Miedo al fracaso o miedo al éxito
Todos tenemos miedos. Algunas personas temen el fracaso; está el miedo a hacer el tonto si se intenta algo y no se consigue. Está el miedo incluso a poner en situación embarazosa a otras personas.
Otros podrían tener miedo al éxito. Triunfar podría ser más temible aún que fracasar. Si uno logra llegar a la presidencia de esa gran empresa, por ejemplo, tendría que hablar ante grupos numerosos dirigir a subordinados, confeccionar informes anuales, responder ante los accionistas. ¿Será capaz? ¿Tiene miedo a no saber hacerlo?
Danny De Vito, que mide menos de metro y medio, se convirtió en popular figura de la televisión y en actor y director de cine de extraordinario éxito. Venció sus miedos antes que dejar que éstos lo vencieran a él. Todos necesitamos dominar nuestros miedos, de uno en uno.
Otros podrían tener miedo al éxito. Triunfar podría ser más temible aún que fracasar. Si uno logra llegar a la presidencia de esa gran empresa, por ejemplo, tendría que hablar ante grupos numerosos dirigir a subordinados, confeccionar informes anuales, responder ante los accionistas. ¿Será capaz? ¿Tiene miedo a no saber hacerlo?
Danny De Vito, que mide menos de metro y medio, se convirtió en popular figura de la televisión y en actor y director de cine de extraordinario éxito. Venció sus miedos antes que dejar que éstos lo vencieran a él. Todos necesitamos dominar nuestros miedos, de uno en uno.
Si se convirtiera en estrella cinematográfica, ¿podría habérselas con la prensa, con los críticos, con el trabajo ante las cámaras? Si se hiciera rico, ¿perdería la amistad de sus compañeros, el amor de su familia? ¿Significaría quebrantar alguna ley no escrita tener más dinero que sus padres, más que aquellos a quienes toma por modelo?. ¿Si iniciara un negocio exitoso ¿sentiría que puede administrarlo correctamente?, manejar bien el dinero, conseguir nuevos clientes, manejar correctamente el pago de impuestos?
¿Podrían temores ocultos como éstos ser los verdaderos obstáculos en nuestro camino? ¿Podrían ser ellos, y no los motivos que alegamos, lo que impide nuestro avance?
Pienso que la respuesta es ¡Sí!
Miedo al fracaso o miedo al éxito, la verdad es que la mayoría de nosotros no nos atrevemos a tener, hacer o ser lo que realmente deseamos. No hay nada exterior que nos lo impida; somos nosotros mismos quienes nos lo impedimos.
¿Podrían temores ocultos como éstos ser los verdaderos obstáculos en nuestro camino? ¿Podrían ser ellos, y no los motivos que alegamos, lo que impide nuestro avance?
Pienso que la respuesta es ¡Sí!
Miedo al fracaso o miedo al éxito, la verdad es que la mayoría de nosotros no nos atrevemos a tener, hacer o ser lo que realmente deseamos. No hay nada exterior que nos lo impida; somos nosotros mismos quienes nos lo impedimos.
Como es lógico, a casi todos nos cuesta reconocerlo. Para proteger los sentimientos, el subconsciente enmascara los miedos con excusas de aspecto totalmente razonable. Es posible que una persona sea calva, bajita y lleve gafas de cristales gruesos. Por consiguiente, se dice a sí misma que nunca va a encontrar la pareja perfecta de su vida, que nunca estará felizmente casada.
Quizá sea usted «sólo una mujer» o «sólo una esposa», o sea muy voluminosa; entonces su inconsciente razona que nunca podría lograr un puesto ejecutivo en una empresa dominada por hombres y llegar hasta la cumbre.
Tal vez vive en un barrio no muy bueno, tiene pocos estudios y no sabe hablar con corrección, así pues, su inconsciente considera que nunca podría conseguir un puesto de trabajo con un sueldo elevado.
Acaso se ha arruinado, ha perdido todo su dinero y todos sus bienes, de modo que piensa que no puede fundar una empresa importante, invertir en bienes inmuebles ni aconsejar a los demás sobre cómo encontrar un incentivo en la vida.
¿Cierto?
