Hay cosas que las mujeres no deberían permitir jamás en una relación.
Mucho ha cambiado el mundo desde hace un siglo, pero lamentablemente aún quedan muchos restos de la cultura profundamente machista que hasta hace no tanto dominaba nuestra sociedad.
Esto también se nota en el ámbito de las relaciones de pareja, en las que, con demasiada frecuencia, la irracionalidad del amor se mezcla con la irracionalidad de un sistema de roles de género en el que el género masculino es más propenso a tener un papel dominante, directa o indirectamente, sobre la otra persona.
Por supuesto, esto no siempre es así, y muchas parejas la armonía entre sus dos miembros es perfectamente sana, pero eso no impide que muchas mujeres lleguen a estar involucradas en un tipo de relaciones tóxicas que las daña casi a diario, algo que atendiendo a los datos de violencia doméstica es menos frecuente que ocurra en el caso de los hombres. Ellos, simplemente, tienen una mayor facilidad para asumir un rol dominante o uno en el que no se esté sometido a los designios de la otra persona.
Parejas que tratan a la otra como si fuese un objeto
Una buena parte de las experiencias dañinas o incómodas y degradantes que pueden generarse en las relaciones de pareja nacen de la cosificación, es decir, la tendencia a tratar a alguien como si fuese un objeto, algo sin motivaciones genuinas, sin objetivos y sin un punto de vista válido por sí mismo.
La cosificación es normalmente algo automático e involuntario, y en el caso de los hombres, está favorecida por una herencia cultural en la que las decisiones importantes las toma el género masculino. Las mujeres también pueden tratar a un hombre como un objeto (y sucede con frecuencia en ciertos contextos), pero en el contexto de la pareja es menos frecuente porque no están predispuestas para ello por este poso cultural.
Tomando medidas al respecto
Es justamente por el carácter automático e inconsciente de la cosificación que no siempre es fácil detectar síntomas de que en una relación se están dando dinámicas dañinas, comportamientos dirigidos hacia la mujer (normalmente, aunque a veces también hacia el hombre) que no tienen por qué ser soportados y que es importante hacer que terminen estas conductas perniciosas y degradantes.
Identificando comportamientos tóxicos
Las que van a continuación son algunas pautas orientativas para detectar este tipo de problemas y saber distinguirlos de lo que es "normal y esperable" en una relación saludable.
1. Los gritos sistemáticos
Todo el mundo puede llegar a gritar cuando se enfada o cuando se emociona de modo especial, pero también es posible que los hombres utilicen los gritos de modo sistemático para imponer su punto de vista y mostrar su potencial de violencia de manera indirecta.
Esto se nota cuando se nota que la otra persona grita sin motivo a la mínima que se expresa un punto de vista contrario, o justo al inicio de discusiones en las que aún no se ha llegado a dar motivos para el enfado. Si esto se repite de manera sistemática, es muy posible que se estén usando los gritos con afán intimidatorio.
2. Los insultos
En las relaciones de pareja, no existen los motivos que puedan justificar un insulto. Por supuesto, hay casos y casos, y en ocasiones algunos comentarios despectivos pueden ser utilizados de broma como comentario a un comportamiento que resulta gracioso.
Sin embargo, los insultos con connotaciones de desprecio o en una situación de enfado son un síntoma grave, ya que no dejan de ser una agresión verbal totalmente inadmisible.
3. La eterna condescendencia
Tratar a la pareja como si fuese menor de edad y no tuviera criterio significa, básicamente, que se cree que la otra persona carece de las características que definen a un adulto. La condescendencia no justificable es un modo de minusvalorar a la otra persona de manera indirecta.
Hay que distinguir este tipo de comportamientos de aquellos que están dirigidos a enseñar a una persona un tema o habilidad que no domina, por ser muy específico. Sin embargo, la condescendencia es un tipo de actitud que está presente independientemente del tema en torno al cual gire la conversación.
4. Las mentiras continuadas
La honestidad es uno de los ingredientes básicos en las relaciones de pareja, así que las mentiras son doblemente graves en ellas. Si los engaños se hacen recurrentes, algo va realmente mal.
5. La infidelidad
Sentir atracción sexual hacia personas fuera de la pareja o tener un trato muy íntimo con otras personas por las que se podría sentir atracción no siempre es infidelidad en el amor; a fin de cuenta, existen las relaciones poliamorosas. Sin embargo, en las relaciones de pareja monógamas, que acostumbran a ser la norma, es muy importante no romper los consensos acerca de los compromisos que cada miembro de la relación debe hacer.
Hay que tener en cuenta que, una vez se han roto las normas y se ha cometido una infidelidad, es más fácil reincidir. El hecho de que los hombres tiendan a tener unos impulsos sexuales más intensos no es excusa, ya que las relaciones de este tipo se basan en la simetría: ambos miembros han de atenerse a las mismas normas para que la relación no se desvirtúe.
6. Las burlas acerca de los gustos propios
Pasar mucho tiempo juntos implica, también conocer bien los gustos y aficiones de la otra persona. Un modo en el que se puede mostrar condescendencia hacia la otra persona es haciendo comentarios de menosprecio sobre el estilo de música, los hobbies o los gustos culturales de la pareja.
Si estas burlas se repiten siempre, dejan de ser comentarios graciosos (o no) y se transforman en una manera de dejar clara la superioridad moral e intelectual de uno mismo. Es una conducta tóxica que conviene evitar.
7. El clasismo
Las burlas también pueden ser sobre el origen socioeconómico de la pareja: el nivel económico de su familia o la tierra de la que proviene, especialmente si está asociada a un medio rural o pobre.
Recordar constantemente los orígenes humildes de la otra persona es dar a entender que es la pareja quien la ha "recatado" de ese medio, y por tanto, puede dar pie a la idea de que se tiene una deuda con ella.
8. Las amenazas y las agresiones físicas
Sobre este apartado hay muy poco que decir: los golpes y los intentos por dar miedo son un motivo para romper inmediatamente la relación y emprender acciones por vía judicial. No son justificables de ninguna manera.
9. Cuando se da por supuesto que la mujer debe encargarse de la casa
No hay ninguna excusa que pueda justificar que la mujer debe encargarse de las tareas domésticas por el simple hecho de ser mujer. Lo esperable es que ambos miembros de la pareja se encarguen de estas funciones por igual, a no ser que se den unas condiciones concretas que lo impidan.
Creer que el espacio natural de la mujer es la cocina es el ejemplo más claro de mentalidad machista, que resulta totalmente tóxica.
10. Los celos y el hermetismo enfermizo
Si la pareja trata de dominar el modo en le que la otra persona emplea su tiempo a solas (o con amigos), está siendo algo más que una pareja y se transforma en un carcelero. Los celos son un problema que es fundamentalmente individual.
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Autor: Arturo Torres - Psicólogo
Vía: psicologiaymente.net