La trampa del Ego parte 2/3



3ª. Trampa. El ego te convence de que eres alguien "especial".
La tercera trampa que te quiere atrapar del lado obscuro, cuando el ego te quiere convencer de que eres alguien "especial", es una de las más poderosas por la fuerza que le imprime la sociedad misma y nuestra cultura. Nuestro entorno sociocultural favorece enormemente la idea de que sí hay personas especiales y situaciones especiales. Alguien que se desenvuelve en' el lado oscuro de su ser, exige que debe ser tratado con una distinción especial. Se trata de un ser que todavía está durmiendo en la oscuridad y le es imposible ver que todos somos uno en una minada de manifestaciones.

Todos los programas de "reconocimiento" como "cliente distinguido", "cliente oro", "tarjetabiente platino", "miembro del club rotario", “viajero frecuente”, “tarjeta dorada”, "miembro decano del club de leones", y los organigramas más comunes de cualquier empresa, favorecen las tremendas distinciones que el ego disfruta tanto. Hace unos días vi un espectacular en la calle que anunciaba: " ... porque sabemos que eres especial, ven por tu tarjeta VIP para el cine". ¡¿Qué?! Me pregunto qué tendrá de especial ir al cine con frecuencia. Y mucha gente sí se ha de sentir especial por tener una tarjeta de reconocimiento por ir al cine. ¿Hasta dónde hemos podido llegar en el lado oscuro? Muy lejos, tenlo por cierto. Por eso te dije anteriormente que convencer de lo contrario a alguien es una empresa de grandes dimensiones. Muy grandes en verdad.

Es tan poderosa esta trampa del ego, que todos los mercadólogos y publicistas, se hacen de ella para vender. Un ejemplo: me acuerdo que hace años existía en el aeropuerto una fila "especial" para pasajeros que viajaban en primera clase, hoy hasta un salón "especial" de recepción hay para ellos. Paredes que se alzaron donde no las había, puertas corredizas con guardia a la entrada para distinguirse radicalmente de los demás pasajeros donde no hay pared ninguna. Dentro de este recinto especial para pasajeros premier hay música especial, aire acondicionado, mientras que "del otro lado", no. Estas distinciones le encantan al ego.
Hace muchos años aprendí de un gran orador y motivador mexicano un aforismo en el que creí durante mucho tiempo: "El éxito crea adicción". Yo mismo lo viví y lo repetí en mis conferencias dramáticamente.

 Caray, el numerito me salía muy motivacional. El éxito del numerito: tentar al ego que predomina en la audiencia. Hacer sentir la necesidad de ser mejor y merecer algo especial. Al ego de la gente le encanta ser tentado con lo mejor, y una vez que lo conoce y se siente especial, ya no lo quiere dejar. Hoy sé que la mejor forma de decir lo que creí hace años es: "El falso éxito, crea adicción". Ése sí. Pero el verdadero éxito en la vida, no crea adicción ninguna. El verdadero éxito en la vida está ahí siempre, para todos, en cualquier momento. Sólo requiere que te des cuenta de quién eres realmente. Hoy sé por qué mis conferencias han cambiado tanto. También sé por qué ya no me contratan las empresas que quieren hacer vender más y más a sus empleados. Al principio tuve el temor bien fundado de "perder clientes", y me he llevado la sorpresa de que ahora doy más conferencias que nunca antes, al llevar esta Nueva Conciencia del verdadero éxito en la vida. No me lo esperaba. Estoy feliz.

Insisto, es tan fuerte esta trampa del ego, que conozco personas que creen enfáticamente en un Dios que hace distingos -mera proyección de su identidad basada en el ego-o Yo nunca me he podido imaginar a un Dios que discrimine dependiendo de tu religión, de tu identidad sexual, de tu color, de tus creencias, incluso de tus comportamientos, sean los que sean. Yo nunca he podido entender las evidentísimas muestras de jerarquía "especial" en los "mensajeros de Dios". Dios es en todos nosotros sin distingo alguno. En esto creo.

