Tú eres...


Tú eres el camino y la meta, y no hay distancia entre la meta y tú.

Tú eres el buscador y lo buscado; no hay distancia entre el buscador y lo buscado.

Tú eres el devoto y la devoción.

Tú eres el discípulo y el maestro. 

Tú eres el medio y el fin. 

Este es el Gran Camino. 

Cuando no se entiende el significado profundo de las cosas, se perturba en vano la paz esencial de la mente.
El Camino es perfecto, como el espacio infinito donde nada falta y nada sobra.
De hecho, es debido a nuestra elección de aceptar o rechazar que no vemos la verdadera naturaleza de las cosas.

No vivas en los enredos de las cosas externas ni en los sentimientos internos de vacío. 

Mantente sereno, sin hacer esfuerzos, en la unidad de las cosas, y tales falsos conceptos desaparecerán por sí solos. 

Cuando tratas de parar la actividad para alcanzar la pasividad, el propio esfuerzo te llena de actividad. 

Mientras estés en un extremo o en el otro, nunca conocerás la Unidad. 

Aquellos que no viven en el Camino único fracasan en ambas: actividad y pasividad, afirmación y negación. 

SI ENTIENDES, habrá paz. Si no entiendes habrá desasosiego, tensión, angustia. El hecho de que alguien esté angustiado muestra que no ha entendido las cosas, el significado profundo de las cosas.

Y vas acusando a otros de que es por ellos que estás angustiado. Aquí nadie está angustiado por nadie. Estás angustiado debido a tu no-entender o a tu mal-entender.
Una vez que comprendes que cambiar el mundo entero no es responsabilidad tuya, lo único que puedes hacer es cambiarte a ti mismo.

Un místico sufí, escribió en su biografía: «Cuando yo era joven pensaba y le decía a Dios: “Dame fuerza para cambiar el mundo entero”, y esto era la base de todas mis oraciones. Me parecía que el mundo entero estaba equivocado. Yo era un revolucionario y quería cambiar la faz de la Tierra.»

«Cuando me hice un poco más maduro empecé a rezar: “Por lo visto eso es demasiado. Se me está yendo la vida de las manos; ya se me ha ido casi la mitad y no he cambiado ni a una sola persona, qué decir del mundo entero”. Así que le dije a Dios: “Con mi familia será suficiente. Déjame cambiar a mi familia».

«Y cuando me hice viejo, me di cuenta de que hasta mi familia era mucho pedir, además ¿quién soy yo para cambiar a nadie? Entonces me di cuenta de que si me pudiera cambiar a mí mismo sería suficiente, más que suficiente. Le recé a Dios: “Ahora he llegado a la verdadera cuestión. Al menos permíteme hacer esto: «me gustaría cambiarme a mí mismo». Y Dios contestó: “Ahora ya no queda tiempo. Eso lo tenías que haber pedido al principio. Entonces todavía había una posibilidad”. 
Todo el mundo pide esto al final. El que lo pide al principio, ha entendido la naturaleza de las cosas. Este comprende que aun cambiar uno mismo no es una tarea fácil. Eres todo un mundo dentro de ti; llevas en ti el mundo entero. 

Todo lo que existe, existe en tu interior. Eres todo un universo, no una cosa pequeña; si este cambio puede ocurrir lo habrás conseguido. 

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Osho