“Si no te gusta la verdad que descubriste, no es problema de la verdad, sino tuyo.” - Alejandro Ariza
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Hemos pensado erróneamente que hay un destino de vida, que un gran poder superior decide quién si y quién no obtiene lo que desea, las cosas que no nos resultan debe ser porque no las merecemos ó un castigo. ¡Vaya manera más anticuada de entender la vida!
Hay Leyes en el universo que te permiten tener - crear - exactamente lo que quieras. Dichas Leyes no pueden ser violadas, ni pueden ser ignoradas. Estás obedeciendo esas Leyes ahora mismo, incluso mientras lees esto. No puedes dejar de cumplirlas, pues es así como funcionan las cosas. No puedes apartarte de ellas; no puedes actuar al margen de ellas.
Cada minuto de tu vida has estado actuando dentro de ellas; y, así, todo lo que has experimentado lo has creado tú. Formas parte del Universo y por lo tanto te riges por sus Leyes. Es un Universo amoroso y abundante al que tienes acceso como lo describe la Ley de Atracción, ya explicada en anteriores capítulos. Lo resumiremos ahora, para que lo entiendas de una manera clara.
Eres un ser triple. Te compones de cuerpo, mente y espíritu. También puedes denominarlo lo físico, lo no-físico y lo meta-físico. Los psicólogos describen el “consciente”, “subconsciente” y “superconsciente”. Los filósofos lo han llamado el “ello”, el “yo” y el “súper-yo”. La ciencia lo llama “energía”, “materia” y “antimateria”. Los poetas hablan de “mente”, “corazón” y “alma”.. El tiempo se divide en “pasado”, “presente” y “futuro”. Estos tres aspectos de tu ser son, en realidad, tres energías. Podrías llamarlas pensamiento, palabra y acción. Las tres juntas producen un resultado; lo que conocemos, como “sentimiento”, o “experiencia”.
Tú subconsciente, (ello, espíritu, pasado, etc.) es la suma total de todos los sentimientos que has tenido (creado). Tu consciencia de algunos de ellos se denomina “recuerdo”. Cuando tienes un recuerdo, se habla de re-membrar. Es decir, juntar de nuevo. Reunir de nuevo las partes. Cuando reúnas de nuevo todas tus partes, habrás re-membrado Quien Realmente Eres.
El proceso de creación se inicia con el pensamiento; una idea, concepto o imagen mental. Todo lo que ves fue una vez idea de alguien. Nada existe en el mundo que no haya existido antes como pensamiento puro. El pensamiento es el primer nivel de la creación.
A continuación viene la palabra. Todo lo que se dice es pensamiento expresado. Es creador, y emite energía creadora al universo. Las palabras son más dinámicas que el pensamiento (por lo tanto, algunas pueden ser más creadoras) puesto que las palabras constituyen un nivel de vibración distinto al del pensamiento. Trastornan (cambian, alteran, afectan) al universo, causando un gran impacto. Las palabras constituyen el segundo nivel de la creación.
A continuación viene la acción. Las acciones son palabras en movimiento. Las palabras son pensamientos expresados. Los pensamientos son ideas formadas. Las ideas son energías reunidas. Las energías son fuerzas liberadas. Las fuerzas son elementos existentes. Los elementos son partículas de Dios, porciones del Todo, la sustancia de todo.
Siguiendo la secuencia de este proceso, el problema comienza con Tú pensamiento acerca de ti mismo, que piensas que no eres lo bastante bueno, lo bastante maravilloso, lo bastante puro, para ser una parte de Dios, para formar sociedad con Dios. Has negado durante tanto tiempo quién eres, que lo has olvidado.
Esto no ha ocurrido por azar; no es por casualidad. Forma parte de un plan divino, puesto que no podrías afirmar, crear ni experimentar quién Eres, si ya lo fueras. Primero era necesario que rompieras (negaras, olvidaras) el vínculo, con el fin de experimentarlo plenamente mediante su creación plena, mediante su surgimiento, ya que tu más grandioso deseo - es que te experimentes a ti mismo como la parte del Universo que eres. Así pues, estás en proceso de experimentarte a ti mismo creándote a ti mismo de nuevo en cada momento.
