El mundo necesita soñadores


[…] George Bernard Shaw, resumió su enfoque de la vida diciendo: otras personas ven cosas y se preguntan ¿por qué?… Pero yo sueño cosas que nunca fueron y me pregunto: ¿por qué no?

Es esa cualidad […] la notable combinación de esperanza, seguridad e imaginación que se necesita hoy más que nunca. No es posible que los problemas del mundo sean resueltos por escépticos o cínicos, cuyos horizontes están limitados por las realidades obvias. Necesitamos hombres que puedan soñar con las cosas que nunca fueron y pregunten ¿por qué no?
No importa lo pequeña que sea una nación que busque paz y libertad ya que […] “la nación más humilde del mundo, si va vestida con la armadura de una causa justa, es más fuerte que todas las huestes del Error”.

[Discurso de John F. Kennedy frente al Parlamento Irlandés (1963)]

El mundo necesita soñadores.

Personas con una visión, con ganas de revolucionar una vida, de hacer algo que trascienda a ellos mismos, de dejar huella.

Necesitamos personas que puedan ver más allá.

Que no piensen: es imposible.

Que no se dejen llevar por las reglas conocidas, por las estructuras predefinidas de la sociedad en la que vivimos y se pregunten ¿por qué no?

Sabemos que el mundo está en constante movimiento y cambio y que todos los cambios tienen su origen en una visión personal. Sólo una pasión sin medida puede alcanzar lo que parece inalcanzable, sólo un objetivo que desafía las reglas de lo conocido puede suponer una transformación importante.

Desde Cristobal Colón a Martin Luther King, desde los emprendedores sociales de hoy en día a Nelson Mandela o Ghandi. Es posible que el mundo haya cambiado, que tengamos nuevas y mejores tecnologías y modos de vida distintos, pero la esencia de los soñadores ha permanecido inmóvil a lo largo de la historia.

El proceso de creación de un sueño

Un sueño por el que merezca la pena luchar, no aparece de la noche a la mañana.

Todo comienza con la observación de una situación cotidiana, que para el soñador no llega a tener del todo sentido, o que parece mejorable o injusta y acto seguido aparece la pregunta interna ¿no sería mejor si…?

Esta pregunta empieza poco a poco a sembrar en el pensamiento distintas ideas relacionadas con posibles soluciones, hasta que las ideas acaban materializándose en un concepto.

El choque con la realidad puede aparecer, cuando el soñador se da cuenta de que no existe nadie más interesado en llevar este concepto a la práctica y que si él mismo no toma una postura proactiva, nadie más lo hará. O es posible que sí existan otras personas interesadas en hacer realidad la visión, pero que el soñador esté especialmente interesado en contribuir personalmente en la consecución del objetivo, en tomar parte de la transformación.

Es cuando el concepto se convierte en una pequeña obsesión, y la visión pasa a convertirse en un sueño.

La comodidad, enemiga de tus sueños

Hace poco leí la frase: si te sientes cómodo en tu día a día, es que algo no marcha bien.

Esta afirmación puede resultar un poco extrema, ya que aunque todos tenemos sueños, no todos los sueños implican el mismo trabajo ni las mismas renuncias. Sin embargo, es cierto que la comodidad es la principal causa de la muerte de los sueños y hoy en día buscamos bajo todos los medios rodearnos de las mayores comodidades posibles.

Pero aunque parezca una contradicción, puede resultar más sencillo atreverse a soñar cuando no se tiene nada que perder, que cuando nuestro bienestar o nuestra posición social están en juego.

“No se puede incendiar el mar ni convencer al hombre de que la felicidad es peligrosa. Sabe, sin embargo, que el menor choque es fatal a la urna llena mientras deja intacta la urna vacía.”  Omar Khayyam
¿Significa esto que eventualmente, el ser humano dejará de soñar cuando se alcance el estado de bienestar y todas las necesidades hayan quedado cubiertas?

Yo quiero creer que no.

Siempre habrá potencial de mejora, siempre habrá objetivos que ahora parezcan remotos, pero que con el tiempo empiecen a estar a nuestro alcance. Cuando consigamos eliminar las injusticias de nuestro mundo y equilibrar el bienestar social, empezaremos a soñar con la colonización espacial, con nuevos modos de vida, con conmover a las personas o hacerlas vibrar y siempre seguiremos soñando con dar una respuesta que convenza a nuestro sentido de la transcendencia y responda a la pregunta de por qué estamos aquí.

¿Y tú, tienes un sueño?

Si quieres cambiar quien eres, tienes que empezar a cambiar el tamaño de tus sueños (Robert T. Kiyosaki)
Existen muchos tipos de sueños y muchos tipos de soñadores. En su libro El negocio del siglo XXI, Robert Kiyosaki describe cinco diferentes tipos de soñadores:
  • Los que sueñan en el pasado: son personas que consideran que sus grandes logros pertenecen al pasado. A menudo cuentan sus triunfos, pero siempre evocando a otra época, asumiendo que esos momentos no volverán.
  • Los que tienen sueños pequeños: estas personas se limitan mediante objetivos pequeños y fácilmente alcanzables, de modo que en todo momento puedan tener un sentimiento de seguridad.
  • Los que alcanzan sus sueños, pero continúan viviendo aburridos: son soñadores que piensan que están cumpliendo sus objetivos, pero que realmente no se sienten del todo identificado con ellos y necesitan sueños más grandes.
  • Los que tienen sueños grandes, pero no cuentan con una planificación adecuada por lo que acaban en nada: estas personas trabajan con entusiasmo y pasión, pero fallan a la hora de fijar unos objetivos que se alineen con su visión. Por eso, aunque cumplan los objetivos con éxito, no se acercan a cumplir sus sueños.
  • Los que sueñan en grande, alcanzan sus sueños y crean sueños aún más grandes: estos soñadores sueñan en grande, trazan un plan de acción y lo hacen realidad en equipo.
Si tienes una visión personal, un objetivo que te gustaría alcanzar, atrévete a soñar en grande y persevera.

Es posible que los demás no compartan o no entiendan tu visión. Que a menudo escuches que no deberías arriesgarte a construir castillos en el aire ni a volar demasiado alto, porque el sol puede derretir tus alas.

Pero no tiene sentido pedirle a un soñador que vuele sólo a media altura, que intente cumplir su visión a medias, que se arriesgue sin salir de su zona de confort. Además, el mundo necesita soñadores apasionados, que no se dejen achantar por las primeras dificultades.
Las grandes transformaciones requieren tiempo y esfuerzo y una gran idea sin una pasión que la sostenga, se verá abatida a corto plazo por el escepticismo y la realidad. En ocasiones, es posible que un soñador no viva lo suficiente para ver su visión convertida en realidad. Pero con su entusiasmo y su ilusión, habrá sembrado la semilla de cambio en otra generación, que estará preparada para cuando “a la idea le llegue su tiempo

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Por Estela
Fuente: llenatuvida.net