Nada enferma más, que la propia familia. Es la familia la primera causa de cambios emocionales fuertes y determinantes en nuestra vida porque gracias a lo que dicen, hacen, opinan, ordenan, acostumbran, etc. nos provocan enojo, tristeza, frustración, desvalorización, etc.
Y todo sería más fácil, si las personas que nos provocan tantas emociones fuera el vecino, el carnicero o el chofer del taxi, son alejarnos o no volverlos a ver bastaría.
Pero ¿Qué sucede cuando el conflicto es con mi pareja, mi hija, mi tío, mi prima o mi abuelo?
No puedo alejarme radicalmente, no en la vida diaria cotidiana (porque hay personas que sí lo logran y con bastante éxito).
Entonces mi único camino es "alejarme emocionalmente", es decir, como les digo a mis clientes, cubrirme con una gruesa capa de teflón anti adherente y evitar que cualquier hecho, me afecte.
Problemas Familiares y Enfermedades: cura tus relaciones y recupera la salud. Si te enojas, desesperas o te duele algo que hace un amigo, vecino, vendedor, etc., puedes quizá optar por alejarte y listo. Pero, si tu hijo, pareja o parientes son quienes te frustran, irritan o los que te ponen los pelos de punta, ¿qué haces? ¿Te alejas?
Tener problemas familiares es una de las cuestiones que más puede afectar la salud, pues los parientes suelen ser en la mayoría de los casos nuestras relaciones más cercanas y frecuentes. Y si en la familia se mueven emociones como enojo, decepción, tristeza, amargura, etc., y no sabemos muy bien cómo solucionarlo, entonces podemos empezar a generar mucha tensión, incluso, comenzar con problemas de hipertensión, que no es más que "ser demasiado aprehensivo" y preocuparme por todo y todos, inconformidad, y todo tipo de actitudes quizá muy forzadas o poco sinceras para poder convivir de la forma más amable u armónica con ellos.
La mayoría de las personas, cuando ha vivido alguna situación irritante con algún familiar, pensamos en "dejarlo pasar", "olvidarlo" e incluso decimos cosas como "ya se le pasará", "así es ella", "está en sus 5 minutos", etc. Pero el entripado que sentimos, no lo borra nadie.
Pero ¿Qué sucede cuando el conflicto es con mi pareja, mi hija, mi tío, mi prima o mi abuelo?
No puedo alejarme radicalmente, no en la vida diaria cotidiana (porque hay personas que sí lo logran y con bastante éxito).
Entonces mi único camino es "alejarme emocionalmente", es decir, como les digo a mis clientes, cubrirme con una gruesa capa de teflón anti adherente y evitar que cualquier hecho, me afecte.
Problemas Familiares y Enfermedades: cura tus relaciones y recupera la salud. Si te enojas, desesperas o te duele algo que hace un amigo, vecino, vendedor, etc., puedes quizá optar por alejarte y listo. Pero, si tu hijo, pareja o parientes son quienes te frustran, irritan o los que te ponen los pelos de punta, ¿qué haces? ¿Te alejas?
Tener problemas familiares es una de las cuestiones que más puede afectar la salud, pues los parientes suelen ser en la mayoría de los casos nuestras relaciones más cercanas y frecuentes. Y si en la familia se mueven emociones como enojo, decepción, tristeza, amargura, etc., y no sabemos muy bien cómo solucionarlo, entonces podemos empezar a generar mucha tensión, incluso, comenzar con problemas de hipertensión, que no es más que "ser demasiado aprehensivo" y preocuparme por todo y todos, inconformidad, y todo tipo de actitudes quizá muy forzadas o poco sinceras para poder convivir de la forma más amable u armónica con ellos.
La mayoría de las personas, cuando ha vivido alguna situación irritante con algún familiar, pensamos en "dejarlo pasar", "olvidarlo" e incluso decimos cosas como "ya se le pasará", "así es ella", "está en sus 5 minutos", etc. Pero el entripado que sentimos, no lo borra nadie.
Otro tipo de personas, suelen gritar, pelear, lanzar cosas, hasta que la voz del más fuerte se imponga o bien, no se llegue a nada y todo siga igual.
