Podemos creer contar con muchas personas en nuestras vidas, pero solo los momentos más demandantes son los que nos darán un buen filtro para distinguir quienes realmente están dispuestos a decir “presente”.
Muchas veces podemos sorprendernos de las reacciones de las personas que nos rodean ante las diferentes etapas de nuestras vidas, tanto positiva como negativamente.
Aquellas personas que creemos resultarán en nuestro mejor apoyo en momentos difíciles, se diluyen es excusas, en reclamos, en ausencias, mientras que aquellas que ni siquiera habíamos considerado llegan a prestarnos todo el apoyo que esté a su alcance.
Evidentemente habrá quienes se ajusten a nuestras expectativas y ubicadas en nuestro círculo de apoyo y confianza reaccionen de una manera similar a lo que esperamos.
Lo importante es hacer un registro, no para pasar factura luego a las personas con las que no contamos, sino para darle el lugar que les corresponda a quienes nos tendieron la mano, que aunque no lo hayan hecho con la intención de verse retribuidos, podamos brindarles de nosotros lo mejor.
Es fácil estar cerca cuando las cosas van de maravilla, cuando no necesitamos de nada, ni de nadie, cuando tenemos recursos suficientes para superar obstáculos, pero cuando nuestras fuerzas merman, cuando caemos en un agujero y no encontramos la salida, cuando perdemos afectos que resultaban importantes, un apoyo oportuno resulta ser un bote de rescate en medio de un naufragio.
Debemos ser agradecidos con quien nos tiende la mano, porque representará siempre un esfuerzo de su parte, representará una inversión de tiempo, de dinero, de energías, que esa persona puede sencillamente invertir en otra cosa que no represente ningún tipo de desgaste. Las personas malagradecidas tienden a asumir que se merecen todos los esfuerzos solo por el hecho de existir y les cuesta reconocer los esfuerzos de otros para contribuir con su bienestar.
Debemos ser agradecidos con quien nos tiende la mano, porque representará siempre un esfuerzo de su parte, representará una inversión de tiempo, de dinero, de energías, que esa persona puede sencillamente invertir en otra cosa que no represente ningún tipo de desgaste. Las personas malagradecidas tienden a asumir que se merecen todos los esfuerzos solo por el hecho de existir y les cuesta reconocer los esfuerzos de otros para contribuir con su bienestar.
Quien no tiene capacidad de reconocimiento o agradecimiento, quien solo tiene memoria selectiva a su conveniencia, por lo general no es capaz de nutrir sus vínculos, rotando el interés de quienes pretenden ayudarlo, siendo estos cada vez menos.
Utilicemos los filtros que nos ofrece la vida para valorar a quienes nos rodean, valorando a quien estuvo, porque siempre es más sencillo ofrecer una excusa, que dar algo de nosotros mismos. Acostumbrémonos a recordar las buenas acciones que recibimos, especialmente cuando nos han brindado apoyo, demos las gracias, con nuestras palabras y acciones y sembremos en quien podamos todo aquello que queremos recibir en la vida.
Utilicemos los filtros que nos ofrece la vida para valorar a quienes nos rodean, valorando a quien estuvo, porque siempre es más sencillo ofrecer una excusa, que dar algo de nosotros mismos. Acostumbrémonos a recordar las buenas acciones que recibimos, especialmente cuando nos han brindado apoyo, demos las gracias, con nuestras palabras y acciones y sembremos en quien podamos todo aquello que queremos recibir en la vida.
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Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet