Parte anterior
El significado de la intención omnipresente
Imagínate una fuerza que está en todas partes. No hay sitio alguno en el que no esté. No se puede dividir y está presente en todo cuanto ves y tocas. Extiende tu consciencia de este campo infinito de energía hasta más allá del mundo de la forma y los límites. Esta infinita fuerza invisible está en todos lados, tanto en lo físico como en lo no físico. Tu cuerpo físico forma parte de la totalidad que emana de esa energía. En el momento de la concepción, la intención pone en marcha la forma física que adoptarás y el desarrollo del proceso de crecimiento y de envejecimiento. También pone en marcha los aspectos no físicos, como las emociones, los pensamientos y la forma de ser. En este caso, la intención es el potencial infinito que activa tu aparición física y no física sobre la tierra. De lo omnipresente has pasado a ser presente, en el tiempo y el espacio. Porque es omnipresente, puedes acceder a este campo de la energía de la intención tras tu llegada física a la Tierra. La única manera de desactivar esa fuerza durmiente consiste en convencerte de que estás separado de ella.
El significado de la intención omnipresente
Imagínate una fuerza que está en todas partes. No hay sitio alguno en el que no esté. No se puede dividir y está presente en todo cuanto ves y tocas. Extiende tu consciencia de este campo infinito de energía hasta más allá del mundo de la forma y los límites. Esta infinita fuerza invisible está en todos lados, tanto en lo físico como en lo no físico. Tu cuerpo físico forma parte de la totalidad que emana de esa energía. En el momento de la concepción, la intención pone en marcha la forma física que adoptarás y el desarrollo del proceso de crecimiento y de envejecimiento. También pone en marcha los aspectos no físicos, como las emociones, los pensamientos y la forma de ser. En este caso, la intención es el potencial infinito que activa tu aparición física y no física sobre la tierra. De lo omnipresente has pasado a ser presente, en el tiempo y el espacio. Porque es omnipresente, puedes acceder a este campo de la energía de la intención tras tu llegada física a la Tierra. La única manera de desactivar esa fuerza durmiente consiste en convencerte de que estás separado de ella.
Activar la intención significa reintegrarte a tu Fuente y convertirte en un moderno hechicero. Ser hechicero significa alcanzar el nivel de consciencia en el que se pueden conseguir cosas antes inconcebibles. Como explica Carlos Castaneda: «La tarea de los hechiceros consistía en enfrentarse a la infinitud (la intención), y se sumergían en ella a diario, como el pescador se sumerge en el mar». La intención es una fuerza presente en todas partes como campo de energía; no se limita al desarrollo físico. También es el origen del desarrollo no físico. Ese campo de la intención existe aquí y ahora, y puedes acceder a él. Cuando lo actives, empezarás a notar que tu vida tiene un objetivo y te dejarás guiar por tu ser infinito. Así describe un poeta y maestro espiritual lo que yo denomino intención:
Oh, Señor, tú que estás en los bancos de arena y en medio de la corriente también, ante ti me inclino. Tú que estás en los guijarros y la calma extensión del mar; ante ti me inclino. Oh, Señor omnipresente, que estás en la tierra yerma y entre las multitudes, ante ti me inclino. Sukla Yajur, Veda XVI
Al tiempo que te inclinas simbólicamente ante esa fuerza, reconoce que te estás inclinando ante ti mismo. La energía omnipresente de la intención late en tu interior hacia tu potencial para una vida con sentido.
Cómo llegaste a experimentar la desconexión con la intención Si existe una fuerza omnipresente de la intención que no está solo dentro de mí sino en todo y en todos, estamos conectados por esa Fuente omnipresente a todo y a todos, así como a lo que nos gustaría ser, lo que nos gustaría tener, a lo que queremos alcanzar y todo lo que nos ayudará en el universo. Lo único que necesitamos es reajustarnos y activar la intención. Pero, para empezar, ¿cómo nos desconectamos? ¿Cómo perdimos nuestra capacidad natural de conectarnos? Los leones, los peces y las aves no se desconectan. Los mundos animal, vegetal y mineral siempre están conectados a su Fuente. No ponen en entredicho su intención. Los seres humanos, a pesar de nuestra capacidad supuestamente más elevada para las funciones cerebrales, tenemos algo que denominamos el ego, una idea sobre quiénes y qué somos que elaboramos nosotros mismos.
El ego está compuesto de seis elementos primarios que explican cómo sentimos la experiencia de nosotros mismos al estar desconectados. Al permitir que el ego decida el sendero de tu vida, desactivas la fuerza de la intención. A continuación resumo las seis convicciones del ego. En otras obras mías, sobre todo en Tu yo sagrado, tengo escritas más cosas sobre este tema.
- Soy lo que tengo. Lo que poseo me define.
- Soy lo que hago. Lo que consigo me define.
- Soy lo que los demás piensan de mí. Mi reputación me define.
- Estoy separado de todos los demás. Mi cuerpo me define como ser único.
- Estoy separado de todo lo que me falta en la vida. Mi espacio vital está desconectado de mis deseos.
