Lo que pasó, pasó, y debes dejarlo atrás. Ahí es a donde pertenece. Y no intentes arrancarle al tiempo lo que le pertenece de suyo. Esto lo podrás hacer cuando te des cuenta que tú estás mucho más allá del tiempo, cuando no te identifiques con él. Y una sana actitud es entender y aceptar cabalmente esto.
De hecho, ese entendimiento es origen de liberación y de paz. La agresión que recibiste hace poco tiempo, es un hecho consumado; la noticia e información deplorable que recibiste hace algunos días, es un hecho consumado; el robo que se te cometió hace algunas semanas, es un hecho consumado; el problema familiar que sufriste hace algunos meses es un hecho consumado; la separación que viviste hace años es un hecho consumado. De hecho, el dolor que experimentaste hace unos cuantos minutos, ¡es un hecho consumado! ¡Y un hecho consumado es algo que ya terminó! Sólo cuando dejes ese hecho en el lugar al que pertenece, el pasado, ahí donde terminó, podrás liberarte para vivir en paz tu presente, que de hecho, es lo único que realmente tienes, ese minúsculo momento llamado presente. Aunque por más minúsculo que sea, resulta ser la entrada para fundirnos con el Todo. Y esa minúscula entrada siempre está colmada de paz.
Un hecho consumado, un evento que ya terminó, ya no tiene mayor importancia, ya no tiene vida propia, por decirlo de alguna manera... salvo que tú decidas volverle a conferir vida! Le conferimos vida a un hecho consumado cada vez que volvemos a enfocar nuestra mente en él, cada vez que volvemos a hablar de él, cada vez que lo evocamos. Si el hecho no fuera observado por nosotros, dejaría de tener vida. Esto es: “El Pasado sólo existe en tu mente”, no está en ningún otro lado. ¡Somos dadores de vida mediante nuestra observación! Si estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, he aquí una gran semejanza. Damos vida a aquello en lo que elegimos enfocar nuestra mente.
Llevo muchos años dando terapia desde que salí de la facultad de Medicina. Y en estos años lógicamente he podido consultar a una enorme cantidad de pacientes con depresión, angustia, ansiedad. Y una de las revelaciones más impresionantes que la vida me ha permitido observar en mi muy particular práctica profesional es que todos los que se sienten tristes, ansiosos, preocupados o decepcionados, suele ser por un hecho consumado pero que por decisión propia no permiten que se consuma del todo, recordando una y otra vez aquello que les causó dolor o pena. El hecho ya pasó, ya terminó hace mucho, mucho tiempo, pero ellos siguen dándole vida con la fuerza de su pensamiento en la propia elección de volverlo a recordar. Es como si hubiera existido alguien que se dedicó a hacerte mucho daño como su único objetivo, pero afortunadamente ya murió..., pero para tu sorpresa (y la de muchos a tu alrededor) luego tú mismo(a) lo que intentas todos los días es revivir al muerto. Y lo puedes lograr, que es lo peor.
Con toda la subjetividad que pueda tener mi muy particular punto de vista en mi experiencia como terapeuta, puedo comentar un poderoso ejemplo para que comprendamos aún más este fenómeno: es el caso de un matrimonio donde él le fue infiel a ella en una ocasión. El hecho para nuestra cultura y tiempos, sin duda alguna, es fuerte, doloroso y muy delicado. Si ella decide perdonarlo y continuar la relación será un beneficio para los dos. Y posiblemente él, luego de la tremenda confrontación y dolor, no vuelva a ser infiel nunca. Pero ahora el dolor originado por la conducta de él, migrará su origen a la mente de ella. Luego del hecho consumado, sólo los pensamientos de ella serán la fuente de dolor.
Ella nunca volverá a ser feliz si sigue dándole vida a un hecho consumado, una y otra vez, con cada recuerdo que ella elija tener de aquella infidelidad. Y ese será su infierno. Casi me atrevería a decir que su infierno no será lo que él hizo, sino lo que ella constantemente recuerde. Salir o entrar al infierno no dependerá de lo que él haga o deje de hacer, sino sola y exclusivamente de ella decida pensar un día tras otro, de que decida entender que ya fue un hecho consumado, o le quiera seguir dando vida. Insisto, ya él nada tendrá que ver en la felicidad y confianza que ella pueda tener, sino sólo y exclusivamente ella mediante sus pensamientos.
