No hay nada como las buenas conversaciones, esas que llevamos a cabo con nuestras amistades o incluso con personas que acabamos de conocer y con quienes de pronto, establecemos una conexión inesperada.
Las buenas conversaciones construyen espacios seguros. Son refugios emocionales donde intercambiar información enriquecedora, afianzar la confianza y aliviar el estrés a través de refuerzos positivos. Es más, sabemos incluso que biológicamente estas charlas con personas conocidas o desconocidas actúan en nuestro cerebro como un poderoso sistema de recompensa y bienestar.
Una charla dinámica, estimulante y productiva entre dos o más personas actúa como una verdadera alquimia para los mecanismos neuronales. Nosotros apenas nos damos cuenta, sin embargo, con cada información recibida se enciende el motor de la empatía y se activan los circuitos de la dopamina y serotonina para regalarnos una grata sensación de bienestar y motivación.
Las buenas conversaciones construyen espacios seguros. Son refugios emocionales donde intercambiar información enriquecedora, afianzar la confianza y aliviar el estrés a través de refuerzos positivos. Es más, sabemos incluso que biológicamente estas charlas con personas conocidas o desconocidas actúan en nuestro cerebro como un poderoso sistema de recompensa y bienestar.
Una charla dinámica, estimulante y productiva entre dos o más personas actúa como una verdadera alquimia para los mecanismos neuronales. Nosotros apenas nos damos cuenta, sin embargo, con cada información recibida se enciende el motor de la empatía y se activan los circuitos de la dopamina y serotonina para regalarnos una grata sensación de bienestar y motivación.
La mayoría hemos experimentado en numerosas ocasiones esa maravillosa inyección de energía positiva. Así, y aunque en nuestro día a día conversemos con múltiples personas sobre las más diversas cosas, en realidad los diálogos gratificantes no se dan con tanta frecuencia.
A menudo, la casualidad hace que demos de pronto con un desconocido, alguien con quien tras un cruce de palabras surge la coincidencia, la afinidad y esas buenas conversaciones que dan pie a mágicas relaciones. Cuenta la historia, por ejemplo, que esto mismo es lo que les pasó a Henry James y Robert Louis Stevenson.
Estos dos grandes escritores se conocieron tras la publicación de La isla del tesoro. A raíz de ese primer encuentro, y a pesar de la diferencia de caracteres entre ambos, de sus nacionalidades, estilo de vida y escritura, se inició tras esa charla casual una amistad imborrable que prosiguió durante décadas de manera epistolar y con encuentros donde sus conversaciones llegaban hasta el amanecer.
“ Las buenas conversaciones deben agotar el tema, no a los interlocutores” - -Winston Churchill-
A menudo, la casualidad hace que demos de pronto con un desconocido, alguien con quien tras un cruce de palabras surge la coincidencia, la afinidad y esas buenas conversaciones que dan pie a mágicas relaciones. Cuenta la historia, por ejemplo, que esto mismo es lo que les pasó a Henry James y Robert Louis Stevenson.
Estos dos grandes escritores se conocieron tras la publicación de La isla del tesoro. A raíz de ese primer encuentro, y a pesar de la diferencia de caracteres entre ambos, de sus nacionalidades, estilo de vida y escritura, se inició tras esa charla casual una amistad imborrable que prosiguió durante décadas de manera epistolar y con encuentros donde sus conversaciones llegaban hasta el amanecer.
“ Las buenas conversaciones deben agotar el tema, no a los interlocutores” - -Winston Churchill-
Las buenas conversaciones y la conexión emocional
Seguramente, Henry James y R. L Stevenson, además de ser auténticas referencias en el mundo de la literatura, también les caracterizaría eso que a día de hoy conocemos como Inteligencia Conversacional. Este término, introducido en el mundo de la psicología hace solo unos años por Judith E. Glaser, nos habla de una herramienta básica para nuestro desarrollo personal.
De hecho, si hay algo que la mayoría sabemos es que no todo el mundo sabe mantener buenas conversaciones. Truman Capote, por ejemplo, solía decir que una conversación es por encima de todo un diálogo, nunca un monólogo. Por eso, suelen darse con tan poca frecuencia este tipo de charlas, por la escasez de personas inteligentes.