Tu vida “despegará” cuando decidas que lo haga. Hasta ahora no lo has decidido. Te has entretenido, lo has aplazado, has protestado, has culpado a los demás, al dinero, a la suerte, a Dios.
Ahora es el momento de que produzcas lo prometido. Para hacerlo, debes creer la promesa, y vivirla. Debes vivir la promesa de que eres parte de la creación, parte del Universo, parte de este poder infinito. Que somos uno con el gran ser que me hizo y me trajo aquí y que formó las galaxias y los universos, etcétera.
Dios tocando al hombre. Capilla Sextina en el Vaticano, Italia. |
Por siglos nos han enseñado que hay una separación, Dios en el Cielo, nosotros en la Tierra, no somos más que pequeños viviendo una experiencia basada a la suerte a designios que no entendemos bien. La vida es una prueba, somos seres imperfectos, defectuosos, somos una mota de carbón en el Universo y sin poder sobre nuestra suerte ó destino escrito. ¡Ah!... aquí es donde el asunto se complica, con estas creencias, es obvio que rechazas pensar en que eres un ser perfecto donde habita Dios dentro de ti.
Este concepto puede caerte de peso. Aceptarlo es demasiado. Demasiada grandeza, demasiado asombroso; demasiada responsabilidad, puesto que, si eres igual a Dios, eso significa que nada se te da a ti, sino que todo es creado por ti. Con este enfoque ya no puede haber víctimas ni malvados; sólo resultados de tu pensamiento respecto a algo. Te lo aseguro: todo lo que ves en tu mundo es el resultado de tu idea sobre ello. Lo que vives hoy sea lo que sea Tú lo creaste.
¿Quieres que tu vida “despegue” realmente? Entonces, cambia tu idea sobre ella. Sobre ti. Piensa, actúa y habla como el Dios que Eres. Si lo crees y lo aceptas esto te alejará de muchos de tus semejantes. Te llamarán loco. Te acusarán de blasfemo. Se reirán de ti y finalmente se hartarán de ti, y tratarán de crucificarte.
Actuarán así, no porque piensen que tu vives en un mundo producto de tus propias ilusiones (la mayoría de los hombres son lo bastante amables como para permitirte tus diversiones privadas), sino porque, antes o después, otros se sentirán atraídos por tu verdad, por las promesas que ésta encierra para ellos. Y es en este momento cuando intervendrán tus semejantes, porque será en este momento cuando empezarás a representar una amenaza para ellos, ya que tu sencilla verdad, sencillamente vivida, ofrecerá más belleza, más bienestar, más paz, más alegría y más amor hacia uno mismo y hacia los demás que todo lo que tus colegas terrenales puedan idear.
Los cambios en la gente generan inseguridad, y adoptar esta verdad significaría el fin de sus costumbres, Significaría el fin del odio y el temor, de la guerra y la intolerancia. El fin de “la ley del más fuerte”. El fin de la lealtad y el homenaje por el temor. El fin de los pretextos. El fin del mundo tal como lo conoces; y como tu lo has creado hasta ahora.
De modo que estáte preparado, puesto que serás vilipendiado y despreciado, insultado y abandonado, y finalmente te acusarán te juzgarán y te condenarán - todo ello a su manera - desde el momento en que aceptes y adoptes tu sagrada causa: la realización del Yo. Entonces, ¿por qué hacerlo?
Porque dejarás de preocuparte la aceptación o aprobación del mundo. Dejará de satisfacerte lo que ésta te ha aportado, dejará de complacerte lo que les ha dado a otros. Quieres que cese el dolor, que cese el sufrimiento; que termine la ilusión. Te sentirás diferente, muy diferente sintiéndote parte del todo.
