Hace algunos días un amigo me preguntaba si los accidentes eran casuales o querían decirnos o significaban algo. A no dudar que los accidentes no son casuales, como nada en la vida, y siempre nos dicen algo. Es importante tener presente que siempre buscamos en el exterior –y no dentro de nosotros- la causa de lo que nos pase, de modo tal de no asumir la responsabilidad por lo que nos sucede. Nosotros provocamos, creamos y permitimos todo lo que nos pasa, aunque aparentemente siempre haya algo afuera nuestro que aparece como la más posible causa de ello. Para saber el significado debemos interpretar sinceramente lo que nos pasa, examinando los problemas que enfrentamos a través de la interpretación completa del proceso del accidente.
Es muy importante en la significación estudiar los órganos o miembros afectados y también la lateralidad (el costado del cuerpo que se ha visto afectado), para poder hacer las preguntas de rigor y poder sacar conclusiones. Un accidente siempre trae un mensaje, y aunque este es inconsciente es un buen trabajo su interpretación para aprender de él, y comprender lo que quiere decir.
Uno de los accidentes más típicos son los caseros, y dentro de ellos los cortes por cuchillo en las manos al cocinar. La primera interpretación en este caso debe ser la de analizar el órgano afectado –mano- y conocer cuál de ellas es –lateralidad: izquierda o derecha-, además de la gravedad de la herida, para conocer si es o no invalidante o en qué porcentaje lo es. Hemos analizado el significado de las manos y su capacidad para realizar conscientemente lo que necesitamos manifestar. Las manos toman, acarician, crean, dan, reciben, tocan y sienten. Una herida en ellas priva al herido a hacer lo que necesita hacer. La otra interpretación es el significado profundo del “accidente”. En este caso es necesario hacerse algunas preguntas, siendo las más frecuentes las siguientes:
– ¿en qué o en quién estaba pensando al momento del producirse la herida? A veces el pensamiento está en alguna situación en la cual no podemos hacer nada, o no podemos manejarla, o creemos que la hemos manejado de mala forma.
– ¿me siento culpable por algo que necesito “castigarme”?
En la interpretación de los llamados accidentes debemos escuchar atentamente el relato de los pormenores de la situación. Como en todo el proceso terapéutico el paciente siempre dirá lo que le pasa, y basta ser cuidadoso y atento en el escuchar para saber lo que le aqueja. La medicina occidental moderna, sometida a estrictos patrones de eficiencia en tiempos limitados no puede permitirse esta práctica de escuchar, y debe entonces en un corto espacio de tiempo recetar químicos para “probar” la resolución forzada del “problema”, para ganar el “combate”. Cuando trabajo con pacientes habitualmente hago que repitan lo que dicen, varias veces, hasta que se dan cuenta de lo que representa lo que dicen. Cuando las personas se dan cuenta sanan.
Para el caso de los accidentes de tránsito hay algunas explicaciones que pueden utilizarse para su interpretación. Por ejemplo, si se pierde el dominio del vehículo puede preguntarse ¿en qué área de mi vida estoy perdiendo el control? Si se embiste a otro puedo preguntar ¿por qué necesito pasar por sobre otro para seguir mi camino?, o ¿a quién estoy rechazando con violencia en mi vida? o ¿quién se ha acercado demasiado a mí que necesito alejarlo violentamente? En el caso que no se haya podido frenar a tiempo puede preguntarse, por ejemplo, ¿por qué ando acelerado por la vida?, ¿en qué área de mi vida ando con demasiada rapidez? ¿en qué área de mi vida debo disminuir mi marcha?
Siempre en la interpretación de los accidentes –al igual que en la de la enfermedad- se deben hacer preguntas concretas, especialmente lo que impide o impone en la vida la situación que se produjo, para con ello poder conocer las respuestas de esa interpretación. Un accidente en un lugar de Ceda el paso o Pare puede significar el deseo inconsciente de seguir adelante, sin miramientos, arrollando lo que se ponga en el camino, para llegar pronto a aquel lugar deseado o establecido como meta.
A veces, los accidentes provocan que el accidentado se vea imposibilitado de trabajar, lo que puede significar simplemente que la persona ha procurado inconscientemente un descanso. Las fracturas normalmente exigen parar.
