“El individuo que no se interesa por sus semejantes es quien tiene las mayores dificultades en la vida y causa las mayores heridas a los demás. De esos individuos surgen todos los fracasos humanos”. - Alfred Adler.
Psicólogo y psiquiatra austriaco.
Preguntarle a alguien acerca de cómo se encuentra es abrir las puertas de tu corazón para que pase un rato y se sienta cómodamente acogido mientras tocas el suyo con tu atención y tu ausencia de enjuiciamiento. Ambos corazones se tocan y por eso se sucede un poderoso nexo en tan divina actividad como es el escuchar con atención. Esta es una de las más poderosas razones por las que mucha gente va a la iglesia, idealmente cuando no hay misa y nadie interrumpe diciendo palabras allá enfrente. En las iglesias, en esos silenciosos recintos, muchos sienten que Alguien los escucha profundamente, en ese lugar sienten que Alguien les pone atención a todo lo que dicen desde su corazón y no son criticados ni juzgados sino cariñosamente aceptados, ahí mucha gente puede hablar y decir todo lo que quiere porque siente que Alguien le escucha con profunda atención y sin juzgarles nada, solo escuchando. Así mucha gente identifica a Dios. El que siempre escucha. ¿Ya ves lo divino que hay en nosotros cuando escuchamos?
Por eso, cuando una persona está frente a alguien que solo escucha con tremenda atención, suele sentir que estuvo frente a Dios o algo parecido. No exagero en mis palabras. Me consta. Si decides escuchar con divina atención a alguien, esa persona pronto querrá volver a visitarte, y es que en el fondo sabe que puede visitarte en tu corazón y disfrutar así de sentirse tocado en su corazón también. Por la misma razón mucha gente regresa una y otra vez a la iglesia.
Ahora imagínate la capacidad de escuchar con esa divina atención en dos personas que se quieren. ¡Es el paraíso repleto de emoción por existir! Se sucede el milagro de “conocerse en verdad” y uno siempre se queda enamorado de quien verdaderamente se conoce. Es por eso que una pareja así no puede dejar pasar mucho tiempo sin hablar el uno con el otro y durante horas, y diario. Esto no es metafórico, es real, existe. La persona que se interesa por otra, se hace indispensable para esa otra. Ya te he dicho de la gran necesidad de amor que tiene nuestra sociedad, y por eso es que se tiene tanto éxito cuando se interesa uno por la vida de los demás, el verdadero éxito en la vida, el basado en el amor. Este interés no puede ser falso, si lo es se detecta en forma inmediata. Cuando alguien te observa con atención se denota, cuando alguien te ve sin concentrarse en lo que le dices, también es claramente manifiesto para cualquiera. Ahí de inmediato ya no queremos hablar. Ya para qué. Son de esos ejemplos en donde si le preguntamos a la otra persona qué le estábamos diciendo, ni se acuerda o inventa o solo repite fácilmente como efecto resonante lo último que oyó. Pero nosotros sabemos perfectamente que esa persona nunca “sintió con nosotros”. Y cuando eso se percibe, al mismo tiempo se presenta la invitación a callar y pasar a otra cosa.
Cuando se bloquea la comunicación con esta forma tan común, se corta el valioso torrente de información entre un corazón y otro, y así empieza a surgir el desconocimiento. Y esta es una de las más poderosas razones por las que muchas parejas, familiares o amigos, incluso luego de años de relación, ¡todavía no se conocen en verdad! Y es que ¿cómo?, si pocas veces se dieron el tiempo de preguntarse con amorosa atención: “¿Y tú..., cómo estás?”.
Es emocionante recibir escritos de personas que comentan algo como: “...Me siento muy identificada con su filosofía de generosidad y ayuda hacia los demás, quiero dar algo también...”. Y es aquí cuando me encanta responder: “...Gracias por sus palabras. Y si me quiere ayudar, entonces escuche a alguien. Escuchar con paciencia es a veces mayor caridad que dar. Vaya y pregúntele con atención a alguien “Y tú ¿Cómo estás?”, eso ya sería de gran ayuda para una Nueva Conciencia”.
Nueva Conciencia es una filosofía de vida de aplicación universal. Es algo maravilloso, es una forma de ser, donde se puede tocar el corazón de alguien y transformarlo por ese simple toque. Es algo que tú y yo podemos hacer en cualquier lugar, en cualquier momento y con cualquier persona. No hay que decir gran cosa, hay que escuchar. Y por favor, si mientras alguien te habla de algo trascendente de su vida suena tú celular o el teléfono de tu casa u oficina, ¡no contestes ni te inquietes! La persona que te busca, ya te hablará más al rato, tú sigue concentrado escuchando a quien te está hablando. Una de las maneras más deplorables y desmoralizantes para cortar toda inspiración en quien te habla es mediante la evidencia de tu poco interés al distraerte tan fácil con cosas tan triviales, y cuando uno escucha con verdadera atención, cualquier otra cosa es trivial. El día que se caiga el mundo y tú ni te enteres porque estabas escuchando a alguien, ese día sabrás lo que es que Dios se manifieste a través de ti mediante tu capacidad de escucha.
