alegría o sorpresa con alguien. Es algo que ocurre con frecuencia. Pensamos que esa amiga, que ese compañero de trabajo o incluso que esa hermana puede ser receptiva a nuestros sentimientos.
Sin embargo, al poco nos encontramos con que ese alguien no supone el refugio que imaginábamos: no le concede ninguna importancia a aquello que a nosotros nos encoge por dentro. También están los que nos juzgan o los que sencillamente son muy torpes en este tipo de situaciones sociales: son capaces de ponerse en nuestro lugar, pero luego no saben volver al suyo y ayudarnos.
Sin embargo, al poco nos encontramos con que ese alguien no supone el refugio que imaginábamos: no le concede ninguna importancia a aquello que a nosotros nos encoge por dentro. También están los que nos juzgan o los que sencillamente son muy torpes en este tipo de situaciones sociales: son capaces de ponerse en nuestro lugar, pero luego no saben volver al suyo y ayudarnos.
“Callando es como se aprende a oír; oyendo es como se aprende a hablar; y luego, hablando se aprende a callar”. - Diógenes
¿Con quién puedes compartir tus sentimientos?
Decía Charlote Brontë que el interés del que escucha estimula la lengua del que habla. Todos lo hemos vivido más de una vez en piel propia; es algo sanador y reconfortante.
Tanto es así, que estudios como, el llevado a cabo por el doctor Ullrich Wagner de la Universidad de Münster, Alemania, nos señalan que compartir tus sentimientos con buenos amigos activa el sistema de recompensa cerebral. Tras esos instantes de complicidad, la sensación de bienestar aumenta.
Sin embargo, también con frecuencia se da lo contrario. Pensamos que podemos acercarnos a ciertas personas de confianza para hacerles partícipes de determinadas vivencias y sentimientos, para luego arrepentirnos. Algo así puede tener consecuencias importantes.
Un ejemplo, si un adolescente da el paso y decide compartir sus sentimientos y lo que encuentra es una crítica o una burla, pueden generarse diferentes escenarios. Uno, que ya no vuelva a compartir nada más. Otro, que empiece a platearse su valor como persona, en un proceso que puede dañar, y mucho, su autoestima.
Como podemos ver, no todas las personas están capacitadas para escuchar o conferir apoyo emocional. Entonces,¿cómo saber con quién compartir tus sentimientos? Estas serían algunas claves.
Tanto es así, que estudios como, el llevado a cabo por el doctor Ullrich Wagner de la Universidad de Münster, Alemania, nos señalan que compartir tus sentimientos con buenos amigos activa el sistema de recompensa cerebral. Tras esos instantes de complicidad, la sensación de bienestar aumenta.
Sin embargo, también con frecuencia se da lo contrario. Pensamos que podemos acercarnos a ciertas personas de confianza para hacerles partícipes de determinadas vivencias y sentimientos, para luego arrepentirnos. Algo así puede tener consecuencias importantes.
Un ejemplo, si un adolescente da el paso y decide compartir sus sentimientos y lo que encuentra es una crítica o una burla, pueden generarse diferentes escenarios. Uno, que ya no vuelva a compartir nada más. Otro, que empiece a platearse su valor como persona, en un proceso que puede dañar, y mucho, su autoestima.
Como podemos ver, no todas las personas están capacitadas para escuchar o conferir apoyo emocional. Entonces,¿cómo saber con quién compartir tus sentimientos? Estas serían algunas claves.
Compartir tus sentimientos no es una forma de comunicación, sé cuidadoso
Hay quien no aplica filtros.Hay quien no tiene problema alguno a la hora de sincerarse con quien el azar sitúe cerca. Son esas personas que comparten todo pensamiento y sentimiento con compañeros de trabajo, vecinos o conocidos. Las consecuencias que se derivan de esta práctica indiscriminada suelen ser tan serias como desastrosas.
Por tanto, recordemos ser cautos, prudentes e inteligentes. El hecho de que alguien esté a nuestro lado no le habilita ese alguien para ser el soporte adecuado de nuestra reflexión. Compartir emociones o sentimientos no es una forma más de comunicación, es algo más íntimo y delicado.