Recuerdo que a una de mis pacientes le explicaba esto y simplemente no lo aceptó tan fácilmente. Tengo la teoría de que esta negación es hasta cierto punto entendible ante la apabullante responsabilidad que caía solamente en ella misma, en nadie más. Y tener tantísima responsabilidad sobre uno mismo, resulta extremadamente difícil de aceptar para la mayoría del común de los mortales. Hay que prepararse con Nueva Conciencia para saberse el único responsable de lo que uno mismo vive. El único.
Me acuerdo que esa señora me decía que por más que me quería entender en mi planteamiento de Nueva Conciencia, simplemente no podía. Que desde aquella infidelidad ella sufría cada vez que él salía de viaje o muchas veces incluso aquí en la ciudad, afirmando que él era el origen de su desdicha. Parte del diálogo en mi consulta fue así:
- "Señora, la desdicha que hoy usted siente es sólo por los pensamientos que usted elige tener, no por lo que él hizo hace tanto tiempo".
- "¡Ah! Ahora usted doctor me quiere hacer sentir que además de desdichada soy una tonta, porque yo misma me genero la desdicha con mis propios pensamientos, ¿O qué?".
- "Usted es enteramente libre de sentir lo que quiera, interpretando mis palabras como más le plazcan. Yo sólo he dicho, y afirmo, que su desdicha tiene origen en sus propios pensamientos, en lo que usted elige pensar".
- "Le quiero entender doctor... pero... a ver... estos pensamientos no hubieran existido en mi mente si él no hubiera sido infiel! ¡¿Qué me dice a esto doctor!? No soy yo, fue él el que generó mi pensamiento".
- "Sí, efectivamente fue él quien generó el pensamiento, pero es usted quien decide mantenerlo"
Se hizo un silencio, que terapéuticamente yo decidió alargar. Para luego continuarle diciendo:
- "Tiene usted toda la razón. Toda. Sin embargo, hoy, en esta consulta no se trata de ver el origen de su pensamiento, sino el de su desdicha. Efectivamente lo que él hizo le generó un pensamiento a usted. Pero eso ya pasó. Y ahora, usted es la que elige recordarlo una y otra vez, y ahí, en ese preciso aspecto, usted es la única responsable de su desdicha. Por eso la invito a cambiar el pensamiento y le cambiará la vida".
La señora aún con terapia, se mostraba renuente y desconfiaba constantemente de su marido, entonces le recomendé dejarlo y separarse de él para siempre. Así de fácil y sencillo para volver a unirse con la paz y confianza que había perdido. "¡Ah! Eso no me gustaría. Ahora dejarle el camino libre a la otra o a él, eso no. Si sufro, que él también sufra!". Esa fue su respuesta. No lo quiere dejar, pero tampoco es feliz con él. Entonces, la gente sufre por elección propia, al no decidir un cambio o de vida o de pensamiento.
No hay más opciones de cambio. O cambias de pensamiento o cambias de vida (dejar a tu pareja y cambiar a otra, cambiar de lugar de residencia, cambiar de trabajo, etc.). La fuerza para hacer estos cambios la sacarás de la medida que tengas en tu deseo para ser feliz. Qué tan feliz estés dispuesto a ser, será la medida en la que te decidas a hacer cambios. Y uno de los más poderosos está en aceptar y comprender que un hecho consumado es algo que ya terminó, y dejémoslo acabado.
Ahora bien, si una vez luego de haber logrado liberarse mediante el poder dejar atrás un hecho consumado, si se volviera a repetir, otra sería la historia. Para seguir con el ejemplo, si la señora hubiera logrado dejar atrás lo que ya fue, dejar un hecho consumado, y así lograra liberarse y volver a la paz..., si luego de todo esto, él volviera a ser infiel, entonces ya es otra historia, no se trata de otro hecho consumado, sino de valorar querer vivir con alguien infiel por naturaleza o no. Y así, sin pleitos ni arrebatos, sin venganza ni agresión, basta con decidir ser feliz para que ahora en vez de cambiar de pensamiento, la invitación que la vida nos da es a cambiar de vida.
