“La noche más oscura” o “La noche de las brujas”.
La noche en la que el velo entre los mundos se hace más tenue, casi imperceptible.
Noche mágica y tenebrosa en la que los muertos pueden regresar y caminar entre los vivos como uno más.
Noche de brujas, hechizos y encantamientos. Noche de fantasmas, de historias de terror y de recuerdos.
El sincretismo popular convierte el hogar en una noche de luces tintineantes, cubiertas de aromas a aceites perfumados y hierbas aromáticas.
Ceras de miel y velas flotantes que danzan en agua almizclada iluminando con su luz parpadeante rostros queridos, antepasados desconocidos, e infinidad de representaciones religiosas.
Noche para no dormir, pues hay que ver el sol salir. Familias velando cementerios, quien sabe si para proteger a los vivos de los muertos, o para ver levantarse a estos.
Una campanilla colgada del dintel de una ventana entreabierta, hará que las “visitas” puedan avisar antes de entrar. Una cena familiar, una silla vacía por los que ya no están y nos quieren acompañar. Unas gotas de aceite perfumado sobre la almohada y la frente de los niños, para que no importunen sus sueños esta noche. Ramilletes y cuencos con agua salada bajo las camas.
Pues si bien algunos son bien recibidos, a otros muchos, los perdidos, les mantendrá alejados de los niños. Y para ellos, los pequeños de la casa, dulces al amanecer del nuevo día.
Costumbres y creencias arraigadas que lejos de desaparecer se fusionaron con la cristianización, hasta crear una extraña suerte de cultos familiares y locales a los difuntos, por toda nuestra geografía. Como alguien me dijo una vez <<La verdad ante la imposición se queda latente hasta volver a emerger>>.
La verdad es que esta noche era como conocida como Samhain en las culturas celtas, era el fin de su calendario, el año nuevo, frontera entre lo humano y lo sagrado, lo divino. La puerta al invierno, a la época oscura y fría donde todo queda adormecido a la espera de renacer en la primavera. Época en la que los rebaños bajan de las montañas, las hierbas, los frutos y conservas llenan las alacenas, y la cosecha recogida aguarda en los graneros el paso del invierno.
Los celtas celebraban esta fiesta con ritos de purificación que ayudaban a prepararse para el ciclo entrante, en ellos se recitaban probablemente antiguos mitos, pues su tradición era oral, usando la adivinación para ver lo que estaba por llegar o comunicándose con sus antepasados esperando así, ser guiados en esta vida hacia la inmortal.
Al ser su calendario agrícola y lunar, los meses comenzaban con cada la luna llena, siendo esta la que dividía el año en dos mitades principales. Iniciándose en la mitad invernal u oscura correspondiente al mes de Samonios en la lunación de octubre-noviembre (la luna llena más próxima entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno) y la mitad vernal o clara, que se iniciaba en el mes de Giamonios en la lunación de abril-mayo, dando nombre a las dos festividades principales,Samahin y Beltane.
Este calendario Céltico fue reconstruido partiendo de los calendarios encontrados de d'Heria de Villards y el galo Coligny, en 1897. Estos sincronizaban el año solar con el mes lunar, puesto que sus meses eran lunares, el año lunar común contenía 354 o 355 días, empezando con Samonios, que corresponde al antiguo Samhain irlandés, aunque su etimología es gaélica y significa “ noviembre”, “ fin del verano”.
Podemos encontrar una referencia al mismo en la Historia Natural de Plinio el Viejo, en una discusión sobre la recolección Druídica del muérdago.
<<El muérdago, sin embargo, es raramente encontrado sobre el roble; y cuando lo encuentran, lo recolectan con ritos repletos de temor religioso. Esto se hace más particularmente en el quinto día de luna, el día que es el principio de sus meses y años, como también de sus eras que, según ellos, es por treinta años. Ese día ellos lo escogen porque la luna, aunque todavía no se encuentra en la mitad de su curso, ya tiene influencia y poder considerable; y ellos la llaman por un nombre que significa, en su idioma, lo cura-todo>>.
Para la cultura celta del mismo modo que en que los días comenzaban a contar al iniciarse la noche y no con el alba, Samahin era la fecha en la se indicaba el final de una estación, por lo tanto era la vigilia de un nuevo ciclo, algo vital para su subsistencia agrícola.
Como vemos dejo escrito Julio César en su “Guerra de las Galias” <<los celtas galos mantienen los cumpleaños y los comienzos de los años y meses en tal orden que el día sigue a la noche>>.
Tras la conquista de los romanos de gran parte de los territorios celtas, estos influenciaron en su mundo con festivales como el de diosa romana de la cosecha, Pomona. Más tarde, con la cristianización, dichas celebraciones fueron calificadas como una práctica herética, destruyendo bajo este pretexto gran cantidad de la cultura, monumentos, y tradiciones, no pudiendo borrarlas totalmente de la memoria, motivo por el cual fueron “cristianizadas”, creando en este caso concreto “el día de todos los santos” o “día de difuntos”, siendo precedida por la celebración de la noche o “vigilia” de todos los santos.
En la Irlanda medieval, Samhain permaneció como la principal festividad, celebrándose con una gran asamblea en la corte real de Tara, que duraba tres noches, finalizando con la fiesta de «los espíritus» y con ello inauguraran el nuevo año. Se describe como una comunión con los espíritus de los difuntos que, en esta fecha, tenían autorización para caminar entre los vivos, y regresar a sus hogares, dándosele así a la gente la oportunidad de reunirse con sus antepasados muertos, pues se creía que estos podían traer noticias y consejos para su futuro.
En la Irlanda medieval, Samhain permaneció como la principal festividad, celebrándose con una gran asamblea en la corte real de Tara, que duraba tres noches, finalizando con la fiesta de «los espíritus» y con ello inauguraran el nuevo año. Se describe como una comunión con los espíritus de los difuntos que, en esta fecha, tenían autorización para caminar entre los vivos, y regresar a sus hogares, dándosele así a la gente la oportunidad de reunirse con sus antepasados muertos, pues se creía que estos podían traer noticias y consejos para su futuro.
De hecho en el Ciclo de Ulster podemos encontrar múltiples referencias a esta festividad, ya que muchas de las aventuras y campañas emprendidas por sus personajes comienzan en la noche de Samhain. Como ejemplo de esta presencia en el folclore irlandés tenemos el Echtra Nerai, la aventura de Nera; y Catch Maige Tuireadh, en la que las deidades Morrigan y Dagda se reúnen y mantienen relaciones antes de combatir contra los fomóres, una raza semidivina de la mitología Irlandesa.
Del mismo que en las antiguas fiestas celticas, en la actualidad la noche de Samhain en el neopaganismo es una ocasión para celebrar, y practicar algunas costumbres ancestrales. Es el año nuevo para las brujas, momento de terminar las actividades del año, limpiar el hogar, pagar las deudas, arreglar o desechar las cosas viejas. Las diferentes tradiciones Wiccanas comparten la creencia de que el “velo entre los mundos” es más fino, por lo que es posible cruzar ese umbral y ponerse en contacto con el más allá y el mundo feérico.
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Tomado de la Revista "Ser Pagano" Octubre 2012 Nº 2 Pág 18-21
Imagen: "Ser Pagano"
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