Limpieza de amistades


Hubo ciertos momentos en los que tuve que hacer limpiezas de amistades.

O en los que algunas personas que fueron cercanas a mí se alejaron o, directamente, desaparecieron.

En varios casos ni siquiera noté que ya no estaban a ni alrededor; en otros, el alejamiento fue bastante más evidente.

Mirándolo a lo lejos, entiendo que se trató de situaciones positivas.

Porque considero que:
- Si alguien está a nuestro lado durante un periodo en especial de nuestra vida, eso no implica que siempre vaya a quedarse en nuestro entorno ni que uno desee que así sea.
- Esto no tiene por qué entristecernos más de la cuenta. Así como ciertas personas se van, otras llegan para quedarse.

- La gente cambia y va teniendo distintas prioridades, visiones, creencias, intereses y maneras de ver la vida. A nosotros nos ocurre exactamente lo mismo. Entonces, es lógico que posiciones que en algún momento fueron bastante similares pero se han ido alejando con el tiempo generen distanciamientos.
- Muchos de ellos no eran verdaderamente amigos, sino más bien, compañeros en algún ámbito en particular (trabajo, estudios, vecinos, etc.) Aunque hemos participado mancomunadamente en distintas circunstancias que incluso excedieron el ámbito que nos convocaba, cuando finalizó la razón principal de nuestra conexión, también desapareció la unión.

- Incluso, con los años, nos damos la posibilidad de elegir con quién estar y a quién dejar de ver. Además, no intentamos a toda costa permanecer al lado de quienes no nos hacen bien o tienen actitudes negativas o dañinas (cuando somos más jóvenes nuestras personalidades no están tan bien formadas y no sabemos cómo poner límites o tendemos a pasar por alto posturas totalmente evidentes un tiempo después).

De lo que también me di cuenta -luego de hacer limpiezas que consideré necesarias o de que se produjeran sin que mediara ninguna acción (por lo menos adrede o consciente) de mi parte- es que las amistades del corazón perduran con los años.

Son esos seres a los que nos une un sentimiento de hermandad que llena nuestra alma.
Son aquellos con quienes podemos pasar semanas e inclusos meses sin tener contacto, pero basta verlos o escucharlos para darnos cuenta, instantáneamente, que son tan importantes como lo eran y además, que pareciera que el tiempo se ha detenido desde la última vez en que compartimos algo.

Son quienes con un simple mensaje nos alegran el día.

Ellos nunca necesitarán una “limpieza”, porque tenemos una historia en común que permite que nos proyectemos de cara al futuro con seguridad y con incondicionalidad.


Los demás, han quedado en algún lugar del pasado.