La manifestación de la aceptación


Cada día la vida te da una nueva oportunidad para recomenzar,
 cambiar y crear un destino diferente. Y no es culpa de la vida si
 tu decidas llenar este nuevo instante con las penas, 
rencores y temores del pasado.. 
-Paco Cerro
Recuerden algo...En el Universo nada responde a la inercia.  Ante la inercia no hay sino una sola respuesta: la muerte, porque aquello que no sirve para nada, no necesita existir. Por lo tanto, es obvio que está descartada la inercia. Pero la acción puede ser una acción sabiamente encaminada o puede ser una acción encaminada desde el ego o desde la ignorancia, y esa generará una serie de situaciones de esas que llamamos “problemas”.


Recuerden esto: el universo funciona de una manera perfecta, con nosotros o sin nosotros.  Que yo piense que tengo una misión importantísima para el universo, eso es mi ego. No hay ninguna misión importantísima para el universo. Si tuviera tal misión, yo sería importantísimo para el universo y eso no es así. Es lo contrario: el universo es muy importante para mí, porque yo estoy dentro de él y si no fluyo con él, no puedo tener éxito en nada.


La clave para poder entrar en la Aceptología y soltarnos a la vida, está en comprender lo más simple; por eso les estoy dando frases sencillas para ello: el Universo funciona conmigo o sin mí, entonces, ¿qué tan importante soy yo? Para el universo no... Para mí sí soy importantísimo, para mí soy fundamental... Para mi felicidad soy indispensable porque nadie puede hacerme feliz, no puedo ser feliz a menos que yo mismo lo haga. No vayan a confundir el contexto universal con la experiencia individual y particular; son dos cosas muy diferentes.


El universo puede funcionar sin el hombre. Lo que pasa es esto: ¿quién es el ser humano? Es una forma física. Es uno de los tantos vestidos que se pone Dios. Él se viste de plantas, de planeta, de estrella... Se viste de roca, de insecto... porque todo lo que existe es una estructura física que contiene un espíritu. Nosotros no somos el hombre, no somos el ser humano, lo que somos en nuestra esencia es los hijos de Dios. No sé si usted ha caído en cuenta de que los hijos de Dios no son seres humanos, tampoco son animales ni plantas ni estrellas, los hijos de Dios son archivos de perfección de amor como lo es Dios.  ¿Por qué no son nada de eso? Porque Dios no es ni hombre ni animal, ni planta ni planeta. No tiene ni forma ni figura. Puede tomar todas las formas, todas las figuras, todas las funciones, todas las acciones, pero no es ninguna de ellas. Los hijos de Dios, naturalmente, tienen la misma característica de su padre.


Estar dentro de una forma humana, animal, o de planta, o de planeta, es sólo una experiencia diferente. Es decir, los cuerpos solo cumplen la función de permitir experiencias al hijo de Dios y por supuesto que eso es como si dijéramos que yo puedo funcionar con vestido o sin vestido. Yo me puedo vestir hoy de carpintero, de astronauta, de bailarín de cualquier cosa pero no dejo de ser lo que soy por el vestido que me ponga, ni el vestido me va a impedir que yo sea lo que soy... Si tenemos en cuenta que el vestido es necesario para los otros, para la experiencia de la evolución, pero que vestidos es lo que sobra en el universo, es que el vestido no es el problema, pues esta hecho de lo mismo que está hecho cualquier organización de la materia... y del universo: de tres partículas elementales -protón, neutrón y electrón- y esas tres partículas elementales pueden tomar todas las formas que existen en el universo en la tercera dimensión. Todas... sin excepción. ¿Es indispensable una forma para el universo? Las formas son necesarias para la evolución de la conciencia pero no una forma en particular, porque es que una forma se pude multiplicar millones de veces. Hasta el infinito.


Yo soy apenas una ínfima parte de cualquier forma. Mi forma es temporal... como también es eterna. Es temporal en la medida en que mi cuerpo tiene una longevidad, y es eterna en la medida en que la información que lo origina se origina en Dios y por lo tanto nunca va a desaparecer. Entonces... ¿qué tan importante soy yo? Por eso les digo algo muy simple: cada uno de nosotros es indispensable para sí mismo; no para los demás, no para el universo... Se nos quita un peso de encima... ¿o no? Si yo llego a comprender esto la liberación espiritual que llego a tener es tan grande que en ese momento es que puedo empezar a amar al prójimo como a mí mismo.


