“Siempre estas solo, pero sólo te sentirás solo cuando no te simpatice con quien estás solo”. - Wayne Dyer.
Mi mayor ilusión es que tú también vivas momentos de éxito. Todos. El éxito no es exclusividad de unos cuantos. El éxito es privilegio de todos. La forma de dicho éxito es lo que puede ser privilegio de uno.
Aquí mis recomendaciones para que vivas una Nueva Conciencia del entusiasmo y la alegría por compartir. Las he sintetizado en cuatro puntos:
1. Aprende el “Privilegio de Uno”. Me refiero a lo que he compartido contigo a lo largo de todo este capítulo. Es una gran “válvula de escape” a la frustración contenida, el que cuando uno platica lo más emocionante que nos ha sucedido y no nos sentimos comprendidos, recordar lo que Berch nos enseñó: “Lo más maravilloso y extraordinario te sucede exclusivamente a ti”. Te recomiendo amplísimamente que, cuando te atrapes a ti mismo en una sensación de frustración por no sentirte escuchado o comprendido, te repitas en silencio, dentro de tu cabeza, que lo más maravilloso y extraordinario te sucedió sólo a ti. Verás que una gran calma te volverá en ese preciso momento, como por arte de magia.
2. Comparte y emociónate haciéndolo, pero al mismo tiempo, despréndete de la reacción que se suceda. Algo que aprendí desde hace muchos años de un gran sacerdote jesuita, Anthony de Mello, fue que “El origen de todo sufrimiento, son los apegos”, y creo que aquí pudiera aplicar muy bien. Si en el momento de compartir, sientes que tu felicidad se evapora porque con quien la compartiste no te hizo caso o no le importó en la magnitud que tú esperabas, significa que tienes un apego al reconocimiento de aquella persona. Esta es una trampa del ego. Tu ego es el que está ávido de reconocimiento, tu ego es quien quiere seguir siendo aplaudido aún después de que toda la audiencia ya se ha marchado. Tu ego es el que te hace sufrir haciéndote dependiente del reconocimiento del otro porque es tu ego quien tiene este apego. Sin embargo, con una Nueva Conciencia de los hechos, con una sana invitación a tu evolución y crecimiento espiritual, debes aprender a desprenderte de ese reconocimiento. Al espíritu que eres, no le importa en lo más mínimo la reacción de los demás.
Tan solo se regocija en compartir, en dar. Eso es todo. ¿Te gustaría preferir conversar con quien se emociona igual que tú? Sí, claro. Sano es. ¡Prefiérelo! Te insto a que lo hagas. Solo alerta a una gran y enorme diferencia: una cosa es “Preferir” y otra muy distinta es “Necesitar”. Prefiere y no necesites. Este es un gran camino que se transita con mucha paz.
3. Elige bien con quién compartes tu alegría. Hace años aprendí que nadie te hace daño durante mucho tiempo sin que tú mismo tengas culpa de ello. Y digo esto porque tal parece que luego de que ya hemos vivido la máxima evidencia de que determinada persona no se emociona con lo que le compartimos de nuestra vida, luego, en otro dichoso evento repleto de alegría que hayamos vivido y queremos compartir, volvemos a elegir a esa persona para platicarle.
Aquí, el mal momento no es culpa de esa otra persona. ¡¿Por qué vuelves a elegir a quien no tiene la sensibilidad que se necesita para comprenderte?! Respuesta: por imbécil. Sí, duro, pero es la verdad. Lo he vivido. La culpa es de uno. Existen tan diferentes personas, con niveles de educación tan distintos, con grados de sensibilidad tan marcadamente diferentes, que por ello, existen tan variados temas de conversación y varios grados de profundidad en la comunicación. Esto lo debes aprender. No todos se nutren con el mismo alimento.
Recuerdo cuando hace algunos meses, uno de mis alumnos que al salir de clase, me alcanzó y me preguntó: ¿Qué debo hacer para empezar mi carrera como escritor? Me encantaría que me recomendaras algo a mí, quien apenas voy a empezar en este arte”. Me acuerdo que le dije: “Primero, ya ponte a escribir. Habla menos y escribe más. Sin censura, lo que te salga del corazón. Nunca pienses en una obra literaria ni en imitar el estilo de nadie, tan solo deja que muevan tus dedos la pluma, pero que escriba tu corazón. Luego, inmediatamente después de haber terminado tu primer ensayo, sentirás un impulso de salir corriendo a mostrárselo a alguien. Ten cuidado aquí. Nunca elijas enseñarle tus escritos, siendo principiante, a un imbécil que no tenga la sensibilidad necesaria para emocionarse con el arte de la palabra escrita. Aún así sea esta persona tu novia o tus papás”. Así lo hizo, y se evitó la desmoralizante actitud de quien no sabe apreciar el esfuerzo de un inicio. Esta recomendación, también te la quiero hacer a ti.
