"El viaje más largo es el que se hace hacia el interior de uno mismo." Hammarskjöld. |
El propósito de este taller es llegar a producir una profunda comprensión en nuestro interior que nos lleve a encontrar La Aceptación, esa herramienta de liberación total del sufrimiento. En todo lo que estamos compartiendo, hemos visto que hay una sola causa que produce el sufrimiento en el ser humano y esa causa es, exactamente, la incapacidad en un momento dado, de poder aceptar los sucesos que rodean la vida de cada uno de nosotros. Por supuesto que para poder aceptarlos, necesitamos primero comprenderlos.
Ya hemos trabajado muchas herramientas para entender cómo funciona en el universo algo que llámanos el proceso pedagógico. En la medida en que vamos entendiendo que la vida es como un gran colegio, y que los sucesos a nuestro alrededor no son nada más que la tareas que la vida nos pone para que aprendamos lo que vinimos a aprender a la vida: Aprender a ser felices por nosotros mismos y Aprender a amar al prójimo como a mí mismo. Ese es el aprendizaje fundamental porque el uno es externo y el otro es interno. Ser feliz es algo puramente interno del ser humano. La felicidad no es algo que está afuera, es algo que está adentro. Y amar es algo que tiene qué ver con lo que sucede afuera, porque necesito poder aceptar, respetar todas las personas, todos los seres vivientes y los sucesos a mi alrededor, para poder pensar que yo les estoy amando. Ese aprendizaje es precisamente el que nos tiene ahora en el planeta tierra. Estamos disfrutando una maravillosa oportunidad de aprender.
Definitivamente, mientras no logremos aceptar la realidad como simplemente un espejo que nos está mostrando la necesidad del cambio interior, no podremos avanzar en el desarrollo espiritual y en la liberación de nuestro sufrimiento.
Recordemos dos definiciones muy sencillas que es importante tenerlas claras: cuando nosotros vamos a buscar en los libros el significado de felicidad o el significado de amar, lo más probable es que encontremos unos cientos de volúmenes con cientos de páginas acerca de la felicidad y del significado del amor. No es necesario leer tantos libros ni tantas páginas, para comprender algo tan simple como esto:
Los concepto de los hombres acerca del amor, de las leyes del universo, de la felicidad, son muy diferentes, muy opuestos y, por lo general, bastante contradictorios.
Vamos a mirar algo mucho más simple que no se origina en los libros, es algo que los Maestros nos dicen y su simpleza es sorprendente:
Felicidad es igual a algo y amar también es igual a algo.
Vamos a decir que felicidad es exactamente igual a cero sufrimiento. Cuando una persona en su interior tiene cero sufrimiento, significa que esa persona es ciento por ciento feliz, porque la no felicidad es el sufrimiento ante ciertas situaciones externas. Si yo no tengo ningún sufrimiento, ni sufro ante nada, ya soy feliz. Por eso, los maestros son felices y tienen paz en su interior.
En cuanto a la parte externa, lo que tiene que ver con nuestras relaciones, y con las personas, y con todos los seres vivientes, también es igual a cero. A cero resistencia.
Es elementalmente simple lo que vinimos a aprender al mundo. Lo que vinimos a aprender a este colegio es elementalmente simple. Aprenderlo, es todo un reto. Es todo un trabajo porque precisamente todo nuestro sistema de creencias, acumulado en nuestra mente, que conforma la personalidad y el ego humano, no nos permite aceptar la realidad y, por lo tanto, el sufrimiento en nuestro interior es altísimo. Al no aceptar la realidad yo le estoy haciendo resistencia. Le estoy haciendo resistencia a las personas, a sus estructuras, a sus comportamientos, a sus destinos. Y mientras más resistencia yo le hago, más fuerza voy a encontrar; más oposición, más conflicto, más guerra y más problemas...