No obstante, deberíamos matizar algo a esta reflexión. No es la falta de inteligencia lo que limita la calidad de los buenos diálogos, es la falta de competencia emocional. De ahí, que a día de hoy esté ganando cada vez más terreno el campo de la inteligencia conversacional, porque en ella, confluyen dimensiones tan básicas como la empatía, las habilidades sociales, el buen juicio, la confianza, la integridad…
De hecho, si hay algo que la mayoría sabemos es que no todo el mundo sabe mantener buenas conversaciones. Truman Capote, por ejemplo, solía decir que una conversación es por encima de todo un diálogo, nunca un monólogo. Por eso, suelen darse con tan poca frecuencia este tipo de charlas, por la escasez de personas inteligentes.
No obstante, deberíamos matizar algo a esta reflexión. No es la falta de inteligencia lo que limita la calidad de los buenos diálogos, es la falta de competencia emocional. De ahí, que a día de hoy esté ganando cada vez más terreno el campo de la inteligencia conversacional, porque en ella, confluyen dimensiones tan básicas como la empatía, las habilidades sociales, el buen juicio, la confianza, la integridad…
Conversar es más que hablar
Conversar es algo más que un proceso comunicativo para intercambiar información. Es un acto más profundo y enriquecedor. Al fin y al cabo, los diálogos, entendidos como ese espacio donde dos o más individuos interaccionan, es algo que también se da en el mundo animal.
- Este dato puede parecernos sorprendente, pero estudios como los llevados a cabo en la Universidad de York en junio de este año 2018, así nos lo demuestran. Animales como los cuervos, elefantes o incluso las luciérnagas, establecen un sistema de comunicaciónentre sus propios individuos tan fascinante como revelador.
- Ahora bien, en el caso de las personas, podríamos decir que las buenas conversaciones son un paso más elevado a los meros procesos comunicativos.
- En otro estudio realizado por los doctores Alejandro Pérez, Manuel Carreiras y Jon Andoni Duñabeitia, se nos explica que los ritmos delas ondas cerebrales entre dos personas que participan en una conversación se sincronizan. En palabras de uno de los investigadores: es un tipo de comunión entre nuestros cerebros que va más allá del lenguaje y que constituye un factor clave en las relaciones interpersonales.
Las buenas conversaciones nos dan felicidad
Cuando conversamos con alguien solo pueden pasar dos cosas: o estamos cómodos o no lo estamos. No importa si es una persona conocida o un desconocido. Todos tenemos compañeros de trabajo o familiares con los que nunca nos terminamos de encontrar a gusto mientras hablamos con ellos.
Otras veces, iniciamos de pronto buenas conversaciones con alguien que acabamos de conocer, alguien con quien experimentamos afinidad y que no solo nos aporta información interesante. Además, nos confieren una súbita sensación de confianza y comodidad. En estos casos, se abre paso ese universo emocional donde se erigen los vínculos de mayor calidad interpersonal.
Así, y en la medida de lo posible, sería recomendable que propiciáramos ese tipo de situaciones. Trabajos como los publicados por el doctor Matthias Mehl, en revistas especializadas como Psychological Science,nos recuerdan quelas charlas vacías, ociosas y forzadas generan tensión e incomodidad.
Debemos por tanto ser esos exploradores sociales que saben generar buenas conversaciones, que cuentan con personas significativas con las que zambullirse en un diálogo despierto, emocionante, cómodo y enriquecedor. Al fin y al cabo, es ahí donde reside la felicidad, en esos espacios seguros donde aprender, comprender y entrenar el afecto.
Otras veces, iniciamos de pronto buenas conversaciones con alguien que acabamos de conocer, alguien con quien experimentamos afinidad y que no solo nos aporta información interesante. Además, nos confieren una súbita sensación de confianza y comodidad. En estos casos, se abre paso ese universo emocional donde se erigen los vínculos de mayor calidad interpersonal.
Así, y en la medida de lo posible, sería recomendable que propiciáramos ese tipo de situaciones. Trabajos como los publicados por el doctor Matthias Mehl, en revistas especializadas como Psychological Science,nos recuerdan quelas charlas vacías, ociosas y forzadas generan tensión e incomodidad.
Debemos por tanto ser esos exploradores sociales que saben generar buenas conversaciones, que cuentan con personas significativas con las que zambullirse en un diálogo despierto, emocionante, cómodo y enriquecedor. Al fin y al cabo, es ahí donde reside la felicidad, en esos espacios seguros donde aprender, comprender y entrenar el afecto.
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Por: Valeria Sabater – Psicóloga, escritora
Fuente: Lamenteesmaravillosa.com