¡Falso! Lo que hace, en realidad, es prestar oídos a una propaganda negativa. No puede porque se ha convencido a sí mismo de que no puede.
Quizá sea usted «sólo una mujer» o «sólo una esposa», o sea muy voluminosa; entonces su inconsciente razona que nunca podría lograr un puesto ejecutivo en una empresa dominada por hombres y llegar hasta la cumbre.
Tal vez vive en un barrio no muy bueno, tiene pocos estudios y no sabe hablar con corrección, así pues, su inconsciente considera que nunca podría conseguir un puesto de trabajo con un sueldo elevado.
Acaso se ha arruinado, ha perdido todo su dinero y todos sus bienes, de modo que piensa que no puede fundar una empresa importante, invertir en bienes inmuebles ni aconsejar a los demás sobre cómo encontrar un incentivo en la vida.
¿Cierto?
¡Falso! Lo que hace, en realidad, es prestar oídos a una propaganda negativa. No puede porque se ha convencido a sí mismo de que no puede.
Póngase en marcha
El miedo nos limita, nos frustra y nos paraliza. Levanta obstáculos y barricadas y nos hace sentirnos derrotados de antemano, lo que, a su vez, produce ansiedad y sentimientos de culpabilidad que pueden abocar a una completa inmovilización. El miedo nos impide intentar hacer algo y, al no intentarlo, no llegamos a avanzar, con lo que se crea un círculo vicioso que nos demuestra que ya desde el principio aquello era imposible. Tengo una amiga que se lamentaba de que no podía volver a estudiar porque necesitaría cinco años para graduarse y para entonces tendría ya 43. No pude por menos de preguntarle « ¿Qué edad tendrá dentro de cinco años si no reanuda los estudios y no se gradúa?» Una mujer que ingrese en la Facultad de Medicina a los 39 años tendrá 47 cuando esté en condiciones de ejercer, pero si consideramos una esperanza de vida de 81 años, tendrá por delante 34 fructíferos años para realizar una gran aportación a la sociedad y a sí misma.
El enemigo es el miedo. El miedo erosiona nuestra autoestima propia, corrompe nuestra confianza en nosotros mismos y, con el tiempo, nos convence de que somos unos perdedores. Mientras nos dejemos dominar por el miedo, nunca nos atreveremos a triunfar.
La salida
Con una nueva conciencia, podemos superar y vencer el miedo, siempre que comprendamos que su origen está dentro de nosotros, no en el mundo exterior.
Franklin Delano Roosevelt abordó elocuentemente el tema en una de sus charlas junto a la chimenea cuando dijo: «Sólo debemos tener miedo al miedo mismo.» Napoleón Hill, autor del clásico Piense y hágase rico, a quien se atribuye esa frase que al parecer escribió para Roosevelt, afirmó también: «Enfréntate a tus miedos y podrás hacerlos desaparecer.»
Franklin Delano Roosevelt abordó elocuentemente el tema en una de sus charlas junto a la chimenea cuando dijo: «Sólo debemos tener miedo al miedo mismo.» Napoleón Hill, autor del clásico Piense y hágase rico, a quien se atribuye esa frase que al parecer escribió para Roosevelt, afirmó también: «Enfréntate a tus miedos y podrás hacerlos desaparecer.»
Cuando comprendemos que las excusas carecen de valor podemos empezar a actuar. Cuando vemos que el verdadero problema lo constituyen nuestros miedos inconscientes, y no una circunstancia externa, entonces podemos tomar el mando de nosotros mismos y de nuestras vidas. Y, una vez que asumimos el control, podemos ser, hacer y tener lo que queramos.
Todos queremos desarrollamos plenamente y convertirnos en todo lo mejor que .podamos. Todos queremos gozar de abundancia y prosperidad. Todos queremos ser alguien que cuenta. Todos queremos ser sanos y felices. Todos queremos relaciones profundas y gratificantes. Todos queremos amor, alegría, dicha y satisfacción. Todos queremos lo mejor de todo. Nosotros sabemos que eso es lo que queremos y sabemos que eso es lo que usted quiere. ¡El milagro radica en que todos podemos tenerlo! Lo único que necesitamos es vencer nuestros miedos y atrevernos a perseguir nuestros objetivos.
