4ª Fase: El Espíritu.
Independientemente de la edad que tengas y de la posición que ocupes o el género que seas, es en esta fase de la vida en donde alcanzas a reconocer tu esencia, tu verdadero yo. Créeme en esto por favor: cuando descubres tu verdadero yo, empiezas a transitar por un camino en donde te conviertes en co-creador del mundo, empiezas a controlar las circunstancias de tu vida y participas con seguridad en la creación. Así es como te conviertes.La fase espiritual de tu vida se caracteriza por una Nueva Conciencia en ti con la que te das cuenta de que este lugar llamado Tierra no es tu hogar. Estas aquí, pero no eres de aquí. Sabes que no eres un atleta, ni un guerrero o ni siquiera un conserje, sino una energía infinita, ilimitada, inmortal, universal y eterna que reside temporalmente en un cuerpo. Es cuando sabes que todo es energía, que nada muere, que sólo se transforma.
Debido a que puedes alcanzar esta fase de conciencia pero aún así tienes un cuerpo, es la razón por la que te sientes terriblemente atraído hacia tu mundo interior. Dejas atrás los temores y empiezas a experimentar una especie de distanciamiento con respecto a este mundo de plano físico. Te conviertes en un observador de tu mundo y pasas a otras dimensiones de conciencia. Esta energía que te das cuenta que eres, la empiezas a observar en todos los demás y en todo lo demás. Así, empiezas a ver con más amor a todo el mundo. Pasas por alto el cuerpo de alguien y alcanzas a identificarte con su alma, y para colmo, puedes llegar a sentir el alma de otro mientras ese otro ni se da cuenta de su alma.
Se empiezan a suceder cada vez más momentos en que amas a todos sin ningún distingo. Son momentos donde incluso puedes sentir un poco de confusión, pero con el tiempo, llega la confianza. Y es esta la palabra clave de la fase: confianza. Es cuando empiezas a depositar todo tu ser en una energía superior y tú te rindes a que todo sea como debe ser. Es cuando verdaderamente te dejas fluir. Es cuando todo empieza a ir bien porque sabes que no puede ir de otra manera. Empiezas a confiar en esa energía que esta en todo y en todos. Por ejemplo, tú no haces crecer tu cabello, la Naturaleza es la que lo hace por ti y el espíritu confía en ella. Es la energía. Llama a esta energía como quieras, Naturaleza, Dios, alma, espíritu –la denominación en este nivel ya es lo de menos— pero tan sólo sabe que esta no puede morir nunca. Es cuando alcanzas a saber que eres eterno. O lo que es lo mismo, es cuando estas conciente de tu eterno presente. Y es precisamente ahí que se siente a Dios. Cuando ya no haces conciencia de nada de tu pasado, cuando ya no te preocupa nada de tu futuro, es cuando te instalas meramente en tu presente y sabes que el espíritu es ahora. En este nivel de conciencia forzosamente se siente la presencia de Dios. Doy fe de ello.
Aunque te parezca increíble, la energía que se manifestó en tiempos de Shakespeare, de Jesucristo, de Galileo, de Miguel Ángel, o en cualquier otra forma humana, es la misma, exactamente la misma que se esta manifestando ahora mismo en ti o en mí. La energía de estos grandes de la historia universal nunca fue su cuerpo, sino su espíritu, y ese es inmortal. Esa misma energía es a la que podemos acceder tú o yo; tal vez por eso es que te puedes encontrar con tanta paz cuando conoces a personas que han llegado a esta fase espiritual, incluso en nuestros tiempos. Las hay. En esta fase es cuando se entiende la vida de muchos santos de la historia de la humanidad, pero insisto, también hay santos actuales.
Es hasta esta fase que te desprendes de tu apego emocional a lo que considerabas tu realidad. Es cuando ya no te preocupa en absoluto prácticamente nada. El auto que antes tanto te preocupaba que fuera símbolo de tu éxito, pasa a un nivel casi de olvido. La ropa "de marca" que tanta seguridad te hacía sentir, en esta fase sólo cumple el propósito de abrigar tu cuerpo, pero nada tiene que ver contigo, con tu verdadero yo. Las cosas que antes te gustaban y atesorabas, hoy te estorban y cada vez más. Las "cosas" te empiezan a pesar y en esta fase te sientes cada vez más necesitado de "ligereza". Cada vez quieres menos cosas materiales que te aten. Es aquí cuando empiezas a gozar intensamente del silencio y de tus momentos de completa soledad, incluso los procuras con toda intención. Es cuando empiezas a darte cuente de que todo lo que haces ni siquiera es por iniciativa propia, sino que tu confianza llega a tal grado que sabes que tan sólo estas obedeciendo a Alguien y te dejas guiar. Hay paz. O mejor dicho, eres paz.
Bien, he tratado lo mejor que me fue posible de exponerte las cuatro fases del desarrollo adulto. Podría decir las fases de una Nueva Conciencia cada vez. Hoy llegué a entender cómo es que "algo está pasando". Y me emociona que ahora tú también puedas darte cuenta de esta Nueva Conciencia de la que tanto hablo. Ojalá que te sirva (esto lo escribió mi fase conserje).
No te preocupes de haberte identificado en cualquiera de las etapas presentadas, te recuerdo que la evolución es resultado de una decisión por crecer.
Hoy entiendo porqué antes hablaba de lo que hablaba y por qué escribía de lo que escribía. Y es que en ocasiones hablaba y escribía mi atleta o mi guerrero. En su momento fue bueno, o mejor dicho, me fue bueno. Hoy le es bueno a otras personas y también me alegro por ello. De hecho. De hecho, te confieso que siguen gustando mis conferencias con tinte de guerrero, la única diferencia es que hoy me di cuenta de que gustan no porque yo sea así, sino porque en mi audiencia hay muchas personas que así lo son y les estoy manifestando lo que ellos gustan de escuchar. Pero incluso en esas conferencias que "tengo" que dictar todavía, aprovecho y siempre introduzco un mensaje espiritual. Ese es un gran cambio. Tal vez, esa adaptación a las fases, esa coexistencia de fases ¡sea la explicación al milagro del que te hablé al principio!
Podemos convivir porque hay opciones para todas las fases, incluso en un mismo cuadrante de 500 m. a la redonda. Lo único que te puedo decir es que, aunque haya opciones para todo, no te pierdas de la dicha de experimentar quien realmente eres, de experimentar tu verdadero yo. Y la única forma de manifestarlo es evolucionar en tu propia identidad. Esa es mi invitación. Convéncete de que tienes un verdadero yo que puedes alcanzar a conocer. Si así lo eliges, ¡enhorabuena! Ahí nos encontraremos. Hoy tengo la plena certeza de que así se puede conocer a Dios. Lo conozco. Y eso sí, conocer a Dios, es una plena, constante, maravillosa, sublime e indescriptible... ¡Emoción por Existir!
Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capitulo 77 Volumén 2