Sin embargo, ya sea frustrar el enojo o desahogarlo con quien sentimos es el responsable, puede causarnos verdadero estrés sobre todo si esto frecuente y prolongado, y el organismo, al estar constantemente a la defensiva o con severos sentimiento de rechazo o insatisfacción, tratando de mantener, arreglar o componer situaciones que ya no nos satisfacen, puede empezar a deteriorarse en verdad.
Además en la familia también puede haber otro tipo de cuestiones más complejas y profundas, como cuando se vive, por ejemplo, la traición, la mentira o el abuso, ya sea emocional o físico. Y si el familiar que agredió, mintió o traicionó está cerca de nosotros a menudo, no será cosa fácil poder dominar lo que se siente.
Sera difícil no sentir enojo, rechazo, violencia o distancia emocional con esas personas. Y, si, a esto le sumamos que en algunas familias se mueve cierto tipo de educación, como:
“No demuestres que estas triste”
“Debes ayudarlo, es tu hermano, tu tío, tu prima, etc.”
“No dejes que te saque de control”
“No te quejes”
“No seas celoso”
“Se buen niño, buena niña, y no pidas nada”
“No debes tener envidia”
“No le digas eso porque se enojará”
“No les digas tus logros porque pensaran que eres presumido”
Entonces la presión dentro del cuerpo puede crecer mucho y llegar a ser en verdad agotadora y desgastante. Estar bajo esta tensión constante, e intentar ser algo que no somos, y tener que sentir cosas que no sentimos, y no poder expresar ni dejar fluir lo que sentimos, acabará poco a poco enfermando al cuerpo, quien estará contenido y muy limitado a las circunstancias externas que ya no se desean o no se sabe cómo transformarlas.
La resignación o el tratar de servir, complacer o poner antes a los demás, es un control excesivo de nuestra personalidad, y esta contención de emocional a la larga causara profunda depresión y tristeza, sentimientos de confusión, apatía, etc., así como sentimientos de irrealización y una larga lista de enfermedades derivadas de esto.
Sin embargo, ya sea frustrar el enojo o desahogarlo con quien sentimos es el responsable, puede causarnos verdadero estrés sobre todo si esto frecuente y prolongado, y el organismo, al estar constantemente a la defensiva o con severos sentimiento de rechazo o insatisfacción, tratando de mantener, arreglar o componer situaciones que ya no nos satisfacen, puede empezar a deteriorarse en verdad.
Además en la familia también puede haber otro tipo de cuestiones más complejas y profundas, como cuando se vive, por ejemplo, la traición, la mentira o el abuso, ya sea emocional o físico. Y si el familiar que agredió, mintió o traicionó está cerca de nosotros a menudo, no será cosa fácil poder dominar lo que se siente.
Sera difícil no sentir enojo, rechazo, violencia o distancia emocional con esas personas. Y, si, a esto le sumamos que en algunas familias se mueve cierto tipo de educación, como:
“No demuestres que estas triste”
“Debes ayudarlo, es tu hermano, tu tío, tu prima, etc.”
“No dejes que te saque de control”
“No te quejes”
“No seas celoso”
“Se buen niño, buena niña, y no pidas nada”
“No debes tener envidia”
“No le digas eso porque se enojará”
“No les digas tus logros porque pensaran que eres presumido”
Entonces la presión dentro del cuerpo puede crecer mucho y llegar a ser en verdad agotadora y desgastante. Estar bajo esta tensión constante, e intentar ser algo que no somos, y tener que sentir cosas que no sentimos, y no poder expresar ni dejar fluir lo que sentimos, acabará poco a poco enfermando al cuerpo, quien estará contenido y muy limitado a las circunstancias externas que ya no se desean o no se sabe cómo transformarlas.
La resignación o el tratar de servir, complacer o poner antes a los demás, es un control excesivo de nuestra personalidad, y esta contención de emocional a la larga causara profunda depresión y tristeza, sentimientos de confusión, apatía, etc., así como sentimientos de irrealización y una larga lista de enfermedades derivadas de esto.
Muchas personas se sienten obligadas a dar y servir y son capaces de anularse ellas mismas en favor de la familia, la cual, además, puede ser en ocasiones muy exigente y demandante. Esto es un problema familiar muy común.
¿Cómo lidiar con los problemas familiares?