Cuando le hacemos resistencia a algo, no vamos a medir la fuerza que tiene, sino qué tanta resistencia soy yo capaz de ponerle al Orden del Universo, eso es lo que en realidad medimos. Por supuesto, no habrá forma de medir realmente la fuerza que el universo tiene, que es la fuerza de la creación y la pedagogía. Lo que siempre estaremos midiendo -cada uno de nosotros lo mide-, es la resistencia que yo soy capaz de oponer al Orden del Universo y esa es la actitud que se traduce en conflictos. Por lo tanto, si logramos comprender bien lo que significa la ciencia de la Aceptología, nosotros dejaríamos de ponerle resistencia al mundo y empezaríamos a fluir con él; eso ya nos daría la capacidad de amar. Al no tener resistencia, significa que estoy aceptando el Orden del Universo. Aceptarlo significaría que yo dejaría de sufrir precisamente por las cosas que no puedo cambiar, que no me corresponde cambiar, y que no se necesitan cambiar, porque lo único que necesitamos cambiar está adentro de nosotros. Afuera no hay nada que cambiar, afuera todo lo que sucede (aun cuando a nuestra mente le cuesta un poco de trabajo aceptarlo), es necesariamente perfecto para el proceso del universo. Esa es la idea general de Aceptología.
Ahora, para trabajarla profundamente, para que nuestra mente la acepte, haremos ejercicios muy concretos, que vamos a estar practicando en todo el taller.
Recordemos algo... ¡son cosas tan sencillas!... como todo lo que dicen los Maestros: El Universo y su Organización son lo más simple y sencillo que existe; lo que es complicadísimo es la mente humana que está llena de limitaciones; el Universo no tiene sino tres principios fundamentales que son:
1- La Creación que simplemente es igual a lo que llamamos Dios.
2- La Administración, que está a cargo de los Maestros del Universo.
3- La Pedagogía que es para los hijos de Dios, y es administrada también por Maestros.
Si algo se crea, necesita ser administrado y, para poderlo administrar, necesitamos saber cómo se hace... Y para saber cómo se hace, necesitamos pedagogía. Eso es todo lo que es el Universo; no es nada más. Por supuesto, que la Creación es, comparativamente con nosotros, inconmensurable, gigantesca, pero es el mismo principio en lo pequeño y en lo grande... Como es arriba, es abajo.
No es necesario ir demasiado lejos para poder entender cómo funciona el universo, porque sabemos que lo macro se manifiesta en lo micro, y lo micro es una representación de lo macro. El Maestro Jesús nos dijo: “Si me están viendo a mi están viendo a Dios”. ¡Si estoy viendo una creación, estoy viendo al creador! Y si estoy viendo una organización, ¡estoy viendo el principio que rige el universo! No es necesario irnos lejos; aquí donde estamos, podemos comprender cómo funciona el universo.
Comprendiendo, tenemos la herramienta para aceptar el orden del universo; si lo aceptamos, nuestros sufrimientos van a desaparecer. Si nuestros sufrimientos desaparecen, entonces empezamos a amar; y si empezamos a amar, empezaremos a fluir con el orden perfecto del universo y nos llenaremos de paz en nuestro interior. Así es como se trasciende... ¿Cierto que no es tan difícil?
En nuestro primer tema trabajamos la razón de por qué la Aceptología es una ciencia. No estamos hablando de creencias, de religión. No estamos hablando de ninguna cosa que no pueda medirse y comprobarse. Por lo tanto, estamos hablando de ciencia.
Hay algo que puede medirse fácilmente. Se llama los resultados que cada uno de nosotros obtiene en su vida. Si puedo medir los resultados, podría también ubicar las causas que los generan o la razón por la cual obtengo esos resultados. Podría aprender a obtener resultados voluntariamente y no al azar, porque un resultado al azar, positivo o negativo, no sé como repetirlo. La idea es que yo sepa como generar resultados y eso es lo que se llama saber. Para eso no sirve una creencia.
Los resultados medibles están unos en nuestro interior, y otros en nuestro exterior.
¿Qué podemos medir en nuestro interior? Paz como desarrollo, y sufrimiento como disminución.