Estás harto de este mundo tal como es actualmente. Aspiras a un mundo nuevo. Deja de aspirar a él. Ahora, haz que surja.
Primero,fíjate en tu Más Alto Pensamiento sobre ti mismo. Imagina cómo serías si vivieras ese pensamiento cada día. Imagina lo que pensarías, harías y dirías, y como responderías a lo que los demás hicieran o dijeran. ¿Ves alguna diferencia entre esta proyección y lo que piensas, haces y dices ahora?
Bueno. Debes verla, puesto que sabemos que en este momento no estás viviendo tu más alta visión de ti mismo. Ahora bien, una vez vistas las diferencias entre donde estás y dónde quieres estar, empieza a cambiar - cambiar conscientemente - tus pensamientos, palabras y acciones, igualándolos con tu magnífica visión.
Esto requerirá un esfuerzo físico y mental tremendo. Supondrá un control constante, momento a momento, de cada pensamiento, palabra y acto. Implicará una continua - y consciente - toma de decisiones. Todo el proceso constituye un enorme desplazamiento hacia la consciencia. Lo que descubrirás si afrontas este reto es que has pasado la mitad de tu vida inconsciente. Es decir, ignorante a nivel consciente de lo que has decidido en cuanto a pensamientos, palabras y actos hasta que has experimentado sus consecuencias; y entonces, cuando has experimentado dichos resultados, has negado que tus pensamientos, palabras y actos tuvieran algo que ver con ellos.
Se trata de una invitación a abandonar esta vida inconsciente. De un reto al que tu alma ha aspirado desde el principio de los tiempos. Ahora se trata de ser conciente de que eres conciente del poder que se nos ha conferido.
Puede ser este continuo control mental terriblemente agotador, hasta que se convierta en una segunda naturaleza. En realidad, es tu segunda naturaleza. Tu primera naturaleza consiste en amar incondicionalmente. Tu segunda naturaleza consiste en decidir expresar tu primera naturaleza, tu verdadera naturaleza, conscientemente.
Así pues: ¿quieres que tu vida “despegue”? Empieza a imaginártela del modo como quieras que sea, y trata de alcanzarlo. Examina cada pensamiento, palabra y obra que no se muestren en armonía con esa idea, y aléjalos de ti.
Cuando tengas un pensamiento que no cuadre con tu más alta visión, cámbialo por otro nuevo, inmediatamente. Cuando digas algo que no se ajuste a tu más grandiosa idea, toma nota de no volver a decir de nuevo nada semejante. Cuando hagas algo que no cuadre con tu mejor intención, decide que esa sea la última vez que lo haces. Y siempre que puedas, haz el bien sin mirar a quién.
Estoy proponiendo no de ignorar el problema, o de pretender que no existe. Estoy hablando de observar la circunstancia, y luego formular tu más alta verdad respecto a ella.
Y si estas sin quiebra, pues estás en quiebra. Es absurdo mentir acerca de eso, y tratar de inventarse un cuento para no admitirlo. Pero son tus pensamientos acerca de ello (“estar en quiebra es malo”, “estar en quiebra es horrible”, “soy una mala persona, puesto que la buena gente que trabaja duro y realmente se esfuerza nunca está en quiebra”, etc.) lo que determina cómo experimentas la “situación-de-estar-en-quiebra”.
Son tus palabras acerca de ello (“estoy en quiebra”, “no tengo dinero”), las que dictaminan cuánto tiempo seguirás estando en quiebra. Son tus actos en relación a esta situación compadeciéndote a ti mismo, dejándote abatir, no tratando de buscar una salida; porque, de todos modos, ¿para qué? los que, a la larga, crean tu realidad.
Lo primero que has de entender respecto al Universo es que ninguna circunstancia es “buena” o “mala”. Simplemente es. De modo que deja de hacer juicios de valor. Nada tiene un contexto, tú se lo das. Es tú valoración personal de lo que vives filtrada por tus creencias, sentimientos y pensamientos.
