Se habla muchísimo del estrés en estos tiempos. Por lo visto todo el mundo sufre de estrés por algo. Parece ser que esta palabra está de moda y la usamos muchas veces para evadir responsabilidades. «Oh, tengo mucho estrés». «Eso produce estrés». El estrés es una reacción de temor ante los cambios constantes de la vida. Es una excusa que damos para no responsabilizamos de nuestros sentimientos. Si logramos equiparar la palabra «estrés» con la palabra «temor», entonces podremos comenzar a eliminar de nuestra vida la necesidad del miedo. La próxima vez que pienses en el terrible estrés que tienes, pregúntate qué es lo que te da miedo en esos momentos. Pregúntate: « ¿De que manera me estoy sobrecargando y agobiando? ¿Por qué he cedido mi poder?». Descubre qué estás haciendo que te crea ese temor interior y te impide conseguir armonía y paz.
El estrés es carencia de armonía interior, y la armonía interior es estar en paz con uno mismo. No es posible tener estrés y armonía interior al mismo tiempo. Cuando uno está en paz hace una cosa por vez, no permite que las cosas le dominen. Cuando te sientas «estresado» haz algo para liberar el miedo, para poder avanzar por la vida sintiéndote seguro. No emplees la palabra «estrés» para evadir responsabilidades. No des tanto poder a una insignificante palabra. Nada tiene ningún poder sobre ti.
Siempre estamos a salvo
La vida es una serie de puertas que se cierran y se abren. Pasamos de habitación en habitación y tenemos diferentes experiencias. A muchos nos gustaría cerrar puertas sobre viejas pautas de comportamiento negativas, viejos obstáculos, situaciones que ya no nos sirven ni nos nutren. Muchos estamos en el proceso de abrir nuevas puertas y de descubrir nuevas y fabulosas experiencias.
Creo que venimos a este planeta muchísimas veces para aprender diferentes enseñanzas. Es como ir a la escuela. Antes de encarnarnos en un momento determinado en el planeta, decidimos qué enseñanzas vamos a aprender para evolucionar espiritualmente. Al escoger la enseñanza, escogemos también todas las circunstancias y situaciones que nos harán posible aprenderla; en ésas se incluyen nuestros padres, nuestro sexo, nuestro país y nuestra raza. Si has llegado hasta aquí en tu vida, créeme, has tomado todas las decisiones acertadas. Es esencial que a medida que vas pasando por la vida, vayas recordando que estás a salvo. Sólo se trata de cambios. Confía en que tu Yo Superior te conducirá y te guiará de la forma más conveniente para tu crecimiento espiritual. «Sigue a tu felicidad».
Ve cómo abres las puertas de la alegría, la paz, la curación, la prosperidad y el amor; las puertas del entendimiento, la comprensión, la compasión, el perdón y la libertad; las puertas de tu propia valía y tu dignidad, de la autoestima y el amor por ti mismo. Somos eternos. Eternamente continuaremos de experiencia en experiencia. Aun cuando pases por la última puerta de este planeta, no es la puerta final. Es el comienzo de otra nueva aventura.
En último término, no se puede obligar a nadie a cambiar. Puedes ofrecer a otras personas un ambiente mental positivo en donde tengan la posibilidad de cambiar si lo desean. Pero no puedes hacerlo en su lugar. Cada persona está aquí para descubrir sus propias lecciones, y si se las preparas y señalas, finalmente volverán a hacer lo mismo porque no lo habrán aprendido por sí mismas, no habrán descubierto realmente lo que necesitan hacer. Ama a tus hermanos y hermanas. Permíteles ser quienes son. Date cuenta de que la verdad está siempre dentro de ellos y que pueden cambiar en cualquier momento que lo deseen.
Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capítulo 126 Volumén 2: Cambio y Sanación