Mientras yo tenga preocupaciones o sufrimientos no estoy amando, y no tengo sufrimientos cuando comprendo cuál es la función de un ser humano para así mismo aprender dos cosas: ser feliz y amar. Para los demás o para el resto del universo interactuar con el resto de universo a través de la función que le corresponda y no de otra función diferente a la que le corresponda. Es como si yo me preocupara porque no soy astronauta o no soy médico, ya hay suficientes astronautas y médicos no se necesitan más. Lo que hagamos cada uno de nosotros solamente es necesario para nuestra evolución y es necesario para la interacción, con nosotros o sin nosotros el universo va a seguir funcionando, de que nos vamos a preocupar? Con esto quiero decir que si nos preocupamos por los demás no le servimos a los demás. Solamente si actuamos con sabiduría podemos ser útiles para los demás y para nosotros. No sirve sufrir, no sirve preocuparnos, no sirve luchar contra la vida... Eso sólo produce resultados pésimos como los que estamos viviendo en el planeta Tierra ahora.


Los seres humanos no aspiramos a fracasar en algo. Mas aunque no aspiramos a fracasar, es evidente con qué facilidad fracasamos. La pregunta es: ¿qué hago yo para tener un fracaso?


Si podemos responder esta pregunta, ya empezaremos a orientarnos en el orden de la vida y no en contra de ella.


Se hace algo para fracasar así como también se hace algo para tener éxito. Si tengo buenas relaciones, si tengo buena salud, si tengo suficientes recursos para que mis necesidades sean cubiertas y tenga yo una vida de satisfacción como corresponde a cualquier ser humano, y si además tengo paz interior, ese resultado indica que yo he hecho algo para obtenerlo. Inversamente, si tengo fracasos, yo también he hecho algo para obtener los fracasos. Si no sé cómo hago para obtener un fracaso, tampoco sé cómo hago para obtener un éxito... Necesito saber, no creer.


Los resultados son evidentes: si tengo fracaso, no sé tener éxito. Entonces lo que necesito hacer es aprender.


Lo que hacemos para fracasar es no aceptar, no comprender y rechazar.


A nivel de las acciones del ser humano, recuerden que toda acción en cualquier campo de nuestra vida, se origina en un pensamiento, ¿qué hago yo ante una situación cualquiera, agradable o desagradable? ¡Lo que hago es pensar! El sólo hecho de pensar está programando la mente de nosotros constantemente. No vayan a suponer que la mente se programó una vez cuando éramos niños y se formó la personalidad y ya. ¡No! La mente se sigue programando constantemente, instante a instante... En cada segundo la estamos programando. Lo que si es claro es que mantenemos una cierta constante de pensamientos que se originan desde la estructura de nuestra personalidad y esa constante de pensamientos mantiene la estructura de personalidad. Si mi estructura de personalidad me lleva a pensar que la vida es muy desagradable, que es injusta, que hay mucho sufrimiento, mucho dolor... ese pensamiento le está dando una orden a mi mente, y mi mente le está dando una orden a mi cuerpo: “¡Destrúyase!”.


Destrúyase es la orden que la mente le da al cuerpo, cuando la mente rechaza la vida, porque entonces ya la vida no tiene propósito, no tiene objetivo, y empiezan lo que llamamos enfermedades psicosomáticas. En primera instancia, se debilitan los sistemas inmunológicos, nos hacemos propensos a los accidentes y a las situaciones que pueden producir deterioro del cuerpo físico... Pero todo eso se está originando en una no aceptación de la experiencia de vivir. Así es como se fracasa en salud.


Algunas personas dicen que se puede curar con la mente cualquier enfermedad... Si tuviéramos el poder de un Maestro, sí. Pero  hay una situación. Las enfermedades sí se originan en la mente, porque un mal pensamiento es el que me lleva a descuidar mi salud, a alimentarme mal o a no vigilar lo ciclos de descanso y de sueño, a no cuidarme en ninguna cosa, ese mal pensamiento me lleva a agredir mi cuerpo. Pero si yo ya he producido una enfermedad o un accidente, posiblemente eso no se va a reversar solamente con que yo piense. Porque no tengo suficiente poder para eso. Pensando se iniciaría la búsqueda de la recuperación del equilibrio, pero puede ser que la persona ya necesite recurrir a cirugía, a un médico o a tratamiento. Mas sí, tanto la enfermedad como la solución a la enfermedad, se van a originar en el pensamiento y el pensamiento se origina en mi estructura mental.