El progreso personal
Atreverse a triunfar puede ser algo instantáneo, que sucede de una sola vez, o puede ser el resultado de un esfuerzo acumulativo a lo largo del tiempo. Nosotros no sabemos qué necesita usted para superar sus miedos particulares, pero sí sabemos que puede hacerlo. Mi objetivo al escribir este capítulo es ayudarle a crearse un entorno en el cuál sus pensamientos y creencias le sirvan para dar ese paso adelante. No se sí empezó a atreverse a triunfar antes de éste taller de autoestima, ó en el capítulo 10, ó si empezará a atreverse a triunfar en el capítulo 70 o en el capítulo 100 ó al terminar el taller.
¡Pero sé que puede hacerlo! En este momento no es necesario que usted lo crea, basta con que crea que éste taller de autoestima puede ayudarlo. Todos podemos hacer casi cualquier cosa si no violamos las leyes divinas ni los derechos de otros seres humanos.
LOS PROBLEMAS SON OPORTUNIDADES DISFRAZADAS
LOS PROBLEMAS SON OPORTUNIDADES DISFRAZADAS
"La vida es como una piedra de esmeril y uno mismo, sólo uno mismo, decide si lo tritura o lo afila."
Caveti Robert
-Tengo un problema. Un joven se acercó al doctor Norman Vicent Peale (Padre poder del pensamiento positivo) en la Quinta Avenida de Nueva York, lo cogió por las solapas y le dijo:
-Doctor Peale, ayúdeme, por favor. No puedo hacer frente a mis problemas. Son demasiado para mí.
-Escuche -contestó el doctor Peale-, tengo que dar una conferencia. Si me suelta las solapas, le enseñaré un sitio en el que hay personas que no tienen problemas.
-Si pudiera hacer eso -exclamó el hombre-, daría cualquier cosa por ir allí.
-Cuando vea el lugar, quizá no quiera ir -repuso el doctor Peale-. Está a sólo dos manzanas de aquí. Caminaron hasta el cementerio de Forest Lawn y allí se detuvo el doctor. -Mire, ahí hay 150.000 personas. Y sé que ninguna de ellas tiene ningún problema.
-Doctor Peale, ayúdeme, por favor. No puedo hacer frente a mis problemas. Son demasiado para mí.
-Escuche -contestó el doctor Peale-, tengo que dar una conferencia. Si me suelta las solapas, le enseñaré un sitio en el que hay personas que no tienen problemas.
-Si pudiera hacer eso -exclamó el hombre-, daría cualquier cosa por ir allí.
-Cuando vea el lugar, quizá no quiera ir -repuso el doctor Peale-. Está a sólo dos manzanas de aquí. Caminaron hasta el cementerio de Forest Lawn y allí se detuvo el doctor. -Mire, ahí hay 150.000 personas. Y sé que ninguna de ellas tiene ningún problema.
Los problemas pueden ser ventajas
Ésa es una de las anécdotas favoritas del doctor Peale y nunca la hemos olvidado porque ilustra la verdadera naturaleza de los problemas. Los problemas son señal de vida. Si tiene usted un gran problema, agradézcalo, porque demuestra que está usted vivo y en funcionamiento. (Hay quien dice que la mejor manera de valorar a una persona es por la magnitud de los problemas que tiene.)
Por lo general, la opinión más aceptada es que los problemas son malos. La mayoría de la gente considera que el estado ideal de las cosas sería el de una total ausencia de problemas. Por lo tanto, tenerlos significa que algo va mal; en consecuencia, acabamos consagrando gran parte de nuestras energías a deplorar nuestra suerte. Terminamos diciéndonos a nosotros mismos: «¡Todo sería estupendo si pudiese librarme de mis problemas!».
Ése es el lamento del pesimista. El optimista, por el contrario, los considera oportunidades. Si alguna vez se ha encontrado usted ante un grave problema y se ha abierto paso a través de sus temores para abordado, comprenderá inmediatamente lo que queremos decir. Pero la mayoría de nosotros no hemos hecho eso, no nos hemos abierto paso; por lo tanto nos cuesta creer que los problemas sean oportunidades disfrazadas.