Lo segundo que has de saber es que todas las circunstancias son transitorias. Nada se mantiene igual, nada permanece estático. De que manera cambien, es algo que depende de ti.
El amor es el sentimiento más alto, es la experiencia de la unidad con Todo Lo Que Es. Este es el gran retorno a la Verdad por el que el alma suspira. Este es el sentimiento del amor perfecto.
El amor perfecto consiste en percibir lo perfecto que es el color blanco. Muchos piensan que el blanco es la ausencia de color. No es así. Es la inclusión de todos los colores. El blanco es todos los demás colores que existen, combinados.
Del mismo modo, el amor no es la ausencia de toda emoción (odio, cólera, lujuria, envidia, codicia), sino la suma de todo sentimiento. Es la suma total. El total combinado. El todo. Así, para que el alma pueda experimentar el amor perfecto, debe experimentar todos los sentimientos humanos.
La tarea del alma, por supuesto, consiste en hacer que escojas la grandeza que selecciones lo mejor de Quienes Eres, sin condenar aquello que no seleccionas.
Se trata de una gran tarea, puesto que estas habituado a aventurar juicios, a llamar a algo “equivocado” o “malo”, o “insuficiente”, en lugar de bendecir aquello que no eliges.
Haces algo peor que condenarlo: en realidad, tratas de dañar aquello que no eliges; tratas de destruirlo. Si hay alguna persona, lugar o cosa con los que no estés de acuerdo, los atacas. Si hay algún pensamiento que te contradice, lo ridiculizas. Si hay alguna idea distinta de la tuya, la rechazas. En esto te equivocas, puesto que creas sólo la mitad del Universo. Y no podrás entender nunca tu mitad en tanto rechaces completamente la otra.
La reconciliación es el proceso de aceptarlo todo, y luego elegir lo mejor. ¿Lo entiendes? No puedes elegir ser Dios si no hay nada más entre lo que elegir. No resulta interesante el hecho de que no parezca blasfemo aspirar a ser como el demonio, y en cambio parezca ofensivo aspirar a ser como Dios.
Aspirar a ser un demonio es aceptar las creencias que nacimos en pecado; Eres pecador de nacimiento, para convencernos a nosotros mismos de nuestro propio mal. Sin embargo, aunque nos dijeran que has nacido de Dios, que naces como puros Dioses y Diosas - puro amor -, me lo negarías.
Pasas una vida tratando de ser convencido de que eres malo, sino también, de que aquello que deseamos, también es malo. El sexo es malo, el dinero es malo, la alegría es mala, el poder es malo, tener mucho es malo - mucho de lo que sea -. Algunas religiones incluso mantienen la creencia de que bailar es malo, la música es mala, divertirse es malo. Pronto aceptaremos que sonreír es malo, que reír es malo, que amar es malo. En sembrar estas creencias se ha hecho un verdadero arte represivo en la familia, la sociedad y la escuela.
No, no, amigo mío; puede que haya muchas cosas que no tienes claras, pero hay una que sí la tienes. Tú eres malo, y la mayor parte de lo que deseas es malo. Una vez formulado este juicio sobre ti mismo, sin embargo si estas leyendo este material del taller de autoestima, es que has decidido que tu tarea consiste en ser mejor.
Eso está bien. En cualquier caso, el objetivo es el mismo; pero hay un camino más corto, un atajo, una vía más rápida: La aceptación inmediata de quién y qué Eres, y la manifestación de ello.
Eso es lo que hizo Jesús. Es el camino de Buda, de Krishna, el camino de todos los Maestros que han habitado este planeta.
Y de igual modo, todos los Maestros han dejado el mismo mensaje: lo que Dios es, tú lo eres; lo que él puede hacer, tú lo puedes hacer; todo esto y más, también lo puedes hacer tú.
Pero no les has escuchado. En cambio, has elegido el camino, mucho más difícil, de creer que uno es el demonio, de imaginar que uno es el mal y esta mal.
