¡Hurra con lo negativo!
He aquí otra forma de plantear la situación: cualquier emoción que no pertenezca a la familia de la felicidad debe ser considera negativa, pues se origina en la carencia de algo.
Analicémoslo: cada emoción negativa que hemos tenido, sin importar cuán débil u oculta esté, procede de la carencia de lo que realmente queríamos. Por ejemplo, la culpa: culpamos a alguien o a algo porque nos da lo que no queremos, lo cual es solamente la carencia de lo que sí queremos.
Estamos preocupados por perder a alguien o algo, así que estamos temiendo la ausencia -la carencia- de ese alguien o algo.
Nos provocan temor ciertas cosas que "andan por ahí", por que carecemos del sentimiento de seguridad. Nos justificamos y lo racionalizamos, porque nos hace falta la aprobación de alguien (¡incluyendo la nuestra!). Nos sentimos deprimidos, puesto que no tenemos algo que queremos, aunque sólo sea el sentirnos bien.
Nos sentimos ansiosos, ya que carecemos del tiempo y los recursos para producir.
Analicémoslo: cada emoción negativa que hemos tenido, sin importar cuán débil u oculta esté, procede de la carencia de lo que realmente queríamos. Por ejemplo, la culpa: culpamos a alguien o a algo porque nos da lo que no queremos, lo cual es solamente la carencia de lo que sí queremos.
Estamos preocupados por perder a alguien o algo, así que estamos temiendo la ausencia -la carencia- de ese alguien o algo.
Nos provocan temor ciertas cosas que "andan por ahí", por que carecemos del sentimiento de seguridad. Nos justificamos y lo racionalizamos, porque nos hace falta la aprobación de alguien (¡incluyendo la nuestra!). Nos sentimos deprimidos, puesto que no tenemos algo que queremos, aunque sólo sea el sentirnos bien.
Nos sentimos ansiosos, ya que carecemos del tiempo y los recursos para producir.
Cada sentimiento negativo en el diccionario, procede de una carencia. ¡Y doy gracias a Dios por eso! ¿Qué estoy diciendo? Sí, ya sé que eso suena a locura. Pero, ¿cómo podrías reconocer lo que QUIERES, si no sabes primero qué es lo que NO quieres? No se puede. Sólo a partir de un "no quiero", es posible identificar un "quiero", lo cual significa que toda experiencia desagradable, todo acontecimiento negativo, todo momento desaafortunado, y cualquier pequeña preocupación, es una oportunidad que nos brinda la vida.
Un "no quiero" es una llamada a despertar, una llamada a salir del escondite, a cambiar de velocidad y a atraer la "vida real". Así que bendice. Todas las emociones negativas que hayas tenido, o que estés teniendo ahora, sin importar lo desagradables o frecuentes que éstas sean. Son las herramientas más valiosas con las que cuentas, tu trampolín al bienestar.
Cierto, es difícil hacerse a la idea de alegrarse por algo como el estrés; pero, si has logrado identificarlo (¿y quién no?) y puedes admitirlo y sentirlo, has dado el primer paso, y el más importante, para aprender a ser un verdadero creador.
Un "no quiero" es una llamada a despertar, una llamada a salir del escondite, a cambiar de velocidad y a atraer la "vida real". Así que bendice. Todas las emociones negativas que hayas tenido, o que estés teniendo ahora, sin importar lo desagradables o frecuentes que éstas sean. Son las herramientas más valiosas con las que cuentas, tu trampolín al bienestar.
Cierto, es difícil hacerse a la idea de alegrarse por algo como el estrés; pero, si has logrado identificarlo (¿y quién no?) y puedes admitirlo y sentirlo, has dado el primer paso, y el más importante, para aprender a ser un verdadero creador.
Paso uno: identifica lo que NO QUIERES.
Existen dos clases de "no quiero": los universales y los personales; los universales son los más comunes y fáciles de identificar. Los "no quiero" universales son los que a todos nos disgustan, las cosas que nadie quiere en el planeta como, por ejemplo, cuentas bancarias vacías, enfermedades, malas relaciones, trabajos insatisfactorios, cuerpos mal formados, baja auto estima, techos con goteras, automóviles descompuestos, robos, asaltos, accidentes terribles y hasta el calentamiento global. Esto es suficiente para empezar.
Los "no quiero" personales son las cosas levemente desagradables de la vida, que sólo nos molestan a nosotros y no necesariamente a los demás, son cosas que, de manera personal, preferiríamos evitar, como el tener que pronunciar un discurso en una junta, matar arañas, coser agujeros en los calcetines de los niños o actuar como jurado en largos juicios. Ocurren con menor frecuencia que los "no quiero" universales, porque no estamos tan a la expectativa de que se presenten, y en consecuencia, no suceden. Por ejemplo, digamos que estás realmente furioso con tu jefe (un "no quiero" personal).
