Cuatro pasos para empezar
Así que digámoslo de nuevo: cuanto más pensamos en algo, incluso con poca emoción, más grande y poderoso se vuelve en nuestra vida, sin importar si se trata de la falta de lo que queremos, o si es eso mismo.
Si decretamos: "Quiero una salud perfecta" y pensamos emocionalmente en la salud perfecta todo el tiempo, la tendremos en el acto, o vamos en camino hacia ella. Pero si decimos: "No quiero enfermarme" y pensamos emocionalmente en la enfermedad con suficiente frecuencia, estaremos optando por la mala salud porque nuestro enfoque está en la enfermedad.
Si pensamos con frecuencia que deseamos una casa nueva y logramos "sentimos" dentro de ella, ya estamos en camino. Pero si pensamos constantemente: "No quiero seguir viviendo más en este lugar", nos quedaremos en él algún tiempo más.
Si pensamos emocionalmente en algo lo suficiente, ya sea en lo que deseamos o en lo que no deseamos, llegará a nuestro mundo, nos guste o no.
Lo que viene hacia nosotros no está asociado con lo que estamos haciendo físicamente, con lo valiosos que somos, con lo buenos que somos o con cuál pudiera ser nuestro destino, no inexorable. ¡Tiene que ver solamente con la forma en que vibramos! Lo que significa sentir. Lo que significa atraer. ¡Punto!
Así que aquí hay algo que papá y mamá no nos dijeron nunca, porque no lo sabían. Aquí está lo que todo libro sobre pensamiento positivo o sobre motivación han estado promocionando con espíritu romántico, aunque ninguno había llegado al meollo del asunto, porque honestamente tampoco sabían cómo hacerlo.
He aquí los cuatro pasos para la creación premeditada, los cuatro pasos que te garantizan -y esa es la palabra correcta:garantizan- traer a tu vida aquello que tanto deseas y mucho más. La garantía es que se trata de una ley universal, los principios básicos de los que ha surgido toda la creación. Si lo deseas, serán tuyos.
Paso 1. Identifica lo que NO quieres.
Paso 2. A partir de ahí, identifica lo que SÍ quieres.
Paso 3. Adéntrate en el sentimiento de lo que quieres.
Paso 4. Espera, escucha, y deja que suceda.
Paso 2. A partir de ahí, identifica lo que SÍ quieres.
Paso 3. Adéntrate en el sentimiento de lo que quieres.
Paso 4. Espera, escucha, y deja que suceda.
He aquí. Eso es todo. A medida que te adentres en esta nueva e importante aventura; las cosas empezarán a cambiar mágicamente en todas las áreas de tu vida. Las preocupaciones, inquietudes, dudas y temores dejarán de ser una pequeña y constante molestia cotidiana, para convertirse, en unas cuantas semanas, en un fenómeno raro en tu vida, y tú lo podrás constatar y sentir día tras día.
Tu salud mejorará notablemente. Tu cuenta de banco aumentará. En tus relaciones ocurrirá lo que tú quieras. Se cerrarán tus ventas. Te darán el ascenso que tanto ansías. La vida se volverá un placer cotidiano. Y todo eso será real. Podrás ver que todo marcha sobre ruedas y entonces sabrás, en verdad, que la única persona que maneja el timón en la nave de tu vida eres tú, y que eso es absolutamente real... ¡sólo tú!
Nunca más ser la víctima
Conforme nos embarcamos en esta aventura de vivir la Ley de la Atracción, llegamos, y muy pronto, a la inquietante conclusión de que realmente no hay víctimas y que seguir constantemente con el juego de ser una víctima de algo, o de alguien, sólo garantiza una gran insatisfacción, provocada por la continua emisión de vibraciones de baja frecuencia,
Seguramente el resto del mundo continúa haciéndolo, siguen culpando a los demás de lo que les sucede, en lugar de a sus sentimientos; culpan a las "circunstancias" de su mala suerte, en lugar de a sus sentimientos; culpan al borracho que iba en la carretera, o J3l jefe majadero, o a la economía, o a Dios, por todo lo malo que les sucede, en lugar de a sus sentimientos.
Seguramente el resto del mundo continúa haciéndolo, siguen culpando a los demás de lo que les sucede, en lugar de a sus sentimientos; culpan a las "circunstancias" de su mala suerte, en lugar de a sus sentimientos; culpan al borracho que iba en la carretera, o J3l jefe majadero, o a la economía, o a Dios, por todo lo malo que les sucede, en lugar de a sus sentimientos.