No podemos ir por ahí esperando que el otro o la otra sean como nosotros queremos que sean. Lo que he visto es que la gente es como es porque así es, independientemente de nuestra opinión. Entonces, sólo hay que elegir bien con la información que los hechos nos proporcionan, y seguir adelante con el cambio que sea necesario para nuestra propia felicidad. Punto. Así de fácil, si realmente se quiere ser feliz y vivir en paz.
Para dejar que un hecho consumado, realmente se consuma en su totalidad, es decir, para dejar que lo que pasó realmente pase y deje de tener importancia en nuestras vidas, he encontrado dos estrategias, una externa a nosotros y otra interna:
1) Que pase el tiempo. Esta estrategia es externa a nosotros pero aún así nos ayuda tremendamente. Sólo al pasar el tiempo, siempre y cuando no se vuelva a generar el origen del dolor, se irá desvaneciendo la importancia que dimos al evento aquel. Por eso se dice tan atinadamente que no hay mal que el tiempo no cure. Hay mucho de razón aquí. Entonces, no nos queda más que esperar. El paso del tiempo trae su propio bálsamo revivificador y fortaleciente.
2) Que metamos otros pensamientos positivos a nuestra mente. Es decir, además de que pase el tiempo, pongamos atención a lo que hacemos en ese tiempo. Esta es una estrategia interna a nosotros. He observado en forma impresionante que mucha gente sufre un problema, no por el problema mismo, sino porque no hay otra cosa en su cabeza más que el problema! Tienes que dedicar tiempo a meter información nueva a tu mente, una información totalmente diferente a lo que estás viviendo, y que te eleve el alma, que te renueve el espíritu. Y esa decisión está en ti. Leer libros que te dejen algo positivo en tu vida, asistir a eventos que generen alegría y dicha en tu experiencia como humano, realizar algún deporte y enfocar tu mente en el placer de esculpir tu cuerpo, conversar con alguien interesante que te deje siempre un exquisito sabor de boca y alma en su conversación, ver programas de televisión que te hagan reír y divertirte, etc. En una palabra: meter a tu mente "algo más" y que sea enriquecedor, que sólo el problema que crees tener. Te repito, la magnitud del problema no está muchas veces en el tamaño del mismo, sino en que no hay nada más dentro de tu cabeza y por eso se percibe tan grande. Pero verás que en cuanto metas más información a tu cabeza, la comparación se empezará a suceder y el problema lo percibirás mucho más pequeño, en tamaño e importancia. Además, recuerda: tú eres más grande que tus problemas. Sólo hay que recordar (o aprender) quién eres realmente, y esa es un tipo de información que te estoy recomendando en este punto.
Hay muchos ejemplos que comentar en esta recomendación, pero el mensaje central es que un hecho consumado debes dejarlo así, terminado. La forma más poderosa para lograr esto es perdonar. Y perdonar no significa olvidar solamente, sino soltar un juicio que has hecho sobre un acto pasado y soltarlo de tu corazón. La idea de un juicio te hará esclavo de tu propia sed de venganza.
Deja el juicio y comprende que muchas veces en la vida no hay justicia, sino amor para perdonar cualquier injusticia. Y al perdonar, se abre el camino para seguir o para separarse y amorosamente permitir
que cada quien siga por su propio camino. Cualquiera que sea la opción que elijas, te hará sentir liberado, en paz y dueño de tu propia vida con una gran... ¡Emoción por Existir!
Si aún tienes dudas de perdonar cosas del pasado, porque “hay cosas que no se pueden olvidar”, te voy a hacer una sólo pregunta: ¿Qué has ganado manteniendo estos recuerdos vivos en tu mente y emociones? …………. Nada, debe ser la respuesta más sincera, ó perdón, si, sí ganaste algo: amargar tu vida, perder oportunidades, generarte enfermedades como artritis, ¿valió la pena?
Si has hecho algo en tu vida que no te gusta más o que en verdad te arrepientes... simplemente déjalo de hacer. Y ya. Listo. Bienvenido a una nueva vida! Recuerda: La vida es hacia adelante.
"El único encanto del pasado consiste en que es el pasado"
Oscar Wilde.
"El pasado ya no es"
San Agustín.
"Deberíamos usar el pasado como trampolín, y no como sofá"
Harold MacMillan
Ver capítulos anteriores del Taller de Autoestima
Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capítulo 215 Volumén 2: Lo Pasado Pasado
Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capítulo 215 Volumén 2: Lo Pasado Pasado