La culpa está muy presente en los accidentes. Y como siempre somos los más severos jueces con nosotros mismos utilizamos el castigarnos –de alguna forma- cuando nos sentimos culpables por algo, aun cuando no hayamos tenido ni la menor intención de causar o hacer daño a alguien. Ser indulgentes con nosotros mismos, tratándonos amorosamente, puede ser una poderosa herramienta para evitar los “accidentes”.
Nada sucede por casualidad, y los accidentes nos pueden decir –o gritar- lo que nos pasa en la vida. Solamente se requiere valentía, como siempre, para interpretar su significado.
Que Dios nos bendiga a todos.
Uno de los accidentes más típicos son los caseros, y dentro de ellos los cortes por cuchillo en las manos al cocinar. La primera interpretación en este caso debe ser la de analizar el órgano afectado –mano- y conocer cuál de ellas es –lateralidad: izquierda o derecha-, además de la gravedad de la herida, para conocer si es o no invalidante o en qué porcentaje lo es. Hemos analizado el significado de las manos y su capacidad para realizar conscientemente lo que necesitamos manifestar. Las manos toman, acarician, crean, dan, reciben, tocan y sienten. Una herida en ellas priva al herido a hacer lo que necesita hacer. La otra interpretación es el significado profundo del “accidente”. En este caso es necesario hacerse algunas preguntas, siendo las más frecuentes las siguientes:
– ¿en qué o en quién estaba pensando al momento del producirse la herida? A veces el pensamiento está en alguna situación en la cual no podemos hacer nada, o no podemos manejarla, o creemos que la hemos manejado de mala forma.
– ¿me siento culpable por algo que necesito “castigarme”?
En la interpretación de los llamados accidentes debemos escuchar atentamente el relato de los pormenores de la situación. Como en todo el proceso terapéutico el paciente siempre dirá lo que le pasa, y basta ser cuidadoso y atento en el escuchar para saber lo que le aqueja. La medicina occidental moderna, sometida a estrictos patrones de eficiencia en tiempos limitados no puede permitirse esta práctica de escuchar, y debe entonces en un corto espacio de tiempo recetar químicos para “probar” la resolución forzada del “problema”, para ganar el “combate”. Cuando trabajo con pacientes habitualmente hago que repitan lo que dicen, varias veces, hasta que se dan cuenta de lo que representa lo que dicen. Cuando las personas se dan cuenta sanan.
Para el caso de los accidentes de tránsito hay algunas explicaciones que pueden utilizarse para su interpretación. Por ejemplo, si se pierde el dominio del vehículo puede preguntarse ¿en qué área de mi vida estoy perdiendo el control? Si se embiste a otro puedo preguntar ¿por qué necesito pasar por sobre otro para seguir mi camino?, o ¿a quién estoy rechazando con violencia en mi vida? o ¿quién se ha acercado demasiado a mí que necesito alejarlo violentamente? En el caso que no se haya podido frenar a tiempo puede preguntarse, por ejemplo, ¿por qué ando acelerado por la vida?, ¿en qué área de mi vida ando con demasiada rapidez? ¿en qué área de mi vida debo disminuir mi marcha?
Siempre en la interpretación de los accidentes –al igual que en la de la enfermedad- se deben hacer preguntas concretas, especialmente lo que impide o impone en la vida la situación que se produjo, para con ello poder conocer las respuestas de esa interpretación. Un accidente en un lugar de Ceda el paso o Pare puede significar el deseo inconsciente de seguir adelante, sin miramientos, arrollando lo que se ponga en el camino, para llegar pronto a aquel lugar deseado o establecido como meta.
La culpa está muy presente en los accidentes. Y como siempre somos los más severos jueces con nosotros mismos utilizamos el castigarnos –de alguna forma- cuando nos sentimos culpables por algo, aun cuando no hayamos tenido ni la menor intención de causar o hacer daño a alguien. Ser indulgentes con nosotros mismos, tratándonos amorosamente, puede ser una poderosa herramienta para evitar los “accidentes”.
Nada sucede por casualidad, y los accidentes nos pueden decir –o gritar- lo que nos pasa en la vida. Solamente se requiere valentía, como siempre, para interpretar su significado.
Que Dios nos bendiga a todos.
Autor: Luis Flores Cornejo