Como el hombre piensa, así es 4/4



EL FACTOR PENSAMIENTO EN EL ÉXITO 
Todo lo que el hombre logra y todo en lo que falla es resultado directo de sus pensamientos. En un universo gobernado con justicia, en el que la falta de equidad significaría la destrucción total, la responsabilidad individual ha de ser absoluta. La debilidad y fortaleza de un hombre, su pureza e impureza, son suyas, y de nadie más; son labradas por él mismo, y no por otro, y pueden ser alteradas sólo por él, nunca por otro. Su condición es también suya y de nadie más. Su sufrimiento y su felicidad emanan de adentro. Como él piense, así es él; como siga pensando, así seguirá siendo. 

Un hombre fuerte no puede ayudar a uno débil a menos que el débil desee ser ayudado, más aún, el débil ha de hacerse fuerte por sí mismo; debe, con su propio esfuerzo, desarrollar la fortaleza que admira en otro. Nadie más que él puede alterar su condición. 
Ha sido habitual para el hombre pensar y decir. “Muchos hombres son esclavos porque uno es opresor, odiemos al opresor.” Actualmente, sin embargo, hay una pequeña y creciente tendencia de invertir dicho juicio y decir, “Un hombre es opresor porque muchos son esclavos; despreciemos a los esclavos.” La verdad es que opresor y esclavo cooperan en su ignorancia, y, mientras parece que se afligen el uno al otro, se afligen en realidad a ellos mismos. Un conocimiento perfecto percibirá la acción de la ley en la debilidad del oprimido y en el poder mal aplicado del opresor; un Amor perfecto, al ver el sufrimiento que ambos estados implica, no condena a ninguno; una Compasión perfecta abraza a ambos, opresor y oprimido. 

Aquel que ha conquistado a la debilidad, y ha alejado de sí pensamientos egoístas, no pertenece a opresores ni a oprimidos. Él es libre. 

Un hombre sólo puede elevarse, conquistar y alcanzar el éxito, elevando sus pensamientos. Sólo puede permanecer débil, abatido y miserable al negarse a elevar sus pensamientos. 
Antes de que un hombre pueda lograr cualquier meta, aun metas terrenales, debe elevar sus pensamientos por encima del esclavismo animal y la indulgencia. No ha de rendirse, si quiere triunfar, ante su animalidad ni egoísmo, de ninguna manera; pero una parte de él debe, al menos, ser sacrificada. Un hombre cuyo pensamiento principal es de indulgencia animal no puede pensar claramente, ni planear metódicamente; Si no empieza a controlar con valentía sus pensamientos, no está en capacidad de controlar otros asuntos y adoptar responsabilidades serias. No está preparado para actuar de forma independiente y por sí solo. Pero sólo lo limitan los pensamientos que él escoge. 

No puede haber progreso ni logro sin sacrificio, y el éxito terrenal de un hombre se logrará en la medida que sacrifique sus pensamientos animales y confusos, y concentre su mente en el desarrollo de planes, y el fortalecimiento de su resolución y auto-confianza. Y mientras más elevados sean sus pensamientos, se convertirá en alguien más valeroso, grande y correcto, mayores serán sus logros, benditos y duraderos serán sus éxitos. 

El universo no favorece al codicioso, al deshonesto, al vicioso, aunque superficialmente a veces pareciera hacerlo; ayuda al honesto, al magnánimo, al virtuoso. Todos los grandes Maestros de todas las eras han declarado esto de distintas maneras, y para probarlo y entenderlo el hombre no tiene más que persistir en hacerse más y más virtuoso elevando sus pensamientos. 

Los logros intelectuales son el resultado de un pensamiento consagrado a la búsqueda del conocimiento, o de la belleza y la verdad en la naturaleza. Tales logros pueden estar a veces ligados a la vanidad y la ambición pero no son el resultado de estas características; son el resultado natural de un arduo y prolongado esfuerzo, y de pensamientos puros y desinteresados. 