Si cambio la forma de pensar, modifico la estructura mental. Pero si permito que la estructura mental se apodere de mi pensamiento, entonces mi pensamiento va a mantener esa estructura. El secreto es que necesito aprender a dirigir voluntariamente mi pensamiento hacia un punto de amor. ¿Cómo dirijo mi pensamiento hacia un punto de amor cuando yo no estoy aceptando lo que está sucediendo a mi alrededor? De ahí la importancia de la aceptación. No puedo pensar en amor si no estoy aceptando la realidad, porque entonces mi pensamientos... ¿de qué características van a ser? “Esto es malo”, “Esto es injusto”, “No estoy de acuerdo con esto”... Si yo tengo rencores y culpas en mi interior, estoy produciendo un efecto profundamente negativo sobre mí mismo.


El rencor se origina en cosas tan sencillas como culpar a otra persona de lo que yo he sentido o de lo que a mi me pasó, y tengo en mi interior un deseo de venganza. Esa es la realidad, el rencor es un deseo de venganza. Pero el rencor como pensamiento de deseo de venganza no le causa ningún daño a nadie... ¡me lo causa es a mí! Por esa razón esos pensamientos de venganza, de rencor, que se originan en culpar a los demás, pueden ir a somatizarse como enfermedad. Por eso es que en bioenergética se enseña algo muy sencillo: necesito dejar los rencores y las culpas y eso también se enseñará en psicología, o lo enseñará un sacerdote... Mientras no dejes los rencores y no dejes las culpas, y no dejes las agresiones hacia los demás, tú no te vas a sanar ni física ni espiritualmente, por el efecto que la forma de pensar tiene sobre ti. Ahí se origina el problema de salud... y también la solución.


Recuerden que son varias cosas simultáneas: el destino es una cosa y mi forma de pensar es otra. Precisamente usando la herramienta del pensamiento de amor, es que puedo transmutar el destino.  Por destino, un niño adquiere una malformación o una enfermedad hereditaria cualquier que sea. Mientras la persona sufra por esa situación, ¿qué tipo de pensamiento tiene? Tiene pensamiento negativo de no aceptación de su propia experiencia. ¿Cómo iniciaría esa persona la solución a ese problema físico? Aún en el mismo caso en que la ciencia no tuviera ningún tipo de recurso para solucionar ese problema, ¿cómo?


Vamos a imaginarnos algo dramático. Un niño nació sin brazos. La ciencia no tiene cómo devolverle los brazos. Tendría que ponerle unas prótesis o algún tipo de cosa artificial, pero sus brazos, como los de las demás personas, no tiene cómo hacerlos la ciencia. Ese es un “problema" del destino porque la persona no aceptó antes algo... ¿saben básicamente qué es lo que no aceptó? El no ha aceptado que no hay nada que pueda impedirle ser feliz y supone “yo no puedo ser feliz si me faltara tal cosa”, y la vida le va a decir  que él si puede ser feliz sin brazos... Lo que va a pasar es que mientras la persona no sea capaz de aceptar esa situación, el destino no se va a modificar. Supongamos que la persona si lo acepta y si lo modifica. Diría la persona, “Esto no me impide a mí ser feliz”. Eso no le devolverá los brazos en ese momento porque estamos dentro de un planeta de tercer nivel evolutivo apenas... Pero, al terminar su ciclo y volver a diseñar un nuevo destino, si ya aprendió eso, en su próximo destino la vida le dirá: “Mira, ahora te vamos a dar un cuerpo absolutamente armónico y lo que tú podrías considerar el cuerpo ideal dentro de tu entorno físico, para que te des cuenta que eso ni te quita ni te da felicidad...” pero porque ya no hace falta la experiencia. Eso en caso de destino. Pero cuando no es destino sino simplemente situación de aprendizaje, la persona nació con un cuerpo perfectamente normal, pero comenzó a rechazar la vida, a pensar mal, se puede hacer susceptible a una enfermedad o a un accidente... Entonces va a perder parte de esa armonía, para aprender que lo genera desde el pensamiento; y que eso no tiene porqué impedirle ser feliz. Así es como se hacen las enfermedades... Siempre empiezan con un rechazo y con una no aceptación de algo.


Hay una frase que nos enseñan los Maestros en Aceptología y es supremamente poderosa ante cualquier circunstancia por difícil que sea necesitas decirte a ti mismo:  “Esto no me impide a mí ser feliz.” Eso neutraliza más del noventa por ciento de cualquier posibilidad de situación negativa, porque mientras yo diga no puedo ser feliz sin esto o no puedo ser feliz si pierdo aquello, estoy retando a que el destino me diga: “¡Vamos a demostrarte que si puedes!” y ahí se van a originar muchos “problemas”. 