Piensas que es difícil seguir el camino de Cristo, practicar las enseñanzas de Buda, poseer la luz de Krishna, ser un Maestro. Pero Yo te aseguro que es mucho más difícil negar quien Eres que aceptarlo.
Eres bondad, misericordia, compasión y conocimiento. Eres paz, luz y alegría. Eres perdón y paciencia, fuerza y valor, ayuda cuando hay necesidad, consuelo cuando hay dolor, curación cuando hay herida, enseñanza cuando hay ignorancia. Eres la sabiduría más profunda y la más alta verdad; la paz más magnífica y el más grandioso amor. Eres todo esto. Y en determinados momentos de tu vida tú te has reconocido a ti mismo como siendo todo esto. Decide, pues, reconocerte a ti mismo siempre como siendo todo esto.
Tienes el poder y la capacidad de ayudar a terminar con el hambre en el mundo en este momento, de curar las enfermedades en este instante. ¿Y si te dijera que la propia sociedad médica oculta métodos de curación, se niega a aceptar medicinas y procedimientos alternativos, porque amenazan la propia estructura de la profesión de “curar”? ¿Y si te dijera que los gobiernos no quieren acabar con el hambre en el mundo? ¿Me creerías?
Podrías pensar que tu médico familiar no puede pensar así, en lo individual; es cierto. Pero cuando hablamos de la sociedad médica y de la sociedad política, hablamos de algo institucionalizado, y son las instituciones las que lo hacen, a veces de manera muy sutil, a veces incluso inconsciente, pero inevitablemente... ya que, para dichas instituciones, se trata de una cuestión de supervivencia.
Así, por ponerte sólo un ejemplo muy sencillo y evidente, los médicos occidentales rechazan la eficacia curativa de los médicos orientales porque aceptarla, admitir que determinadas modalidades alternativas pueden proporcionar una curación, supondría desgarrar el propio tejido de la institución tal como está estructurado.
Esto no es malévolo, pero es insidioso. La sociedad no lo hace porque sea malo; lo hace porque tiene miedo. Todo ataque es una llamada de socorro.
Eso está bien, pero volvamos a la creación en nuestra vida, pues no debemos perder el hilo de algo muy importante.
La vida es una creación, no un descubrimiento. No vives cada día para descubrir qué te espera ese día, sino para crearlo. Estás creando tu realidad cada minuto, probablemente sin saberlo.
He aquí el cómo y el porqué:
- Estas creado a imagen y semejanza de Dios.
- Dios es el creador.
- Eres tres en uno. Puedes llamar a esos tres aspectos del ser como quieras: Padre, Hijo y Espíritu Santo; mente, cuerpo y espíritu; superconsciente, consciente y subconsciente.
- El proceso de creación procede de estas tres partes de tu cuerpo. Dicho de otro modo, creas a los tres niveles. Las herramientas de creación son: el pensamiento, la palabra y la obra.
- Toda creación se inicia con el pensamiento (“Procede del Padre”). Toda creación pasa después a la palabra (“Pide y se te dará”). Toda creación se completa en la obra (“Y el verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”).
- Aquello que piensas pero no dices crea a un nivel. Aquello que piensas y dices crea a otro nivel. Aquello que piensas, dices y haces se hace manifiesto en tu realidad.
- Pensar, decir y hacer algo, si no crees verdaderamente en ello, es imposible. Por lo tanto, el proceso de creación debe incluir la creencia, o el conocimiento. Éste es fe absoluta. Esta más allá de la esperanza. Es conocimiento de una certeza (“Por tu fe seréis sanados”). En consecuencia, la parte activa de la creación incluye el conocimiento. Se trata de una claridad esencial, una certeza total, una completa aceptación de algo en tanto realidad.
- Este nivel de conocimiento es un nivel de intensa e increíble gratitud. Es un agradecimiento por adelantado. Y quizás sea ésta la clave más importante de la creación: estar agradecido antes de, y por, la creación. Esta actitud de darla ya por hecha no es algo que haya que perdonar, sino algo que hay que alentar. Es un signo seguro de la cualidad de Maestro. Todos los Maestros saben por adelantado que la obra se ha realizado.