Pero esto el ego no lo puede aceptar. Hoy comprendo que la forma de manipular masas por parte de movimientos religiosos organizados por los mismos hombres, provenientes de hombres y para los hombres, debe estar basado en el ego. Así es más fácil de aceptado por parte de una sociedad predominantemente identificada con su ego. Los mensajes deben estar codificados para el grado de evolución de la persona que los recibe, ésos son los mensajes que llegan a su destino de la mejor manera. Así es como comprendí que si la sociedad en su mayoría está muy poco evolucionada espiritualmente, se necesita apoyar en su ego, y éste necesita ser manipulado por organizaciones que, con buena voluntad, manden un mensaje de castigo-recompensa según sus actos.

Pero cuando un ser humano despierta y sale de la ilusión, entonces con todo amor y respeto se retira del juego que era esa manipulación y empieza a ser libre, empieza a conocer a Dios realmente. El niño cuando deja de sedo y madura, ya no necesita del padre amenazante que al principio fue útil para saber cómo comportarse, pero sólo al principio. Cuando el niño madura en un adulto que es capaz de ver la luz, sólo queda amar al padre sin enjuiciado y seguir nuestro camino. Quien despierta verdaderamente, parte de su despertar implica no enjuiciar a quienes siguen dormidos. Todos estamos básicamente bien dependiendo de nuestro grado de evolución.
La paradoja es que mientras menos reconocimiento busques en la vida, más recibes; y la magnitud inversamente proporcional de lo que te digo es enorme, y ahí hay verdadero disfrute porque nunca te lo esperabas, te dejas fluir enfocando tu mente en ayudar y el Universo mismo te recompensa de las maneras más especiales que jamás nunca hayas imaginado con todo tu ego.

4ª. Trampa. El ego se ofende muy fácil y rápidamente.
La cuarta trampa del ego es que éste se ofende muy fácil y rápidamente, y es una de las barreras más difíciles de franquear. En esto, durante muchos años, fui experto. Mi ego siempre me hizo creer que yo merecía un trato especial y cuando no lo recibía, me ofendía tremendamente, y en verdad fácil y rápido. Y hoy que hago la relectura de mi vida, me resulta impresionante lo que perdí porque nadie me había dado luz en mi comportamiento. El saldo final resultó en la pérdida de la gente que algún día quise con gran profundidad. Así nos juega el ego. Este tema puede ser propio de todo un libro, pero aquí sólo quiero nombrar las reflexiones más útiles que nos ayuden a damos cuenta e ir más allá del ego por nuestro propio bien y el de la gente que nos rodea, y es que la gente ofendida (por trampa de su ego), suele hacer mucho daño a su alrededor. Se trata de agredidos sociales cuyo dolor interior es lo único que pueden sacar cuando conviven con los demás, y pasan por la vida haciendo daño a sus propios hijos, esposo, esposa, y en general a cualquier persona que les rodee por el tiempo suficiente para revelar lo que llevan dentro: dolor, daño por las ofensas que sienten que la vida les ha prodigado. Cada vez que te sientes ofendido, estás a merced de tu ego.

Con el tiempo, cuando llegó la luz a mi vida, una de mis historias favoritas fue la de Carlos Castaneda relatada en su libro El poder del silencio, en el que relata un diálogo con su maestro espiritual, el nagual don Juan. Esta historia impactó en mi vida que la incluí en mi filosofía personal, reconociendo el poder de la identidad en las personas. Es una historia donde Carlos Castaneda, tras haber sido perseguido durante varios días por un jaguar en las montañas, y estar convencido de que ese jaguar iba a desgarrarlo miembro a miembro y comérselo, por fin consiguió escapar de la amenazante fiera. Durante tres días había vivido con el miedo de que iba a ser destrozado y devorado por el jaguar. Cuando su maestro le preguntó por esta experiencia, Castaneda respondió:

Lo que quedó en conciencia fue que un león de las montañas -puesto que no podía aceptar la idea de un jaguar- nos había perseguido montaña arriba, y que don Juan me preguntó si me había sentido ofendido porque pudiera arremeter contra mí aquel gran gato. Yo le dije que era absurdo que pudiera 'sentirme ofendido, y él me respondió que debía sentirme igual respecto a las arremetidas de mis congéneres humanos. Debía protegerme o apartarme de su camino, pero sin la sensación de ser tratado de un modo moralmente incorrecto.