Cuando los problemas familiares son problemas de comunicación o de enojos pequeños y ordinarios, se puede empezar por estas claves:
No niegues lo que sientes. Aprende a reconocer lo que te enfada y quieres realmente, y a ser sincero y honesto contigo. Olvídate un poco de dar explicaciones a los demás y olvídate un poco más de lo que te enseñaron porque, aunque tus padres o quienes te criaron lo hicieron con la mejor intensión, pueden ser valores que ya no te estén sirviendo para crecer.
Reconoce que si se vale enojar, tener celos, tener envidia y sentir incluso violencia. Todo esto es muy normal y es parte del crecimiento, permitirse sentir emociones espontáneamente. Y esto no significa que le empieces a gritar a todos lo que sientes. No. Significa que empiezas a comprender que se vale sentir, pero que las emociones son una responsabilidad tuya, y quien debe aprender de ellas eres tu primero.
Así que apunta lo que sientes, no lo juzgues, y desahógalo en un lugar donde estés tú, a solas.
Trata de no contestar ni tratar de arreglar nada antes de que no hayas desahogado y comprendido el mensaje de lo que sientes.
Las emociones son responsabilidad tuya. En realidad nadie te puede hacer enojar. Uno se enoja porque tiene algo que aprender. El enojo es realmente una debilidad, no es una fortaleza. Si algo te enfada, trabaja esto contigo, no con los demás. Sabe que es muy complejo y una tarea muy ardua tratar de cambiar a los demás. Te cansarás y frustrarás a menudo. Si algo no te gusta de tu familia, empieza por cambiar tú, y ya verás los resultados.
¿Y qué tienes que aprender de lo que te enfada o causa dolor? Bueno. La respuesta puede ser profunda y puede depender de cada situación. Pero, por lo general, lo que más tenemos que aprender de lo que nos irrita o duele es a darnos lo que más sentimos nos falta, y a no darnos o no hacer lo que sentimos no nos gusta o desagrada de los demás.
Por ejemplo: si no te gusta que un familiar trate a los niños con castigos y amenazas, o que te grite o sea indiferente, o que abuse de ti, quizá lo que tengas que aprender es a no tratarte tú así.
A veces no notamos la forma en cómo nos tratamos, y queremos enseñar a los otros a tratarnos de cierta forma cuando nosotros no lo hemos entendido ni las hacemos con nosotros. Observa si no eres indiferente contigo, o te hablas o tratas severamente, y no lo notas. Recuerda una clave: tus familiares te trataran de una forma muy semejante a como tú te tratas.
Siempre que desees hacer algo, piensa primero en ti.
Aprende a poner límites: hay quienes en verdad no saben decir que no y se sienten muy comprometidos con los asuntos familiares o, sienten que deben ser el apoyo de la familia, o que son el alma de la fiesta, o que sin ellos no hay armonía. Es muy importante que observes cuando te estás sintiendo importante a través de la familia, porque a veces alimentamos nuestro sentido de importancia pensando cosas que, a final de cuentas, nos causan más distancia con nosotros.
No trates de mantener siempre a todos unidos, porque muchas veces la desunión ayuda a crecer nuevas actitudes y formas más grandiosas de ver la vida, y es algo que no siempre podemos hacer con los demás, sobre todo con las personas que nos conocen mucho y ya tienen cierta idea de cómo somos y lo que pensamos. A veces cuesta crecer con los familiares porque quizá los demás no querrán que nosotros cambiemos o seamos lo que de una nueva forma, porque de algún modo están esperando que nosotros siempre seamos iguales.
A veces, es bueno alejarse un rato de quienes sentimos nos frustran o nos provocan mucho enojo. El tomar distancia puede hacernos ver las cosas de diferentes perspectivas y ayudar a trabajar mejor nuestros enojos o diferencias.
Y bueno, esto te ayudará a llevar mejor estos problemas familiares. Si sientes hay problemas más graves o profundos con tu familia, puede seguir los mismos pasos. Tener hijos tampoco es fácil. Pero tu trabajo tiene que ser más pausado y profundo, porque quizá las cosas que tienes que aprender de los demás las aprenderás con el paso del tiempo, cuando aprendas a tener tu vida y a realizarte.
Autor: Akasha Sanación Integral - Elizabeth Romero Sánchez y Edgar Romero Franco