Cuando tú no aceptas a alguien, ¿qué piensas de él? Piensas cosas negativas sobre él y eso no es amor.  El ejercicio es que precisamente cuando alguien no me guste, es cuando con mayor fuerza tengo que impulsar mi pensamiento, con la fuerza de voluntad, hacia el amor. Por eso dijo el Maestro Jesús: “Amad a tus enemigos bendecid a quienes os persiguen y calumnian...” De lo contrario, yo no voy a desarrollar el poder del amor dentro de mí. Ahí es donde está el poder de la aceptación. Está en  el amor. El poder de la aceptación es el principio profundo de amor en nosotros.


¿Cómo se hace, entonces, para fracasar en las relaciones? Queriendo cambiar a los demás. No acepto a las personas. ¿Por que querría una persona querer cambiar a otra? ¿Cuál sería la razón?  Porque no la acepta como es. No hay ninguna otra razón. Aquí no se trata de que las personas hagan algo bueno o malo; se trata es de que yo no acepto el comportamiento de otro, así ese comportamiento sea de amor. Por ejemplo: tengo una persona que se adapta, no lucha contra las circunstancias sino que se adapta a ellas. Si yo lo llego a interpretar mal y pienso: “Esta es  una persona falta de carácter, sin personalidad, sin valor...”, y empiezo a juzgarlo y a criticarlo, no es que él esté cometiendo un error... Simplemente es que yo no  lo estoy aceptando.


Cualquier cosa que yo no acepte de otro es un error mío, independientemente de que lo que el otro haga, sea adecuado o no. 


Si una persona está robando algo, él esta cometiendo un error al hacer un robo porque no está respetando. Pero si yo no lo acepto a él en su experiencia, yo estoy cometiendo otro error. Siempre que no acepte a alguien, yo estoy cometiendo un error independientemente de lo que la otra persona haga o no, ahí es donde empieza el principio de amor.


Por supuesto que si yo no acepto a las personas, ¿qué tipo de relaciones puedo establecer con ellas? Pésimas. Porque de entrada no las acepto. Cuando no las acepto pienso mal de ellas. Cuando pienso mal de ellas desarrollo actitudes negativas, comportamientos agresivos, y ante los comportamientos agresivos genero ley de causa y efecto, acción y reacción... Eso se vuelve hacía mi y daño todas mis relaciones, y además culpo a los demás... Entonces fíjense como daño relaciones, así de fácil, si no acepto a las personas. Si tú aceptas a las personas te puedes hacer amigo de todo el mundo, aún de las personas que están en lo que llamamos el delito. Si no lo aceptas, serás enemigo de cualquier persona por “santa” que sea.


Está, por ejemplo, el caso del personaje que atentó contra la vida del Papa, ¿por qué lo hizo? Pues simplemente porque no acepta al Papa por cualquier razón en su mente, pero... ¿qué le generó eso a él?¿Buenas relaciones? Por supuesto que no. Cuando no acepto a alguien no es porque el otro tenga un problema o una virtud... Yo soy el que tengo un problema cuando no puedo aceptar a otro ser humano. Yo, nadie más... ¿Está claro? ¿Clarísimo?... Porque es que vienen las justificaciones mentales como, “Es que la persona comete delitos”... Ese no es problema mío, es un problema de él. El problema mío  es que no soy capaz de aceptarlo; ése sí es mi problema.


¿Cómo hago para fracasar en economía? Interfiero en los procesos, pero, ¿por qué los interfiero? Porque no acepto la situación de los demás, y puedo interferir los procesos de diferentes maneras. Digo, “Aquí hay una persona que según mi criterio no tiene lo suficiente, entonces yo necesito darle a él lo que él no tiene... “ ¡Ya estoy interfiriendo! Ya estoy no aceptando esa situación... O veo una persona que tiene una gran abundancia y digo, “Es injusto, ¿cómo así que este personaje tiene hasta para desperdiciar? Yo le voy a quitar para darle al que no tiene”... Ahí, igual, estoy haciendo una no aceptación.  Cualquiera de las dos acciones que yo tenga en mi pensamiento es una no aceptación y me va a generar a mí un bloqueo, o un fracaso.