Es muy fácil que cualquiera de nosotros pueda observarse a sí mismo y darse cuenta de si está sufriendo, si está angustiado, si tiene estrés, si tiene miedo... y en qué intensidad los tiene, o si no los tiene.
Lo que podemos medir es una disminución de nuestros niveles internos de sufrimiento, de angustia, de miedo, de expectativas, como también podemos medir un aumento de nuestra paz interior, de nuestra serenidad, de nuestra capacidad de actuar frente a las situaciones con una mayor paz interior y con una mayor serenidad.
Externamente, ustedes también pueden medir cuatro cosas. Cuatro “problemas” humanos que son la pedagogía del universo y que pueden medirse también fácilmente, si yo estoy aprovechando lo que esas situaciones me enseñan.
Los cuatros problemas ya los hemos mencionado; vamos a repetirlos:
- Problemas de relaciones.
- Problemas económicos o lo que llámanos problemas de escasez o de recursos.
- Problemas de salud.
- Problemas de ubicación (incapacidad de adaptarse a un sitio cualquiera).
- Problemas económicos o lo que llámanos problemas de escasez o de recursos.
- Problemas de salud.
- Problemas de ubicación (incapacidad de adaptarse a un sitio cualquiera).
La persona que no se siente bien en su casa, no se siente bien en el trabajo, ni en su país, ni en el planeta, entonces, ¿para dónde va a irse?
Veamos como puede medirse que estamos haciendo un desarrollo espiritual...
Si yo empiezo a tener menos problemas de relaciones, es decir, tengo una convivencia más pacifica con las personas, estoy mejorando espiritualmente. Si empiezo a tener menos problemas de recursos, es decir, si empiezo a tener los recursos necesarios para lo que hago... para vivir en la vida. Si empiezo a tener una mejor salud física y mental, y si empiezo a sentirme más a gusto en donde estoy y en lo que hago, es claro que esos indicadores me están mostrando desarrollo espiritual.
Estamos hablando de algo medible, por lo tanto estamos hablando de ciencia.
En la parte del segundo tema, donde hablamos de cómo hacemos ante lo que no estoy aceptando, es claro que hicimos varias preguntas de qué es lo que yo no estoy aceptando, preguntas que dejamos como ejercicio. Era dos cuadernitos o uno solo con dos columnas, en una colocamos lo que no estoy aceptando y en la otra columna lo que yo ya tengo aceptado. La forma de medir es muy sencilla:
Cualquier cosa ante la cual yo me siento mal, es algo que no estoy aceptando.
En la medida en que vamos haciendo esa lista vamos encontrando cuales son nuestras limitaciones por superar.
Recuerden que lo que no estoy aceptando puede estar asociado con cualquier tipo de situación. Cuando me siento mal con una persona, ¿qué no estoy aceptando de esa persona? Me siento mal ante una situación cualquiera, ¿qué no estoy aceptando de esa situación? Si yo estoy observándome cuando voy por la calle y de pronto me siento mal, ¿qué no estoy aceptando? Ahí van a aparecer nuestras limitaciones mentales.
En la otra columna, aquellas cosas con las que te sientes bien, con las que te sientes en paz, es lo que tú ya tienes aceptado. Te sientes muy agradable con alguien, o te sientes muy agradable en una situación o en un trabajo... Observo algo que no me causa ninguna inquietud interna, eso es lo que yo ya tengo aceptado. La idea es ir cambiando la tablita hasta que desaparezca todo lo que no tengo aceptado y pase a ser todo totalmente aceptado. En ese momento, habré concluido prácticamente la totalidad del desarrollo espiritual en el campo humano. ¿Han hecho el ejercicio? ¿Han encontrado alguna cosa que no estén aceptando?
Ante cualquier situación de angustia, de miedo, de sufrimiento, de estrés, hay algo que yo no he sido capaz de aceptar, ¿cómo me voy a liberar de esa situación? De una manera muy sencilla: aceptándolo. ¿Cómo lo voy a aceptar? Comprendiéndolo. Y, ¿cómo lo voy a comprender? Estudiando las leyes que rigen el universo y sus procesos pedagógicos. Eso es lo que estamos haciendo en este taller, que se complementa con todo lo que hemos visto anteriormente.
