La Felicidad y la Infelicidad


De todos los seres vivientes de la naturaleza solamente el hombre es infeliz.

Existe una anécdota que describe claramente que la infelicidad es la regla y la excepción es encontrar un ser humano que se considere feliz. Un hombre fue al médico para una entrevista de rutina, porque este médico le insistía que lo fuera a visitar regularmente.

Después de revisarlo, le recomendó ir a ver a un psiquiatra sin decirle por qué.

El psiquiatra le preguntó a este paciente el motivo de su consulta y entonces el hombre le dijo que no sabía, porque él era feliz en su matrimonio, tenía un trabajo agradable y seguro, muchos amigos y ningún dolor ni preocupación. El psiquiatra tomó nota de todo lo que su paciente le dijo y luego le preguntó ¿Cuánto tiempo hace que usted se siente así?

Por lo visto la felicidad parece ser una patología, algo difícil de creer, pero la infelicidad todo el mundo la cree.

La Felicidad y la Infelicidad

Sigmund Freud estaba convencido que todas las personas tienen alguna forma de neurosis por vivir en una sociedad y que la felicidad era imposible; y si observamos a la gente y escuchamos cómo en general se quejan, sufren y se preocupan, no podemos menos que darle la razón a Freud.

Sin embargo, Buda decía que el ser humano puede ser no solo muy feliz sino también extraordinariamente feliz.

Es difícil de creer lo que afirman estas excepcionales personas iluminadas, cuando vemos a millones de infelices viviendo angustiados, ansiosos y disconformes.

La historia está plagada de tragedias, injusticias, dramas e infelicidad y finalmente llega la muerte que como un bálsamo nos lleva.

¿Cómo hicieron esas pocas personas iluminadas para ser felices?

Buda dijo que el ser humano también podía ser feliz y aún más feliz que el resto de los seres vivientes, porque tiene conciencia.

La conciencia permite al hombre elegir ser feliz o infeliz; pero la libertad del hombre para elegir parece haberlo perjudicado en lugar de beneficiarlo.

Uno no necesita la meditación para ser feliz, más bien cuando es feliz, la meditación se convierte en un estado cotidiano y la persona se puede concentrar y estar plenamente atenta al momento presente.

La persona feliz tampoco necesita una religión, porque para ella su vida es un templo y toda su existencia es religiosa, la felicidad es una oración y el trabajo es la adoración.

La causa de la infelicidad humana es no ejercer la libertad para elegir el camino de la propia conciencia.

Los niños son criados y educados en la inconsciencia y permanecen inconsciente haciendo lo que les dicen que tienen que hacer, sin tener oportunidad de cuestionarse quienes son ellos mismos.

La mayoría es arrastrada y manipulada, no encuentra su lugar y hace lo que no desea hacer, por eso es infeliz.

La felicidad se produce cuando se logra estar perfectamente sincronizado con la vida en forma armónica y todo lo que se hace es con verdadera alegría sin haber sido desviados de las motivaciones naturales, porque el dinero, el prestigio y el poder no son motivaciones naturales.

Cuando se persiguen esos objetivos, se deja de ser uno mismo y desaparecen la felicidad, la alegría y el regocijo; y lo externo se negocia con lo interno, que es el precio que hay que pagar.

Si se escoge ser feliz hay que seguir las propias motivaciones y toda la vida será una meditación, estaremos concentrados en ser quien se es, y entonces sí se podrá ser una persona feliz, atenta al momento presente y absolutamente religiosa.



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Fuente: "El hombre que amaba las gaviotas y otros relatos", conferencias de Osho.