Un ejemplo que usted debe conocer, es muy típico, es cuando una persona consigue un trabajo y tiene unos recursos económicos limitados pequeños. Trabaja para una empresa poderosa; empieza a expresar este tipo de pensamientos y de palabras: “Es que esos explotadores... Es que esos negreros... Es que esa injusticia... Mientras tienen no sé cuántas cosas, a uno no le pagan nada...” La persona empieza con ese tipo de rechazos... ¿qué obtiene? ¡Obtiene que lo echen! Esta persona no está aceptando algo, pero con esa no aceptación está consiguiendo que lo echen del trabajo. ¿Saben por qué? Porque no está valorando lo que tiene; está culpando a los demás de lo que él no puede hacer; está culpando a los demás de su problema... Así, se hace correspondiente con un fracaso en su economía, porque no es capaz de servir. Por una restricción mental.


Dicen los Maestros algo que para nosotros puede ser muy simpático:


“El índice de desempleo es igual al índice de restricción mental”.


Si usted trabaja con personal se habrá dado cuenta de algo... Pongo un anuncio en el periódico: “Necesito una persona para tal  cosa...”. Resultan una cantidad de aspirantes para el cargo y empiezo a hacer el perfil psicológico del aspirante y ninguno lo da. No sirven, y digo... pero, ¿por qué? Porque el desempleado precisamente es el que no sirve. He observado que las personas que tienen una gran capacidad de servicio, que tienen una gran capacidad de relaciones, gran capacidad de entrega y de dar lo mejor de si mismos, por lo general están muy ocupados y como están tan ocupados no tienen tiempo. Entonces difícilmente tú puedes contratar a una de estas personas porque no tienen tiempo. Entonces tienes que contratar a los que tienen tiempo y los que tienen mucho tiempo es precisamente porque como lo que hacen no es excelente, entonces la vida no les pone a hacer mucho. Hay una parábola del Maestro Jesús muy simpática,  donde cada vez que el Maestro necesitaba un favor o un servicio de alguien llamaba específicamente a un discípulo y todavía no había acababa de hacer esto y le decía, “Fulano mire haga esto”, y estaba atafagadísimo y a ése le ponía todo el trabajo. Había otro discípulo debajo de un árbol durmiendo y a ese nunca le pedía nada. Otro discípulo le decía, “Oiga Maestro, usted es como injusto, ¿no es cierto? Porque a éste que está que no puede del trabajo, Usted cada vez le pone más oficio; y a ése que se la pasa allá durmiendo  no le pone a hacer nada...”. El Maestro le dice: “No hay injusticia... a aquél que sirve se le pone más oficio y a aquél que más hace, más se le dará. A aquél que no sirve no se le pide nada y aquél que nada hace, hasta lo que tiene le será quitado...” ¿Por qué dijo eso? Porque es que ¡¿cómo le pongo yo oficio al que no sirve?!!! Después dijo: “Cuando el que hace me pida algo a él le daré todo. Cuando el que no hace me pida algo, a él le quitare lo que tiene”.


Fracasar en la economía es muy sencillo. No tengo sino que rechazar a los demás, interferir en sus destinos, así sea sólo en pensamiento, no aceptar a alguien porque tiene mucho o porque no tiene nada. Igual si yo no lo acepto, voy a entrar en problema, si me quejo de los ricos tengo un problema grave, si me quejo de los pobres, también. Tengo un problema grave: no he comprendido nada.


Otro ejemplo sencillo que ponen los Maestros (ellos a veces ponen ejemplos físicos): resulta que tenemos una batería que no tiene carga, y tenemos otra batería que está plena de carga. Vamos solucionar el problema de la batería que no tiene carga, tomando de la que sí tiene y le pasamos la carga a la que no tiene... ¿Usted qué cree que pasa después? ¿Será que la que tenía carga ahora no tiene, y la que no tenía ahora si? Pues no. Las dos quedaron sin carga porque la que no tenía carga sigue sin ella porque no es capaz de retenerla o generarla y por eso es que no la tiene. La que si tenía carga era porque es capaz de generarla y retenerla. Pasar la carga de una batería a la otra no soluciona el problema porque la otra no tiene la condición para retenerla. Por eso no es tan sencillo de solucionar el problema como pensamos: “Que el que tiene le dé al que no tiene”. Eso no soluciona nada porque el que no tiene, tiene dos condiciones, primero no es capaz de generar y, segundo, no es capaz de retener. Y eso le pasa porque no acepta la vida, no acepta lo que la vida le ofrece, no es capaz de servir, no es capaz de actuar. Por eso le pasa y eso es lo que pasa en economía. Espero que esté claro.


Yo puedo tener mucha capacidad de generar y de retener pero si a mí se me ocurre el error simple de interferir o de tratar de solucionar un problema donde el problema no está, la vida me va a responder de esta manera: “Mire señor, usted quiere desordenar un proceso pedagógico, pero para que no lo haga, le vamos a quitar los recursos, porque no está permitido hacer eso por el universo”. ¡Es tan sencillo! La solución está siempre en nuestro interior, no afuera.