Ahora estás en capacidad de contestar el siguiente cuestionario:
Antes de continuar, trata de responder por tu cuenta las siguientes preguntas.
1- ¿Para ti, que significa realidad?
2- ¿Cuáles realidades te gustaría cambiar?
3- ¿Qué pasa, en tu interior, cuando no puedes cambiar la realidad?
4- ¿Si la realidad no es cambiable por ti, cómo harías para no sufrir ante ella?
5- ¿Cómo puedes saber que te corresponde, sin duda, modificar tu entorno?
6- ¿Cómo harías para generar una nueva realidad para ti?
7- ¿Cómo puedes saber que sí estás aceptando la realidad?
¿Para ti que significa la realidad?, tiene varias definiciones que se complementan. Realidad es lo que se da en un lugar donde yo puedo actuar.
Le recuerdo que la realidad externa no es cambiable, sino que si cambio mi realidad interna, me hago correspondiente otras realidades externas diferentes y desde mi punto de vista mejores... o peores. Pero la realidad anterior sigue ahí, mientras sea necesaria para las experiencias de otros. Deja de ser mi realidad externa, pero sigue existiendo.
Si un policía desea pasarse a médico, la policía no desaparece por esa razón. Si un médico desea pasarse a defensor, los médicos no desaparecen por esa razón. Si un defensor decide pasarse a pedagogo, los defensores no desaparecen por esa razón. Si un pedagogo decide ser policía, los pedagogos no desaparecen por esa razón...
Si nada cambia por el hecho de que yo cambie, ¿qué es lo que cambia? Hay algo que cambia pero, ¿qué es? Lo que cambia es mí experiencia. No cambia la experiencia del entorno; no cambia la correspondencia de destino que cada quien necesita vivir. Esa no cambia porque no es cambiable... ¿saben por que? Porque si esa fuera cambiable por nosotros, desordenaríamos totalmente el proceso pedagógico del universo entero; eso no esta permitido por la ley de Universo. No puede hacerse. Lo que sí puedo hacer yo es cambiar de función, de actividad, de lugar, cambiar de experiencia a nivel personal. El día que una persona pueda hacer esto, se lleva una experiencia muy agradable. Dice: “Decido declararme en estado de paz y de amor y no ser parte de las correspondencia, ni de defensas, ni de violencia, ni de agresión de ninguna naturaleza”. Las demás personas a su alrededor le van a decir inmediatamente: “Usted se volvió malo... a usted no le importa... Usted es un indolente...”. Tienen derecho a decirle eso porque no entienden de qué se trata.
Para que eso no pase, tenemos que hacer eso sin que se note. Porque si se nota, los demás se sienten agredidos por ti, es decir, se sienten invalidados y no apoyados y casi que tú te conviertes en el enemigo de ellos, porque esa es la reacción del que no sabe. Pero si lo haces correctamente -sin que se note-, (la persona piensa: “Yo me voy a pasar a pedagogo, me voy a pasar a amar, pero que los otros no se den cuenta de eso para que no me confronten...”), te vas sorprender de algo. Hay mucha más gente haciendo esto de la que se supone; pero viven en otro nivel de correspondencia porque ya no lo corresponde el anterior. Equivale a decir: «Yo estaba en el piso tercero del edificio pero un día cualquiera decidí empezar a actuar como se actúa en el piso cuarto. Estando en el tercero decidí hacer lo que se haría en el cuarto; entonces, a la hora menos pensada vino alguien del cuarto y me dijo: “¿Sabe qué? Como Usted actúa como del cuarto piso y no del tercero, véngase para el cuarto piso porque usted ya no tiene oficio allí”... “Oiga, ¿y los del tercero...?” Hay unos del segundo que están subiendo al tercero, entonces ellos te van a reemplazar a ti, para hacer lo que se hace en el tercero”. Con esto quiero decir que independiente de que yo haga o no, de que yo exista o de que yo no exista, en el universo nada va a dejar de funcionar como le corresponde funcionar.