Los logros espirituales son la consumación de aspiraciones divinas. Aquel que vive constantemente en la concepción de nobles y elevados pensamientos, que vive puro y desinteresado, se convertirá, tan seguro como que el sol alcanza su cúspide, y la luna llega a ser llena, en un hombre sabio y noble de carácter, y se elevará a una posición de influencia y buena fortuna. 

El éxito, de cualquier tipo, es la corona del esfuerzo, la diadema del pensamiento. Con la ayuda del dominio de sí mismo, resolución, pureza, rectitud, y pensamientos bien orientados, el hombre asciende; llevado por la irracionalidad, indolencia, impureza, corrupción, y pensamientos confusos el hombre desciende. 

Un hombre puede elevarse a grandes hazañas terrenales, e incluso a sublimes altitudes en el mundo espiritual, y descender otra vez a la miseria al permitir que pensamientos arrogantes, egoístas y corruptos lo posean. 

Las victorias obtenidas mediante el pensamiento correcto pueden ser conservadas sólo con vigilancia. Muchos cesan sus esfuerzos cuando el éxito está asegurado, y rápidamente caen en la derrota. 

Todo logro, sea en los negocios, intelectual, o espiritual, son el resultado de pensamientos orientados con definición, están gobernados por la misma ley y por el mismo método; la única diferencia es el objetivo. 

Aquel que quiera lograr poco ha de sacrificar poco; quien quiera lograr mucho ha de sacrificar mucho; quien quiera lograr grandezas debe sacrificar grandemente. 

VISIÓN E IDEALES 
Los soñadores son los salvadores del mundo. Así como el mundo visible se sostiene por fuerzas invisibles, así el hombre, entre todos sus juicios, pecados y vocaciones sórdidas, se nutre de las visiones de belleza de sus soñadores solitarios. La humanidad no puede olvidar a sus soñadores, no puede dejar sus ideales desaparecer y morir; la humanidad vive en estos, los conoce como las realidades que un día serán vistas y conocidas. 
Los compositores, escultores, pintores, poetas, profetas, visionarios, ellos son los hacedores del mundo, los arquitectos del cielo. El mundo es bello porque ellos vivieron, sin ellos la laboriosa humanidad perecería. 

Aquel que lleva en el corazón una visión maravillosa, un ideal noble, algún día lo realizará. Colón llevó en su corazón la visión de otro mundo, y lo descubrió; Copérnico impulsó la visión de muchos mundos y un universo más extenso, y lo descubrió; Buda contempló una visión de un mundo espiritual de santidad y paz perfecta, y entró en él. 

Valora tus visiones; valora tus ideales; valora la música que agita tu corazón, la belleza que se forma en tu mente, la gracia que viste tus más puros pensamientos, de ellos crecerán condiciones encantadoras, un ambiente celestial; de ellas se construirá, si te mantienes fiel, tu mundo. 

Querer es poder; soñar es lograr. ¿Deberán los bajos deseos del hombre recibir la máxima gratificación, y sus aspiraciones más puras morir sin sustento? Esa no es la ley: Tal condición nunca ocurrirá: “Pide y recibirás”. 

Sueña nobles sueños, y mientras sueñes te convertirás. Tu visión es la promesa de lo que un día serás. Tu ideal es la profecía de lo que un día llegarás a revelar. 

Los logros más grandes fueron al inicio y por un tiempo un sueño. El roble duerme en la bellota; el ave espera en el huevo; y en la más elevada visión del alma un ángel de la guarda se agita. Los sueños son las semillas de la realidad. 

Tus circunstancias pueden no ser de tu agrado, pero no han de seguir siendo las mismas si concibes un ideal y luchas por alcanzarlo. Tú no puedes movilizarte por dentro y permanecer estático por fuera. 