- Estoy separado de Dios. Mi vida depende de la evaluación de mis méritos por parte de Dios. Como, por mucho que se intente, no se puede acceder a la intención a través del ego, dedica tiempo a reconocer y reajustar alguna de estas convicciones, o las seis. Cuando se debilite en tu vida la supremacía del ego, podrás buscar la intención y aumentar al máximo tu potencial.
Agarrarse a la correa del trolebús Es una práctica que me resulta extraordinariamente útil cuando quiero activar la intención. Quizá también te funcione a ti.
Uno de mis primeros recuerdos es un día en que mi madre llevó a sus tres hijos en el trolebús, yo tenía dos o tres años, y recuerdo que al mirar hacia arriba desde el asiento vi unas correas colgando. Los adultos podían agarrarse a ellas, pero lo único que podía hacer yo era imaginar la sensación de ser lo bastante alto como para agarrarme a esas correas tan por encima de mi cabeza. Pensé que era lo suficientemente ligero como para flotar y alcanzar las correas colgantes. Después me imaginé seguro mientras el trolebús me llevaba a donde tenía que llegar, a la velocidad que quisiera, e iba recogiendo a otros pasajeros que compartían aquella maravillosa aventura de ir en trolebús.
En la vida adulta, me imagino la correa del trolebús para recordarme que he de volver a la intención. Imagino una correa colgando a más de un metro por encima de mi cabeza, a una altura que no puedo alcanzar con la mano. La correa está unida al trolebús, pero ahora este simboliza el flujo de la fuerza de la intención. La suelto o está fuera de mi alcance temporalmente. En momentos de tensión, angustia, preocupación o incluso de malestar físico, cierro los ojos y me imagino que subo el brazo y me veo flotando hacia la correa. Al aferrarme a ella tengo una tremenda sensación de alivio y tranquilidad. Lo que he hecho es eliminar pensamientos del ego y dejarme llevar hasta alcanzar la intención, confiando en que esa fuerza me llevará a mi destino, deteniéndose cuando sea necesario y recogiendo a los compañeros de viaje. En algunas obras mías denomino este proceso el «sendero hacia la maestría». Los cuatro senderos pueden resultarte útiles como pasos para activar la intención.
Cuatro pasos hacia la intención Activar la fuerza de la intención es un proceso que consiste en conectar con tu ser natural y deshacerte de la identificación del ego. El proceso se desarrolla en cuatro etapas:
- La disciplina es la primera etapa. Aprender una nueva tarea requiere entrenar el cuerpo para que actúe como lo desean tus pensamientos. Por eso, eliminar la identificación del ego no significa desconectarte de la relación con tu cuerpo, sino entrenarlo para activar esos deseos. Se consigue con práctica, ejercicio, hábitos saludables, comida sana, etcétera.
- La sabiduría es la segunda etapa. La sabiduría combinada con la disciplina fomenta tu capacidad para centrarte y tener paciencia a medida que armonizas tus pensamientos, tu intelecto y tus sentimientos con el trabajo de tu cuerpo. Cuando mandamos los niños al colegio les decimos: «Sed disciplinados», «Pensad con la cabeza», y a eso lo llamamos educación, pero con eso no se alcanza la maestría.
- El amor es la tercera etapa. Tras disciplinar el cuerpo con la sabiduría y estudiar intelectualmente una tarea, este proceso de maestría supone amar lo que haces y hacer lo que amas. En el mundo del comercio, yo lo denomino enamorarse de lo que ofreces y vender tu amor o entusiasmo a potenciales clientes. Cuando se aprende a jugar al tenis, hay que practicar todos los golpes mientras se estudian las estrategias del juego. También supone disfrutar la sensación de golpear la pelota, de estar en la cancha y todo lo demás relacionado con el juego.
- La entrega es la cuarta etapa. Ese es el lugar de la intención. Aquí es donde tu cuerpo y tu mente no llevan la batuta y te aproximas a la intención. «En el universo hay una fuerza inconmensurable, indescriptible, que los chamanes llaman "propósito", y absolutamente todo lo que existe en el cosmos está unido al propósito por un vínculo de conexión.» Así lo describe Carlos Castaneda. Te relajas, te agarras a la correa del trolebús y te dejas llevar por la misma fuerza que transforma las bellotas en árboles, las flores en frutos y unos puntitos microscópicos en seres humanos. Agárrate a esa correa del trolebús y crea tu propio vínculo de conexión. Ese «absolutamente todo en el cosmos» os incluye a ti y a tu ser disciplinado, sabio y amante, y todos tus pensamientos y sentimientos. Cuando te entregas, te iluminas y puedes consultar a tu alma infinita. Entonces puedes acceder a la fuerza de la intención, que te llevará a donde crees que estás destinado a llegar.
Todas estas reflexiones sobre la intención y la entrega quizá te lleven a plantearte dónde tiene cabida el libre albedrío. Quizá llegues a la conclusión de que no existe el libre albedrío o que te transformas en lo que dicte tu programa. Así que examinemos la voluntad y veamos cómo encaja en esta nueva perspectiva de la intención. Y te ruego que reflexiones en lo leído, incluso si lo que lees está reñido con lo que has creído toda la vida.
Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capítulo 264 Volumén 2:Los Puntos Escenciales de la Intención