No sé si ustedes han pensado en algo... Esta es una reflexión profunda que le hacemos a las personas cuando están confrontadas con algo que no aceptan. Cuando no estoy aceptando algo, entonces me siento con la obligación de cambiar eso que no acepto. Entonces le pregunto a las personas, “¿Si tú no existieras en este momento, eso dejaría de suceder?”... ¡No deja de suceder!
Una persona dice, “Hay que dar limosna porque sino los pobres no desaparecen...”. Yo le digo, “Si tú no existieras, ¿los pobres desaparecerían?” ¡No desaparecen porque necesitan la experiencia y habrá otro que te reemplace en eso! Hay que dejar de ser el ignorante de turno.
El problema de fondo se va a reducir a una sola cosa... ¡¡Experiencia personal!! No es el universo el que cambia, no son sus procesos los que cambian. Somos nosotros lo que podemos ascender de un piso a otro, o bajar de un piso a otro, o cambiar nuestra experiencia de vida, individualmente.
Hay unas técnicas que vamos a seguir estudiando, que son las técnicas de maestría. Por ahora, solo puedo decirles que una técnica de maestría consiste en que no se note que tú sabes más, porque los que saben menos se van a sentir muy mal contigo porque no te pueden comprender. Por supuesto, que el que sabe menos no podrá evitar que se note, porque sus resultados son diferentes. El asunto de la sabiduría es que necesitamos manejar la información. El universo entero, y todo lo que en el sucede, está organizado con base a información. Transmitir la información adecuada, oportunamente y con sabiduría, es una técnica de maestría. Es evidente que si hay un grupo de personas o una persona cualquiera, que está frente a una situación difícil, con mejor información la podría manejar mejor, pero esa información jamás podrá ser superior a la que la persona pueda comprender o manejar, porque no le harías un favor. Tampoco puede ser inferior. La información debe ser la exacta para él. Los Maestros dicen que la información debe ser eficiente, suficiente y oportuna. Ahí es donde se requiere sabiduría.
Tengan en cuenta algo. Necesitamos interactuar con información allí donde estamos, porque esa es nuestra correspondencia. La pregunta es, qué información le vas a dar tú a una persona, y cómo haces para determinar cuál sería la información apropiada para él. Si las personas están muy cerca y tenemos la oportunidad porque las personas están preguntando, necesitaré darles la información. De lo contrario, tendré que limitarme a esperar a que se desenvuelva la situación, de acuerdo al orden previsto en el plan del universo.
La idea es que si nos involucramos en situaciones agresivas, seremos correspondientes con situaciones de violencia cada vez más fuertes... Una persona puede estar dentro de un ambiente violento sin él ser violento, ¿qué es lo que está haciendo esa persona ahí?... No va a pelear porque el es una persona de paz dentro de un mundo de violencia. Entonces lo que él está haciendo ahí es mostrando dos cosas: un resultado y una opción. Dando una información.
Si una persona está muy angustiada por cualquier situación y necesita una información o servicio, ustedes, ¿a quién creen que recurriría? ¿A una persona en quien ve que tiene paz, o a alguien que está aún más angustiado que él?... El diría, “Si esta persona, que también vive el mismo entorno que yo, tiene más paz, debe ser que comprende algo”..., y por lo tanto recurriría a ella. Ese es el trabajo del justo: dar información y servir. Por supuesto, es un trabajo, una función.
La idea es ésta: si decidimos involucrarnos en un sistema ofensivo o en un sistema de defensa, la correspondencia en el otro extremo es de la ley, no podremos evitarla: 100% de fuerza y resistencia...