Esto me llevó mucho tiempo comprenderlo y otro tanto aceptarlo. Hoy, luego de años, sé perfectamente la enorme verdad que hay en el consejo de don Juan. El jaguar que nunca actuó de mala fe, simplemente actuaba obedeciendo a su naturaleza. Por ello es imposible ofenderse ante el natural comportamiento de la bestia.  La bestia hacía lo que sabe hacer, nada más. Y hoy he descubierto que muchos humanos que "nos ofenden" tan sólo hacen lo que saben hacer. No tienen el conocimiento del respeto, de la dignidad, de la gratitud, y demás virtudes propias de la espiritualidad del ser. Hasta entonces comprendí el postulado de Aristóteles cuando dijo: "En el mundo no hay tanta maldad, lo que hay es ignorancia”.

Cuando sientes que una persona te ofende, no te ofende a ti, a tu verdadero yo, 

sino que ofende a la idea que tú tienes de ti, o sea, a tu ego. Con cierto dolor en mi pasado, aprendí que establecer reglas de cómo debe ser tratado uno es la manera más eficiente de garantizar ser ofendido con mucha frecuencia.  Pero, entonces, ¿qué hacer cuando alguien nos ofende? La peor opción sería tratar de convencerlo para que no lo haga. Esto, en mi experiencia, casi no funciona. Por supuesto que recomiendo intentarlo, eso es conferir el divino privilegio que todos tenemos de la posibilidad de cambiar. Pero he aquí algo contundente: si luego de intentar una y otra vez, se nos sigue haciendo daño, las recomendaciones de don Juan son certeras: protégete o apártate de su camino.

Al paso de los años, en que con toda intención he deseado vivir con mayor paz y armonía y haciendo algo para lograrlo, descubrí que al refrenar mi ego, al ir más allá de él, de inmediato vi disminuidas las arremetidas que otras personas pensé me procuraban. El cambio no estuvo en la gente, sino en mí. Me queda claro. Cuando vives así, surge una motivación por hacer un mundo mejor, donde la ofensa no existe, sino sólo la ignorancia. Todo este material está lleno de ideas y conceptos de la vida real que te ayudarán a liberarte de tu ego. Trata de ver a tus semejantes como lo que son, en lugar de verlos como crees que debieran ser. Cuánto dolor se puede uno ahorrar al saber esto. La gente es tal cual es. Si esa forma de ser te agrada, adelante, si no, no proyectes una ilusión donde nunca se hará realidad. Dicho de otra manera, hay maderas que no agarran ningún barniz.

En materia de liderazgo, el famoso efecto "Pigmalión" no es infalible. Si eres líder, esta reflexión te será de enorme utilidad. Esto último es de lo más reciente que he aprendido en mi vida. Me costó mucho trabajo, pero cuando se aclaró el panorama y alcancé a ver a la gente tal cual es, y no como yo creí que debería ser, las frustraciones y las ofensas desaparecieron de inmediato, literalmente se esfuman. Así, el camino de tu búsqueda espiritual queda más despejado.

En el idealismo -característico de mi persona- siempre albergo la idea de poder ayudar a que alguien cambie para su propio bien y el de la humanidad entera. Se vale. Pero hoy ya no lo hago con el liderazgo enfocado en mi ego por ser el héroe que genera el cambio, sino que hoy invito al cambio desde mi perspectiva espiritual, un liderazgo totalmente distinto al que se me enseñó hace años. Yo invito al cambio, pero la determinación de aceptar esta invitación es un inamovible privilegio exclusivo de la otra persona. Quizá por esto escribo libros. Me siento tremendamente bien escribiendo mis propuestas. Pero ya no me impongo; sólo tú, al buscar, adquirir y leer este libro haces de mis propuestas una opción más que puedes tomar. Yo ni me entero si me haces caso o no. Es tu vida. Tan respetable y amorosa como la mía o la de cualquier otra persona. Esto es liberarse del ego. Cualquiera de nosotros lo puede hacer.

5ª. Trampa. El ego es cobarde porque no le gusta perder.
La quinta trampa del ego que te detiene en tu búsqueda de la luz, es que el ego es un cobarde. Recuerda que el ego siempre te hace sentir separado de Dios. Incluso lo hace con argumentos como la culpa y la vergüenza. Cuando haces algo que crees que está mal y lo sabes, hay temor de voltear a ver el rostro de Dios, por las creencias que nos inculcaron desde pequeños. Si tan sólo supieras que tú mismo eres Dios, no habría forma de temerle. Pero tu ego se acobarda al hacerte creer que tú estás aquí y Él allá. Uno fuera del otro. La imagen de "padre" favorece esta errónea creencia de separación. Yo hijo aquí, tu Padre allá. Esto no es cierto. Estamos todos dentro de Él. La ilusión de separación ha sido una trampa del ego que ya te he explicado y ahora observa esta otra consecuencia de la trampa.