- Celebra y disfruta de todo lo que creas y has creado. Rechazar cualquier parte de ello significa rechazarte a ti mismo. Sea lo que sea lo que se presente como parte de tu creación, poséelo, reivindícalo, bendícelo, agradécelo. Procura no condenarlo (“¡maldita sea!”), puesto que condenarlo significa condenarte a ti mismo.
- Si hay algún aspecto de tu creación del cual veas que no disfrutas, bendícelo y simplemente cámbialo. Elige de nuevo. Provoca una nueva realidad. Piensa una nueva idea. Pronuncia una nueva palabra. Haz algo nuevo. Hazlo con magnificencia, y el resto del mundo te seguirá. Pídelo. Exígelo. Di: “Yo soy el Camino y la Vida. Sígueme”.
De este modo se manifiesta la voluntad de Dios, “así en la Tierra como en el Cielo”.
Algunos utilizan el “sistema” conscientemente, con pleno conocimiento, y otros lo utilizan inconscientemente, sin saber siquiera lo que estáis haciendo. Algunos caminan despiertos, y otros caminan dormidos. Pero todos están creando su realidad - creando, no descubriendo -, utilizando el poder que se nos ha dado y el proceso que acabo de describir.
Así pues, harás que tu vida “despegue” cuando, primero, logres pensar en ella con suma claridad. Piensa en lo que quieres ser, hacer y tener. Piensa en ello a menudo, hasta que lo veas muy claro. Entonces, cuando logres dicha claridad, no pienses en nada más. No imagines otras posibilidades. Disciplina tu mente para que mantenga con firmeza el pensamiento creador original. No dudes en lo más mínimo.
Cuando tus pensamientos sean claros y firmes, empieza a hablar de ellos como verdades. Grítalos fuerte. Utiliza el gran mandato que hace surgir el poder creador: yo soy. Afirma “yo soy” a los demás. “Yo soy” constituye la más poderosa afirmación creadora del universo. Sea lo que sea lo que pienses, sea lo que sea lo que digas, tras las palabras “yo soy” ello pondrá en movimiento dichas experiencias, hará que surjan, las llevará a ti.
No hay ningún otro modo de que el universo pueda funcionar. Ninguna otra ruta que pueda tomar. El universo responde al “yo soy” como un genio en una botella.
Dices “Libera toda duda. Rechaza todo temor. Descarta todo pesimismo”, como si dijeras “Póngame una barra de pan”. Pero todo esto resulta más fácil de decir que de hacer. “Desecha todos los pensamientos negativos de tu construcción mental” podría ser también “sube al Everest antes de almorzar”. Se trata de una orden excesivamente grande.
Canalizando tus pensamientos, ejerciendo un control sobre ellos, no es tan difícil como parece. (En este sentido, tampoco lo es subir al Everest.) Es cuestión de disciplina. Es cuestión de proponérselo.
El primer paso consiste en aprender a controlar sus pensamientos; a pensar en lo que piensas.
Cuando te sorprendes a ti mismo teniendo pensamientos negativos - pensamientos que nieguen tu más alta idea de ti mismo -, piensa otra vez. Quiero que lo hagas literalmente. Si piensas que estas abatido, hecho polvo, y que de ahí no puede salir nada bueno, piensa otra vez. Si piensas que el mundo es un lugar malo, lleno de acontecimientos negativos, piensa otra vez. Si piensas que tu vida se rompe en pedazos, y te parece que nunca la podrás recomponer, piensa otra vez.
Puedes entrenarte en hacer esto. (¡Fíjate en lo bien entrenados que estas en no hacerlo!).
Experimenta en cada momento que tienes el poder de la creación a tu disposición, cuando generes el hábito tu vida será mágica.
Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capítulo 161 Volumén 2: Cómo Puede “Despegar” Tú Vida