(Ante una pregunta) Cuando haya advertencias... Pues las advertencias son para tomarlas en cuenta... Si una persona tiene advertencias y no las toma en cuenta, habrá que preguntarle qué es lo que no está aceptando. Por ejemplo la persona que tenía... Digo “tenía” porque aún cuando crea que tenga, la realidad es que ya no lo tiene... Tenía una finca, productiva o no, en algún lugar donde ahora no tiene acceso por situaciones de guerra, e insiste en seguirla teniendo. La vida le hace advertencias: “Mire, usted eso ya no lo necesita. Ya no es lo que usted administra”... pero si la persona tiene el ego fuerte, ¿qué haría? Diría, “No, pero es que esto es mío; nadie tiene por qué quitarme lo que es mío... Nadie tiene por qué coartarme mi libertad ¿Por qué alguien me va a decir a mí que vaya o no vaya a tal parte, si es que yo soy libre...”. Si esa es la posición mental, decidirá irse en contra de la advertencia. Desde luego tendrá un resultado. No puede decir esa persona que ese resultado es injusto... es el correspondiente con su decisión. Pero si la persona tomara otra decisión y dijera, “No necesito eso puesto que ya no lo tengo. Necesito aceptar que ya no lo tengo porque no lo necesito y eso no me impide ser feliz...”, entonces no generaría esa correspondencia.
La advertencia es bastante particular, no es algo colectivo. Las advertencias son cosas muy específicas; no son cosas generales. Son situaciones absolutamente particulares. Es decir, si a la persona en cuestión nadie le está diciendo nada, no hay advertencia. Alguna persona me ha dicho, “Voy a hacer un viaje por carretera a través de toda Colombia; voy a atravesarme Colombia de un extremo a otro por placer, ni siquiera por negocios... ¿lo hago o no lo hago?” Yo le respondo: “Mira, yo no puedo decirte eso. ¡No sé! Pero si te puedo sugerir que observes la vida. Si no ves ninguna señal de que no lo hagas, hazlo; pero si llegas a ver señales de que no lo hagas, pues no lo hagas”. Eso es lo que yo te puedo decir; lo demás es tu decisión. Algunas personas lo han hecho y regresan de sus vacaciones después de esto y dicen, “Me fue divinamente; disfruté; no había absolutamente nada de nada que no fuera agradable”. Esa persona no había tenido ninguna advertencia. En otro caso, he visto exactamente lo contrario... la persona si tenía advertencias. Y más de tres. Hizo su famoso viaje. No perdió la vida ni nada más, porque tenía ángeles. Pero el resto fue desastroso: el susto, las pérdidas materiales y todo lo demás fueron muy grandes. ¿Qué hizo esa persona? Ser terco. No aceptó las advertencias.
Un hecho general no es un indicador. Los indicadores son particularmente específicos. Y precisos. No se trata de no actuar. Se trata es de decidir cuál es la acción más sabia. Siempre hemos expresado algo: es necesario todo lo que sucede, no hay nada que sobre o que falte de lo que pasa en el universo. Lo que sí es claro es que hay funciones para unas personas y funciones para otras. Como cuando hay un enfermo: es claro que necesitamos un médico; eso está clarísimo.
Entonces si hay un delito, y yo no soy policía o investigador, lo más sabio que puedo hacer es buscar el policía o el investigador. Es decir, vamos a delegar la acción en quien corresponde porque quien corresponde está preparado para eso y es su función en la vida. Eso es lo que él ha venido a hacer. Si yo hago lo que no he venido a hacer, ahí es donde me equivoco.
La pregunta de fondo es: ¿Qué hace una persona para ser correspondiente con determinado evento? Cuando tenemos miedos, odios, cuando tenemos en nuestra mente la idea del culpable, la idea del justiciero o de la injusticia, somos exactamente correspondientes con situaciones de ese estilo, y eso es lo que la vida nos enseña cada vez que enfrentamos una situación.
Para cambiar las correspondencias necesito cambiar la forma de pensar, la forma de sentir, la forma de ver la vida. Entonces yo cambio las correspondencias. Pero no cambio el universo, cambio mis correspondencias. Eso es lo importante de comprender en Aceptología: que no vamos a cambiar el universo porque la realidad no es cambiable, lo que es cambiable es la experiencia individual.