Hagas lo que hagas, sé inteligente y elige bien a quién le compartes lo que has hecho. Ahí estará gran parte de tu alegría también y de tu entusiasmo por seguir adelante.
Una breve reflexión más en este punto: si de momento no encuentras a nadie con quien compartir tu alegría de vivir, es preferible que aguardes y no lo comentes. Ya aparecerá alguien. De momento, platícalo contigo y verás que en el propio y personal recuerdo también puedes encontrar regocijo.
4. Si puedes, date y brinda el don de saber escuchar. En esto quiero ser contundente: tú puedes desarrollar la gran virtud de realmente saber escuchar. Tan solo requieres de un elemento espiritual: estar auténticamente interesado por la vida de los demás. Cuando digo: “saber escuchar”, no me refiero a la pasiva actitud de quedarte callado y observando a tu invitado. Eso lo puede hacer cualquier animal de escala filogenética inferior. Vamos, incluso un perro o un gato lo hacen de maravilla.
Nunca interrumpen. Tal vez, esa es la razón por la que muchas personas han llegado a preferir platicar con sus mascotas que con otra persona, porque no las interrumpen. Pero aquí no me refiero tan solo a eso. Aquí, saber escuchar con una Nueva Conciencia, es a que te des la oportunidad de sentir, de intentar sentir, en la magnitud que tu interlocutor siente. Llorar con ella, sin decir nada. Tan solo compartiendo su sentimiento y emoción. Reír con él, sin criticar lo que hiciera, sino disfrutando el momento juntos.
Emocionarte con ella, por ver cuán emocionada está con lo que te dice. Actuar así, es privilegio de ángeles. Y son precisamente esos ángeles quienes enamoran al mundo. Me emociona pensar que muy posiblemente, ahora mismo un ángel me esté leyendo. Piensa en esto. Date la oportunidad de sentir lo que la otra persona sienta. Verás la gran ayuda que estarás brindando y lo bien que esto te hará sentir. No se diga lo que le harás a la otra persona, le permitirás volver a vivir lo que tanta emoción le brindó. Gracias a ti, volverá a disfrutar, y verás que tú también. Es privilegio de un alma noble y verdaderamente evolucionada, disfrutar del éxito de los demás, tanto como si fuera propio.
Ahora bien, en honor a la verdad, si desde un principio no tienes el tiempo, la disposición o las ganas de escuchar, lo más prudente es que lo expreses con respeto a quien intenta iniciar una conversación contigo. El maquillaje de una aparente atención, siempre será maquillaje.
Sé que la envidia resulta ser un gran obstáculo para dar el siguiente paso a un nivel de mayor crecimiento espiritual. Tal vez por eso, cuando queremos compartir lo más maravilloso que nos ha pasado, no encontramos la reacción que nos esperábamos porque quien nos escucha, envidia nuestra alegría de vivir, que a fin de cuentas, es lo único que realmente envidia un ser humano de otro. Sin embargo, confío plenamente en nuestra capacidad para amar y aprender a amar precisamente amando. Y en un amor así, la envidia simplemente no puede existir. Son dos vibraciones de frecuencias totalmente distintas que no pueden coexistir. Por eso, como se ha dicho varias veces, cualquiera que sea la pregunta, amor es la respuesta.
Mientras tanto, te invito a que siempre hagas por vivir con una gran alegría y entusiasmo por tus sueños e ideales. Si tienes la dicha de encontrar a tu alma gemela, a un ángel disfrazado de humano, y te sientes extraordinariamente bien compartiendo tus más intrincados anhelos y maravillosos éxitos, ¡enhorabuena! Si no, tan solo recuerda que lo más maravilloso te sucedió a ti y eso puede ser más que suficiente. Ya te pasó y eso ya es una bendición. Saber esto, sin duda, sin duda, te ayudará a conservar tu...
¡Emoción por Existir!
Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capítulo 48 Volumén 1: Privilegio de uno