Aquí te quiero mostrar una bella analogía: así como la oscuridad desaparece ipso facto al prender la luz, del mismo modo el miedo de tu ego desaparece al ir al Iado de la luz donde tu espíritu te hace darte cuenta de que en esencia tu ser está constantemente bañado de amor y aceptación con gran gozo. Algún día lo descubrirás por cuenta propia. El hallazgo es hermoso. Estando del lado de la luz, no hay temor.

Sincronísticamente, mientras me encontraba escribiendo en mi silencioso y exquisito santuario en un domingo, sonó mi teléfono celular. Era un amigo que afligido me quería compartir sus decepciones con quien él identifica la mujer de su vida. Mi amigo está verdaderamente enamorado, ella todavía no. Eso lo alcanzo a ver yo. Me comentó que muere de ganas por hablarle, pero que el día anterior ella le propuso dejarse de hablar para pensar si la relación era adecuada o no. Mi amigo con el puro planteamiento empezó a sufrir, pero la respetó en su opinión, no le hablaba. Durante media hora (muy larga media hora cuando uno está escribiendo), me comentó todos los argumentos que lo orillaban a no hablar con ella aunque lo deseara, me los explicó a mí para que los escuchara él mismo. Esto lo sé como terapeuta. Al final me pidió mi recomendación y le dije: "Háblale ahora mismo y dile cuánto la quieres".

Mi amigo se quedó callado del otro lado de la línea, como si hubiera hablado con un tonto que no entendió los poderosos argumentos que explicó para no hablarle. Luego de alargarse un poco más el silencio, interrumpí diciéndole: "Tu ego tiene miedo de hablarle porque la idea de rechazo no le gusta nada". "Mi ego nada tiene que ver en esto" -me dijo. "Eso crees. Pero te quiero hacer una pregunta: si tuvieras la certeza de que te vas a morir el próximo jueves, ¿le hablarías ahora mismo?" "¡Por supuesto!" -afirmó-o "Entonces debido a que no tenemos la certeza de que vivas o mueras, yo te recomiendo que le hables y obedezcas lo que te dicta tu corazón, que es la vía de comunicación más directa de tu espíritu". Mi amigo dudó en silencio un rato. Y o alcanzaba a percibir perfectamente el debate entre lo que quería hacer y lo que tenía que hacer. El universalmente conocido duelo entre mente y corazón. En ese momento recordé un pasaje de la historia de San Francisco de Asís cuando dice: " ... La mente siempre se cuestiona, pondera, valora; el corazón nunca se cuestiona, no pondera, no valora. La mente cree; el corazón sabe. La mente es el abogado del diablo ... "

Esta última metáfora me encanta al ser tan sugestiva. En fin, luego de un rato, mi amigo me dijo: "Está bien, le voy a hablar". "Recuerda que yo sólo te sugerí y la decisión la estás tomando tú. Yo tan sólo sugiero. Sugiero que sigas a tu corazón". Mi amigo me colgó para hablarle. Luego de media hora me volvió a hablar: "Se hundió el barco" -me dijo- "¿Qué?" -le respondí- Sobre todo por su metáfora tan "motivante". "Sí, no quiso salir a comer conmigo y prefirió quedarse en su casa". "Oh, veo. Aunque te recomendaría que mejor dijeras no que se hundió el barco, sino que el barco sigue amarrado al muelle y tú con ganas de navegar. No se ha hundido nada amigo." Siempre he creído en la tremenda fuerza que las metáforas que usa más imprimen en nuestra vida emocional. Yo seguiré tratando de ayudar.

Me hubiera gustado que esta historia tuviera un final feliz, pero tuvo un final adecuado por lo menos hasta el momento. ¿Por qué pienso así? Pues porque mi amigo siguió sin salir con ella, tal como estaba planeado, pero la gran diferencia, la enorme diferencia, es que, aunque siga sin salir con ella aún, mi amigo dominó a su ego e hizo a un lado el temor al rechazo. Mi amigo creció, aunque todavía él no lo alcance a ver así. Estoy orgulloso de él. Quizá se sienta "ponchado" en su juego, pero por lo menos lo intentó tres veces al bat, aunque fueran strikes.