Muchos de los grandes descubrimientos y avances de la ciencia han tenido como motivador resolver problemas. No dudo que sus problemas puedan ser graves, pero, quiero decirle que piense que aun en las peores situaciones posibles aquellos que se atreven pueden obtener resultados asombrosos. Las personas que han superado las circunstancias más difíciles nunca se dejaron desmoronar por ese revés, esa aflicción, ni sucumbió a sus miedos. En lugar de ello, encontraron dentro de sí mismas el valor para reaccionar y triunfar. De hecho, si no existieran problemas, las personas pueden continuar haciendo un trabajo equivocado, llevando una vida equivocada y vulgar. Pero no le deseo problemas a nadie. Lo que quiero decir es que cada problema contiene dentro de sí la semilla de una oportunidad que podría cambiar su vida. Los problemas pueden hacer que tensemos músculos físicos y espirituales que en otro caso quizá no utilizaríamos jamás, y cuya existencia incluso ignoraríamos.
Muchos de nosotros tenemos una actitud derrotista. Generalmente, la causa es que hemos permanecido durante tanto tiempo en una posición de sometimiento que creemos que ésa es la situación normal y natural para nosotros. No podemos triunfar porque somos los proverbiales «perdedores natos». Una vez determinado que el problema consiste en ser un perdedor, ¿cómo vamos a poder triunfar? Hemos eliminado la posibilidad de éxito. Pero el problema no es haber «perdido» anteriormente, sino el modo de contemplar nuestras derrotas. Un optimista podría decir que aún no hemos tenido éxito.
Quizás el ejemplo más universalmente aclamado de este principio lo constituye Thomas Edison. Aunque se le consideraba un inventor, Edison no siempre disfrutó del aplauso y el respeto que se le dispensan hoy. Cuando le entrevistó por primera vez, Napoleón Hill dijo:
-Señor Edison, ¿cómo me explica el hecho de haber fracasado miles de veces en su intento de crear una lámpara de incandescencia?
-Perdone -replicó Edison-. No he fracasado casado ni una sola vez. He realizado miles de experimentos que no han dado resultado. Tenía que llevar a cabo suficientes experimentos para encontrar la forma de que funcionase. Todos hemos realizado miles de experimentos; es como cuando aprendíamos a andar; seguíamos intentándolo porque veíamos que otros 10 habían conseguido. No es que seamos perdedores dos, tres o cuarenta veces. La mayoría de las veces se trata simplemente de que no hemos realizado todavía los suficientes experimentos para tener éxito. Si un solo experimento no produce un resultado positivo, la mayoría de nosotros concluimos que somos perdedores y renunciamos a seguir intentando. «No puedo hacerlo», es la conclusión habitual.
-Señor Edison, ¿cómo me explica el hecho de haber fracasado miles de veces en su intento de crear una lámpara de incandescencia?
-Perdone -replicó Edison-. No he fracasado casado ni una sola vez. He realizado miles de experimentos que no han dado resultado. Tenía que llevar a cabo suficientes experimentos para encontrar la forma de que funcionase. Todos hemos realizado miles de experimentos; es como cuando aprendíamos a andar; seguíamos intentándolo porque veíamos que otros 10 habían conseguido. No es que seamos perdedores dos, tres o cuarenta veces. La mayoría de las veces se trata simplemente de que no hemos realizado todavía los suficientes experimentos para tener éxito. Si un solo experimento no produce un resultado positivo, la mayoría de nosotros concluimos que somos perdedores y renunciamos a seguir intentando. «No puedo hacerlo», es la conclusión habitual.
Pero ¿es válida esa conclusión? Decir que no podemos triunfar porque hemos fracasado una, dos o más veces en el pasado no es sino la expresión del miedo a fracasar de nuevo. Y, mientras tengamos ese miedo, tropezaremos con el obstáculo que en nuestro camino alza tal excusa. Ha llegado el momento de rechazar todo tipo de desánimo o abatimiento, ya sea producido por nosotros mismos o por otros. Lo que debe usted hacer es darse ánimos a sí mismo y dárselos también a otros.
En el siguiente capítulo analizaremos de lo que es posible hacer para cambiar esta situación.
Eliminar nuestros temores es una excelente oportunidad para vivir la ¡Emoción por Existir!
Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capitulo 67 - Volumén 2