Es posible que nos hayan enseñado, y que por tanto lo hayamos creído, que vivimos a merced de otros, del destino, de la suerte, o de la casualidad; ciertamente eso es lo que la mayor parte de la gente que habita este planeta cree, y vive conforme a ello. Pero una vez que empieces a ver cómo funciona la Ley de la Atracción, acabarás por comprender que las víctimas no existen, que nunca han existido y que jamás existirán. No hay buena ni mala suerte, no hay buena fortuna, ni coincidencias. No existen el destino, la suerte o la providencia.
No hay ningún gran juez en el cielo que nos lleve la cuenta de qué "tan bien o mal nos portamos. No hay un karma de vidas pasadas, ni penitencias que cumplir; todos son mitos creados en torno a las víctimas. Y no hay víctimas entre nosotros; sólo hay creadores de pensamientos y sentimientos, poderosos imanes que atraen, como la miel atrae a las abejas, la frecuencia similar de las vibraciones que fluyen constantemente de nosotros.
Ya no necesitarás creer más que las circunstancias externas controlan tu vida. Nunca más tendrás que pensar que es malo desear algo. Nunca más tendrás que creer en algún gran poder fuera de ti mismo que maneja los hilos de tu vida, o que algo o alguien diferente a ti tiene el control. Nunca más sentirás miedo de que algo o alguien te haga daño, sin importar quién o qué pueda ser, a menos que tú se lo permitas.
Así que, ¿cómo fue que nos metimos en este lío? ¡Tú lo hiciste! Más de seis mil millones de personas (más las que han existido a lo largo de incontables siglos) han nacido vulnerables a las vibraciones de baja frecuencia, llenas de temores y angustias y se han enfocado tanto en lo que no quieren, que han obtenido dosis adicionales de esas mismas carencias.
Nunca hubo la intención de que ocurriera de esa forma; pero en nuestro afán y necesidad de encontrar la razón por la que no suceden las cosas como quisiéramos, imaginamos que la culpa era de algún factor ajeno a nosotros: el gobierno, la economía, nuestro jefe, nuestro matrimonio, nuestro ambiente, nuestra educación, nuestra mala suerte, e incluso Dios, tal vez, pensamos que no éramos lo suficientemente valiosos, que no estábamos "a la altura", que estábamos llenos de pecados, que no habíamos sido completamente puestos a prueba o, que de una u otra manera no habíamos pagado nuestra correspondiente "cuota".
La realidad -la verdadera realidad- es que somos dignos, que no hay prueba que pasar, y que el pecado no es más que una aberración creada por el hombre para ejercer control sobre otros.
La verdadera realidad es que hemos venido a este mundo para desarrollarnos plenamente, para prosperar y vivir la gran experiencia humana con alegría, con el corazón ligero, sin carga, y no en una lucha constante y dolorosa. Hemos venido al mundo a divertirnos mientras aprendemos a crecer sin sufrir ya alimentar nuestros deseos con la convicción absoluta de que podemos tenerlo todo, una vez que aprendemos cómo manejar nuestras energías... lo que significa... nuestras emociones.
Llegamos a este mundo con la garantía del libre albedrío, que forma parte de la propia naturaleza de nuestra existencia. Ha llegado el momento de que ejerzamos ese derecho que tenemos desde que nacimos. No estamos atrapados en la red de nadie. No estamos sometidos a las circunstancias. No somos víctimas de condición alguna. Más bien, somos seres que poseemos la sagrada habilidad de llevar a cabo cualquier extravagante deseo que nuestras mentes ilimitadas puedan concebir, porque contamos con una libertad de elección sin restricciones ni condiciones, sin importar lo que hagamos.
Es tiempo de despertar. Es tiempo de que recordemos cómo hacer para que nuestras elecciones se realicen. Es tiempo de sacar la cabeza de la tierra y aceptar que no es accidental lo que obtenemos en la vida. Es tiempo de que dejemos de crear circunstancias desagradables, y de recordar los secretos de la vieja sabiduría ancestral a la que alguna vez tuvimos acceso, sabiduría que nos permitió llevar a la realidad nuestros deseos con sólo intentarlo. Ya es tiempo.
Tú lo mereces todo. Mereces que se realicen todas tus aspiraciones, sin importar cuáles sean, basta con que lo desees y losieeentas y una nueva vida de extraordinaria felicidad será tuya. No "puede ser": ¡será! Es una garantía cósmica.
Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capitulo 92 Volumén 2