"Quien conoce a los demás posee inteligencia; quien se conoce a si mismo posee clarividencia. Quien vence a los demás posee fuerza; Quien se vence a si mismo es fuerte." -Lao zi |
Mi experiencia y conocimiento de relaciones en la primera mitad de mi vida, proviene de la época anterior a cuando oí hablar del flujo de energía, ¡y se nota! Era una víctima perfecta, una romántica idealista, un codependiente de primera, un resentido perfecto. Sea como sea, a continuación presento las reglas básicas para crear relaciones importantes mediante el flujo de energía, ya que el proceso no difiere del de crear cualquier otra cosa en cualquier momento en el que tenemos una alianza, sin importar qué tan estrecha sea, con alguien o con algo. Eso constituye una relación. Así que aquí vamos.
No son los malos hábitos
Las relaciones de cualquier tipo, con amigos, la pareja, cónyuge ó socio de negocio, han sido, como todo lo demás en este mundo de acuerdo a como estemos vibrando. Proviene de cómo nos estemos sintiendo. ¡Punto!
Esto es así, y no se necesita ser un genio para descubrir que si estamos sintiendo cualquier cosa que no sea paz con nosotros mismos, así como absoluta aceptación y aprecio por nuestra pareja (¡buena suerte!), nuestras vibraciones van a empezar a destruir esa relación, aunque estemos absolutamente convencidos de que, puesto que no hay nada malo en nosotros, la culpa debe ser de la otra parte. Si estamos, verbal o mentalmente, acusando, menospreciando o desaprobando cualquier cosa, estamos vibrando de forma negativa.
Si nos sentimos atrapados, ignorados o descuidados, inseguros, incomprendidos o defraudados, estamos vibrando negativamente.
Si nos apresuramos a complacer, rescatar, o aplacar, estamos vibrando negativamente.
Y casi puedo oír los “Si, pero…”
“¡Sí pero…., no conoces a mi pareja!”.
“¡Si pero..., ¿cómo te sentirías si tuvieras que vivir con éste o trabajar con aquél?”.
Dalo por hecho. Cuando dos personas están involucradas ambas están vibrando, y pocas veces éstas coinciden. De todas maneras, nosotros somos únicos y exclusivos creadores de nuestras experiencias; no lo son nuestra pareja, ni nuestros padres, ni siquiera el jefe que acaba de despedirnos.
Así que, aunque parezca muy difícil de asimilar, estamos hablando de que se trata de un asunto de mirar hacia nuestra propia válvula, nuestras propias reacciones, nuestro propio enfoque, nuestro flujo de energía, porque mientras estemos mirando insistentemente hacia alguna otra parte, sea del pasado o presente, sobre todo lo que no nos gusta, no sólo recibiremos más de lo mismo, sino que estaremos bloqueando todas las cosas buenas que nos gustaría ver en su lugar.
El asunto es que si nuestra pareja o cualquier otra persona con la que tengamos una relación, tiene ciertos hábitos que nos disgustan ("no quiero") y nos enfocamos en ellos, incluso con válvulas moderadamente cerradas, todo lo que estamos haciendo es perpetuar esos hábitos que nos gustaría borrar, porque los estamos reteniendo en nuestra vibración.
Por tanto, la causa de toda la espiral descendente que se produce en cualquier relación que haya existido y que se haya deteriorado, es la insistente atención -aunque seguramente inocente- que prestamos a las situaciones desagradables, sin importar lo insignificantes que éstas puedan parecer. Así es como cualquier agravio pequeño, sin importancia, empieza a rodar como una bola de nieve y poco a poco se convierte en algo mucho más importante, debido a nuestro enfoque persistente y al flujo de energía negativa lanzado hacia él; el resultado es que comenzamos a atraer otras cosas negativas en esa misma dirección, además de agrandar el pequeño problema original del que nos estábamos quejando.
Eso significa no sólo que esa infame tapa de la pasta dental nunca volverá a quedarle al tubo, sino que el enojo tiene el potencial suficiente, debido a nuestro constante enfoque negativo, para aumentar hasta convertirse en un indeseable romance extra marital, una defensa abollada, un despido o hasta un divorcio.
"Cuanto peor es, peor se vuelve”, ¿recuerdas? Un constante flujo de disgusto acerca de cualquier cosa, tarde o temprano se volverá muy desagradable. Y tiene que ser así, porque lo semejante atrae a lo semejante.
Con toda seguridad, cuando alguien "aprieta nuestras tuercas", cada gramo de nosotros desea apretar las suyas como revancha. Pero no se trata de que lo que hacemos en una relación equivalga a lo que recibimos. ¡Nunca! Ni siquiera de cómo está fluyendo la energía de nuestra pareja. Como todo lo demás en nuestro mundo, sea lo que sea que tengamos frente a nosotros, ha llegado directamente de cómo nosotros mismos hemos estado sintiendo, fluyendo y vibrando. No hay otra forma de decirlo: si quieres cambiar las condiciones de tu relación, vas a tener que cambiar tus vibraciones.
Continuará...
Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capítulo 100 Volumén 2