Las enfermedades no aparecen nada más porque si, son la consecuencia de una serie e hábitos y actitudes las cuales, cuando las modificamos, todo en nuestro cuerpo y entorno se modifica y transforma.
La duda o negación respecto a las capacidades curativas de la mente se debe a que no se tiene una experiencia real acerca de esto, por lo que la persona suele dudar y descartar este enorme potencial prefiriendo seguir las mismas conductas curativas que se vienen enseñando desde hace miles de años. Se ha enseñado durante muchos años a confiar en que la cura viene de un factor externo, y que se requieren muchas complejidades para obtener una curación. Sin embargo, podemos observar que muchas veces, por más cosas que tomamos y hacemos, la cura no viene, incluso a veces parece empeorar: ¿A qué se debe esto? A que no se ha atendido la raíz del problema, el cual reside en nuestra mente.
Por otro lado, habría quien discuta que los remedios externos como la medicina convencional, por ejemplo, si curan y han curado. Pero habría que considerar que siempre que la sanación sucede, es porque de alguna forma la enfermedad nos puso a reflexionar y revalorar las experiencias y la vida misma, lo cual transformó nuestra forma de ver las cosas, o sea, nuestra mente, la cual equivale a todo lo que pensamos. Todas las personas que se curan o han conseguido quitarse de encima enfermedades fuertes o terminales (incluso las que dicen que son incurables), es porque han considerado una nueva forma de entender, confiar y vivir la vida.
No intentamos descartar el uso de la medicina, la cual puede apoyarnos a medida que desarrollamos y confiamos en nuestros poderes mentales. Lo que intentamos con este texto es que la gente empiece a creer mas en sus potenciales curativos los cuales son un don o un regalo natural que se nos ha dado, pero que no nos damos el tiempo, el permiso ni la paciencia de explorar este don extraordinario.
¿Cómo cura la mente?
La mente es como una computadora potente: que no sepamos cómo usarla no significa que esta no sirva para procesar programas avanzados. A medida que conocemos como se usa un procesador, a medida que podemos servirnos y utilizar su potencial. Lo mismo sucede con la mente: para usar sus potenciales debemos estudiarla, entenderla y practicar algunos ejercicios para disciplinarla y educarla, de manera que esta pueda ser una herramienta creadora en nuestra vida, y pueda, entre otras cosas, curarnos.
Bien es cierto que usamos muy poco porcentaje de todos nuestros poderes mentales. Es como si alguien nos hubiese regalado un procesador de extraordinaria capacidad para poder dirigir una empresa, y por no saber cómo usarlo lo utilizáramos nada más para sumar dos más dos. El desperdicio del regalo seria evidente.
Así pues, para empezar a destapar el instructivo de nuestra mente, y empezar a aprender a usarla, es necesario comprender que la mente, para fines prácticos y útiles, equivale a todo lo que pensamos. Cada pensamiento que pasa por nuestra cabeza influye de forma poderosa en nuestra vida y cuerpo, en nuestra realidad. Sin embargo, los pensamientos que más influyen nuestro entorno son aquellos a los que prestamos atención y alimentamos con nuestra palabra, acción y reacción.
Ahora bien: si los pensamientos afectan nuestra realidad y cuerpo, entonces alguien podría decir que “pensando positivo” se solucionarían los problemas, enfermedades y carencias. Sin embargo, “pensar positivo” no es suficiente, pues pensar solamente en lo que a nuestro parecer es “bueno”, equivaldría a creer que, cuando una computadora se descompone o empieza a hacer cosas locas o que no queremos, con tan solo pensar que se va a componer, esta lo haría. Para que la computadora funcione de forma adecuada y coherente, hay que entrar al sistema operativo y ver que provoca que mal funcione. Y entonces, se tiene que reprogramar o hacer los arreglos pertinentes para que esta funcione como esperamos.
Una enfermedad refleja que nuestra computadora llamada mente está haciendo algo que no queremos. Para reprogramarla, habría que ir a observar que tipo de programaciones tiene nuestra mente y con que hemos alimentado nuestra vida.
El enojo, el miedo, la incertidumbre, etc., solo reflejan ciertas actitudes mentales que nos hacen reaccionar de formas no fluidas, es decir, que no confiamos o estamos esperando demasiadas cosas de los demás o de lo demás. Las enfermedades están sembradas y cultivadas en nuestro mundo emocional. El fruto que llamamos enfermedad solo es la consecuencia de no haber entendido algunas experiencias que nos han provocado dolor, insatisfacción, ira, etc. Estas experiencias se quedan guardadas en nosotros y poco a poco se van reflejando en nuestro cuerpo.
En resumen, podemos decir que todas las enfermedades tienen que ver con cierto grado de infelicidad, la cual es el resultado del apego, el exceso de control, la ira negada o no entendida, etc. Se dice que toda enfermedad es algo que ocultamos. Si al corazón le duele, le irrita, le arde o desilusiona una experiencia, el cuerpo lo reflejara de igual forma: el cuerpo es el reflejo más inmediato de la forma en cómo pensamos y sentimos la vida.
¿Cómo iniciar una curación con la mente?
Lo primero que habríamos que hacer es ponernos en paz con las experiencias que hemos vivido, entendiendo que generar expectativas con los demás, así como depender de otros para ser feliz o no confiar en la grandeza que llevamos dentro para crearnos la realidad que queremos, solo nos trae dolor, confusión y desilusión.
Tendríamos, además, que empezar a ver que todo lo que vivimos es porque hay algo ahí que entender acerca de nosotros, y muchas veces el mayor aprendizaje de una experiencia esta en aprender que hay que dejar de esperar de la vida y empezar a amarnos más para poder amar mas, en darnos paciencia y comprensión, en ser más dulces y compasivos con nosotros mismos, en dejar de criticarnos y exigirnos de más, en gozar lo que tenemos y permitirnos entusiasmar con las cosas desconocidas, como el uso de nuestra mente, por ejemplo, que la naturaleza nos ha dado todo para ser felices. Al estar contentos (y con contentos nos referimos a un estado de crecimiento, descubrimiento y plenitud, y no a la felicidad pasajera la cual se busca por la aburrición de repetir actitudes y patrones mentales), segregamos una serie de "liquidos" y electricidad en nuestro cerebro, el cual puede producir y elaborar cualquier medicina que el cuerpo necesite, además de que los estados de felicidad y gozo profundo activan los procesos de rejuvenecimiento del cuerpo, llenandolo de energia, vida y salud.