En el camino de regreso a casa te detienes en el supermercado, y claro, por la forma en que estás vibrando, te colocas en la fila de la cajera más grosera y malhumorada del lugar. En otras circunstancias no te importaría, pero ese día la lentitud del avance de la fila, y la actitud de la cajera, te sacan de quicio. Mientras vas camino a casa, sigues sintiéndote furioso con la empleada -durante más de dieciséis segundos-, hasta llegar al punto en que tus pensamientos se convierten en sentimientos, y, consecuentemente, en movimiento de vibraciones.
Piensas en la cajera durante la cena, más de dieciséis segundos, y en verdad logras convertir la vibración de los "no quiero" en una parte de ti. Hablas de ella en el trabajo (excelente tema de conversación para la hora del café) y cuentas lo que sucedió, sin perder detalle, a tu mejor amigo durante el almuerzo. Ahora es cuando lo mejor sería que te escondieras, porque la energía que estás produciendo, con un enfoque tan específico, se ha convertido en un boomerang y puedes apostar a que ya se dirige de vuelta contra ti.
A la noche siguiente, todavía enojado con la cajera, decides ir de compras a la tienda del competidor. Haces tus compras, te diriges a la caja y, ¿adivinas qué? ¡Ganas la apuesta! Te toca otra cajera, atraída por tus vibraciones, tan desagradable o más que la anterior. Has vuelto a caer exactamente en lo que querías evitar. ¡Tú lo pediste! Obtuviste la consecuencia de tus vibraciones; no hay otra regla de vida más efectiva que ésa.
Los "no quiero" personales generalmente no son tan graves, por lo menos al principio. Vienen de nuestro deseo innato de experimentar las cosas bellas de la vida, mientras que los "no quiero" universales tienen raíces más profundas, y proceden casi siempre de temores e inseguridades humanas.
Pero lo importante no es si un "no quiero" es universal o personal, intenso o leve, constante o pasajero. La cuestión es que puedes descubrirlo, sentirlo, o hacer lo que se necesite para identificarlo..., y cambiarlo. Eso significa que debes cambiar cuanto antes los sentimientos de "sentirte mal" por los de "sentirte bien".
Los "no quiero" personales son las cosas levemente desagradables de la vida, que sólo nos molestan a nosotros y no necesariamente a los demás, son cosas que, de manera personal, preferiríamos evitar, como el tener que pronunciar un discurso en una junta, matar arañas, coser agujeros en los calcetines de los niños o actuar como jurado en largos juicios. Ocurren con menor frecuencia que los "no quiero" universales, porque no estamos tan a la expectativa de que se presenten, y en consecuencia, no suceden. Por ejemplo, digamos que estás realmente furioso con tu jefe (un "no quiero" personal).
En el camino de regreso a casa te detienes en el supermercado, y claro, por la forma en que estás vibrando, te colocas en la fila de la cajera más grosera y malhumorada del lugar. En otras circunstancias no te importaría, pero ese día la lentitud del avance de la fila, y la actitud de la cajera, te sacan de quicio. Mientras vas camino a casa, sigues sintiéndote furioso con la empleada -durante más de dieciséis segundos-, hasta llegar al punto en que tus pensamientos se convierten en sentimientos, y, consecuentemente, en movimiento de vibraciones.
Piensas en la cajera durante la cena, más de dieciséis segundos, y en verdad logras convertir la vibración de los "no quiero" en una parte de ti. Hablas de ella en el trabajo (excelente tema de conversación para la hora del café) y cuentas lo que sucedió, sin perder detalle, a tu mejor amigo durante el almuerzo. Ahora es cuando lo mejor sería que te escondieras, porque la energía que estás produciendo, con un enfoque tan específico, se ha convertido en un boomerang y puedes apostar a que ya se dirige de vuelta contra ti.
A la noche siguiente, todavía enojado con la cajera, decides ir de compras a la tienda del competidor. Haces tus compras, te diriges a la caja y, ¿adivinas qué? ¡Ganas la apuesta! Te toca otra cajera, atraída por tus vibraciones, tan desagradable o más que la anterior. Has vuelto a caer exactamente en lo que querías evitar. ¡Tú lo pediste! Obtuviste la consecuencia de tus vibraciones; no hay otra regla de vida más efectiva que ésa.
Los "no quiero" personales generalmente no son tan graves, por lo menos al principio. Vienen de nuestro deseo innato de experimentar las cosas bellas de la vida, mientras que los "no quiero" universales tienen raíces más profundas, y proceden casi siempre de temores e inseguridades humanas.
Pero lo importante no es si un "no quiero" es universal o personal, intenso o leve, constante o pasajero. La cuestión es que puedes descubrirlo, sentirlo, o hacer lo que se necesite para identificarlo..., y cambiarlo. Eso significa que debes cambiar cuanto antes los sentimientos de "sentirte mal" por los de "sentirte bien".
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Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capitulo 94 Volumén 2
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