Hay que evitar levantarse después de las once de la mañana. Esto genera pesadez, lentitud y desgano para realizar nuestros proyectos. Lo ideal es descansar siete u ocho horas diarias y levantarse alrededor de las ocho de la mañana (generalmente es bueno hacerlo dos horas después de la salida del sol). Esto brinda vitalidad y energía.
Hacer ejercicios cotidianamente armoniza nuestro cuerpo material y libera los centros energéticos de la mala energía telúrica y las toxinas. Es conveniente practicarlos dentro de la casa, en un espacio amplio, luminoso y aireado.
Es imprescindible vigilar el nivel de pureza del agua que se ingiere. Por eso hay que verificar la limpieza de los tanques (ya sea de propiedades individuales o colectivas) y el estado de las cañerías. Se debe evitar el agua con exceso de minerales o con mucho cloro. Lo ideal es consumirla lo más pura y natural posible. Es muy positivo refrescar la cara con agua fría al levantarse ya que mejora la piel. Del mismo modo es bueno ingerir un vaso de agua en ayunas ya que produce cambios iónicos internos, depura la sangre y ayuda a eliminar toxinas.
Es necesario evitar el exceso de carnes (especialmente rojas) en la alimentación y en el almacenamiento en el hogar. El animal contiene su propia vibración. Cuando se le da muerte genera adrenalina que queda plasmada en la carne que nos sirve de alimento. Esta consumida en demasía, nos torna violentos y sanguinarios.
Antiguas tradiciones populares cuentan que la sal posee un gran poder. Como ya hemos visto se la puede utilizar para absorber corrientes telúricas y fallas geológicas, pero existe un aspecto negativo que hay que tener en cuenta. Si se cae la sal en el piso del hogar o en la mesa donde se come se generan malas vibraciones. Para liberarnos de las mismas se debe hacer lo siguiente: si se cae sobre la mesa hay que arrojar hacia atrás por encima del hombro izquierdo un puñadito de la sal que se cayó. Este acto debe ejecutarse sin mirar y concentrándose en el deseo de que se aleje todo el mal.
Lo mismo que explicamos para la sal vale para el aceite. Si se cae en el piso, en primer lugar hay que neutralizarlo echando agua hirviendo sobre la superficie afectada. Luego se absorbe con papeles, que una vez embebidos se colocan e n una bolsa y se arrojan fuera de la casa. Es importante no tener estos residuos en el interior del hogar.
En la casa desde ningún punto de vista se debe alterar el uso de los objetos o lugares. Por ejemplo: uno no puede sentarse arriba de la mesa o mesada de la cocina. Tampoco se puede cambiar al bebé arriba de una mesa. Con esto se altera la forma y la energía por la cual esos objetos fueron creados. Cada cosa tiene su correspondencia y hay que respetarla. La idea básica de Feng Shui es usar cada zona y cada elemento según la finalidad para la que fueron creados. Esto ayuda a mantener el equilibrio y la armonía.
Ha y que evitar velar los muertos en nuestro hogar. Esta es una costumbre que se practicaba mucho hasta mediados de este siglo. Es muy nocivo ya que produce grandes penurias para el hábitat. La materia descompuesta genera vibraciones muy bajas que quedan plasmadas en las paredes, pisos y muebles. La tristeza y el dolor de quienes concurren a velar al difunto quedan instaladas para siempre en el hogar.
Toda persona que trabaje bajo nuestro techo (mucama, niñera, asistente, jardinero, cocinero, etc.) tiene que sentirse a gusto y debe ser tratada muy bien. El dueño de casa tiene la obligación de poner límites pero éstos deben ser arreglados antes de la contratación para que sean aceptados con buena disposición o rechazados. Es imprescindible que esa persona que viene o que muchas veces vive en el hogar tenga una vibración positiva. Si se la hace sentir mal, incómoda o disconforme esto genera una mala vibración que afecta a la casa y a sus habitantes, acarreando cortes, trabas, estancamiento y problemas de pareja. Por eso es importante recordar que todos los seres que habitan la casa deben relacionarse con respeto y dignidad.
El acto de invitar a alguien a nuestra casa es una ceremonia. Simboliza el encuentro, la comunicación y la amistad. El anfitrión debe esmerarse y ser hospitalario para que el huésped se sienta a gusto y no genere tensiones. Si la visita se siente cómoda y bien recibida va a emitir buenos sentimientos y pensamientos hacia la casa y sus habitantes. Esto brinda y atrae efectos, amor, prosperidad.
Hay ocasiones en que entra a la casa gente que nos resulta poco grata o desagradable. Puede tratarse de vecinos o parientes molestos, pero que resultan inevitables y por diversos compromisos los debemos recibir.
Si se trata de un familiar con el que tenemos conflictos o rencores es preferible la sinceridad y tratar de hablar sobre la situación para lograr un entendimiento. No es conveniente almacenar odio. Lo mejor es hablarlo y sacarlo afuera. Este es un acto liberador siempre y cuando se haga sin agresiones. Si no nos atrevemos a enfrentarlo pueden generarse conflictos familiares mayores. No obstante, cuando se recibe a esta gente es necesario tomar algunas precauciones. En primer lugar cumplir con la regla de no jactarse como vimos anteriormente. Una vez que la visita se va debemos proceder a purificar energéticamente la casa. Esto se hace ventilando los ambientes y limpiando con sahumerios de incienso, laurel y benjuí (debe pasarse por toda la casa). También es conveniente poner vasos con agua que contengan tres gotas de aceite (de oliva o maíz) en los lugares donde estuvo la visita y dejarlos allí entre tres y seis horas. El contenido se arroja a un lugar donde corra agua, sin mirar el acto y concentrándonos en el deseo de expulsar toda la negatividad por medio del agua que estaba en el vaso. También puede encenderse una vela blanca pidiendo que el poder del fuego y el color transmute la vibración ambiental y devuelva la luz al hogar.
Las plantas de la casa nunca deben tocar el techo. Esto es válido para todos los ambientes, aún balcones y quinchos. Si la planta toca el cielorraso se limita su crecimiento. Esto trae aparejado sufrimiento y graves pérdidas.