5. Culpas ajenas, culpas propias, culpas al fin
Herencias recibidas, heredadas, culpas acumuladas: todos cargamos con cargas que hemos asumido sin cuestionar por no permitirnos planear nuestra propia ruta. Respetamos patrones de conducta recibidos sin damos cuenta de que ponemos en peligro nuestra propia vida y nuestros objetivos. Le cedimos un lugar de autoridad a la culpa y le dimos una jerarquía que no merece, pero lo peor es que la hicimos carne y así fue como comenzó a convivir y a formar parte de nosotros mismos.
Al hacernos cargo del hambre del mundo, de los que no tienen, muchas veces nos castigamos y nos sentimos mal por poder disfrutar de todo lo que está a nuestro alcance. Si bien poder ayudar al otro es un acto de amor, de misericordia y de compasión, lamento decirte que el hambre del mundo no se detendrá por tu auto-castigo. Muchas mujeres no pueden disfrutar de un buen perfume ni de ropa elegante; no se permiten elegir lo mejor para ellas, sino que dicen, ¿cómo me lo voy a comprar yo si los chicos necesitan cosas?
Y tal vez sus hijos tienen veinte pares de zapatillas, treinta remeras y no requieren nada más, sólo ver a su mamá feliz. Sin embargo, esta mujer se llena de culpas y se niega un derecho, que, gracias a Dios, puede darse: el de poder comprarse un perfume caro. Por años hemos sentido culpa de disfrutar de lo material y de lo emocional; la culpa ha hecho estragos dentro de nosotros y nos ha delimitado, nos ha cercado. Por años hizo que nos conformásemos con migajas, con aquello que los demás estaban dispuestos a darnos.
Sentimos culpa por ser felices: ¿cómo puedo ser feliz yo, si mi mamá, mi hermana y mi tía están separadas y solas? Y así es como boicoteas tu matrimonio. ¿Cómo puedo yo disfrutar de comprarme un par de zapatos nuevos si mi hermana no tiene trabajo? Pues bien, puedes comprarte los zapatos y también ayudar a tu hermana, siempre y cuando ella no esté abusando ni manipulando tus emociones.
¿Cómo voy a irme de vacaciones si mi familia nunca pudo tomarse unos días? Lo cierto es que puedes irte de vacaciones y disfrutar porque generaste los recursos para hacerlo. ¡Prémiate! Sin embargo, muchos eligen castigarse. Sin darnos cuenta, los mandatos internos y externos recibidos se hicieron carne dentro de nuestra mente y hoy no podemos disfrutar de lo que está a nuestro alcance.
Los latinos hemos heredado el concepto de servilismo: los conquistadores han sometido a los pueblos y les han transmitido que ellos habían nacido para servir a quienes habían decidido ser una casta social de mayor jerarquía y privilegios. En México, cuando pides algo a alguien responden: ”¡Mande!”; sin embargo, en los Estados Unidos dicen: “¿En qué puedo ayudarle?” La diferencia, como notarás, es muy clara.
“Cuando se encuentran dos seres, el que es capaz de intimidar a su oponente queda reconocido como socialmente superior, de modo que la decisión social no siempre depende de un combate. En algunas circunstancias, el mero encuentro puede ser suficiente.”
La culpa nos lleva a olvidar lo que sentimos y necesitamos, nubla por grandes períodos de tiempo nuestros derechos, convirtiendo nuestras prioridades en necesidades secundarias, mientras le otorga a la opinión y a los pensamientos de los otros un lugar de urgencia y superioridad. Y así es como de un modo contundente nos fuimos haciendo cargo de todos y de cada uno de los mensajes que llegaron a nuestros oídos, sin darnos cuenta de que no nos cuestión.
Analicemos algunos de estos mensajes:
*Primer mensaje: “Sigue participando”
Muchas personas han recibido ese mensaje sutil que dice:
“Está bien lo que hiciste pero no me alcanza”. En este caso la idea es: “Las cosas no están mal,”Cuando la culpa es de todos, la culpa no es de nadie.”
Concepción Arenal pero podrían estar mucho mejor”. Hagas lo que hagas, nunca será suficiente para conformar al otro, para colmar las expectativas de aquellas personas que te manipulan a través de la culpa.
• Segundo mensaje: “Mi dolor es más grande que el tuyo”
¿Te pasó alguna vez que necesitabas contarle a alguien una situación por la que estabas pasando y de repente te encontraste consolando a tu interlocutor? Este tipo de manifestaciones y de expresiones constituyen una clara evidencia de la manipulación que el otro está ejerciendo sobre ti. Al hacerlo te está diciendo: “Tu dolor no es tan grande como el mío, concéntrate mejor en mí.”