La resistencia que está impidiendo hacer esto se origina en una serie de conceptos mentales aprendidos de la cultura que básicamente los vamos a estudiar ahora, en lo que sigue del taller. Son esos conceptos de solidaridad, de bondad, de integración, de participación... Es decir, eso de “ser bueno”, de que “los demás importan”, de que “me estoy volviendo malo”... O sea, todas esas ideas que si yo no las tengo claras y no sé lo que significan, se me van a convertir en un serio obstáculo mental para mi desarrollo espiritual, y eso será necesario y estará ahí hasta que yo lo comprenda. Buscamos en este taller de Aceptología, precisamente, comprender que hay una serie de conceptos en nuestra mente que más que soluciones causan problemas. Pero el problema no es el de afuera sino el del interior de cada uno de nosotros. Eso vamos a seguir desarrollándolo ahora.
Continuamos con la verificación del ejercicio No. 1. La segunda pregunta, ya después de haber debatido la primera de la realidad, dice: ¿Cuáles realidades te gustaría cambiar? La realidad no me afecta; yo me afecto con la realidad. Lo hago por una razón muy sencilla: porque la realidad me está mostrando una correspondencia con mi interior. Si yo aprovecho la realidad, aprendo lo que ella me enseña. Si yo quiero cambiarla, es porque no la acepto.
La primera lucha -espero que nosotros ya no estemos en ella, porque no nos interesaría un proceso de desarrollo espiritual en ese sentido- es tratar de cambiar todo lo que sucede a nuestro alrededor: cambiar las personas, las estructuras sociales, cambiar lo que llamamos la injusticia, solucionar todos los problemas de los demás... esa es nuestra primera lucha. Cuando nos convencemos de que esa lucha es inútil, empezamos la segunda lucha. No voy a cambiar lo que sucede afuera para acomodarlo a mi ego y mis creencias. Necesito cambiar mi ego y mis creencias para acomodarlas al Orden del Universo, esa es la segunda “lucha”.
Si estamos en la segunda lucha, ya salimos de la primera, porque es claro que si yo no acepto la realidad trataré de cambiarla. Si la acepto, me daría cuenta que lo que necesito es cambiar algo en mi interior para acomodarlo al Orden del Universo, ése es el trabajo espiritual. Si yo quiero cambiar la realidad es porque no la he aceptado. Y mientras no la haya aceptado, no he comprendido lo que me está enseñando. Esto lo vamos a profundizar más adelante. Por ahora me gustaría recordar una de las frases maravillosas del Maestro Jesús. Como todas las de él, es extraordinaria: “Veis la paja en el ojo ajeno y no veis la viga que tenéis en el vuestro”. ¿A qué se refiere esa frase? Fíjense que habla de la paja y de la viga, ¿que es más grandecito? Él no habló de que sea la viga la que está en el ojo ajeno; habla es de que la viga está en el nuestro y la paja está en el del otro. O sea, que es más pequeño el problema del otro que el mío. Fíjense bien lo que eso significa. Cuando yo me siento mal con alguien, por cualquier razón que me sienta mal con esa persona, yo le estoy viendo a él un defecto, porque si yo no le viera un defecto, no me podría sentir mal. Me siento mal es porque yo le veo un defecto a él, pero cuando le veo un defecto a él, no veo cual es el mío. No veo mi incapacidad de aceptar a una persona que tiene un comportamiento diferente al mío.
No es bueno ni malo, es diferente al mío. Yo no soy capaz de aceptarlo a él porque es diferente a mí. Yo quiero que él sea como yo. Esa es la viga que yo tengo. La viga es la limitación que yo tengo para poder aceptar a otra persona. El defecto que él tenga es solamente un pajilla para mí. El problema por resolver no es el del otro, sino el mío. Por esta razón, frente a la realidad pasa exactamente eso: yo veo algo con lo cual me molesto. Me molesto frente a la realidad y la limitación que yo tengo para poderme molestar con la realidad, es un viga muy grande que necesito solucionar.
Ver capítulos anteriores del Taller de Autoestima
Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capítulo 280 Volumén 2:La Aceptación como Herramienta
Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capítulo 280 Volumén 2:La Aceptación como Herramienta