“Recordad que la naturaleza nos ha dado dos oídos y una sola boca para enseñarnos que más vale escuchar que hablar”. - Zenón de Elea. Filósofo griego.
Tengo la certeza de que todas las personas tienen una historia fascinante, todas tienen algo que decir siendo apasionante, de todas podemos aprender algo en extremo interesante, lo único que se necesita es que alguien escuche y les pregunte: “¿Y tú... cómo estás?”. Si algo le caracteriza a mi vida actual es la diversa gama de tipología de amistades que tengo. A mi vida la rodean hombres y mujeres de extremadamente distintas disciplinas, diferentes niveles socioeconómicos, distintas jerarquías intelectuales, otras nacionalidades o costumbres personales.
Me consta que todas las personas son dignas de preguntarles con total atención ¿Y tú... cómo estás?, para encontrarte con otra manifestación de Dios más. En varias ocasiones he confesado que me enamoro de muchas de estas personas con extrema facilidad por lo que alcanzo a conocer de ellas. Por demás decir lo demostrado que está la condición fundamental para enamorarse de alguien: conocerle en verdad. Son cosas totalmente distintas. La atracción se logra con el cuerpo, con rasgos físicos que atrapan (puede tratarse también de dinero o bienes materiales o fama), el enamoramiento en cambio, se logra con el alma y el corazón. La atracción es tan fácil y común porque depende tan solo de ver el cuerpo o las cosas de otra persona; el enamoramiento es tan difícil y ocasional porque depende de percibir con el corazón y conocer así el alma de la otra persona. En la atracción no se requiere de tiempo, en el enamoramiento sí, el tiempo necesario para escuchar y así conocerse en verdad. De tal suerte que no existe el famoso “amor a primera vista”, lo que puede existir es la atracción a primera vista, esa sí. Pero el amor, ese requiere de un hermoso tiempo de cultivo.
Por eso hay tantas parejas que solo se atraen sin conocer el verdadero amor. Hay parejas que incluso se pueden llegar a casar solo por atracción, parejas que pueden irse a vivir juntos solo por esa atracción. Los resultados no se dejan esperar. Cuando el cuerpo cambia, la atracción desaparece y la angustia de separación y perspectiva de un final se sucede si el nexo solo fue superficial. Es entonces cuando se corre a la cirugía, a la dieta perenne, al maquillaje excesivo. Este es uno de los mayores miedos que he visto en muchas mujeres. El miedo a ya no ser atractiva y la angustia al ver otras mujeres que ahora sí lo son por ser más jóvenes. Mujeres que sembraron su propia trampa y luego se sorprenden de cosechar su propio rechazo. En cambio, las parejas que se unieron por verdadero amor, aquellas que todos los días se preguntaron ¿Y tú... cómo estás?, llegan al atardecer de sus vidas, al ocaso de sus historias, desde hace mucho tiempo sin el más mínimo interés por atraerse, ¡¿cómo?!
Si desde hace años uno ya esta en el otro mediante la fuerza del amor. Ya no puede atraerse más lo que está fundido en uno solo. Este es parte del milagro que observamos en las relaciones que duran años y años. Se escucharon desde el corazón mientras se hablaban desde el corazón. Entonces, terminan latiendo juntos.
Por favor, por lo que más quieras, siempre pregunta, a quien te ha escuchado hasta el final de tu relato, ¿Y tú... cómo estás? Nunca dejes que tu discurso termine tan solo con el final de tu historia, ¡interésate en la historia de quien te escuchó! ¡Es alguien que vale la pena y te consta! Pregunta ¿Y tú... cómo estás?, por prudencia, por justicia, por educación, por valores elementales, por decoro (o aunque sea porque te lo pido yo).
Vamos, mejor y en una palabra, por amor. Si decides hacer lo que aquí te propongo, ¡Bienvenido a Nueva Conciencia! Bienvenido al saber de que no hemos nacido únicamente para nosotros, sino para los otros. Bienvenido al grupo de seres humanos interesados, interesados en ayudar al ser humano a ser más humano, interesados en crear una obra maestra hecha a dúo: una sublime amistad, interesados en la hermosa oportunidad de manifestar a Dios a través de sí mismos, interesados en compartir así su...
¡Emoción por Existir!
Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capitulo 60 - Volumén 2