La última. ¿Cómo se hace para fracasar en la paz interior? ¿Cómo hago para no tener paz?  No acepto a las personas, no me importan las personas, si los demás no me importan no hago nada por ellos y puedo pasar pisoteándolos. Recuerdan que hablábamos de dos personajes, el que no le importa y el que si le importa, pero que hace solamente lo que corresponde con la ley del universo. Al que le importa pero que no hace algo para solucionar el problema de otro, porque sabe que eso es una necesidad de su experiencia, no hará nada para solucionarle el problema a otro, porque no puede hacer nada desde la ley. Pero tampoco lo va a pisotear, tampoco va a agredirlo, tampoco va a invalidarlo, ni va a hacer nada para que el otro se sienta mal. En cambio al que no le importa si puede hacer eso, trata de pisotear a los demás y ese genera una cantidad de conflictos impresionantes. ¿Se dan cuenta que es lo que pasa con la no sabiduría y la no aceptación?


A cada ser humano el Padre le da algo, puede ser que a muchas personas les de inteligencia, usted debe haber conocido a un físico inglés famoso que se llama Stephen Hawking. El Padre le dio una inteligencia muy grande con un físico muy limitado. También pueden ver personas a las que el Padre le dio una condición física excelente para ser un campeón en atletismo o en alguna disciplina deportiva, y a la vez de pronto tiene poca habilidad mental o poco de otras cosas, pero tiene una virtud. Si la persona aprovecha la virtud que el Padre le dio,  pues tiene éxito. A otras personas les da tiempo, a otros les da dinero, a otros les da el don de la palabra, a otros la capacidad de investigar, a otros la fuerza física.  Si yo tengo tiempo o cualquier habilidad que tenga, lo sabio es preguntar: “¿Padre para qué me has dado esta habilidad? Muéstrame como usarla con sabiduría.”


Por ejemplo, Pambelé. Él lo que hizo fue no usar con sabiduría lo que el padre le dio. No supo cómo. Entonces, si yo tengo tiempo, debo preguntar: “Padre, ¿para qué me has dado tiempo, cómo quieres que yo use este tiempo a tu servicio?” Él te lo mostrará. Si no estoy haciendo nada, cualquier cosa que me ofrezcan será ganancia porque no estoy haciendo nada. No hay una sola persona que no pueda tener trabajo si su mente se abre a esta situación. Siempre hay tanto por hacer que, ¿qué hago yo haciendo nada? El problema es que yo puedo tener  una asociación mental muy común, “Yo no me voy a regalar”, “A mí no me gusta hacer eso”, “Pagan muy poquito”, “Para eso, ¡más bien robo!”, “Ese no es un trabajo para mi preparación académica”... Y todo ese tipo de situaciones mentales son las que pueden conducir a que una persona no tenga trabajo. Es imposible no tener trabajo a menos que yo tenga una restricción mental.  La persona dice, “Claro que trabajo hay pero por eso no pagan nada”. Pero es que si tú no haces nada, te da lo mismo. Si no estás haciendo nada, no recibes nada. Cierto. Y ¿qué  tal si hago algo, ya que no estoy recibiendo nada, en vez de quedarme quieto?


Los Maestros dicen esto, cuando alguien dice que no hay trabajo: ¿”No hay trabajo o tú no consigues el trabajo que tú quieres? Es distinto. Trabajo si hay. Muchísimo. Hay demasiado por hacer en el universo, hasta puedes coger una garlancha y ponerte a tapar los huecos de las calles... Si no estoy haciendo nada, ¿cuál es el problema? Ese es un trabajo. Puedo ponerme a arreglar el parque, a recoger las hojas, a limpiar las paredes... En cualquier parte puedo ponerme a hacer algo. Digo que no hay trabajo, y trabajo sí hay. Si rompo el esquema, inmediatamente se desbloquea el asunto.


En alguna ocasión trabajando con una dama, psicóloga ella, me dijo, “Llevó dos años sin trabajo”, y yo le dije, “¿Tú no consigues trabajo o no consigues el trabajo que quieres?”...


“Es que yo me quemé las pestañas para estudiar psicología...”, repuso.


“Eso no tiene ninguna importancia.”, le dije...