Este es un joven oprimido por la pobreza y el trabajo; confinado largas horas en un taller insalubre; sin escuela, y sin el arte del refinamiento. Pero sueña con cosas mejores; piensa en la inteligencia y el refinamiento, en gracia y belleza. Concibe, y crea con su mente, una vida ideal; la visión de una libertad más amplia y miras más elevadas toma posesión de él; la ansiedad lo lleva a la acción, y utiliza todo su tiempo libre y sus medios, aunque sean pequeños, al desarrollo de sus poderes y talentos ocultos. 

Muy pronto su mente ha sido tan alterada que el taller no puede retenerlo más. Se ha convertido en algo tan fuera de armonía con sus pensamientos que queda fuera de su vida como una ropa que es tirada, y, al crecer las oportunidades que encajan con las miras de su creciente poder, se desvanece para siempre. 

Años más tarde, vemos a este joven como todo un hombre. Lo encontramos dueño de ciertas fuerzas mentales que esgrime con influencia universal y poder casi inigualado. En sus manos toma los hilos de responsabilidades gigantescas; él habla, y mira! las vidas cambian, hombres y mujeres toman sus palabras y las siguen para modificar su carácter, y, como la luz del sol, se convierte en el centro y eje luminoso alrededor del que innumerables destinos se giran. 

Ha realizado la Visión de su juventud. Se ha convertido en uno con su ideal. 

Y tú también, joven lector, lograrás la visión (no el deseo ocioso) de tu corazón, sea éste bajo o hermoso, o una mezcla de ambos, porque tu destino siempre te lleva hacia aquello que secretamente más amas. En tus manos será entregado el resultado exacto de tus pensamientos; recibirás lo que te ganes; no más, no menos. Cualquiera sea tu entorno actual, caerás, permanecerás, o te elevarás con tus pensamientos, tu Visión, tu Ideal. 

Llegarás a ser tan pequeño como los deseos que te controlan, tan grande como tus aspiraciones dominantes: en las hermosas palabras de Kirkham Davis, “Puedes ser contador, y en breve has de salir por la puerta que por tanto tiempo ha parecido la barrera para tus ideales, y te encontrarás ante una audiencia - el lápiz aún sobre tu oreja, la tinta aún en tus dedos – y allí y entonces derramar el torrente de tu inspiración. Puedes estar pastando ovejas, y vagarás en la ciudad –bucólico y con la boca abierta; entrarás bajo la intrépida guía del espíritu en el estudio del maestro, y después de un tiempo él te dirá, ‘no tengo nada más que enseñarte.' Y ahora te has convertido en el maestro, quien hace poco soñaba grandezas mientras pastaba ovejas. Dejarás la sierra y el cepillo para tomar en tus manos la regeneración del mundo”. 

El descuidado, el ignorante, y el indolente, viendo sólo el efecto aparente de las cosas y no las cosas en sí, habla de suerte, fortuna, y azar. Al ver a un hombre hacerse rico dirán, “¡cuánta suerte tiene!” Al observar a otro hacerse intelectual exclamarán, “¡Que favorecido es!” Y al notar el carácter santo y la gran influencia de otro comentarán, “¡Cómo lo ayuda el azar a cada momento!” Ellos no ven los intentos, fracasos y la lucha que estos hombres han enfrentado voluntariamente para ganar experiencia; no conocen del sacrificio que han hecho, de los esfuerzos intrépidos que se han propuesto, de la fe que han ejercido para lograr lo aparentemente imposible, y realizar la Visión de su corazón. Ellos no saben de la oscuridad y la angustia; sólo ven la luz y la dicha, y la llaman “suerte”; no ven las largas y arduas jornadas, sino sólo contemplan el logro placentero, y lo llaman “buena fortuna”; no entienden el proceso, sino sólo perciben el resultado, y lo llaman “azar”. 

En todos los asuntos humanos hay esfuerzos, y hay resultados, y la fortaleza del esfuerzo es la medida del resultado. No la suerte. “Regalos”, poder, posesiones materiales, intelectuales y espirituales son el fruto del esfuerzo; son pensamientos consumados, objetivos alcanzados, visiones realizadas. 

