"Cada día la vida te da una nueva oportunidad para recomenzar, cambiar y crear un destino diferente. Y no es culpa de la vida si tu decidas llenar este nuevo instante con las penas, rencores y temores del pasado." - Warren Bennis
Sólo los fantasmas se revuelcan en el pasado, explicándose a si mismos con descripciones basadas en sus vidas ya pasadas. Tú eres lo que eliges ser hoy en día, no lo que antes elegiste ser.
¿Quién eres? ¿Cómo te describes a ti mismo? Para contestar estas dos preguntas tendrás sin duda que referirte a tu propia historia, a un pasado ya vivido, pero al que sin duda sigues ligado y del que te parece difícil escaparte. ¿Cómo te describes a ti mismo? Son pequeñas etiquetas muy ordenaditas que has ido acumulando durante toda la vida? Tienes acaso un cajón lleno de autodefiniciones que usas regularmente? Algunas de ellas pueden ser tan grandilocuentes como: Yo soy una persona muy nerviosa; soy tímido; soy perezoso; no tengo oído musical; soy torpe; soy muy olvidadizo, y todo un catálogo de cosas que eres y que usas. Sin duda tienes también una serie de "Soy" positivos como: soy muy cariñoso; soy amable; y juego bien al bridge. No hablaremos de ellos aquí ya que el propósito de este capítulo es de ayudarte a crecer y desarrollarte más que aplaudirte por las actividades en las que estás operando eficientemente.
Las autodefiniciones no son inadecuadas por naturaleza, pero pueden ser usadas de forma perjudicial. El hecho mismo de etiquetar puede ser un impedimento para el desarrollo de la personalidad. Es fácil usar la etiqueta como excusa para seguir igual. Sren Kirkegaard escribió: "Si me clasificas (o me etiquetas), me niegas". Cuando el individuo tiene que estar a la altura de la etiqueta que lo clasifica, el ser deja de existir.
Y pasa lo mismo con las autoclasificaciones. Es muy probable que al identificarte con tus etiquetas clasificadoras te estés negando a ti mismo, en vez de aprovechar tu propio potencial de crecimiento.
Todas las autoclasificaciones proceden del pasado histórico del individuo. Pero el pasado, "es un cubo lleno de cenizas".
Trata de averiguar hasta qué punto estás encadenado a tu pasado. Todos los "Yo soy" autodestructivos provienen de estas cuatro frases neuróticas:
(1) "Así soy yo."
(2) "Yo siempre he sido así."
(3) "No puedo evitarlo."
(4) "Es mi carácter."
Ahí están todas en un paquetito. Las trabas que te impiden crecer, cambiar y hacer tu vida (desde este momento en adelante, que es la única vida que tienes) nueva, estimulante y llena de momentos presentes plenos y felices.
Conozco a una abuela que, todos los domingos cuando recibe en su casa a su familia para comer, decide cuánto va a comer exactamente cada persona y deliberadamente calcula las porciones que pone en cada plato de acuerdo con sus propias especificaciones. A cada persona le da dos pedazos de carne, una cucharada de guisantes, unas patatas y así con todo. Cuando le preguntan: "¿Por qué haces eso?", contesta diciendo, "Oh, siempre he sido así", ¿Por qué? Porque "Así soy yo".
La razón del comportamiento de la abuela procede de su propia etiqueta que a su vez procede de un pasado en el que siempre se ha comportado de esa manera.
Hay personas que usan las cuatro frases a la vez cuando se cuestionan sus comportamientos. Si le preguntas a alguien por qué se perturba tanto al oír hablar de accidentes, puede que te responda: "Oh, así soy yo, siempre he sido así, realmente no puedo evitarlo, es mi carácter,". Las cuatro a la vez, todas y cada una le sirven para explicar por qué nunca será diferente ni considerará la posibilidad de cambiar.
Tus "Yo soy", que describen un comportamiento autoneutralizador se remontan a algo que aprendiste en el pasado. Y cada vez que usas una de estas cuatro frases i lo que realmente estás diciendo es: "Pienso seguir siendo lo que he sido siempre".
Puedes empezar a deshacer los nudos que te atan al pasado y eliminar las inútiles frases que se dicen para seguir siendo lo que siempre has sido.
He aquí una típica lista de "yo soy" que podría incluirse en tu autorretrato.
Yo soy tímida Yo soy perezoso Yo soy apocado
Yo soy asustadizo Yo soy desordenada Yo soy nervioso
Yo soy olvidadizo Yo soy pésima para la mecánica
Yo soy malo para las matemáticas Yo soy un solitario Yo soy frígida
Yo soy aburrido Yo soy una pésima cocinera Yo soy malo para la gramática
Yo soy de los que se cansan muy pronto Yo soy enfermizo Yo soy tosco
Yo soy proclive a los accidentes Yo soy corto de genio Yo soy hostil
Yo soy solemne Yo soy apática Yo soy gorda Yo soy negado para la música
Yo soy fatal para el deporte Yo soy torpe Yo soy porfiada Yo soy inmadura
Yo soy meticulosa Yo soy descuidado Yo soy vengativo Yo soy irresponsable
Yo soy de los que se angustian fácilmente.