Al otro día la persona preguntó por trabajo y le ofrecieron un trabajo cualquiera y lo aceptó. No tenía nada que ver con psicología. Lo aceptó simplemente porque comprendió que siempre había trabajo... Fíjense lo interesante de esto. En ese trabajo donde sólo le correspondía controlar el ingreso y egreso de personal en una fábrica, nada más. Más o menos supervisora de cumplimiento de los horarios; no era más el trabajo que le correspondía hacer. En alguna ocasión entra uno de los empleados con una cara muy triste y en esas a ella se le ocurrió preguntarle, “¿Qué le paso?”. La persona le contó que tenía tal problema. Como ella era psicóloga le dio una orientación. Esa orientación le sirvió mucho a esa persona, pero el asunto fue que esa persona le dijo a otros, “¿Saben que lo que me dijo la persona que está en la puerta me sirvió?”; y otra persona fue y le preguntó y empezaron más y más personas a preguntarle. Obviamente eso no le producía ningún dinero de más... Entonces sucedió algo que no se esperaba ella: la psicóloga de la planta renunció. Como el Jefe ya había visto las capacidades de la portera no se puso a buscar más...


La pregunta es, ¿cómo hizo para llegar a eso? Simplemente, aprovechó lo que la vida le ofrecía. Pero cuando yo empiezo. “Yo soy un profesional con cinco años de carrera... ¿Cómo se le ocurre que voy a irme de portero? No....”.


Ahora, así como dicen; ahí les dejo la inquietud...


Fracasar es muy sencillo:
  • No acepto la vida y fracaso en salud.
  • No acepto a los demás y fracaso en relaciones.
  • No acepto el destino y fracaso en economía. 
  • No acepto lo que sucede y fracaso en mi paz interior.
Esta son frases de los Maestros:


“Fracasado es aquél que se la pasa luchando contra lo que la vida le da”


“Persona de éxito es la que aprovecha todas las oportunidades que tiene para servir y es capaz de ser feliz con lo que tiene y siempre tiene lo necesario para ser feliz”


Es decir, la persona de éxito tiene una gran capacidad de aceptación, acepta hasta los retos, le ofrecen algo a lo que le tiene miedo u otra limitación  y dice: “Yo lo hago”.


* “El éxito se da por la aplicación de tres cosas simultáneamente: servicio, buenas relaciones y experticia. Servir es poner en lo que hago el 100% de mí, con alegría y entusiasmo. Las buenas relaciones son el resultado de aceptar a los demás, y la experticia se produce por el continuo desarrollo y perfeccionamiento del arte que manejo, de mi especialidad”. * Nota tomada en otra clase, de otro módulo de la Escuela de Magia del Amor. F. Uribe.


La persona que está trabajando en un lugar y el jefe lo llama y le dice: “Me gustaría que me colaborara en tal proyecto...”. La persona lo primero que responde es que no se siente capacitada para eso, o “No me toca” o “No me gusta” o “No sé”. ¿Por qué responde eso una persona? Si el jefe llama a una persona y le dice “Colabórame en este proyecto”, es porque ha visto que tiene capacidad para hacerlo, pero la persona le responde: “Yo no me siento capaz para eso”. Lo que no aceptó la persona es que tenía la capacidad para hacer lo que le estaban ofreciendo, porque si no la hubiera tenido no se la hubieran ofrecido. Eso fue lo primero que no acepto. Además no aceptó que aún faltándole conocimientos podría adquirirlos. No aceptó que aquello a lo que le tenía miedo, era la mejor oportunidad para aprender algo nuevo. No aceptó lo que la vida le estaba ofreciendo.  Poco tiempo después ve ahí a otra persona, en ese cargo, y dice, “Qué buena suerte la de ese, ¿no?” ¡No se trata de suerte, en las leyes del universo no hay buena ni mala suerte!


Dinámica de Clase


Antes de continuar, trata de responder por tu cuenta las siguientes preguntas.


•  ¿Qué genera la experiencia de no poder hacer o tener?


•  ¿Qué genera la experiencia de no poder estar en paz?


• ¿Qué genera la experiencia de no tener miedo a nada y tener paz interior?


O, para tener estas experiencias, ¿cómo hago yo para generarlas? Compartan con otro par de compañeros, unos 10 0 15 minutos.


