¿Te gustaría ver como de pronto cambia esa persona que te hace la vida imposible? Si ya no aguantas a tu vecino, compañero de trabajo, familiar, tu pareja, tu hijo o a quien sea, es que quizá necesitas empezar a emplear una estrategia diferente en tus relaciones. A decir verdad, y siendo honestos, si definimos la palabra enemigo diríamos que es alguien que no es tu amigo o tu compañero, es decir, alguien en quien no puedes confiar, compartir lo que te gusta y que te puede hacer la vida no grata, difícil y hasta conflictiva, así que cualquier persona a nuestro alrededor podría ser nuestro enemigo, lo cual no suena tan lindo, sobre todo cuando se trata de personas con las que convivimos diariamente o resultan ser parte de nuestra familia.
Transformando a tu enemigo
Si en verdad estás dispuesto a transformar a tu enemigo, el primer paso sería empezar a ver que realmente, cuando hay guerra, es que hay dos que participan. No puede haber una guerra sin oponente, así que si tienes enemigos es que de alguna forma tu también has aceptado y admitido jugar este juego. Muchas veces pensamos que el otro es el “malo”, el incomprensible, el grosero, etc. Pero cada vez que admitimos que el otro es el que “nos hace”, por otro lado estamos admitiendo que …¡somos víctimas del otro! Y entre más juguemos el papel de víctima, mas alimentamos a nuestros enemigos. Así que tendríamos que empezar a observar cuanto poder le hemos dado a nuestro enemigo admitiendo que el tiene el poder sobre nosotros
Tu tienes el poder de tu realidad
Nosotros somos responsables de nuestras alegrías, tristezas, enojos, miedos, etc. En realidad, las otras personas no pueden hacernos sentir ni mal ni bien: uno ya se siente mal, inseguro, intolerante, etc., y entonces lo único que puede hacer el otro es movernos nuestras inseguridades o nuestra falta de amor o aprecio por lo que somos.
El poder de tu enemigo
Un enemigo tiene poder en nosotros sólo cuando lo consideramos responsable de nuestra alegría o de nuestra paz. Si tú admites que el otro es responsable de tu alergia y tu paz, y que puede quitarte esto con una mirada, una palabra o una acción, entonces tu mismo le das fuerza. Así que lo primero que debes entender es que tu felicidad y paz dependen de ti, de cuanto te conozcas y hayas aprendido a quererte, respetarte, amarte, etc.
5 pasos para desarmar poco a poco a tu enemigo
- No contestes la agresión: si cada vez que alguien te hace un agravio, te ve o te contesta “mal”, etc., tu contestas, entonces lo único que provocas es alimentar el juego. Si en un juego de futbol tu no respondes la “pelota”, el juego no tiene sentido y el otro tendrá que dejar de jugar. Así pues, no respondas. No creas que por esto el otro pensara que eres débil o que “te dejas”. A decir verdad, nos tiene que dejar de importar lo que el otro piense, lo que importa es lo que tu deseas lograr en tu vida, y si quieres una vida más en paz y grandiosa, tendrás que dejar de jugar juegos pobres que no tienen sentido y no te llevan a ninguna parte.
- Si te sientes muy enfadado por lo que alguien te hace, dice o piensa de ti, se vale enojarte. Es importante que no evadas lo que sientes y que reconozcas tus emociones mas sinceras. Así que, aunque no le contestes, permítete sentir ira o furia, si guardas estos sentimientos o los niegas o controlas o finges que “no te importa” o “No vale la pena”, no estarás retroalimentándote y llegara un momento en que se llene el vaso de tu paciencia y te desesperes o saques de quicio con alguna leve provocación. Desahoga estos sentimientos en tu cuarto o en algún lado donde puedas expresarte a solas.
- Aprende a dirigir tu atención a las cosas que si quieres, recordando que nadie realmente puede hacerte feliz sino tu mismo, y que si no te empeñas en poner atención a lo que te hace feliz y a tener fuerte voluntad por manifestar tus sueños, entonces siempre habrá quien te mueva el tapete con juegos pobres y tengas que invertir tu energía en crear problemas sin sentido.
- Una de las formas más eficaces para romper el juego del “enemigo” es que lo veas como alguien que te quiere enseñar algo de ti en lugar de verlo como alguien que te trata mal. Si cuando te hace o dice algo, tu te observas a ti mismo, entonces podrás reconocer si lo que dice es cierto o no, y a partir de ahí aprender a observarte. Por ejemplo, si te dice tu oponente que eres un “imbécil”, entonces obsérvate y ve si en verdad eres lo que se te dice. Si sientes que has cometido un error o que actuaste de forma impulsiva o agresiva, entonces quizá puedas poco a poco ir teniendo la humildad de reconocer tu actitud y de cambiarla. Y quizá entonces puedas decirle a tu enemigo “Gracias por mostrarme esto de mi”. Y entonces, dejaras a tu oponente desarmado y sin más, incluso podrás apenarlo un poco si es que te ha dicho esto como un agravio. Por otro lado, si vez que tu oponente no tiene razón en lo que dice, entonces no tienes porque enfadarte, pues solo nos puede enfadar lo que consideramos una verdad en nosotros.
- Trata de darle a tu oponente lo que más quieras que te den a ti. Si quieres que el sea amable, lindo o que te respete, trata de hacerlo tú mismo para con él o ella. Veras cuán difícil es dar algo cuando no lo sentimos. ¿Y sabes por qué no lo sientes? Porque tendrás que empezarlo a dar a ti mismo primero, porque si ya lo tuvieras no lo tendrías que ir a pedir a tu oponente. No generes altas expectativas con las personas, recuerda que cada quien hace lo que puede, si te estas relacionando con alguien que te agrede es porque quiza tambien tu necesitas desarrollar mas amor, compasión y comprensión por los emás.
Sigue estos 5 pasos y veras que poco a poco, a medida que tu te transformas y aprendes de tu enemigo, este simplemente o, desaparece de tu vida, o se vuelve una persona más afable en tu vida.
Fuente: Biomanantial