Cada quién maneja sus propias variables para medir su tolerancia al respecto de algo o alguien, planteando diversas técnicas o pensamientos sobre como desanudar el así llamado "Punto límite" personal.
Nuestro punto de vista respecto a la tolerancia es inherente al ser humano, ya que la baja tolerancia o en su extremo la excesiva, nos enferma; no nos permite discernir sobre aspectos de otros que no aceptamos o en su defecto, nos acostumbramos sumisamente a callar y soportar personas o situaciones que a la larga, nos contaminan e intoxican de manera literal.
La tolerancia es parte de nuestro aprendizaje de vida. A través de ella nos confrontamos con lo distinto a nosotros; ese choque de personalidades nos abre un interrogante y nos coloca ante un desafío: ¿Qué hacemos frente a aquello que no compartimos en pensamiento, sentimiento o creencia?
El punto límite de la tolerancia; ese momento donde no soportamos más esa diferencia y tenemos imperiosamente que definir una acción directa, nos deja abiertos en grandes rasgos, dos caminos a seguir:
- El rechazo y sus subsiguientes variables (represión, evasión, sumisión, ira, violencia, negación, etc)
- La aceptación, trayendo a nuestra vida discernimiento, comprensión, liberación, verdad, Amor, etc.
En este último punto queda claro que la aceptación de las particularidades de otro que no compartimos, no nos obliga a pensar, sentir o creer en aquello que el otro sostiene. Simplemente reconocemos a esa manera de ver la vida, como una Verdad más, en el multicolor mundo que todos compartimos.
Es obvio que en aquellas situaciones donde el "punto límite" se encuentra por violencia o agresión hacia nuestra persona o grupos de personas, no nos exige aceptarlo como una Verdad o realidad de terceros sin que hagamos nada al respecto, para evitar un posible daño o mal.
El entendimiento y comprensión de formas enfermas o distorsionadas de ver la vida (ya sea al terrorista extremista, violador, asesino, etc) no nos pide que respondamos con la misma moneda. Nos habilita para protegernos como individuos o grupo social de manera civilizada para sanar, y nunca para vengarnos.
La venganza nos emparenta con aquél que hizo daño; nos despierta las más bajas miserias que habitan en nuestro ser interno, y nos convierte justamente en aquello que nos provocó dicho rechazo.
Es entonces la tolerancia, un primer paso a recorrer en esta gran aldea global, que nos plantea en sus puntos límites la enorme posibilidad de crecer, obtener discernimiento, y sanar nuestras miserias internas en función del Amor, esta maravillosa energía que nos alimenta y enriquece como individuos dispuestos a lograr, la tan ansiada trascendencia.
Como práctica te aliento a revisar tu juicio y reacción hacia aquella persona o situación que toleras o te empuja al "punto límite". Intenta a través de la reflexión, comprender a esa Verdad que no compartes como la verdad de otro, como una más de la diversidad que vive en tu entorno, y desanuda ese mal sentir interno que te provoca, liberando rechazos no resueltos, enfocando la mirada en tus propios pasos y acciones, y aligerando tu verdadero y exclusivo camino de evolución.
Autor: Ricardo Raúl Benedetti