• Tercer mensaje: “Eres responsable de lo que hice”
En este caso resultamos ser nosotros los culpables de las quejas y de las angustias de los demás. Fueron nuestras palabras y nuestras acciones las que determinaron el malestar de las otras personas. ¡Falso! Esto también es manipulación. Dependen de cada uno de nosotros las emociones que sintamos, el valor que le demos a la palabra de los otros y las reacciones que tengamos. Cada uno de nosotros es responsable por la actitud que asumirá frente a las circunstancias y a los hechos.
Desde chicos se nos hizo creer una gran mentira: “Hay que satisfacer los gustos de los demás antes que los nuestros”. Entendimos que necesitábamos ser abnegados para poder ser aceptados y no nos dimos cuenta del significado de este acto. La abnegación no es una virtud, sino un acto contraproducente que ejercemos sobre nuestra propia vida.
Sólo a ti te compete marcar la diferencia. Habrá un momento determinado en la vida en el que necesitarás darte cuenta de que si tú mismo no satisfaces tus propias necesidades, nadie lo hará. Lo que deseas que te suceda, dibújalo en tu mente y comienza a diseñarlo, detalla las metas y los pasos que necesitas dar y luego prosigue hasta el final.
Michael Jordan dijo: “Visualicé adonde quería ir, qué tipo de jugador quería ser; sabía con exactitud adonde llegar, qué quería obtener, me concentré en conseguirlo y lo logré.” Si algo sucede en tu vida será por ti.
6. Libre de culpa y cargo
Todos los seres humanos tenemos derecho a ser felices y a vivir sin culpas. Todos tenemos cosas buenas y otras que no lo son tanto; sin embargo necesitamos conectarnos con lo bueno, con lo mejor que tenemos y seguir adelante. Sin darnos cuenta nos hemos llenado de culpas, de cargar sobre nuestros hombros, de mensajes que hemos aceptado e incorporado sin cuestionar y que asumimos como propios.
Obsesionarte con la culpa sólo traerá dolor y heridas a tu alma y a tu cuerpo. Tú eres tu propio tóxico. Ya es tiempo de aprender a ser libre de todos los paradigmas falsos que hasta hoy te dirigían y de disfrutar sin culpa. El cordón umbilical se ha roto y ahora te toca decidir a ti. Simplemente sé tú mismo, limpia el polvo de tus zapatos y sigue adelante. Vacíate de culpas propias v ajenas y comienza a vivir con convicción.
La convicción te permitirá rever, modificar, cambiar lo que sea necesario cambiar y seguir adelante.
”El objeto ha tomado forma en mi mente antes de empezar a pintar.”
Van Gogh
• Si te equivocaste, pide perdón. Saber disculparse es un acto de grandeza, implica reconocer nuestros errores y cambiar la actitud. Si está a tu alcance, repara tu equivocación y a tu grandeza se le sumará paz.
• Mereces ser feliz. Proponte disfrutar de todo lo que tienes, sabiendo que eres merecedor de todas las cosas buenas de la vida. Deshazte de las culpas falsas. Sólo eres responsable de tus decisiones, no de las ajenas.
• No quieras cambiar a nadie, sólo cambia quien decide cambiar. La mejor manera de que el otro cambie es no queriéndolo cambiar. Cada vez que tomes una decisión pregúntate si te ayudará a ser la mejor versión de ti mismo.
Cada vez que elijas quién te va a acompañar en un proyecto, piensa si esa persona sumará valor y te permitirá ser la mejor versión de ti mismo. Cuando leas, investigues, aprendas y crezcas serás tu mejor versión lograda en el plano intelectual.
Cuando proyectes con toda tu fuerza tus sueños y pongas en marcha tus objetivos, conocerás tu propia esencia, tu valor, y el dominio propio, ese que está dentro tuyo. Entonces tu verdadero yo emergerá y sabrá reconocerse a sí mismo. Vivir, gozar y disfrutar son derechos que tenemos todos los seres humanos, no privilegios. Nos corresponden por ley.
“La culpa no está en el sentimiento, sino en el consentimiento.” - San Bernardo de Claraval, Eclesiástico francés
“Somos víctimas de nuestras elecciones.” - Anónimo
Bernardo Stamateas -"Gente Tóxica"