A ti soledad, que has estado en diversos momentos de mi vida. A ti, que seguirás estando conmigo de una manera distinta...
Querida y odiada soledad, te escribo esta carta para contarte mi reflexión sobre nuestra trayectoria juntas. Han pasado muchos años desde que nos conocimos, y nunca hemos estado completamente separadas. Hoy quiero contarte cómo me he sentido con nuestra relación. Para comenzar, me gustaría recordar contigo la frase de Jean Paul Sartre «Si te sientes en soledad cuando estás solo, estás en mala compañía».
El sendero de la frustración ha sido bastante recorrido por nosotras.Recuerdo aquellas veces en las que sentía que no podía más, y que me había lanzado a un abismo oscuro y sin final. En esos instantes te odie profundamente. Llegué a pensar que eras lo peor que me había podido pasar. Sinceramente, quise arrancarte de mi camino, pero aquí estamos juntas… de nuevo.
Puede que sea difícil para ti comprender el odio que me has inspirado, las ganas que he tenido de no volverte a ver. Te lo explico. Pensaba que estar sola era algo malo; esta era una de las razones por las que más me costaba aceptar tu compañía.
Puede que sea difícil para ti comprender el odio que me has inspirado, las ganas que he tenido de no volverte a ver. Te lo explico. Pensaba que estar sola era algo malo; esta era una de las razones por las que más me costaba aceptar tu compañía.
Además, en otras ocasiones te busco cuando no sé qué más hacer, y quiero esconderme de todos porque la tristeza me invade. Entonces, al asociarte de esta manera, estaba potenciando el rechazo hacia ti. Y, aunque ahora piense distinto, entiende que algunas veces puedo seguir frustrándome contigo.
Cuando estoy rodeada de gente, también me visitas
En muchas ocasiones, pensé que solo aparecías cuando las personas, los demás, se marchaban. Pero descubrí que puedo estar completamente rodeada y sentir tu presencia. ¿Recuerdas aquellos momentos en que la timidez me abordaba y aunque hubiese mucha gente yo me aferraba a ti o aquellos instantes en los que se me desgarraba el alma, y todos iban tras de mí para ver qué me sucedía y no era capaz de sentirme acompañada?
Aunque siga encontrando esos momentos en los que me sienta sola, aunque este rodeada de gente y esté yo; ahora he llegado a ser más tolerante con mis emociones, a sentir más confianza y a ser capaz de pedir ayuda cuando lo necesito. Ya no me avergüenzo por ello.
Aunque siga encontrando esos momentos en los que me sienta sola, aunque este rodeada de gente y esté yo; ahora he llegado a ser más tolerante con mis emociones, a sentir más confianza y a ser capaz de pedir ayuda cuando lo necesito. Ya no me avergüenzo por ello.
Soledad, eres una maravillosa compañía
Puede parecer irónico, pero hoy puedo decir en ti encontré una compañía espléndida. Así es, a tu lado, pude descubrirme poco a poco. Estar junto a ti me ayudo a comprenderme.
Soledad, gracias a ti y a mi empeño, pude navegar, pude poner claridad en algunos rincones a los que, sin tu compañía, nunca hubiera llegado. Pude construir un refugio, en los que los demás eran bienvenidos, pero no necesarios para sentirme segura.
Según Carl Rogers, pionero en la psicoterapia, el autoconocimiento es la base de nuestra personalidad, y lo vamos forjando a medida que acumulamos experiencia. De hecho, menciona que dar forma a nuestra propia realidad puede ser, por momentos, una experiencia aterradora. Un miedo parecido al que yo tenía a tu presencia, ¿te das cuenta?
Por otro lado, gracias a ti descubrí que temía mis propios mensajes, a cómo me trataba cuando no había nadie para frenar mi diálogo interno. Tú hacías que saliera a mi conciencia esa juez que maltrataba mi autoestima y gritaba solo para mí aquello que podía haber hecho mejor transformándolo en algo que hice mal.
Soledad, gracias a ti y a mi empeño, pude navegar, pude poner claridad en algunos rincones a los que, sin tu compañía, nunca hubiera llegado. Pude construir un refugio, en los que los demás eran bienvenidos, pero no necesarios para sentirme segura.
Según Carl Rogers, pionero en la psicoterapia, el autoconocimiento es la base de nuestra personalidad, y lo vamos forjando a medida que acumulamos experiencia. De hecho, menciona que dar forma a nuestra propia realidad puede ser, por momentos, una experiencia aterradora. Un miedo parecido al que yo tenía a tu presencia, ¿te das cuenta?
Por otro lado, gracias a ti descubrí que temía mis propios mensajes, a cómo me trataba cuando no había nadie para frenar mi diálogo interno. Tú hacías que saliera a mi conciencia esa juez que maltrataba mi autoestima y gritaba solo para mí aquello que podía haber hecho mejor transformándolo en algo que hice mal.
Además, me hiciste que me diera cuenta de que no necesito de otras personas para ser feliz, ¡puedo ser feliz estando sola! Ahora confío más en mí, porque gracias a ti me di cuenta de mis capacidades y mis limitaciones, e intento jugarlas a mi favor.
Ahora bien, tus virtudes no hacen que quiera tu presencia en todo momento. En mi reflexión, también comprendí que es bueno compartir con los demás, de hecho, resulta muy saludable que forjemos, y sobre todo disfrutemos, de relaciones con personas nutritivas.
Además, ahora ya he despedido a esa juez de la que te hablaba antes. Exploro la tristeza, la frustración y el sentimiento de vacío; los reconozco, los expreso y sigo adelante. Por ello, he hecho de la resiliencia mi mejor aliada. Soledad, ahora que te he abierto mi corazón, espero que entiendas por qué un día te temí. Ahora sé que formas parte de muchas de las oportunidades que tengo para encontrarme cuando me pierdo, cuando todo cambia y tengo que reinventarme.
Ahora bien, tus virtudes no hacen que quiera tu presencia en todo momento. En mi reflexión, también comprendí que es bueno compartir con los demás, de hecho, resulta muy saludable que forjemos, y sobre todo disfrutemos, de relaciones con personas nutritivas.
Además, ahora ya he despedido a esa juez de la que te hablaba antes. Exploro la tristeza, la frustración y el sentimiento de vacío; los reconozco, los expreso y sigo adelante. Por ello, he hecho de la resiliencia mi mejor aliada. Soledad, ahora que te he abierto mi corazón, espero que entiendas por qué un día te temí. Ahora sé que formas parte de muchas de las oportunidades que tengo para encontrarme cuando me pierdo, cuando todo cambia y tengo que reinventarme.
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Por: María Alejandra Castro Arbeláez - Licenciada en Psicología
Fuente: Lamenteesmaravillosa.com