La mente es como un Iceberg...


Nuestro comportamiento y nuestra programación subconscientes interactúan con el concepto que sobre nosotros mismos tenemos. Si nos sentimos mal con nosotros mismos, tendemos a desquitarnos con nuestra propia persona.

No necesariamente tiene que ser un acto consciente.
El trato que nos damos automáticamente refleja el grado de aprecio que tenemos por nosotros mismos en un momento determinado. Es de capital importancia que hagamos todo lo que esté en nuestras manos para no dejar de tener pensamientos positivos. De esta manera lograremos seguir siendo felices. Una mala imagen personal nos lleva a pensar que no merecemos nada.
Ésto conduce inconscientemente a sabotear la propia felicidad. La persona que tiene una pobre imagen de sí misma hallará razones, consciente o subconscientemente, para dar al traste con todo.
Cambiar es difícil. La mala imagen tiene a perpetuarse a sí misma. Al lanzarnos en pos del cambio, la tendencia será continuar representando los viejos patrones de culpabilidad y auto denigración.

Amar al prójimo como a uno mismo implica que debemos amarnos a nosotros mismos, que debemos mantener un equilibrio entre nuestras necesidades y las necesidades del prójimo, respetar ambas partes.

Cada uno de tus pensamientos afecta la química en una fracción de segundo. La conexión entre mente y cuerpo es tan estrecha que, con mucha frecuencia, cuando queremos evitar algo, nuestro subconsciente hará lo necesario para que se realice. Reconocer que estas situaciones nos suceden es ya parte de la solución. Nuestro sistema de creencias y expectativas puede mantenernos enfermos.

A muy temprana edad aprendemos que enfermarse es una de las maneras más eficaces de llamar la atención. Para algunos es la única. Algunas personas jamás superan esta idea y se las arreglan para pasarse toda la vida enfermas. El hecho es que quienes sienten amor y seguridad sufren muchas menos enfermedades que aquellos que no se sienten realizados y tienen una gran dosis de inseguridad.
Las emociones y los sentimientos reprimidos afectan nuestra salud. Para estar saludables y llenos de energía, debemos alimentar las emociones positivas expresar nuestros sentimientos. También es muy importante creer que merecemos estar saludables. Si albergamos sin razón pensamientos subconscientes negativos, una de las maneras clásicas de sufrir es a través de una mala salud; a veces de por vida. Muchas personas tienen la idea de que la buena salud no es más que la ausencia de enfermedad.

Si analizamos la conexión entre mente y cuerpo, es fácil entender en qué medida nuestro cuerpo es afectado por el estado de nuestra mente. A nivel humano, la mente es el arquitecto del cuerpo; y el cuerpo es un reflejo de tus pensamientos. Si te consumen la ira, el miedo y las emociones reprimidas, tu cuerpo lo reflejará.

Procura que tus pensamientos sean saludables y placenteros. Piensa que eres una persona sana. Recuerda, la buena salud es un derecho que te corresponde por nacimiento y mereces estar sano. Sobre todo, sé benévolo contigo mismo.

El dolor tiene una razón de ser. El dolor emocional también. Si algo nos molesta o nos preocupa podemos interpretarlo como un mensaje que nos insta a abordar las cosas de otro modo, o a verlas de manera diferente. Si nos sentimos heridos, decepcionados o abandonados por un ser querido, el mensaje puede ser que ames a tus seres queridos sin esperar nada, que recibas lo que te quieran dar sin juzgarlos o que no permitas que las acciones de los demás destruyan tu autoestima.

El trastorno emocional puede hacer que vuelvas a sopesar tus prioridades. La gente con éxito aprende de tales experiencias y ajusta sus acciones de modo que los tropiezos de la vida resulten menos dolorosos.
El dolor nos hace abrir los ojos. Nos induce a observar las cosas de manera diferente. Si continuamos haciendo la misma tontería seguiremos sufriendo. Hay quienes se las ingenian para que un dolor les dure todos los días del año. Nunca se dan cuenta de que llegó el momento de retirar la mano de la estufa.

Si nos rodeamos de gente criticona, nos haremos afectos a criticar. Si nos asociamos con gente feliz, aprenderemos acerca de la alegría. Si frecuentas a gente desordenada, te harás desordenado. Si te relacionas con personas entusiastas, te volverás entusiasta. Las personas aventureras nos ayudan a convertirnos en aventureros, y las personas prósperas son una inspiración para hacernos prósperos. Tenemos que decidir qué queremos de la vida y, elegir con quiénes relacionarnos. Si te interesa seriamente cambiar de vida, procura cambiar tu entorno.

Lo mejor que puedes hacer por los pobres es no ser uno de ellos. Nuestros pensamientos conscientes y subconscientes siempre generan resultados positivos y negativos en nuestras vidas, incluso contribuyen a determinar la cantidad de dinero que tenemos en el banco. Tu prosperidad o falta de ella es resultado de tu pensamiento. Tu mente y tu sistema de creencias te tienen en la posición en que te encuentras, y tu mente será próspera o pobre, dependiendo de la manera en que la entrenes. Lo que piensas es lo que recibes. Si te haces a la idea de ser pobre, serás pobre. Si te haces a la idea de ser próspero, serás próspero. Debido a que la vida suele depararnos, en buena medida, lo que esperamos de ella, si esperas tener poco, poco tendrás.
Si deseas hacer dinero, o ahorrarlo, tienes que sentirte a gusto con él. Si te hace sentirte incómodo, te las ingeniarás subconscientemente, o incluso conscientemente, para deshacerte de él.

Para prosperar, debemos sentirnos a gusto con la prosperidad de los demás. Si te has hecho a la idea de que los ricos son detestables, seguirás siendo pobre para no detestarte a ti mismo.
Es importante que sientas que mereces ayuda y dinero debido a que tu capacidad de recibir determina tu prosperidad. Si sentimos demasiado apego al dinero resulta difícil hacerlo y difícil conservarlo. Si eres torpe para manejar el éxito, procurarás evitarlo.

Si te gustó este artículo, COMPARTE con tus amigos y recuerda apoyarnos con un "LIKE" 👍 y brindanos tu opinión en los comentarios.
Autor: Andrew Matthews