Irritabilidad, mal humor, negatividad...
El estrés también cambia nuestra personalidad, nos quita brillo e impulso y hasta nos convierte en alguien que no nos gusta, en una persona llena de apatía, sin paciencia, pesimista y sin motivación.
El estrés también cambia nuestra personalidad.
Tú, que antes eras tan optimista, confiado, que respondías a todos con una sonrisa y no dejabas de situar ilusiones en tu horizonte, ahora te percibes a ti mismo de forma muy diferente.
Todo te molesta, te falta la paciencia, siempre estás de mal humor, te has vuelto más cínico y no hay día en que puedas quitarte de encima esa apatía…
¿Te suena esta sensación? Es una realidad de muchos, es un estado que, sin duda, afecta por completo a nuestra calidad de vida.
Ahora bien, lo más llamativo de todo es que en estos casos,la persona es plenamente consciente de su propio cambio. Su modo de reaccionar a su entorno le crea una elevada disonancia. “No me reconozco. ¿Por qué actúo de este modo?” se preguntan a menudo.
Sin embargo, no pueden evitar mirar el mundo con cansancio, con ese velo de oscuridad donde todo resulta molesto, donde lo que no hace mucho les animaba y llenaba de energía, ahora resulta agotador y falto de motivación. Asimismo, esa diferencia entre lo que éramos antes y cómo nos comportamos ahora a causa del estrés, es algo que intensifica aún más el sufrimiento.
Ahora bien, tal y como señalaba el psicoterapeuta Carl Rogers, el mero hecho de tener consciencia de ese malestar y saber que no estamos bien con lo que hacemos y nos ocurre, es ya de por sí un buen paso. Es entonces cuando tenemos la oportunidad de abordar el problema de manera clara y valiente. Lo único que nos falta es emplear los recursos adecuados.
“No hay razón para buscar el sufrimiento, pero si éste llega y trata de meterse en tu vida, no temas; míralo a la cara y con la frente bien levantada”.
-Friedrich Nietzsche-
El estrés también cambia nuestra personalidad ¿cómo lo hace?
El estrés también cambia nuestra personalidad y lo hace de muchas maneras. Alguien que solía definirse no hace mucho por la motivación, la entrega y la amabilidad, puede volverse al cabo de los meses en alguien irritable.
Algo así lo podemos ver no solo en nosotros mismos, también en esa compañera de trabajo, en ese amigo o pareja que ya no parece disfrutar de nuestra compañía. Se vuelven reticentes, contestan de mala manera, se frustran con facilidad y siempre ven problemas donde antes solo cabían soluciones.
¿Por qué ocurre? ¿Qué pasa en nuestro interior, en la mente o el cerebro para que cambiar de este modo?
El estrés nos convierte en personas pesimistas
Hasta no hace mucho los expertos pensaban que la personalidad, llegada una época determinada de nuestra vida, se convierte en un factor estable, en una dimensión que no cambian fácilmente con el tiempo (Costa y McCrae, 1988). Ahora bien, estudios como el llevado a cabo en la Universidad de California por el doctor Grant Shields, nos demuestra algo muy llamativo.
- Nuestra personalidad fluctúa y sufre cambios. Lo hace en especial ante hechos adversos o ante vivencias de las que aprendemos y que nos hacen ver el mundo (y a nosotros mismos) de otro modo. Algo así es algo positivo porque nos permite crecer y progresar como seres humanos.
- Ahora bien, por otro lado, también se dan esas experiencias menos alentadoras dondeel estrés crónico y largamente mantenido en el tiempo, genera diversos cambios más que evidentes en nosotros.
El estrés crónico (no el puntual) cambia nuestra personalidad porque nos vuelve pesimistas. El estado de indefensión y agotamiento psicológico es tan profundo que destilan emocionestan adversas como el pesimismo, la negatividad y esa angustia que todo lo inunda.
El estrés cambia nuestros circuitos neuronales
El estrés activa una red cerebral conformada por el hipotálamo, la glándula pituitaria y la corteza suprarrenal. Todo ello, provoca la liberación de varios compuestos muy parecidos a la cortisona, como son los glucocorticoides. El más conocido y el que mayor impacto tiene en el cerebro y nuestro organismo, es el cortisol.
De este modo, si el estrés también cambia nuestra personalidad se debe básicamente al efecto de esta hormona. Estamos más agotados, no podemos centrar la atención, tenemos fallos de memoria y experimentamos además lo que se conoce como “hipersensibilidad al entorno”. Cualquier estímulo se vive de manera intensa. De ahí que falte la paciencia, que magnifiquemos las pequeñas cosas y que cualquier circunstancia nos supere.
¿Qué podemos hacer para reducir el impacto del estrés?
El estrés como la ansiedad, forman parte de nuestras vidas. La finalidad no es por tanto hacer que desaparezcan, sino situarlas en un punto medio donde poder manejarlas, donde tener pleno control sobre estas realidades psicológicas. Así, y en caso de que nuestro estrés sea crónico, es muy recomendable sin duda acudir a profesionales especializados.
Veamos no obstante, unas claves básicas y sencillas en las que deberíamos ir pensando para generar cambios.
- Establecer prioridades. En la medida que nos sea posible es recomendable simplificar y organizar nuestro día a día.
- Prácticas como el minfulness resultan muy efectivas para reducir el estrés.
- Hay una regla muy elemental que deberíamos usar en el día a día: empezar una sola cosa cada vez y terminarla. Prohibido pensar y hacer al mismo tiempo diversas actividades.
- Ponernos metas positivas a lo largo de nuestras jornadas: apuntarnos a un curso, tener dos horas para nosotros mismos, un paseo…
- Cuidar de nuestro diálogo interno. Esa charla con nosotros mismos debe ir siempre a nuestro favor, debe ser amable y hábil a su vez para detectar pensamientos negativos e invalidantes.
- Es muy recomendable poder apoyarnos en personas significativas.
- Identifica tus estresores y trabájalos.
Para concluir, en vista de que el estrés también cambia nuestra personalidad, tengamos presente este hecho para aplicar adecuadas estrategias. No permitamos que estas condiciones nos conviertan en alguien que no somos, en una persona en la que no nos reconocemos.
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Por: Valeria Sabater
Fuente: Lamenteesmaravillosa.com
Fuente: Lamenteesmaravillosa.com