Por tanto, recordemos ser cautos, prudentes e inteligentes. El hecho de que alguien esté a nuestro lado no le habilita ese alguien para ser el soporte adecuado de nuestra reflexión. Compartir emociones o sentimientos no es una forma más de comunicación, es algo más íntimo y delicado.
Escuchar sin emitir juicios, escuchar sin necesidad de que dar consejos
Cuando elegimos compartir algo con alguien no esperamos que nos resuelvan el problema. A menudo, solo deseamos a una persona que sea capaz de escuchar y lo que es más importante: comprendernos.
Así, es común sincerarnos con esa persona que no duda en darnos todo un arsenal de consejos y hasta un plan de ruta sobre lo que deberíamos hacer. También están los que son ágiles a la hora de emitir un juicio: ‘es que no tenías que haber hecho las cosas así’, ‘es que eres demasiado confiado’, ‘otra vez te has vuelto a equivocar, está claro que eso no es lo tuyo’…
Todas estas dinámicas son las que debemos evitar. Si deseas compartir tus sentimientos con alguien, elige bien, busca a esa persona hábil para escuchar, cercana para empatizar contigo y capaz de demostrarte una comprensión auténtica.
Así, es común sincerarnos con esa persona que no duda en darnos todo un arsenal de consejos y hasta un plan de ruta sobre lo que deberíamos hacer. También están los que son ágiles a la hora de emitir un juicio: ‘es que no tenías que haber hecho las cosas así’, ‘es que eres demasiado confiado’, ‘otra vez te has vuelto a equivocar, está claro que eso no es lo tuyo’…
Todas estas dinámicas son las que debemos evitar. Si deseas compartir tus sentimientos con alguien, elige bien, busca a esa persona hábil para escuchar, cercana para empatizar contigo y capaz de demostrarte una comprensión auténtica.
Hay personas que son hogar, que crean espacios emocionalmente seguros
Si buscas personas con quien compartir tus sentimientos elige a quien sepa ser hogar. Hay amigos o incluso conocidos que tienen la habilidad especial de crear espacios seguros donde la confianza se hace palpable, donde nos sentimos bien, a salvo y entendidos. Así, algo que puede darse es que esa persona capaz de escucharnos como necesitamos, no sea precisamente ni nuestra pareja ni tampoco esa amistad de toda la vida.
Más allá de lo que podamos pensar que ocurra, esto es normal. En ocasiones, esas figuras que llevan desde siempre con nosotros no son las más acertadas en un momento dado para escucharnos. Sabemos que quieren lo mejor para nosotros, pero hay veces que necesitamos otras perspectivas, un tipo de apoyo que defienda nuestros intereses de una manera más o menos emocional.
Por tanto, se trataría de saber buscar, de saber dar con ese ser especial capaz de escucharnos como lo merecemos. Seamos cautos e inteligentes a la hora de compartir sentimientos. Un comentario desacertado puede hacer mucho daño pero una mirada que nos acoge con afecto sin enjuiciar, reconforta y sana. Pensemos en ello.
Más allá de lo que podamos pensar que ocurra, esto es normal. En ocasiones, esas figuras que llevan desde siempre con nosotros no son las más acertadas en un momento dado para escucharnos. Sabemos que quieren lo mejor para nosotros, pero hay veces que necesitamos otras perspectivas, un tipo de apoyo que defienda nuestros intereses de una manera más o menos emocional.
Por tanto, se trataría de saber buscar, de saber dar con ese ser especial capaz de escucharnos como lo merecemos. Seamos cautos e inteligentes a la hora de compartir sentimientos. Un comentario desacertado puede hacer mucho daño pero una mirada que nos acoge con afecto sin enjuiciar, reconforta y sana. Pensemos en ello.
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Por: Psicóloga Valeria Sabater
Fuente: Lamenteesmaravillosa.com
Fuente: Lamenteesmaravillosa.com