Hay gente que se poncha sin intentar ningún strike y prefiere quedarse sentado en la banca. Ahí el ego gana. Pero hoy, el espíritu de mi amigo hizo su aparición. Insisto, estoy orgulloso de él. Si amas a alguien, díselo. Y que no te importe la respuesta de regreso. Cuando das algo a alguien, ¿qué das? ¿Un regalo o un anzuelo? El espíritu da siempre un regalo y se regocija por el simple hecho de dado y ya. El ego da siempre un anzuelo y se frustra si la presa no pica la carnada. Esto lo he aprendido en carne propia.

6ª. Trampa. El ego crece al consumir.
La sexta trampa del ego que te puede hacer caer e inmovilizarte para avanzar en tu búsqueda espiritual es el consumo. El ego crece al consumir. Tu falsa idea de tu yo, tu ego, siempre te hará pensar que si tienes más, te sentirás mejor y con la paz de haberlo conseguido. Tu ego siempre te impulsará a obtener los signos externos de valor y se siente amenazado con la idea de que puedas obtener paz desde tu interior. Incluso ésa será la razón por la que muchos dejarán este libro. Lo sé. Pero lo escribo con mi corazón para aquellos que lo terminarán y lo recomendarán por amor a quienes verdaderamente amen, a quienes quieran que despierten de la ilusión.

Recuerda que desde apartados iníciales de este tema te dije que mirar en la dirección equivocada era mirar hacia el exterior. Y ésta es la trampa que el ego nos tiende todos los días. Incluso hay libros enteros y seminarios que te enseñan cómo dar una apariencia exterior de éxito. Esto es innecesario cuando descubres en tu interior el verdadero éxito en la vida. Pero ya ves, se venden por la precaria evolución de la sociedad en general, a quien nunca se le ha enseñado que hay una perspectiva interior millones de veces más rica y pura, donde radica la verdadera paz.

Mirar hacia el lado exterior a través del consumo es un vano intento por hallar la paz. Tu ego siempre intentará persuadirte de que adquiriendo talo cual producto encontrarás la satisfacción que anhelas. El ego te ha impulsado a lo largo de los años a dirigir tu vida hacia el exterior y se regocija cuando centras toda tu energía en las adquisiciones. Hoy me he alcanzado a dar cuenta de esta trampa y me ha impresionado cuando observo el daño que me hizo. En más de una ocasión, frente a una adquisición, en mi intimidad y sin decÍrselo a nadie, me llegué a decir: " ... estaba mejor antes, sin esto".

Para colmo, cuando se sucede un momento de ansiedad de ese tipo, irónicamente muchas personas tratan de eliminada ¡mediante más adquisiciones! En fin, este círculo vicioso en donde el ego de muchas personas les hace caer, es una de las más poderosas estrategias para alejar tu corazón del verdadero amor y paz que todos buscamos en nuestra evolución espiritual. Y el sistema es perfecto, porque mientras más te alejes del verdadero éxito en la vida, donde reinan el amor y la paz verdaderos, el ego se mantiene intacto y con más fuerza para seguir. Es imperativo que recuperes el poder de tu corazón para superar las trampas del ego.


En mi caso, llegó el momento de mi despertar cuando comprendí de una vez por todas que el camino hacia la paz no es objeto de consumo. No puedes comprar amor, aunque muchas personas estén a la venta. Como te lo comenté en el capítulo 287, no hay paz en la enfermedad "3M", donde uno cree que Mucho y Más es Mejor. Esa enfermedad sólo conduce a una lucha interminable carente de sentido.

Tu ego se sentirá amenazado cuando llegues a darle un sentido a tu vida mediante el verdadero éxito que va más allá del mundo exterior. Cuando dejes de perseguir en el exterior lo que sólo se obtiene gratuitamente desde tu interior encontrarás un gran sentido en tu vida y sentirás cómo te sumerges en una verdadera dicha. Tu ego habrá sido domado en esta trampa.


Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capítulo 290 Volumén 2: Las Trampas del Ego