Es muy probable que te hayas topado con varias de estas frases o que quizás estés haciendo tu propia lista. De lo que se trata no es de qué etiquetas escoges, sino del hecho que escojas ponerte en las etiquetas. Si auténticamente estás satisfecho de alguno de los "Yo soy", déjalo estar, pero si reconoces que algunos de estos "Yo soy" u otros que hayas podido recordar se te atraviesan en el camino entorpeciendo tu vida, quiere decir que ha llegado el momento de hacer unos cambios. Empecemos por comprender el origen de los "Yo soy".
La gente quiere ponerte etiquetas, quiere encasillarte en cierto tipo de categorías que le resultan cómodas.
CÓMO EMPEZARON ESOS "YO SOY"
Los antecedentes a los "Yo soy" caen en dos categorías. El primer tipo de etiquetas o clasificaciones procede de la demás gente. Te las colocaron cuando eras niño y las has llevado contigo desde entonces. Las otras etiquetas son el resultado de una elección de tu parte para evitar tener que hacer cosas incómodas o difíciles.
Habla un día con la gente que tú crees responsable de muchos de los "Yo soy" de tu vida (tus padres, viejos amigos de la familia, antiguos profesores, abuelos, etc.). Pregúntales por qué creen que te volviste como eres y si has sido siempre así. Diles que estás decidido a cambiar y comprueba si creen que eres capaz. Sin duda te sorprenderán sus interpretaciones y el hecho de que piensen que no puedes ser de otra manera puesto que "Siempre has sido así",.
La segunda categoría de "Yo soy" tuvo su origen en esos rótulos tan apropiados que aprendiste a colocarte a ti mismo para dejar de hacer las cosas que no te gustan. Yo he tratado a un paciente que tiene cuarenta y seis años y tiene muchos deseos de ir a la Universidad, pues perdió la oportunidad de hacerlo en su juventud a causa de la Segunda Guerra Mundial.
Pero a Horace le asusta la perspectiva de entrar en competencia con gente joven recién salida del colegio. El miedo al fracaso y las dudas que tiene respecto a su capacidad intelectual lo espantan. A menudo estudia catálogos de distintas universidades, y con la ayuda que ha recibido en su tratamiento ha pasado los exámenes de admisión y ha concertado una entrevista con uno de los miembros del Comité de Admisión de una universidad local. Pero aún usa sus "Yo soy" para evitar incorporarse activamente a los estudios. Justifica su actitud diciendo: "Soy demasiado viejo; no soy suficientemente inteligente; no me interesa realmente". (Yo soy... demasiado viejo; Yo soy... poco inteligente...; Yo soy de los que no se interesan realmente por esas cosas.)
El uso de los "Yo soy" tiene utilidad para dejar de hacer algo que realmente quiere hacer. Uno de mis colegas los usa para liberarse de las tareas que no le divierten. Evita tener que arreglar el timbre, o la radio, o hacer cualquiera de esas incómodas tareas caseras, recordándole simplemente a su esposa que: "Pero querida, si tú ya lo sabes, a mí no se me dan bien estas cosas",. Este tipo de "Yo soy" entra dentro de los comportamientos acomodables, pero no por eso dejan de ser excusas engañosas. En vez de decir: "Encuentro que este tipo de actividad es aburrida y sin interés, y escojo no trabajar en ella en mis momentos presentes" (lo que es perfectamente lógico y saludable), resulta mucho más fácil sacar un "Yo soy," del bolsillo.
En estos casos, la gente está diciendo algo respecto a sí misma. Está declarando que "Yo soy un producto acabado en este sector y nunca voy a ser distinto". Si eres un producto acabado, atado y encasillado, quiere decir que has dejado de crecer, y si por un lado quieres aferrarte a algunos "Yo soy", puede que descubras que muchos otros te limitan y que son autodestructivos.
Más adelante he anotado una lista de etiquetas que son reliquias del pasado. Si reconoces alguna de ellas como tuya, puede que quieras cambiarla. El quedarte exactamente como eres en cualquier sector de tu vida equivale a tomar una de esas decisiones que se parecen a esa muerte de la que hablamos en el Capítulo 1. No te olvides de que no se trata de las cosas que simplemente no te gustan, sino más bien de echar una mirada al comportamiento que te aleja de actividades que podrían proporcionarte mucho placer y fascinación.
Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capítulo 321 Volumén 7: Romper con el Pasado