Hace unos años, cuando participaba yo en un programa nacional de televisión, una mujer me hizo una pregunta que, a juzgar por su tono, pretendía ser hiriente y despectiva: "Dígame —me espetó—, ¿cómo se siente uno cuando es perfecto?".
Aquella mujer, como la mayoría de las personas, parecía considerar una especie de pecado el que uno se creyese perfecto: uno ha de sentirse insatisfecho consigo mismo y procurar continuamente lograr el ideal que otro tiene de lo que es ser perfecto y que, por supuesto, siempre resulta inalcanzable. Es probable que esta mujer piense también que lo que es perfecto ha de permanecer siempre tal como es: que una persona "perfecta" jamás habría de cambiar o de desarrollarse. De hecho, es probable que piense que sólo Dios es perfecto, y que por eso considera un terrible pecado de orgullo el que yo admitiese que, en ciertos sentidos concretos, he llegado a la conclusión de que usted debe permitirse a si mismo considerarse perfecto si alcanza su capacidad plena como ser humano.
Recuerdo que le contesté a esta mujer lo siguiente: "Es absolutamente válido considerarse a sí mismo perfecto. No equivale, ni mucho menos, a ser presuntuoso, a creerse superior al resto de la humanidad ni a carecer de motivaciones para seguir desarrollando la propia personalidad".
Sabe usted muy bien que el océano es perfecto. También lo son las flores, el cielo, su gatito y todas las cosas existentes. Son todo lo perfectas que pueden ser, aunque estén continuamente cambiando. E1 cielo no es el mismo de hace una hora, pero sigue siendo perfecto. Su gato cambia continuamente, y, sin embargo, no es menos perfecto por ello.
Usted puede evolucionar, cambiar y ser distinto de mil modos, y, sin embargo, ser una criatura perfecta. La esencia de su perfección es su propia capacidad para verse a sí mismo, para aceptar lo que ve como perfecto en el momento presente, y ser luego capaz de convertirse en algo completamente distinto, pero perfecto aún. Resulta irónico que consideremos siempre perfectos a los animales, y nos neguemos, por otra parte, esa misma cualidad a nosotros mismos.
Somos las criaturas más perfectas que pueden crearse en este planeta: de eso podemos estar seguros. Usted es el resultado de millones y millones de años de evolución, la obra de Dios y de todas las demás influencias que han conformado su llegada aquí. Físicamente, no puede llegar usted a ser mejor de lo que es. Su cuerpo y su mente (si quiere diferenciarlos) son los modelos más perfectos de la naturaleza hasta la fecha para asegurar la supervivencia y la perfección de una especie viva en la Tierra. Debería usted maravillarse todos los días de sus propias potencias y capacidades.
Ser perfecto significa verse a sí mismo con ojos nuevos. Significa permitirse llegar plenamente a la vida, en vez de andar siempre dando vueltas, pensando que aún no es usted lo bastante bueno para incorporarse a la Gran Competición. Significa respetar su propia humanidad y su ilimitada capacidad como ser humano. Significa concederse permiso para desarrollarse y alcanzar los niveles más altos imaginables. En este sentido, tiene usted capacidad para ser perfecto. Puede considerarse usted una obra concluida (sin tener que presumir ante los demás ni demostrar nada a nadie)
Extractode El cielo es el límite de Dr. Wayne W. Dyer