“Tus suposiciones son tus ventanas en el mundo. Frota de vez en cuando, o la luz no entrará. “~ Isaac Asimov
Hay ciertos momentos en la vida que tienen el poder de transformarnos de manera tremendamente positiva.
Son esos instantes únicos en los que una idea ilumina nuestras mentes, provocando un cambio radical en nuestra conciencia y permitiéndonos experimentar la realidad desde una perspectiva completamente nueva.
Estos momentos son cruciales para ayudarnos a superar el dolor y evolucionar hacia la mejor versión de nosotros mismos
En mi propio viaje hacia el bienestar emocional y el crecimiento personal, he experimentado varios de estos momentos reveladores.
A continuación, quiero compartir con ustedes tres profundos conocimientos adquiridos a lo largo de los años que me han permitido vivir una vida más pacífica y plena de alegría.
El dolor es una llamada de atención
Para la mayoría de las personas, el dolor es el enemigo más temido, y cuando experimentan dolor, hacen todo lo posible para luchar contra él o huir de él, como si fuera un monstruo malvado que lo persigue. La realidad, sin embargo, es que el dolor está ahí para nuestro bien si le prestamos mucha atención y entendemos por qué está haciendo su presencia en nuestro campo de conciencia.
El dolor está allí para recordarnos que hay algo mal en nuestras vidas y que debemos tomar medidas para corregir ese error. El dolor nos está instando a alterar nuestra forma de vida para dejar de experimentarlo, y mientras reprimamos o descuidamos el dolor, no estaremos libres de él.
Desafortunadamente, la mayoría de nosotros intentamos silenciar nuestro dolor o adormecernos usando métodos de solución rápida. Tomamos medicamentos caros, disfrutamos de drogas que alteran la mente y bebidas alcohólicas, navegamos horas y horas en Internet haciendo clic sin rumbo aquí y allá o sin pensar en ver televisión en nuestros desesperados esfuerzos por olvidar nuestro dolor.
Pero no importa cuánto tratemos de evitar experimentar dolor, siempre está ahí, escondido pero vivo, esperando el momento adecuado para manifestarse en nuestro espacio mental una vez más.
Si realmente queremos superar el dolor, primero debemos entender qué es y por qué está allí. Entonces, debemos abordar sus causas principales, y no simplemente evitarlo o tratarlo en un nivel de síntomas.
Desafortunadamente, la mayoría de nosotros intentamos silenciar nuestro dolor o adormecernos usando métodos de solución rápida. Tomamos medicamentos caros, disfrutamos de drogas que alteran la mente y bebidas alcohólicas, navegamos horas y horas en Internet haciendo clic sin rumbo aquí y allá o sin pensar en ver televisión en nuestros desesperados esfuerzos por olvidar nuestro dolor.
Pero no importa cuánto tratemos de evitar experimentar dolor, siempre está ahí, escondido pero vivo, esperando el momento adecuado para manifestarse en nuestro espacio mental una vez más.
Si realmente queremos superar el dolor, primero debemos entender qué es y por qué está allí. Entonces, debemos abordar sus causas principales, y no simplemente evitarlo o tratarlo en un nivel de síntomas.
El verdadero amor no puede ser lastimado
Cuando las personas aman, generalmente ponen condiciones sobre su amor. Cuando esas condiciones no se cumplen, se sienten decepcionados y heridos. Entonces, perciben el amor como algo doloroso que hay que evitar y desconfiar.
El amor verdadero, sin embargo, no pone ninguna condición. El amor verdadero le da a cualquiera sin pedir nada a cambio. Entonces, incluso si el amor no es recíproco, no le importa a una persona que realmente ama. Él o ella sigue amando, y eso es lo único que le importa a él o ella.
Al igual que el sol irradia luz, cuyos rayos caen sobre todos y cada uno sin discriminación, de la misma manera, una persona que ama irradia rayos de amor, y quien entra en contacto con él puede experimentar la energía amorosa que emana.
El amor verdadero, sin embargo, no pone ninguna condición. El amor verdadero le da a cualquiera sin pedir nada a cambio. Entonces, incluso si el amor no es recíproco, no le importa a una persona que realmente ama. Él o ella sigue amando, y eso es lo único que le importa a él o ella.
Al igual que el sol irradia luz, cuyos rayos caen sobre todos y cada uno sin discriminación, de la misma manera, una persona que ama irradia rayos de amor, y quien entra en contacto con él puede experimentar la energía amorosa que emana.
Nadie es malvado
Cuando digamos que una persona realiza un acto de violencia contra otra, rápidamente le llamamos “malvado”, basado únicamente en nuestra desaprobación de su comportamiento. Pero, ¿y si esta persona vive en condiciones duras de vergüenza y opresión, y reacciona violentamente como resultado de eso, al igual que usted y yo si estuviéramos en sus zapatos?
No hay ninguna persona viva que sea “mala”: las personas pueden comportarse de una manera que consideramos aberrante, como en el ejemplo mencionado anteriormente, debido a numerosas razones, y simplemente llamarlos sin explorar por qué actúan de la manera en que no nos ayuda a comprenderlos, de hecho, distorsiona nuestra percepción y crea una barrera psicológica entre nosotros y ellos.
Cuando juzgamos a las personas, básicamente las proyectamos sobre una imagen que tiene poco que ver con quiénes son y más sobre nuestro propio condicionamiento psicológico y nuestra percepción del mundo.
Para comprenderlos mejor, debemos dejar de lado nuestros prejuicios y analizar honestamente las circunstancias de la vida que los llevan a pensar y comportarse de ciertas maneras.
Al hacerlo, podremos ver las cosas desde su propia perspectiva, y esto despertará nuestra empatía hacia ellos, lo que a su vez nos permitirá tratarlos de una manera más compasiva.
No hay ninguna persona viva que sea “mala”: las personas pueden comportarse de una manera que consideramos aberrante, como en el ejemplo mencionado anteriormente, debido a numerosas razones, y simplemente llamarlos sin explorar por qué actúan de la manera en que no nos ayuda a comprenderlos, de hecho, distorsiona nuestra percepción y crea una barrera psicológica entre nosotros y ellos.
Cuando juzgamos a las personas, básicamente las proyectamos sobre una imagen que tiene poco que ver con quiénes son y más sobre nuestro propio condicionamiento psicológico y nuestra percepción del mundo.
Para comprenderlos mejor, debemos dejar de lado nuestros prejuicios y analizar honestamente las circunstancias de la vida que los llevan a pensar y comportarse de ciertas maneras.
Al hacerlo, podremos ver las cosas desde su propia perspectiva, y esto despertará nuestra empatía hacia ellos, lo que a su vez nos permitirá tratarlos de una manera más compasiva.
Fuente: theunboundedspirit