Respuestas
Para generar la experiencia de no poder hacer o tener, hay una no aceptación que es no aceptar lo que la vida me ha colocado a mí como función. No acepto mi función. Una persona que se la pasa diciendo, “Es que no me gusta lo que hago”, “Es que esto no es lo mío”. No estoy aceptando mi función o no acepto la función de otros, o sus destinos. Eso va a generar una experiencia inmediatamente: no tener y no poder hacer. Es una no aceptación de la vida, del Orden del Universo, de las funciones. Tengan en cuenta algo importantísimo: El miedo no es una advertencia, el miedo es una limitación muy grande que necesitamos vencer. Por lo general, las mejores oportunidades que se les presentan a los seres humanos están asociadas con retos, y retos son cosas a las que les tenemos miedo. A alguien que está de subgerente le ofrecen el cargo  de gerente y se muere del miedo. Dice, “Eso es mucha responsabilidad”... Está en una situación y le dicen, “¿Le gustaría encargarse de esto que es más grande?”, y se muere del miedo. Y cada vez que nos ofrecen algo nos morimos del miedo. Esos retos son precisamente donde están las mejores oportunidades y es precisamente pasando por encima del miedo, si acepto lo que la vida tiene para que yo haga, como voy a tener éxito en la vida. Por eso es que no se puede tener o hacer. Porque rechazo lo que la vida tiene para mí... Después digo que es que hay mala suerte o que hay mucho desempleo... ¡Es que yo estoy rechazando!


El no poder estar en paz lo genero cuando no acepto lo que sucede o lo que podría suceder. Fíjense que confundimos algo: lo que está sucediendo con lo que a mí me está sucediendo.  De hecho, si una persona tiene miedo es porque no le está pasando aún nada. Si ya está metido dentro de un problema, no tiene miedo; lo que ya tiene es un problema. Cuando tengo miedo yo estoy haciendo una asociación equivocada: no acepto lo que está pasando porque me da miedo de lo que a mí me podría pasar, no de lo que está pasando. Es una realidad correspondiente con una situación evolutiva tanto del planeta y el país como con personas específicas que necesitan en un momento dado aprender de ciertas experiencias. Si no acepto eso, y me lleno de miedos, angustias y de deseos de lucha o de venganza, ahí se genera la situación de no poder estar en paz porque lo que no tengo es paz. Vivo angustiado todo el tiempo en lugar de disfrutar. Y, ¿qué podría generar la experiencia de no tenerle miedo a nada y poder tener una paz interior constante? La aceptación de la realidad tal cual están las cosas. Las acepto; no tengo por qué sufrir. A nadie la pasa nada que no le corresponda y no tengo por qué cambiar nada, porque el universo tiene un orden perfecto. Hago lo que me corresponda hacer con lo mejor que tengo y eso es todo lo que necesito aceptar.  Espero que nos quede claro este capítulo que se llamaba las luchas contra la vida.


Veamos que aprendimos en este capítulo:


La inutilidad de luchar contra la vida. Es absolutamente inútil luchar contra la vida.
  1. Aprendimos cuales son las causas de fracasar en la vida. Empiezan con un pensamiento, siguen con una actitud que produce un comportamiento, y finalmente hay un resultado desastroso.
  2. Aprendimos cómo determinar cuál es tu función en la vida: aquello que la vida te ha colocado a hacer a ti. En aquello que te ofrecen, para hacerlo pon tu mejor entusiasmo, energía y alegría, y te irá bien en lo que la vida te ponga a hacer, independientemente de que tú digas esto es lo mío o no es lo mío, y, por favor,  no vayan a confundir la misión con la función. Cuando la vida me coloca a hacer algo y yo siento que no es lo que más me gusta, no coincide con mi misión pero es exactamente mi función. Para convertir una función en misión: es muy fácil. Aprende a amar lo que estás haciendo y lo convertirás en misión. ¿Cuál es la diferencia entre misión y destino? Que misión es algo muy agradable y destino es algo que me da miedo. Pero si le pongo amor a lo que estoy haciendo y aprendo aquello de lo que tenía miedo, ¿en qué se convierte? ¡En misión! La mejor oportunidad que tenemos en la vida es convertir la función en una misión.
  3. Aprendimos como se genera la limitación y la pérdida de paz: no aceptando muchas cosas. Y, finalmente,
  4.  Aprendimos cómo se genera la tranquilidad del espíritu: aceptando la realidad del universo y cumpliendo su función. No se les olvide hacer el ejercicio de convertir la función en misión -Aquí vale el dicho popular “Cuando no puedes hacer lo que quieres entonces dedícate a querer lo que haces”. Así lo convertirás en una misión y si ves todo lo que hagas como una misión, tendrás éxito en lo que haces... Si lo rechazas porque no lo aceptas, fracasarás.

Ver capítulos anteriores del Taller de Autoestima Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capítulo 283 Volumén 2:La Manifestación de la Aceptación