Expandir la Imaginación Acerca de lo que es Posible parte 2/3


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Decisión activa

Lo emocionante de utilizar la mente es que podemos desbaratar todas las excusas inventadas por nuestros miedos. Cuando utilizamos la mente de modos creativos y constructivos, no importa lo que no hemos hecho, lo que no hemos dicho ni dónde no hemos estado. Lo único que importa es cómo empleamos la mente diciéndole a la conciencia lo que queremos hacer.

¿Hasta dónde le gustaría subir?
¿Dónde le gustaría estar?
¿Qué le gustaría tener?
¿A quién le gustaría conocer?

Cuando en 1960 los rusos lanzaron el primer satélite artificial Sputnik. John F. Kennedy tomó una decisión consciente. Dijo que en el plazo de diez años pondría los Estados Unidos  un hombre en la Luna. Lo hicimos en ocho años y dos meses. La razón es, como diría lord Alfred Whitehead, que «los sueños del gran soñador nunca se cumplen, siempre se sobrepasan».

La cristalización de los objetivos

Lo único que tiene que hacer es preguntarse: « ¿Qué quiero realmente?» A veces va bien decirlo en voz alta. No tardará en oírse responder: «Quiero esto.» Tan pronto como lo diga, habrá comprometido usted a la conciencia. Habrá empezado a hacer rodar la bola en dirección al resultado deseado. Se habrá fijado un objetivo.
1. ¿Qué quiero?
2. ¿Qué creo realmente que debo hacer para conseguir lo que quiero?
3. Cuando aborde el punto 2, ya tendré el punto 1.

Apúntelo

Los objetivos son como imanes. Nos atraen hacia ellos. Nos comprometen a actuar. Ponen a trabajar al inconsciente. El inconsciente puede ser astuto. Si todavía albergamos temores ocultos y el inconsciente advierte que sus excusas ya no funcionan, dispone aún de otro truco que puede utilizar. Puede hacemos olvidar nuestros objetivos. Hoy decidimos que vamos a ser presidentes de una gran empresa. Pero mañana, en el agitado día a día de nuestra vida, el objetivo parece desvanecerse de nuestra conciencia y el inconsciente tiene vía libre de nuevo.

Por consiguiente; tan pronto como nos fijamos un objetivo, necesitamos anotado. Anotar un objetivo es un segundo acto; afirma que hemos emprendido la acción y dota de permanencia a esa acción. Es un paso concreto. Expone con toda claridad al inconsciente que no bromeamos, que realmente nos proponemos alcanzar nuestro objetivo. Es importante poner de relieve que sólo pensamos realmente cuando escribimos o repasamos nuestros pensamientos y los plasmamos sobre el papel.

Cuando apuntamos un objetivo, empeñamos toda nuestra mente en conseguido. Es fácil pasar por alto, desechar u omitir un objetivo en el que hemos pensado una vez, lo hemos murmurado quizás en voz alta y luego lo hemos olvidado rápidamente. Pero resulta mucho más difícil cuando está puesto por escrito.

Escriba muchos muchos pero muchos objetivos

Muchas personas le dirán que apunte sus objetivos, pero nosotros nos diferenciamos en que le decimos que apunte demasiados objetivos. No escriba sólo uno o dos. Escriba docenas de ellos, por lo menos 101 objetivos.  Hay tres buenas razones para anotar demasiados objetivos:

1. La primera es que cada objetivo tiene un período de gestación diferente. Un huevo de gallina tarda veintiún días en alumbrar una nueva vida, un embrión humano necesita nueve meses de gestación y el de un elefante, dos años. Lo mismo ocurre con los objetivos. Unos se alcanzan fácilmente, otros requieren muchos años.  Otra forma de expresar esto es considerar que el universo tiene su propia perspectiva. Lo que el universo ve es lo que el universo obtiene finalmente. Richard Attenborough concibió y escribió la idea de la película Gandhi veinte años antes de que fuese producida realmente. Había fijado un objetivo y se hallaba preparado para llevarlo inmediatamente a la práctica, pero el universo no lo estaba. Fueron necesarios veinte años para que la gente se hallara en, disposición de aceptar una película sobre el gran dirigente indio. Cuando el universo estuvo finalmente preparado, todo encajó. Ben Kingsley se encontraba en condiciones de representar el papel. (¡Sólo era un adolescente cuando Attenborough concibió la película!) La financiación, la comercialización y la distribución estaban a punto. Y así se llevó a efecto.  El tener muchos objetivos nos proporciona el tiempo necesario para que el universo se ajuste a nuestra perspectiva.

2. La segunda razón para anotar numerosos objetivos es que cuando logramos uno, éste pierde su poder y su importancia para nosotros. Cuando se alcanza un objetivo se cae en una cierta depresión de intensidad variable, a menos que se disponga de otro objetivo que perseguir y alcanzar. Si anotó usted que quería un nuevo trabajo y lo consigue, el objetivo pierde su sentido. Sería semejante a un ensalmo que proyectase su hechizo y quedara agotado. Por eso, cuando apuntamos muchos objetivos, aunque alcancemos algunos, aún quedarán más para mantener activo al inconciente.

3. Otra razón para no limitamos a sólo unos pocos objetivos es que la abundancia es la regla del universo. Puesto que podemos tener todo lo que deseamos si estamos dispuestos a trabajar por ello... ¿por qué conformamos con menos? Mae West lo expresó de forma insuperable cuando exclamó: «¡Demasiado de algo bueno es maravilloso!». Conéctese al flujo de abundancia del Universo comenzando por creer en ello.

"No es que deseemos demasiado. Es que deseamos demasiado poco."
Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capitulo 68 - Volumén 2