La visión que glorifiques en tu mente, el ideal que ganó el trono de tu corazón – Con esto construirás tu vida, en eso te convertirás. 

SERENIDAD 
La tranquilidad de la mente es una de las bellas joyas de la sabiduría, es el resultado de un esfuerzo largo y paciente en el dominio de sí mismo. Su presencia es indicadora de una experiencia madura, y de un conocimiento más que ordinario de las leyes y el funcionamiento del pensamiento. 

Un hombre alcanza la tranquilidad en la medida que se entiende a sí mismo como un ser que evoluciona del pensamiento. Para tal conocimiento necesita entender a los otros como el resultado del pensamiento, y mientras desarrolla el entendimiento, y ve con mayor claridad las relaciones internas de las cosas por la acción de causa y efecto, cesa su agitación, su enfado, su preocupación y su congoja, y permanece en equilibrio, inalterable, sereno. 

El hombre calmado, habiendo aprendido cómo gobernarse, sabe cómo adaptarse a otros; y estos, a su vez, reverencian su fortaleza espiritual, y sienten que pueden aprender de él, y confiar. Cuanto más tranquilo sea un hombre, mayor es su éxito, su influencia, su poder para el bien. Aún el mercader ordinario encontrará que la prosperidad de sus negocios crece mientras desarrolla un mayor dominio de sí mismo y ecuanimidad, pues la gente siempre ha de preferir hacer tratos con un hombre cuya conducta sea firmemente estable. 
El hombre fuerte y calmado es siempre amado y reverenciado. Es como un árbol que brinda sombra a una tierra sedienta, o una roca en la que resguardarse de una tormenta. ¿Quién no ama un corazón tranquilo, una vida dulcemente templada y balanceada? No importa si llueve o hay sol, o qué cambios ocurran en el poseedor de estas bendiciones, pues serán siempre dulces, serenos y calmados. Aquel equilibrio de carácter que nosotros llamamos serenidad es la lección final de la cultura; es el florecimiento de la vida, el fruto del alma. Es precioso como la sabiduría, ha de ser más deseado que el oro – sí, más que el fino oro. Cuán insignificante se ve quien sólo busca el dinero en comparación con una vida serena – una vida que mora en el océano de la Verdad , por debajo de las olas, fuera del alcance de las tempestades, ¡en Eterna Calma! 

Cuánta gente conocemos que envenena sus vidas, arruina todo lo que es dulce y bello con un temperamento explosivo, destruyen el equilibrio de su carácter, ¡y hacen mala sangre! Es una cuestión si la gran mayoría de gente no arruina sus vidas, y estropea su felicidad por falta de dominio de sí mismos. Cuán poca gente conocemos en la vida con un carácter balanceado, que tiene ese exquisito equilibrio que es característico de un carácter refinado. 

Sí, la humanidad emerge con pasión descontrolada, es turbulenta con amargura ingobernada, está casi arruinada por la ansiedad y la duda. Sólo el hombre sabio, sólo aquel cuyos pensamientos están controlados y purificados, hace que los vientos y las tormentas del alma le obedezcan. 


Almas sacudidas por la tempestad, donde quieran que estén, sea cual fuere la condición bajo la que viven – en el océano de la vida las islas de dicha sonríen, y la orilla soleada de tu ideal espera tu venida. Mantén tu mano firme sobre el timón de tus pensamientos. En la barca de tu alma se reclina el Maestro al mando; sólo esta dormido; despiértalo. El control de ti mismo es poder; el Pensamiento correcto es maestría, la Calma es poder, di dentro en tu corazón, “la Paz sea contigo”. 

Estoy seguro que ser conciente del poder de nuestros pensamientos positivos es un gran motivo para tener ¡Emoción por Vivir¡

Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capitulo 52 - Volumén 2